jueves, 25 de junio de 2020

Carlos Gardel: 1935-2020

Se cumplen 85 años del fallecimiento de Carlos Gardel en un absurdo accidente de aviación ocurrido acá en Medellín.

Esa tragedia produjo enorme impacto en nuestra ciudad. Los que crecimos en ella escuchamos desde pequeños las distintas versiones que circulaban al respecto. Creo que fue en la galería del teatro Buenos Aires, en un matinal al que me llevó mi hermano mayor con un primo nuestro cuando tenía 6 o 7 años, que los oí hablar del asunto. Más tarde me enteré de que mi madre, que vivía a la sazón en Cali, tenía boleta para asistir a la presentación de Gardel en el teatro Jorge Isaacs y que la primera película que vio con mi padre, tal vez en 1931 cuando se conocieron, fue precisamente "Las Luces de Buenos Aires". 

Una parienta nos regaló una buena cantidad de discos viejos de 78 rpm cuando inauguramos nuestra casa de campo en 1949. Entre ellos había un disco Columbia que traía por una cara "Tomo y Obligo" y por la otra "Canto por no llorar", dizque cantados por Carlos Gardel con Don Alberto y su conjunto. Tramposos: no era Gardel, sino Spaventa, que solo cantaba parte de de las letras. Por consiguiente, lo primero que escuché como si fuera Gardel no era él. Más tarde, en la década de 1950, cada 24 de junio don Antonio Henao Gaviria, testigo presencial del accidente, hacía un programa radial para rendirle homenaje a Gardel y escuchándolo me topé con "Mi Buenos Aires Querido". Ahí quedé prendado de la voz del Zorzal Criollo, como después me fascinó Charlo, cuando en sus presentaciones en la Emisora Nueva Granada de Bogotá hacía su entrada cantando "Ave de Paso".

Estoy hablando del año 1956. En la radio de Medellín por esas calendas y hasta varios años después uno podía escuchar tangos a lo largo de las 24 horas de cada día. En varias ocasiones en que la enfermedad me redujo al lecho esos tangos me entretenían. Recuerdo que sonaban con insistencia "Mariposa Nocturna", por Carlos Roldán con Francisco Canaro; "Andate con la otra", por Amanda Vidal con Enrique Mora; "Noches de Hungría", un foxtrot que cantaba Armando Moreno con Enrique Rodríguez; "Zaraza", por Jorge Ortiz con Rodolfo Biagi, y otros más. Un amigo de mi hermano le prestó un LP Decca de 10 pulgadas con ocho canciones de Gardel, entre las que se contaban "Caminito" y "La Cumparsita", que me llegaron al alma. Estaba entrando en la adolescencia y ya sentía del amor las tristes o dulces penas, que nunca más me abandonaron y siguen siendo, como dice Ignacio Corsini en "Dulce amargura", mis compañeras. Compré el primer LP  de Gardel que editó Codiscos, en el que figuraban, entre otros, "Mis flores negras", que me gustaba mucho en la versión de Espinosa y Bedoya, el inevitable "Adiós muchachos",  "Arrabal amargo" y "Lejana tierra mía". El dolor que trasuntaba el final de  la primera estrofa de "Arrabal amargo" ("...y ahora vencido arrastro mi alma clavado a tus calles igual que a una cruz") me laceraba. Años después aprendí a valorar la importancia de "Lejana tierra mía", que creo que es una de las canciones más bellas que hay en el mundo y de la que hizo una inigualable versión Mariano Mores con la voz gardeliana de Carlos Acuña. Yo no solo escuchaba tangos en ese momento con exclusividad, pues había abandonado mi afición por lo que ahora se llama la música andina colombiana, sino que los cantaba. Mi repertorio comenzó precisamente con ese "Caminito" que escuché primero en la voz de Gardel y después terminó de conquistarme con la exquisita grabación que hizo Libertad Lamarque en México, y con "El Adiós", que conocí y me sedujo en la versión de Ignacio Corsini.

Me hice coleccionista de discos de tango, principalmente los de Gardel. Compraba todo lo que veía de él y conseguí lo que en su momento eran posiblemente unas joyas."La Guitarra", en Guayaquil, era uno de mis proveedores. Ahí encontraba discos Odeón de 78 rpm editados en Chile y hasta un EP argentino que traía las dos últimas grabaciones que hizo el dúo Gardel-Razzano en 1929 ("Claveles mendocinos" y "Serrana impía") más "Suena guitarra querida", que prácticamente me sacaba lágrimas con aquello de que "...el alma se me desgarra y el corazón se me parte". 

Hubo en los años sesenta varios concursos de coleccionistas de Gardel. El primero lo ganó Jaime González Posada, que me cobró gran aprecio porque había trabajado con mi padre en Max Factor. Me facilitó mucho material y aprendí mucho de él. Nos hicimos muy amigos. Creo que el segundo lo ganó don Luis Arango, que tuvo un triste final. Era jubilado de Coltejer y contaba que al jubilarse se fue en bus para Buenos Aires y allá se recorrió a pie las 70 cuadras de la calle Corrientes. Entró de contrabando a Maracaibo para hacerse a discos de Gardel que publicaban en Venezuela. Yo mismo, en una entrada fugaz a San Cristóbal hace años, adquirí varios, uno de ellos con una rareza de la que da cuenta mi entrañable amigo, el embajador Juan Moreno Gómez: la zamba "Por el camino", que Gardel grabó, pero no dejó circular porque le parecía superior la versión de Ignacio Corsini.

En mis vacaciones en Rionegro sintonizaba por onda corta todos los días a las 11 de la mañana un programa de Radio Barquisimeto que se llamaba "Evocando a Gardel". Ahí conocí muchos temas que a pesar de los muchos que publicaban Codiscos y Sonolux no circulaban entre nosotros.

Ya en los años 70, gracias a mis amigos Jaime González Posada y Luciano Londoño López, coroné con la colección completa que publicó en cajas Odeón en Argentina. Puedo decir, entonces, que conozco de pe a pa la discografía gardeliana. Ahora la tengo y la disfruto en medio digital.

Pudo ser por ahí en 1960 que en el teatro Caracas pude ver por primera vez una película suya: "Melodía de arrabal", Pocos años después exhibieron en copias mejoradas las películas que hizo en Nueva York. Por supuesto que las vi todas.

Mi gran amigo de más medio siglo, el recientemente fallecido Leonardo Nieto, promovió el Primer Festival del Tango en 1968. Gozaba mucho conmigo por la emoción con que lo viví. No era para menos: ¡Ver en vivo a Troilo con Rivero! Troilo comenzó suavemente con Danzarín, causando algún desconcierto en el público. Pero cuando entró de lleno en la segunda parte, la ovación del pueblo  que había ido a la Macarena fue atronadora. No sé adónde fue a parar la grabación que tenía de esos momentos felices, que me la facilitó, con su generosidad habitual,  mi querido Leo, a quien hoy casi, como dice un tangazo de Gardel, "lloro al nombrar".

Pues bien, Leonardo trajo de Buenos Aires la idea de crear acá una Asociación Gardeliana y tuve el honor de redactar sus estatutos.  Como yo trabajaba en la Andi, mi jefe, Luis Prieto Ocampo, que como buen manizaleño era buen tanguero, se hizo anotar como uno de los primeros socios, lo mismo que mi gran amigo y compañero Rodrigo Isaza Toro, que sigue siendo socio activo.

Bueno, como dice por ahí esa señora milonga que se llama "El desafío" (búsquenla en las versiones de Troilo con Fiorentino y Marino , o de Caló con Iriarte), "para qué seguir narrando lo que fue aquella carrera..."

Recomiendo a los interesados que sigan el programa que está transmitiendo cada domingo la Radio Nacional de Argentina, en el que Héctor Larrea y Norberto Chab comentan diversos aspectos  del arte gardeliano, con base en grabaciones que ellos seleccionan. Es una delicia. Acá va el enlace del último: http://www.radionacional.com.ar/category/gardel-por-larrea/

Como buen conocedor que creo ser de la dimensión artística de Gardel, observo de entrada que no es posible juzgarlo al tenor de los avances de la técnica del sonido grabado. Gardel no es para los audiófilos, pues sus grabaciones adolecen de las limitaciones propias de las épocas en que se las hizo.

De entrada, hay que diferenciar el Gardel de las grabaciones acústicas (1913-1926) del de las eléctricas (1926-1935). Luego, hay que mirar el estado de las que se han utilizado para los formatos de LP y de CD, proporcionadas en general por coleccionistas. He notado que las grabaciones acústicas se escuchan mejor en el medio digital que en tocadiscos o reproductores de casete, que dejan mucho qué desear. Las mejores grabaciones son las que hizo en España en 1927, en París en 1928, en Buenos Aires entre 1929 y 1933 y las de Nueva York entre 1934 y 1935.

A Gardel lo llamaban el "Rey del Tango", pues el mayor número de sus creaciones corresponden a este género musical. Pero lo que dejó como cantor del folclore argentino y el uruguayo, es maravilloso, como lo fueron también sus incursiones en lo que bien podemos llamar música internacional. Es interesante observar que en sus películas se desempeñaba con soltura en los tres géneros.

En realidad, Gardel es el creador del tango cantado. Su influencia es nítida en otros grandes cantores, como Hugo del Carril, Óscar Alonso, Alberto Marino, Héctor Mauré, Jorge Vidal y otros más. Hay otras escuelas, influenciadas en buena medida por Ignacio Corsini y Agustín Magaldi, o la personalísima de Alberto Castillo, pero la gardeliana es la que predomina.

El público conoce en principio al Gardel evolucionado que ve en las películas, sobre todo en las norteamericanas. Es, en general, un Gardel romántico. Pero hay también el Gardel sentimental, el dramático, el humorístico, el criollo y el arrabalero. Lo hay para todos los gustos. 

A los aficionados nos acribillan con la pregunta del millón: ¿Cuál es el que a Ud. más le gusta?  Alguno aprendió a evadirla fácilmente: el último que escuché. Tengo por ahí una selección que hice años ha de creo que 104 temas imprescindibles, pero hace unos días que volví a escucharla encontré que me había quedado corto. Dejando de lado el Gardel que todos conocen, recomiendo a las volandas unos temas que siempre escucho con atentas emoción o delectación: Ramona, De flor en flor, Llevame carretero, A contramano, Farolito de papel, Clavel del aire, Uno y uno, La Pastelera, Chacarera del norte, Lechuza, Pordioseros, Adiós que te vaya bien, Sanjuanina de mi amor, La Mariposa en cualquiera de las dos versiones, Jujeña, Desdén, Noches del Colón, Cachadora, El Cardo Azul, La pena del payador, Murmullos, Amigazo, Echando mala, Muchachos silencio, Paseo de Julio, Hopa hopa hopa, Misterio, La violetera, Insomnio, Qué vachaché, Por qué soy reo, Y si la ves dale un beso, Cabecita negra, Culpas ajenas, Pobre gallo bataraz, etc. Si me apuran, me quedo con Siga el corso. A mis nietecitos les canto Mañanita de sol: "Caballito campero, oigo tu galopar, más veloz que el pampero el gaucho que quiero está por llegar. Rayito'e sol, cielito azul, florida aurora, ave canora, eso sos vos. Noche sin luz, árbol sin flor, pájaro herido lejos del nido eso soy yo..."

Borges escribió en alguna parte que las letras de tango ofrecen a su manera una comedia humana, vale decir, una exploración de lo que somos, sentimos, queremos, hacemos, soñamos y, en síntesis, vivimos. El repertorio gardeliano nos presenta todo eso por medio de una voz privilegiada. Soy de los que piensan que Gardel cada día canta más.  Siempre le escucho algún nuevo matiz. A lo largo de más de sesenta años de frecuentarlo casi que cotidianamente, no me fatiga.

Bing Crosby habló del hombre que escucha a Gardel. Soy uno de esos. Me consuela lo que contaba Iván Amaya, nuestro compañero de trabajo en la Andi, acerca de que unos críticos musicales de mucho peso en Londres llegaron a la conclusión de que las tres grandes voces del siglo fueron las de Caruso, Björling y, asómbrense, Gardel, del que el extinguido sello Nimbus en su colección Prima Voce publicó dos discos compactos con selecciones de su biógrafo británico Simon Collier.


sábado, 20 de junio de 2020

Entre el hambre y la peste

Hace años, el entonces presidente Mitterrand se refirió a la confrontación de sus dos rivales de la derecha como una elección entre el hambre y la peste.

Estos dos flagelos azotaban a menudo a las sociedades tradicionales.

Las malas cosechas, la rudeza de las estaciones o las plagas eran causa de hambrunas, que en el siglo XX se vieron conjuradas por el progreso técnico y las políticas sociales. La centuria pasada las padeció en la Unión Soviética, la China de Mao, la Cuba finisecular y el África dominada por los comunistas, por lo que el Premio Nobel de Economía Amartya Sen consideró como déficits democráticos, pues a su juicio una democracia sana que le permite al pueblo expresarse y, llegado el caso, protestar, constituye el mejor antídoto contra la hambruna. Y los regímenes de esos países, aún llamándose democracias, no lo eran

Así puede leerse en su libro "Desarrollo  y Libertad":  https:///publication/320435545_Desarrollo_y_Libertad/link/5b5dd697a6fdccf0b2ff84bc/download

La peste azotaba con frecuencia a los pueblos hasta que los progresos de la higiene y las mejorías en la alimentación la fueron controlando. Entre nosotros, por ejemplo, el tifo, la viruela, la difteria y otras enfermedades hacían estragos periódicamente.

Ahora enfrentamos una situación que prácticamente no tiene precedentes, con la pandemia generada por el Coronavirus. La peste afecta por igual a sociedades pobres y ricas. Diríase, por las cifras, más a éstas que a aquéllas. Y como consecuencia suya, se ha producido una brutal caída en las economías que conlleva cierre de empresas, desempleo y muy probablemente hambre en muchísima gente. De ahí se seguirán explosiones sociales incontenibles que cambiarán radicalmente el espectro político. Como suele decirlo Fernando Londoño Hoyos, del Coronavirus y sus derivaciones en todos los ámbitos sólo sabemos que nada sabemos. Todo en ello es incierto y, desafortunadamente, ominoso. Y su enorme complejidad hace que no tengamos elementos de juicio suficientes para afrontarlo. Encerrar a la gente quizás la  preserve por algún tiempo de la peste, pero condenándola irrefragáblemente al hambre.

Ahí se pone de manifiesto que toda decisión política se encuadra dentro de circunstancias de suerte y azar.

Este inusitado agente de la naturaleza nos deja de entrada severas lecciones. 

La primera de ellas nos indica que debemos bajarnos de la nube que nos invitaba a pensar que la ciencia y la técnica nos garantizarían el control del mundo que nos rodea. Ya sabemos que sus posibilidades son limitadas, pero, de resultar ciertas algunas versiones sobre el origen del Coronavirus, también que de ellas pueden derivarse efectos letales para nuestra supervivencia.

Max Scheler nos legó una obra de rico contenido:"El Puesto del Hombre en el Cosmos". Dentro de la tradición judeo-cristiana, ese puesto es de preeminencia. Lo dice el Génesis: Dios coronó su creación con el hombre, al que hizo señor de la misma. Pero ciertas tendencias del pensamiento actual ofrecen otras conclusiones. El ser humano no solo es una criatura extraña en el conjunto de la naturaleza, diríase que un error en su evolución, sino, además, perjudicial. Los ecologistas lo consideran como el gran depredador. Una muestra de la concepción negativa sobre la especie humana se da con nitidez en la "Carta de la Tierra" que la ONU pretende imponer.(Vid. http://fundacionvalores.es/wp-content/uploads/ACF686FolletoInformativoCT.pdf).

Alain Renaut en "La Era del Individuo" ha hecho una contribución interesante a la historia de la subjetividad (vid. http://fundacionvalores.es/wp-content/uploads/ACF686FolletoInformativoCT.pdf). El pensamiento moral, jurídico y político en los últimos tiempos, siguiendo la línea trazada por los nominalistas medievales y luego por Descartes, Leibnitz, Kant y otros eminentes filósofos, es de raigambre decididamente individualista. La Ilustración nos legó la idea del individuo soberano. El "Cogito, ergo sum" cartesiano es el punto de partida de toda construcción intelectual en dichas áreas. La sociedad, según se proclama, se forma por la decisión libre e interesada de los individuos de buscar a través de ella  su mutua protección; las normatividades solo se justifican por la adhesión que voluntariamente les presten sus destinatarios; la libertad natural hace de cada individuo soberano de sus pensamientos, sus inclinaciones, su conducta, y solo cabe limitarla por su consentimiento, etc. Siguiendo un dogma clásico, la preeminencia metafísica del individuo se funda en su racionalidad. La razón lo hace dueño de sí y de su entorno.

Renaut observa que este dogma se ve afectado, en primer lugar, por el descubrimiento del subconsciente, y, en segundo lugar, por el hecho de la contingencia. 

El primero destruye la idea de que somos ante todo racionales. Los "maestros de la sospecha" (Marx, Nietszche, Freud), de que habla Paul Ricoeur, nos exhiben como juguetes de nuestros intereses, nuestros instintos, nuestras pasiones. 

El segundo nos derriba de nuestro trono, diluye nuestra soberbia. Es tema que trató de modo conspicuo el existencialismo. Pero uno y otro están presentes en el pensamiento judeo-cristiano. Basta con leer los libros sapienciales del Antiguo Testamento y las enseñanzas del Nuevo para que cobremos consciencia de nuestras debilidades, nuestra fragilidad, nuestra fugacidad. 

Kempis, en su "Imitación de Cristo", lo resume así:  "Los hombres somos como briznas de hierba en las manos de Dios".(Vid. http://www.tufecatolica.com/uploads/4/1/5/7/4157565/imitacin_de_cristo_-_t_de_kempis.pdf).

La idea de la autonomía moral, que a partir del individuo se ha extendido a las sociedades, considerándola como epítome de la emancipación que trae consigo el progreso, y es clave en el pensamiento de Castoriadis, conduce a pensar que por encima de aquél y de éstas no obra ley alguna que ordene sus determinaciones (vid. https://www.academia.edu/31106443/203547920-La-Institucion-Imaginaria-de-La-Sociedad.pdf). De ese modo, se erradican ideas venerables como la de Ley Divina y Ley Natural en las que confluyen el pensamiento judeo-cristiano y el de los estoicos. En los últimos siglos ha hecho carrera la tesis de que el ser humano se ordena a sí mismo,  sin necesidad de Dios y ni siquiera de la Naturaleza. Desafía a Uno y Otra.

La pandemia nos recuerda que hacemos parte del orden natural, así nuestra espiritualidad se proyecte hacia otro nivel superior. Nuestros cuerpos están sometidos a leyes naturales inexorables y a las acciones o reacciones del mundo sensible en el que estamos inmersos. Un virus, una bacteria, un organismo microscópico de cualquier índole, los convierte en cadáveres, carne dada a los gusanos.

Hay gente que se queja contra Dios por las enfermedades, los accidentes naturales, todo aquello que nos debilita y hace perder la vida; pero Él nos hizo así, individuos insertos en el orden natural. De ese modo entiende uno lo que le dijo la Sma. Virgen a Sta. Bernadette en Lourdes, palabra más palabra menos:"No te ofrezco la felicidad en esta vida mortal, pero sí en la otra". El orden sobrenatural obedece a otras legalidades, pero como el hombre actual lo niega, también las ignora a ellas.

Lo que sucede hoy nos hace pensar en ese tema crucial de la metafísica que distingue lo concerniente al ser eterno y al ser finito (Edith Stein), sobre el cual edifica Claude Tresmontant su admirable argumentación sobre la existencia de Dios: la materia no es el ser necesario, dado que es finita. Sólo Dios es necesario, pensamiento que enlaza con la célebre oración de Sta. Teresa de Ávila:"Sólo Dios basta". "Cómo se plantea hoy el problema de la existencia de Dios" es texto obligado para abordar esa cuestión fundamental 

La realidad de la pandemia, mirémosla como prueba, castigo o acontecimiento puramente natural, nos recuerda nuestra contingencia, nuestra fragilidad. Lo que nos hace fuertes es el espíritu que anida en cada uno de nosotros y vamos configurando con nuestras acciones. Si son buenas, haremos de él un ángel. Pero si son malas, construiremos un demonio. Como por obra del perverso relativismo moral hemos perdido la noción de la diferencia entre el bien y el mal, es hora de rescatarla. El bien es plenitud del ser; el mal, su frustración.








domingo, 14 de junio de 2020

Lecturas recomendadas

Les debo una explicación a los amables lectores de este blog. En los últimos meses he sufrido quebrantos de salud que no me permitían concentrarme para escribir algo que tuviese sentido. Pero en la semana pasada el Dr. Carlos Prada Winkler me practicó una cirugía de fémur y cadera cuyos resultados cada día voy encontrando más promisorios. Esta mañana le comentaba a un amigo que antes experimentaba dolores sin esperanzas de alivio; hoy sigo experimentando otros, pero confiado en que día a día mi salud irá mejorando hasta recuperar una calidad de vida satisfactoria para mi ya avanzada edad. Laus Deo. Aprovecho para darles gracias muy sinceras a todos cuantos se han interesado por mis dolencias. Sólo puedo decirles: Dios se los pague.

Retomo no ya la pluma, sino el teclado de mi computador, para recordar que a mis discípulos solía recomendarles encarecidamente dos lecturas: la de los Santos Evangelios y la de los Pensamientos de Pascal.

Ahora, yo mismo estoy siguiendo muy juiciosamente mi propio consejo.

En las clases de los lunes solía preguntarles por el Evangelio de la víspera. Muy pocos daban razón de él. Entonces, les decía: léanlos, aunque no sea por fe, sino por el inconmensurable valor literario que exhiben. Piensen, tan solo, que esos cuatro libros han fundado dos civilizaciones: la nuestra y la Bizantina. A Alfonso López Michelsen le preguntaron alguna vez por sus lecturas filosóficas y respondió, palabra más palabra menos:"Me limito a los Evangelios; ahí está todo". Bien decía Bergson, creo que en sus diálogos con el padre Pouget, que Cristo era más que un hombre, pues según él  solo  Dios o un hombre en que Él encarnara habría podido pronunciar el Sermón de la Montaña.

A menudo les citaba a Pascal. También les decía: léanlo, es mucho lo que les va a enseñar.

Lo traigo a colación porque tiene muy clara su concepción sobre la naturaleza caída del ser humano. No es ángel, ni bestia, pero sus inclinaciones lo llevan a añorar la altura luminosa de aquél y a hundirse en la oscuridad de la segunda. Y si en algún aspecto de la actividad humana  se da esa proclividad hacia la degradación es en la política.

No resisto a la tentación de transcribir este párrafo:

"Él (Dios) solo es el verdadero bien del hombre; y desde que lo ha perdido, es cosa extraña que no haya nada en la naturaleza que no haya sido puesto en su lugar: astros, cielo, tierra, elementos, plantas, coles, puerros, animales, insectos, becerros, serpientes, liebre, peste, guerra, hambre, vicios, adulterio, incesto. Y desde que ha perdido su verdadero bien, todo igualmente puede parecerle tal, hasta su propia destrucción, aunque tan contraria a Dios, a la razón y a la naturaleza juntamente" (Pascal, "Pensamientos", SARPE, Madrid, 1984, p. 129).

Es lo mismo que siglos después dijo Chesterton, otro al que hay que leer y releer constantemente: "El que ha dejado de creer en Dios está dispuesto a creer en cualquier cosa".

En otro lugar, que aquí me interesa poner de manifiesto, nos habla de los empeños de Platón y de Aristóteles de encontrar la racionalidad en la política:"Si han escrito de política, era como si trataran de arreglar un hospital de locos; y si han aparentado hablar de ello como de una gran cosa, es que sabían que los locos a quienes se dirigían pensaban ser reyes y emperadores. Tenían en cuenta sus principios para moderar su locura, lo menos mal que se podía hacer".(Id., p. 104). Más adelante agrega:"La potestad de los reyes está fundada sobre la razón y sobre la locura del pueblo, más bien sobre la locura" (Id.).

Los discursos de los políticos y de sus inspiradores o amanuenses, los juristas, invocan a menudo la razón y la ciencia, tal como acabo de leerlo en el mamotreto en que un zascandil al servicio del pintoresco Alcalde de Medellín pretende que la religión nada tiene qué ver con el derecho y que la promoción de  aspiraciones destructivas a cuyo servicio se quiere poner el presupuesto público, según acaba de denunciarlo lúcida y valerosamente mi gran amigo José Alvear Sanín en su artículo "Financiación pública de la agenda LGTBI", se funda exclusivamente en la razón, en supuestas razones consagradas en la Constitución y, en últimas, en la ciencia

¿Qué dice Pascal sobre la racionalidad de las Constituciones y en general de las construcciones jurídicas? Nada menos que es tan débil que el contenido del derecho cambia con solo cruzar un río o atravesar una montaña. No es una geometría o algo equivalente, como lo pensaba Hugo Grocio.

¿Qué nos enseña ese gran sabio sobre el edificio conceptual de las ciencias, él, que fue uno de los promotores de la ciencia moderna?

Pascal, lo mismo que otra alma luminosa, Goethe, desconfía de esas construcciones. A mis discípulos me gustaba recordarles estas sapientísimas palabras que, burlonamente, ponía en boca de Mefistófeles: "Gris, amigo, es toda teoría; verde, el árbol dorado de la vida". Pascal y Goethe, igual que Ortega, invitaban a ir a las cosas mismas, a explorar la realidad tal como ella se manifiesta. Descreían de las armazones conceptuales con que, reitero, principalmente los políticos, los juristas y los académicos, sobre quienes el primero se expresa del modo más despectivo, pretenden dizque dar razón sobre todo de los fenómenos sociales y, en general, de lo que recordando a Teilhard de Chardin, podemos llamar el "fenómeno humano", que es complejo a más no poder.

Las ideas de libertad, igualdad y dignidad que reinan hoy en el universo político-jurídico son deudoras, pese al zancandil de marras, de una concepción del hombre netamente religiosa, la que heredamos de la tradición judeo-cristiana y está claramente expuesta en el Evangelio de San Juan y las Epístolas de San Pablo. Todos esos valores eminentes anclan en la idea pascaliana de nuestra vocación angélica. Y no es posible entenderlos sin admitir que somos esencialmente seres sociales (animales políticos, decía Aristóteles) y, por ende, sin considerarlos dentro del contexto del bien común.

¿Es favorable al bien común la revolución sexual que con fundamento en los delirios de unos pervertidos se está imponiendo a troche y moche en la sociedad contemporánea, con ayuda de quienes sustentan concepciones de la moral y el derecho que desatienden la realidad de la naturaleza humana, tal como lo ha denunciado E. Michael Jones en un libro que he mencionado varias veces y no me canso de recomendar en este blog: "Libido Dominandi: Sexual Liberation & Political Control" (vid. https://www.pdf-archive.com/2017/05/22/e-michael-jones-libido-dominandi/)?

La agenda LGTBI es  política, a no dudarlo, y en ello tiene toda la razón mi amigo Alvear. So capa de altos valores humanísticos, coadyuva el propósito de desvincular sexualidad y reproducción, estimulando la primera para controlar a los seres humanos manipulando sus apetitos, al tiempo que se restringe la segunda, en aras del control del crecimiento de la población humana. Pero sus propósitos van mucho más allá: se quiere con ella erradicar la cultura judeo-cristiana y la destrucción de la familia, que es su principal aporte a la civilización humana. Baste con citar lo que acaba de manifestar la gente de Soros: la pandemia en curso ofrece la oportunidad de eliminar la familia.(Vid. https://www.opendemocracy.net/en/oureconomy/coronavirus-crisis-shows-its-time-abolish-family/?mkt_tok=eyJpIjoiWkRnNE16aGhORFJrWXpGbCIsInQiOiJ2V3BTZ1d2RXlTMGFxMTVNeGxIdHdoVDlkeDVTQ2FNK2pteWNXQkVrajh3QUJzbHA5VUZCOXQwM25iWFVQUlJ6RFFNMFZyT2hoNkV0QVptQzFEV3R1WWJPZFd0Wm80UGFxT2ZFWUhwd3VSY2ZKdU5LYlVHWjBORkpmWitHZmpYTSJ9).

¿Está de acuerdo el pueblo colombiano con ese propósito?