lunes, 30 de abril de 2018

Hay que apoyar a Duque

"El Colombiano" de hoy trae una interesante información sobre las encuestas presidenciales, que coinciden en asignarle el primer lugar en las preferencias ciudadanas a Iván Duque, más o menos por el orden del 40%, y el segundo a Gustavo Petro, con cerca del 30% de a intención de voto. (http://www.elcolombiano.com/elecciones-2018-colombia/encuestas-el-hueso-duro-de-roer-para-candidatos-DK8628140).

Por supuesto que en tres semanas el estado de la opinión podría variar, pero las encuestas más recientes indican, primero, que esos son los más probables triunfadores y, segundo, que habría segunda vuelta para dirimir la competencia entre Duque y Petro.

Es verdad que las encuestas, por refinadas que sean, no reflejan exactamente las preferencias electorales. Pero indican unas tendencias, sobre todo cuando exhiben resultados coincidentes.

Salvo que ocurra algo inesperado, cabe predecir que a medida que se acerque la fecha de las elecciones se irá acentuando la polarización entre Duque y Petro, al tiempo que verán desvanecerse las probabilidades de una tercería llamada a superarla. Fajardo, Vargas Lleras y De La Calle, todo lo meritorios que puedan ser, parecen estar condenados al fracaso.

Siendo realistas, la ciudadanía tendrá entonces que decidir entre lo que representa Duque y lo que significa Petro.

Esta elección no es algo así como optar por la Coca-Cola y la Pepsi-Cola, como le escuché decir a López Michelsen en 1974 cuando se enfrentó a Gómez Hurtado, queriendo resaltar así las coincidencias entre ambos. Tanto las había, que compartieron el gobierno en los años siguientes.

Las diferencias entre Duque y Petro son incompatibles desde muchos puntos de vista.

No es sino mirar sus respectivas personalidades, sus trayectorias, sus modos de encarar las situaciones colectivas.

Duque es, a no dudarlo, un candidato serio, realista, bien centrado. Petro, como lo señalé hace algunas semanas en este blog, exhibe en cambio un inquietante perfil psicológico. Con todo respeto, digo que me parece delirante, tocado de megalomanía, irresponsable a más no poder.

Lo que los separa desde el punto de vista ideológico no tiene que ver con la polaridad derecha-izquierda, como algunos despistados creen. Esa polaridad, insisto, es superficial y aun en el caso de que pudiera identificársele algún contenido concluyente, el mismo no sería aplicable a este caso. En rigor, lo que separa a Duque de Petro  es el talante moderado del primero y el radical del segundo.

La moderación en política permite ver con más claridad las diferentes facetas de las situaciones colectivas y explorar opciones de compromiso, sin que ello implique necesariamente el sacrificio de principios básicos. El radicalismo, en cambio, es duro e intransigente, pues pretende amoldar las realidades a las ideas que se profesan. Parafraseando algo que se dijo del Maestro Valencia, es capaz de sacrificar un mundo para imponer una opinión.

Duque ha hablado de la necesidad de promover grandes acuerdos nacionales para abordar las difíciles circunstancias en que dejará Santos sumida a Colombia. Ya hay unos congresistas elegidos con los que necesariamente habrá que contar, pues representan, para decirlo en términos similares a los que utilizó alguna vez López Michelsen, un "mandato fresco". 

El asunto más delicado es el acuerdo con las Farc, el famoso NAF, que evidentemente habrá que ajustar, no para que vuelva una guerra que no se ha ido, sino para sentar las bases, ahora sí, de una paz estable y duradera. Es un tema de muy alta política que no es insoluble, pero sí, bastante difícil. Las Farc no pueden atrincherarse en el principio "Pacta sunt servanda", pues el mismo debe atemperarse con el "Rebus sic stantibus".

El lenguaje de Petro es de confrontación pasional, de lucha de clases, de resentimiento destructivo. Viene a mi memoria un escrito de Mauro Torres que publicó "El Tiempo" hace años, en el que señaló las funestas consecuencias que para el entendimiento entre los colombianos acarrearon los excesos oratorios de Gaitán y Laureano Gómez. Petro parece creer que es la reencarnación del primero de ellos o, por lo menos, el legítimo intérprete y continuador de las ideas y los programas de caudillo liberal. Abriga, en el  fondo, una concepción mitológica de nuestra historia, tal como lo deja ver el prólogo que escribió para un libro reciente de Otty Patiño sobre la violencia en Colombia.

Duque es, en cambio, un hombre de hoy, con la preparación y el bagaje intelectual de un dirigente para los tiempos actuales. Y goza de la ventaja de no estar comprometido con dolorosos acontecimientos de nuestro pasado, incluso el más reciente, como sí es el caso de Petro, cuya vinculación con el M-19 es un pesado lastre del que difícilmente podrá desprenderse.

En fin, Duque representa el acceso al poder de una nueva generación que tiene muchísimo que aportarle a nuestra patria. Trae, como lo señaló Jaime Castro, "una bocanada de aire fresco para la política colombina". Duque no es Uribe, sino, como también  se ha venido diciendo, "el que es" (Vid.
https://360radio.com.co/duque-es-el-que-es/)

Se equivocan los que con pérfida intención afirman que votar por Duque es como reelegir a Uribe. Este tiene ya ganado su puesto en la historia, con sus virtudes y sus defectos. Duque puede tener coincidencias con él, pero es dueño de su propia personalidad y no ha hipotecado su futuro. De ser elegido, le tocará tomar sus propias decisiones y hacer sus propias apuestas. En Colombia no funciona lo de los "hombres fuertes" y los "presidentes títeres", como en el actual caso cubano. El poder presidencial es para ejercerlo, y Duque, que se formó bajo la influencia de ese profundo conocedor de nuestra historia politica que fue su apreciado padre, lo sabe bastante bien.

Es posible que uno tenga ciertas diferencias conceptuales y abrigue algunas reservas sobre el ideario de Duque, pero por encima de ellas está la necesidad que marca la coyuntura de enderezar el rumbo del país y no llevarlo por el despeñadero al que podría conducirlo la insania de Petro.

A votar, pues, profusamente por Duque, a fin de que ojalá gane en la primera vuelta.


sábado, 21 de abril de 2018

Nudos Gordianos

La expresión nudo gordiano alude a situaciones complejas que no es fácil resolver por las buenas, sino de modo tajante y sin contemplaciones.(Vid. http://www.blogolengua.com/2009/07/el-nudo-gordiano.html).

Pues bien, la Colombia de hoy está plagada de nudos gordianos y quien aspire a gobernarla con acierto tiene que estar dispuesto a hacerles frente con decisión inquebrantable.

El listado de esos nudos gordianos es extenso. Señalaré algunos de los más apremiantes.

Se atribuye a James Canville, asesor de Bill Clinton en la campaña presidencial de 1992, esta frase que se convirtió en caballito de batalla que lo condujo al triunfo sobre su contrincante republicano George Bush padre: "Es la economía, estúpido".

Pues bien, el legado que en materia económica nos deja Juan Manuel Santos es, por cualquier lado que se lo mire, un sartal de estupideces: reducción alarmante de los índices de crecimiento, elevación desmesurada del gasto público y la deuda externa, penuria fiscal, baja de la inversión extranjera, desempleo en auge, tributación desmesurada, catastrófica revaluación del dólar, graves y apremiantes problemas insolutos, como las cargas pensionales y la deuda con el sistema de salud, etc.

Santos quedó con la mala costumbre que adquirió como ministro de Hacienda de Andrés Pastrana de gastar a manos llenas hasta dejar exhausto el tesoro público. A Álvaro Uribe Vélez le tocó recibir la "olla raspada" y lo mismo le entregará Santos a quien tome posesión del oficio presidencial el próximo 7 de agosto.

De ahí que los candidatos que aspiran a sucederlo deberían ocuparse de ver cómo enderezan una economía desbarajustada, en lugar de andar prometiendo el oro y el moro como si en tiempo de vacas gordas estuviésemos. No sería de extrañar que el beneficiado con la rifa del tigre tuviera que inaugurar su período presidencial con una emergencia económica y social, con más razones que las que asistieron a López Michelsen en 1974 o a Uribe Vélez en 2002.

Nudo gordiano inextricable como el que más es el que sirve de amarre del NAF, que Santos impuso contra la voluntad expresa del pueblo colombiano y valiéndose de argucias propias de las raposas jurídicas de que hablara hace años Laureano Gómez. 

Los candidatos que dicen que hay que cumplir esos acuerdos, así sea con los ajustes introducidos por el Congreso y la Corte Constitucional, parecen no haberlos leído y, si lo hicieron, parece que no los entendieron. Baste con detenerse en lo que cuestan, que hay quienes  calculan en doce billones de pesos anuales a lo largo de una década. Encuentro en Google un interesante ejercicio que elaboró ANIF para  Fasecolda en octubre de 2016, según el cual e las implicaciones fiscales del NAF podrían afectar el 3.5% del PIB en los años venideros.(Vid. http://anif.co/sites/default/files/investigaciones/anif-fasecolda-paz1016.pdf).

No cabe duda de que el país tiene severas deudas pendientes con el campo y las víctimas del conflicto armado. Pero hay que reconocerlas en la medida de sus posibilidades y mediante criterios racionales. Esto abre, desde luego, la discusión sobre el modus operandi de la puesta en marcha de lo convenido en el NAF.

Pero fuera de los aspectos crematísticos del asunto, hay que considerar otros de carácter institucional, como las ventajas exorbitantes otorgadas a las Farc en desmedro de la democracia que se aspira a profundizar, el monstruo de la JEP que entroniza una justicia de partido y lo que significa que las Farc no estén cumpliendo lo acordado, pues no se desmovilizaron en su totalidad, no entregaron todas las armas y persisten en el narcotráfico.

El resultado de las negociaciones en La Habana no es la paz, sino la multiplicación de los cultivos de coca y el incontenible fortalecimiento del narcotráfico. Enfrentar estos fenómenos criminales que son causa de violencia, corrupción y otros males atroces es uno de los grandes retos del próximo gobierno, que ya no podrá contar con recursos suficientes y una fuerza pública motivada para actuar. El país está prácticamente en poder de las bacrim. Si en algún momento se justificaría el Estado de Conmoción Interior es el presente, pero el modo como se lo ha regulado y sobretodo como lo ha interpretado la Corte Constitucional lo hacen inocuo.

Y acá tocamos uno de los nudos más lesivos: una justicia que desde hace tiempos vengo diciendo que está ideologizada, politizada y corrompida. Llamarla al orden es uno de los más urgentes imperativos de la hora actual, pero la Corte Constitucional, en una de sus atrevidas usurpaciones del poder constituyente, ha impuesto la tesis de que solo es posible hacerlo por medio de una asamblea elegida con ese propósito. El presidente venidero tendrá que habérselas con una Corte elegida amañadamente para darle gusto a Santos. ¿Cómo hacer que se ciña rigurosamente al papel que le asigna la Constitución de ejercer la guarda de su integridad y su supremacía?

Por si todo esto que Celedonio Esteban Flores llamaría el "desfile de las inclemencias" fuera poco, lo que Santos llamaba jactanciosamente su "urna de cristal" es un vertedero de inmundicias cuyas mefíticas exhalaciones tienen a Colombia al borde de la asfixia. Hay corrupción por todas partes y una de sus peores secuelas es la desconfianza del pueblo en las autoridades que lo gobiernan, cuando no la corrupción del propio pueblo, que llega a solidarizarse con dirigentes depravados que tratan de seducirlo con los halagos demagógicos del populismo. Como dicen por ahí algunos cínicos, si todos roban, preferimos a los que roben para nosotros y nos hagan partícipes de sus peculados.

En fin, el que tome en sus manos las riendas del poder cuando afortunadamente Santos diga adiós, tendrá que atender apremiantes demandas tendientes a mejorar la calidad de vida de nuestras clases populares. Pero, ¿con qué recursos?


jueves, 12 de abril de 2018

Con los crespos hechos

No me refiero a Fajardo, que también debería poner su ensortijada melena en remojo, sino a las Farc, que esperaban que el NAF les abriera de par en par las puertas del poder y se quedaron viendo un chispero.

Lo que sus capos firmaron con Santos y sus secuaces estaba fríamente calculado para hacer de las Farc un partido hegemónico que a poco andar se vería beneficiado con un gobierno de transición que les allanara la conquista del mando supremo. Mas esa probabilidad se hace cada día más remota, a juzgar por las encuestas y sobre todo por los resultados de la jornada del 11 de marzo.

Es claro que el pueblo colombiano rechaza rotundamente a las Farc y, si bien anhela la paz, desconfía de lo que Santos acordó con ellas y se niega a aceptarlo.

Sus razones saltan a la vista:

-Las Farc son comunistas y quieren implantar el modelo castro-chavista que tiene a Cuba y Venezuela sumidas en la miseria.

-La extrema crueldad que exhibieron a lo largo de más de medio siglo y la arrogancia con que han actuado durante el proceso de diálogos con los agentes gubernamentales hacen que la gente sencilla del pueblo las encuentre odiosas y sienta justificado temor frente a ellas.

-Los hechos demuestran que constituyen una peligrosísima organización de narcotraficantes.

Según datos que aparecen en la página dela Registraduría Nacional del Estado Civil el partido de las Farc obtuvo apenas 52.532 votos para el Senado, lo que equivale tan solo al 0.34% de la votación total.

Tan exiguos resultados no justifican las gravosísimas prebendas que obtendría de llevarse a cumplida ejecución lo acordado en La Habana.

Le sobran razones a Iván Duque cuando dice que el NAF debe someterse a cuidadosa revisión y que es necesario proceder a ello por medio de un gran acuerdo nacional, el mismo que Santos se negó a intentar a raíz del triunfo del No en el plebiscito del dos de octubre el año antepasado.

Ese gran acuerdo implica examinar si efectivamente las Farc desmovilizaron todos sus efectivos y entregaron al totalidad de su armamento, pues hay serias dudas al respecto. Es necesario, además, el estudio del grado de compromiso de sus integrantes con los cultivos de coca y  el tráfico de cocaína, que han crecido abruptamente a raíz del fraudulento proceso de paz, y corregir lo acordado acerca de la erradicación y sustitución de cultivos, pues ya se sabe que poner a las Farc como garantes de ello no es otra cosa que amarrar gato con longaniza.

Iván Duque puso el dedo en la llaga en Barranquilla al pedirle amablemente a De La Calle que no siguiera engañando al país. Ese acuerdo del que el aludido se ufana no es otra cosa que una gran estafa. El pueblo sabe que, no obstante su engolada prosopopeya, es un timador hablantinoso y por eso anda tan mal en las intenciones de voto.

Para ganarse un codiciado premio internacional, Santos echó por la borda sagrados compromisos internacionales del Estado colombiano y desquició su tambaleante institucionalidad, todo ello a cambio de un ilusorio espejismo. Hizo algo peor que una estafa. De La Calle es su cómplice.

Si el NAF no se estipuló con un grupo que representaba legítimas aspiraciones de vastos sectores del pueblo colombiano, sino con una pandilla de facinerosos que al parecer han perseverado en el narcotráfico, que es la más dañina de las plagas que nos azotan, su carácter vinculante se desploma en razón un déficit sustancial en su causa. En efecto, los compromisos asumidos por el Estado y la sociedad de Colombia frente a las Farc carecen de toda justificación, habida cuenta de la realidad de dicho grupo criminal y de los precarios compromisos asumidos por el mismo. La justicia sinalagmática o retributiva brilla en este caso por su ausencia.

Incluso la causa final del NAF, que es la edificación de una paz estable y duradera, puede desde ya darse por fallida, dado que a todo lo largo y ancho del territorio nacional campea la violencia, originada en buena medida en las ventajas que dicho funesto acuerdo le otorga al narcotráfico. 

El bandido Santrich se hizo tristemente célebre cuando respondió burlonamente "quizás, quizás, quizás" a la pregunta de si estaban dispuestos a indemnizar a sus víctimas.

Ahora el pueblo colombiano les canta a esos maleantes con los versos de ese tajante bolero que hace años popularizaron "Los Panchos", "No, no y no":

"...esas palabras tan dulces 
puede que sean sinceras 
pero no, no y no 
no te las voy a creer 

ya tú ves como todo pasa en esta vida 
yo prefiero una ilusión perdida 
a que me vuelvas a engañar". 






lunes, 2 de abril de 2018

"Serán odiados por todos por causa de mi nombre" (Lc. 21-12,19)

“Hacía siglos que el cristianismo no estaba tan perseguido como hoy. Desde la época de las catacumbas no había un intento masivo, organizado e impune de acabar con comunidades cristianas enteras”, afirma  Pilar Rahola en su libro "S.O.S. Cristianos" que ha comentado hace poco "Religión en Libertad". (Vid. https://www.religionenlibertad.com/pilar-rahola-publica-sos-cristianos-hacia-siglos-que-cristianismo--63358.htm).

Esa persecución es de doble faz. La hay abierta, despiadada, crudelísima en el Medio Oriente, en África, en Asia, principalmente ejercida por musulmanes fundamentalistas y fanáticos. Pero hay otra más discreta e incluso soterrada, que procede especialmente de los libertarios que en los países occidentales pretenden imponer a como dé lugar la revolución sexual, de la que tratan, entre otros, el libro de Nicolás Márquez y Agustín Laje ("El Libro Negro de la Nueva Izquierda", que se puede descargar en https://archive.org/details/NicolasMarquezAgustinLajeElLibroNegroDeLaNuevaIzquierda.IdeologlaDeGeneroOSubversionCultural2016), que mencioné en un escrito anterior, y el muy importante de la socióloga alemana Gabriele Kuby, recientemente traducido al castellano, que lleva por título "La Revolución Sexual Global"

Esta persecución ya había sido denunciada desde hace varios años por Janeth Folger en "The Criminalization of Christianity", que también he mencionado acá en otras ocasiones. (Vid. http://javalmejia.blogspot.com.co/2017/08/).

Gabriele Kuby pone el dedo en la llaga cuando afirma que la revolución sexual global conlleva la destrucción de la libertad en nombre de la libertad misma.

En efecto, a partir de ideas nobles como la garantía de la dignidad humana y la promoción de la igualdad, se propone eliminar todo el ordenamiento moral y jurídico de la vida sexual instaurado por la civilización y específicamente la occidental que surgió del cristianismo.

Reitero que este se impuso en virtud de una verdadera revolución moral llamada a corregir la profunda depravación en que estaba sumida la civilización greco-romana. En el siguiente enlace de youtube el lector encontrará unas muestras elocuentes de ese lado oscuro del imperio romano: https://www.youtube.com/watch?v=gnR9tdEiVrE

A esos abismos de degradación podría llegar nuestra agonizante civilización al dar rienda suelta al apetito sexual, ese "amo cruel y avasallador" que dijo algún clásico de la Antigüedad.

Haciendo melifluas referencias a la dignidad y la igualdad, el Decreto 410 del año en curso avanza en el propósito de instaurar la ideología de género en nuestro país.(Vid. http://es.presidencia.gov.co/normativa/normativa/DECRETO%20410%20DEL%2001%20MARZO%20DE%202018.pdf). Esta disposición se inscribe dentro del marco general de una Política Nacional de Sexualidad, Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos adoptada por el ministerio de Salud sin contar con el Congreso , al que le correspondería formularla a través de leyes.(Vid. https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/DE/LIBRO%20POLITICA%20SEXUAL%20SEPT%2010.pdf)

Es un comienzo. Se empieza con dispositivos convencionales que van abriendo el camino para la adopción de otros de carácter coercitivo, tal como ha sucedido con el aborto. Al principio se dijo que el fallo de la Corte que lo despenalizó en tres hipótesis que parecían justificar esa decisión no implicaba consagrarlo como derecho fundamental de la mujer. Poco después esas hipótesis se ensancharon de tal manera que ya el aborto podría practicarse con base en la sola afirmación de la mujer de estar incursa en una de ellas. No pasó mucho tiempo y se dijo que los médicos y las instituciones hospitalarias no podrían negarse a practicar abortos invocando la objeción de conciencia. El ministerio de Salud terminó, siguiendo lo que el padre Schooyans ha denominado "el rostro oculto de la ONU", expidiendo una directriz que lo consagra como derecho fundamental de la mujer, que puede reclamarlo incluso a los nueve meses de gestación, antes de que empiecen las contracciones del parto.(Vid. https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/abc-maternidad-elegida.pdf).

Consagrados como derechos fundamentales el aborto, el matrimonio de parejas homosexuales, la adopción de hijos por parte de las mismas, los estilos de vida de los integrantes del colectivo LGTBI, etc., se sigue un sinnúmero de medidas tendientes a imponer su aceptación por parte de las comunidades.

Con base en una nueva ideología moral, se pretende que la normatividad jurídica reprima y destruya las concepciones morales sobre la sexualidad que han regido por más de 1.500 años.

Unas de esas medidas se dirigen al sistema educativo, para que las nuevas generaciones se formen dentro del sistema de valores que quiere imponer la revolución sexual. De ese modo, la educación sexual se orienta en un sentido hedonista que prescinde de toda espiritualidad. Desde la más tierna edad se busca iniciar a los niños en prácticas sexuales y se les inculca la idea de que todas las manifestaciones de la sexualidad tienen el mismo valor, pues lo que interesa es el placer que se obtiene de ellas. Y si los padres se oponen a este tipo de educación, recae sobre ellos la amenaza de arrebatarles la guarda de los hijos e incluso de enviarlos la cárcel, tal como sucede ya en Alemania y Canadá.

Otras medidas van directamente en contra de los adultos. Ha sucedido en Escocia, Inglaterra, Canadá, Suecia y en los Estados Unidos, que los eclesiásticos que con base en las enseñanzas bíblicas y sus convicciones religiosas censuran estas tendencias se ven sometidos a procesos penales. Los maestros que las profesan y dan cuenta de ellas en sus cursos, o se niegan a imponerles a sus alumnos el material didáctico que consideran pernicioso, se exponen a sufrir medidas disciplinarias y hasta a verse privados de sus puestos. Así sucedió con una maestra inglesa que no quiso que los parvulillos a su cargo se deformaran leyendo una cartilla sobre las aventuras los pingüinos gays.

En general, quien manifieste reservas morales sobre estas tendencias se expone a que se le apliquen las sanciones penales previstas para reprimir los llamados delitos de odio. Así, la Ley 1482 de 2011 modificó el Código Penal para reprimir los actos de discriminación y hostigamiento por motivos de sexo u orientación sexual, entre otros.(Vid. http://wsp.presidencia.gov.co/Normativa/Leyes/Documents/ley148230112011.pdf).

Gabriele Kuby sostiene que esta revolución se escuda en la ideología de los derechos humanos para el logro de propósitos que distan muchísimo de ser humanitarios.(Vid. http://www.univforum.org/sites/default/files/ESP%20La%20revoluci%C3%B3n%20sexual%20global.pdf).

Dice que "estos ataques contra las bases de una sociedad sana y viable crean masas de desarraigados que son fácilmente manipulables. No sólo es la estrategia de la Naciones Unidas y de la UE, sino de una red de agencias de la ONU, como la OMS y el UNICEF; ONG globales, como Planned Parenthood y la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA); corporaciones multinacionales como Apple, Microsoft, Google, Facebook…; así como de fundaciones multimillonarias, como Rockefeller y Gates, con el apoyo de los medios de comunicación."

Básicamente, la revolución pretende erradicar el cristianismo, dando cabal cumplimiento así a la funesta consigna de Voltaire:"Écrasez l'infâme". Su leitmotiv es el odio a Nuestro Señor Jesucristo y sus enseñanzas, un odio que, desde luego, no sufre el castigo de las leyes que prohíben la discriminación y el hostigamiento, y permite además desatar la persecución de que da cuenta este artículo.

Destruído o, al menos, debilitado hasta el extremo el cristianismo, cuando no penetrado por sus enemigos mortales en sus estructuras básicas, queda expedita la senda de la reducción sustancial de la población humana, a la que se acusa de poner en grave riesgo la supervivencia de la Tierra. Entonces, podrá aplicarse la política del hijo único que rige en China, con su secuela de abortos forzados, amén de las soluciones infanticidas que sugiere Peter Singer, dizque profesor de ética en Princeton (Vid.http://es.catholic.net/op/articulos/12174/cat/472/el-fenomeno-peter-singer-perfil-bibliografico-y-pensamiento.html#) o lo que ya se le ocurrió proponer a alguno en Estados Unidos acerca de las licencias obligatorias para procrear. Nacer y morir, que en la moralidad cristiana son eventos librados a la voluntad de Dios, se convertirán así en hechos rigurosamente controlados por el Estado. Sería el totalitarismo llevado al peor de sus extremos.

Razón tiene Randy Engel al anunciar que después de uno leer "El Nuevo Orden de los Bárbaros"la imagen del mundo que lo rodea cambiará radicalmente.

¿En qué quedan la libertad de conciencia, la libertad religiosa, la libertad de expresión, la libertad de enseñanza y otras garantías básicas, frente a esta arremetida devastadora de la ideología de género y sus afines?