miércoles, 21 de junio de 2023

Senderos que se bifurcan

  Al comienzo de su mandato el que hoy nos desgobierna tenía dos alternativas. Podía optar por la vía de la socialdemocracia o por la comunista. Ha elegido la segunda.

A través de la primera, habría buscado acuerdos razonables con los dirigentes de los partidos representados en el congreso para promover reformas acordes con las necesidades populares. A no dudarlo, los temas de tributación, salud, pensiones, laborales o de promoción de la paz, entre otros, son importantes y ameritan medidas legislativas que los pongan a tono con las aspiraciones de las comunidades. Cada uno de ellos exhibe diversas aristas que dan cuenta de sus respectivas complejidades. Las mejores soluciones estaban al alcance de consensos orientados a mejorar lo existente y no a destruirlo en aras de lo ilusorio.

Pero el primer mandatario es un comunista recalcitrante, tal como lo puso de manifiesto hace poco en Alemania al deplorar la caída del muro de Berlín. 

Su visión del futuro de Colombia no lo ubica dentro de los países exitosos que han desarrollado provechosamente sus economías y mejorado el nivel de vida de sus poblaciones a partir de una libertad económica juiciosamente encauzada por los gobiernos. La distopía que lo orienta le hace creer que esos países exitosos van por mal camino. Piensa que ponen en grave riesgo la existencia de la humanidad.

Sus ínfulas de redentor le indican que el camino a seguir es el decrecimiento, que entraña desindustrialización y reducción del nivel de vida de las comunidades a la mera subsistencia, como sucede desde hace décadas en Cuba. Ahí está el modelo que quiere aplicar entre nosotros. Pero es un modelo fallido en todos los órdenes. Sólo los subversivos anhelan irse para allá en búsqueda de protección. La gente del común huye de Cuba y no hacia esa isla prisión, que no produce lo que necesitan sus habitantes para sobrevivir y se sostiene como un Estado mendicante.

El pueblo colombiano no quiere que lo lleven por ese camino. Muestra fehaciente de ello son las encuestas que señalan que más del 60% de la opinión desaprueba el rumbo que ha tomado el actual gobierno y sólo el 30% lo apoya. La validez de estas encuestas se corrobora con la multitudinaria presencia popular en las marchas de protesta de ayer, que contrasta con las famélicas reuniones de respaldo convocadas por el gobierno.

Todo indica que quien lo encabeza es, como alguien lo ha dicho, "arrogante, ignorante e incompetente", amén de imprudente. Hay quienes piensan que adolece de severos e inquietantes trastornos de personalidad que podrían calificarlo como un psicópata que, en lugar de aproximarse con realismo a las circunstancias que le corresponde manejar, las enfrenta con ánimo delirante.

Recemos para que así no ocurra y se dé rápida cuenta de que va por un mal camino y que en sus manos está corregirlo para bien de la patria. 

En lugar de integrarnos para la búsqueda de lo mejor para todos, su ánimo pugnaz divide, enfrenta y promueve el espíritu de facción. Esto es contraproducente en un país que sigue siendo víctima de violencias de todo género.

Estamos padeciendo nada menos que una pesadilla.

sábado, 10 de junio de 2023

Un Collar de Perlas Finas

Astor Piazzolla no es santo de mi devoción, pero es muy apreciado por los amantes de la música clásica. Recuerdo que Gidon Kremer, famoso violinista letón, lo comparó en un reportaje con Schubert, afirmando que, como éste, era un maestro de las formas pequeñas. 

¡Formidable homenaje! Schubert me encanta. Como él, también Chopin y John Field, creador del nocturno para piano, descollaron en las piezas breves, por no hablar de las bellísimas Canciones sin Palabras de Mendelssohn, así como de las composiciones ligeras de Elgar o de Delius, y otras de más hondo calado de Debussy o de Ravel.

Todo esto lo traigo a cuento, porque he tenido entre mis manos y lo he disfrutado a mis anchas un rutilante joyel: "El Libro de la Vida", de Juan José Hoyos, reeditado hace poco por Sílaba Editores en Medellín.

Sobra decir que la edición de la que mi maestro Miguel Moreno Jaramillo habría calificado como una obrecilla, en razón de sus dimensiones, es primorosa, exquisita. Pero más lo es su contenido, 24 ensayos breves, cada uno de los cuáles se lee en minutos, pero deja una muy grata impresión en la mente.

Bien dijo Gracián que "Lo bueno, si breve, dos veces bueno".

El libro de Juan José cumple a cabalidad con esa consigna. Además, su temática es muy variada. Evoca sus viajes por ese ingente mundo de los libros al que desde niño se acercó a partir de un viejo y descuadernado Diccionario Larousse que quedó como herencia de su abuelo paterno, y del carné que le otorgó la por ese entonces recién abierta Biblioteca Pública Piloto de Medellín.

Lector voraz e infatigable, abierto a las mejores influencias literarias, nos ofrece sus visiones acerca de diversos textos y autores que han llamado su atención, para cerrar con "El Libro de la Vida", una breve crónica sobre Santa Teresa de Ávila, que según sus palabras "fue santa y fue poeta. Y después de su muerte, su alma blanca todavía vela sobre la tierra oscura como un centinela en lo alto de la noche". 

Escrito haciendo gala del mejor castellano y una muy delicada sensibilidad, es un libro inspirador que cumple la bella consigna del prefacio de la misa católica: "Sursum corda", esto es, "Elevad los corazones". Nada repelente hay en él; por el contrario, como reza un texto del Evangelio de San Juan que solía citar Borges, por sus páginas se siente que recorre el soplo del Espíritu.

Dentro del tintero quedan nuestras conversaciones sobre Pascal, de quien tanto él como yo somos devotos. Por lo pronto, me apresto a disfrutar de un invaluable regalo que acaba de hacerme con gentil dedicatoria: "La música en el castillo del cielo-Un retrato de Johann Sebastian Bach", de John Elliot Gardiner (Acantilado, Barcelona, 2015). 

He dicho a menudo que para mí la buena música es un anticipo del Cielo, y el compositor que más eleva mi espíritu es precisamente Bach. En la soledad que impone mi viudez, escucho música todos los días, y la que más frecuento es la de Bach, no sin desconocer el mérito insigne de la "Bendición de Dios en la soledad", de Franz Liszt.

jueves, 8 de junio de 2023

La Caldera del Diablo

Tal es lo que al parecer bulle en la Casa de Nariño bajo el control de quien exhibe todas los rasgos de un endemoniado. 

Vapores mefíticos, voces horrísonas, luces malas que causan pavor, etc. se hacen sentir desde lo que otrora se consideraba como un santuario de la democracia colombiana, ya que fue habitado por el precursor de la independencia, Don Antonio Nariño.

Salvo contadas excepciones, cualquiera fuese el nivel moral o intelectual de nuestros presidentes, ellos se esmeraban en guardar apariencias de respetabilidad, dado que según su buen juicio el poder de que se los dotó debía revestirse del manto de la autoridad que lo hiciese digno de merecer el acatamiento popular.

Una encuesta reciente registra que el 41% de la opinión considera que estamos bajo el mando de una mala persona; el 34% piensa que quien nos desgobierna es regular persona; y sólo el 23% tiene buena opinión de ella.

El discurso presidencial ayer ante la irrisoria manifestación convocada para intimidar al congreso es muestra fehaciente del déficit tanto moral como intelectual del orador. Es una pieza que exhibe tanta bajeza que no ha faltado quien la califique como propia de alguien que pertenece al lumpen, es decir, al estrato más desadaptado de la sociedad.

¿Cómo se le ocurre decirle a su auditorio que es un presidente que no se orina en los pantalones, haciendo así una muy pérfida remembranza de un desafortunado accidente que sufrió por causa de enfermedad uno de sus antecesores? ¿No es él mismo a quien con razón o sin ella se ha acusado de descargar sus evacuaciones sobre las víctimas de los secuestros del M-19 cuando ejercía como siniestro y crudelísimo carcelero en sus ergástulas?

Sin Dios ni Ley, así cabe catalogarlo. 

Dice San Pablo en 1Corintios 11: 29 que "el que come y bebe de manera indigna, y sin discernir el cuerpo del Señor, come y bebe su propio castigo". 

De poco le sirvió esta severa admonición para que se abstuviera de acercarse a recibir la sagrada forma en la misa que conmemoraba el más reciente aniversario del holocausto del Palacio de Justicia, perpetrado precisamente por sus conmilitones del funesto M-19. La presencia del cuerpo de Cristo en sus entrañas no le ha impedido promover el odio de clase ni difundir a troche y moche mentira tras mentira para azuzar a la población contra empresarios, periodistas, políticos opositores y todo aquél que descrea de sus proyectos delirantes.

Lo que se ha suscitado acerca de las revelaciones de Benedetti y los incidentes del caso Sarabia no es de poca monta. Un gobierno serio lo habría enfrentado haciendo gala de responsabilidad y no mediante algo peor que trinos, graznidos, y cortinas de humo que más bien han contribuido a enrarecer el ambiente.

Las revelaciones sobre la financiación irregular de la campaña que en mala hora lo llevó a la presidencia proceden nada menos que de su jefe de debate y ahora exembajador en Venezuela. No son exabruptos de un drogadicto confeso, según lo dijo el canciller Leyva, sino manifestaciones de quien aspiraba a ocupar el segundo lugar en la cadena de mando de nuestro poder ejecutivo. Estas revelaciones se acumulan a las valerosas denuncias que ha hecho el abogado José Manuel Abuchaibe acerca de cómo la campaña del hoy presidente excedió en $ 38.000.000 el tope autorizado por la normatividad electoral. Vid. José Manuel Abuchaibe: el abogado que quiere tumbar a Petro (semana.com)

Las actuaciones a todas luces irregulares en torno de las empleadas domésticas de Laura Sarabia constituyen inquietantes indicios de cómo desde el gobierno, con o sin anuencia de su más alto titular, se puede perseguir a la ciudadanía.

Y es de suma gravedad lo que ha insinuado Benedetti, de quien se ha dicho que era compañero de juergas de quien hoy nos desgobierna, acerca de sus malos hábitos, que de comprobarse configurarían causal suficiente para declararlo indigno de ejercer la presidencia e incluso para que el senado, según el artículo 194 de la Constitución, declare su falta absoluta por incapacidad física permanente ocasionada por esa enfermedad incurable, progresiva y mortal que es el alcoholismo.