jueves, 27 de marzo de 2025

Las verdaderas alternativas

En los medios se ventila la idea de que la próxima elección presidencial versará sobre candidatos de derecha, de centro y de izquierda.

Esta es una visión superficial del espectro político. Se trata de categorías difusas y poco consistentes que desorientan a la opinión.

En rigor, la elección venidera enfrentará dos concepciones diametralmente opuestas de la democracia: la liberal, que corresponde a la tradición colombiana, y la comunista, que se disfraza de progresista para ocultar su verdadera identidad totalitaria y liberticida.

El desgobierno imperante aspira al continuismo y hará todo lo posible para mantener su proyecto de cambio revolucionario de la sociedad colombiana. Su delirio ideológico le hace olvidar que si bien el comunismo era hace cien años una ilusión. hoy significa una trágica frustración, como puede advertirse en Cuba, Nicaragua o Venezuela. ¿Con qué cara se atreverán los promotores del régimen actual a mostrarle a la ciudadanía como modelo digno de seguirse el que ha condenado a los países en que rige a la desesperación?

Piénsese apenas en los más de ocho millones de venezolanos que ha tenido que abandonar su país empujados por la miseria en que lo ha sumido el chavismo. O, según acabo de leerlo, en la cuarta parte de la población cubana que ha escapado de la isla-prisión en los últimos años. 

La alternativa que se nos ofrece a los colombianos para el año entrante para enfrentar los designios de la camarilla imperante en la Casa de Nariño es la democracia liberal, cuya defensa debería unir a la multitud de candidatos que se están lanzando al ruedo. A ellos conviene recordarles el dicho evangélico: "Muchos son los llamados y pocos los escogidos" (Mt. 22:14).

Observando la nómina de los aspirantes bien puede uno evocar lo que se cuenta de Epifanio Mejía, que dijo: "En este manicomio no están todos los que son, ni son todos los que están".

Hay, en efecto, aspirantes que evocan a los espontáneos que se lanzan al ruedo en las corridas de toros, mientras faltan en el listado verdaderos presidenciables, tales como Rafael Nieto Loaiza, Enrique Peñalosa, José Manuel Restrepo, Juan Carlos Echeverri, Francisco José Lloreda o Aníbal Gaviria, entre otros.

En la democracia liberal cohabitan varias tendencias bien sea ideológicas o programáticas a las que aglutina, como decía Álvaro Gómez Hurtado, el acuerdo sobre lo fundamental: el Estado Social de Derecho, la separación de poderes, la garantía de las libertades públicas, el multipartidismo, un sistema electoral confiable, así como el gobierno representativo, alternativo, controlado y responsable. 

Todo el andamiaje institucionparaal por la Carta Magna está en peligro de desmoronarse bajo el desgobierno actual, que pondrá en juego todos sus recursos para tratar de perpetuarse en los años venideros, tal como se está viendo en el excesivo crecimiento burocrático, el desbordamiento del gasto, la demagogia atosigante y descarada que pulsa las cuerdas del resentimiento popular, así como en el recurso a la democracia tumultuaria que trae a la memoria los excesos de los jacobinos en la Revolución Francesa.

Nuestra imperfecta democracia liberal está en grave peligro y sólo podrá mantenerse si todos los aspirantes a ganar la presidencia el año entrante que están de acuerdo con sus principios se ponen de acuerdo en algún procedimiento que garantice la unidad frente a quien aspire a proseguir el camino de servidumbre que quiere trazarnos el profeta apocalíptico y líder intergaláctico que en sus delirios aspira a hacernos volar por las estrellas. El que resulte ganador en la consulta tendrá que esforzarse en convocar a todas las fuerzas vivas de nuestra nación para superar el deterioro que está dejando el desgobierno actual y enderezar el rumbo colectivo por senderos de verdadero ´progreso.

Hace falta un Alberto Lleras que haga la tarea que en 1956 y 1957 logró poner de acuerdo a los partidos tradicionales para enfrentar la dictadura de Rojas Pinilla. Esa misma labor habrá qué llevarse a cabo para poner de acuerdo a los aspirantes a heredar los desastres que dejará como legado el desgobierno actual.



miércoles, 12 de marzo de 2025

El Revés de la Trama

Para entender lo que hoy pasa en Colombia hay que partir de la base de que quien la desgobierna es un comunista que oculta sus verdaderas intenciones de seguir los pasos de Cuba, Nicaragua y Venezuela bajo el falso ropaje del progresismo.

Él sabe que nuestro pueblo no es favorable al comunismo, pues ha sufrido las depredaciones de las guerrillas que profesan esa doctrina y es consciente de lo que sufren los pueblos sometidos a ella. Si dio su voto en 2022 por el candidato de la coalición triunfante fue porque ofreció un programa de cuño socialdemócrata, más o menos afín con la ideología del liberalismo de izquierda. Ahora piensa en su delirio que los votos que obtuvo para salir elegido como presidente le dieron carta blanca para imponer sus designios revolucionarios. Dados sus antecedentes subversivos, descree del Estado de Derecho, repudia el imperio de la ley y niega la separación de poderes. Todo ello le resulta incómodo, pues cree que el electorado avaló su talante despótico y atrabiliario.

Con buenas razones, el presidente del Senado acaba de recordarle que el Congreso resultó elegido con más de 22.000.000 de votos, que doblan los que obtuvo aquél para la elección presidencial.

La Constitución Política consagra el principio de la colaboración armónica de los poderes públicos para la gestión del bien común, pero este principio no es del gusto del aprendiz de sátrapa que habita en la Casa de Nariño. Si no se hace lo que su talante indica, amenaza con azuzar sus hordas contra quienes se interpongan en sus designios. Invoca para el efecto una concepción jacobina de la soberanía popular que es del todo contraria al estatuto constitucional que juró cumplir y defender.

En efecto, si bien la Constitución Política consagra la soberanía del pueblo, su ejercicio ha de someterse a los términos que ella misma establece. El artículo 103 los delimita: el voto, el plebiscito, el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato, todo ello sometido a reglamentación que consta en la Ley Estatutaria 134 de 1994.

En parte alguna autoriza la Constitución Política el ejercicio tumultuario de la voluntad popular, como lo cree y predica nuestro líder intergaláctico. Su llamado a la movilización popular entraña una incitación a la asonada contra el Congreso y eventualmente las Cortes si no se pliegan a sus designios. La consulta popular que pretende que se convoque irá probablemente acompañada de movimientos intimidatorios tendientes a presionar violentamente al Senado para que la autorice y a la Corte Constitucional para que declare su exequibilidad, tal como lo dispone el artículo 241-3 de la Constitución Política.

El camino que pretende recorrer para superar la confrontación con el Congreso es bastante tortuoso y quizás nos abra escenarios tan imprevistos como nocivos. 

Me asalta la duda de si lo pertinente es acudir a la consulta popular, cuyos efectos normativos parecen ser bastante difusos, pues con ella se trata de dar respuesta obligatoria y simple a una pregunta de carácter general sobre un asunto de carácter nacional, o más bien a un referendo cuyo objeto sea la aprobación de un proyecto de norma jurídica.

Si lo que se debate es la aprobación de una reforma laboral y tal vez de una de la salud, habida consideración del fracaso de los respectivos proyectos en el Senado, lo que en el fondo parece que se quiere pedir a la ciudadanía es que ella misma adopte dichos proyectos y no que haga un pronunciamiento de carácter general propio de la temática de una consulta.

Bien se sabe que este desgobierno no es muy ducho en intríngulis jurídicos, de lo que dan cuenta sus reiterados tropiezos ante las altas Cortes.

El artículo 52 de la Ley Estatutaria 134 de 1994 dispone que en el caso de consulta las preguntas que se formulen deberán redactarse en forma clara, de tal manera que puedan contestarse con un sí o un no. Su inciso segundo prohíbe que sean objeto de consulta proyectos de articulado, salvo que se trate de promover la reforma de la Constitución. 

Si lo que se pretende es revivir los proyectos de ley que el Congreso rechazó, lo pertinente sería a mi juicio someterlos a referendo, pues no veo con claridad de qué manera la respuesta a una pregunta de carácter general, que es lo propio de la consulta, podría enderezar su trámite, a menos que se crea que por ese medio podría revocarse lo decidido por la Comisión VII del Senado y enviarse a éste en pleno lo ya aprobado por la Cámara. En otras palabras, da la idea de que nuestro desgobierno cree que el procedimiento legislativo podría modificarse a través de la consulta, de modo que el pronunciamiento popular sustituyera el de la Comisión VII del Senado. Si tal fuere la propuesta, la consulta versaría entonces sobre una reforma constitucional concerniente al trámite legislativo.

Así las cosas, considero que la Corte Constitucional no podría darle visto bueno.

Creo que tiene toda la razón Felipe Zuleta cuando afirma que con esta iniciativa nuestro desgobierno se está disparando un tiro en el pie.

domingo, 2 de marzo de 2025

Nido de Cuervos

Hace poco vi en Youtube un interesante programa sobre los psicópatas que campean en la obra de Shakespeare: Ricardo III, Macbeth, Lear y otros más. A lo mismo alude en "Nido de Cuervos", que también se sintoniza en Youtube, uno de sus protagonistas, experto en Shakespeare, que comenta con sus alumnos el drama de Macbeth, a quien la ambición termina destruyendo.

Esas referencias me hacen pensar en el que nos desgobierna, que en reciente entrevista para "El País" deja entrever el drama en que está envuelto. Su denodada lucha por el poder lo ha sumido en la infelicidad, sus ilusiones están ensombrecidas por los míseros resultados obtenidos y se siente solo en medio de una deplorable crisis familiar. Cree que muchos lo han engañado y a ello atribuye sus fracasos. Haber creído ingenuamente en otros dice que es la clave de su fracaso.

¿Es él un psicópata, como los referidos personajes shakesperianos, tal como lo creen no pocos? ¿Se trataría quizás de un poseso, según piensan los que se asustan con la expresión de su rostro y las viperinas manifestaciones que a menudo brotan de sus labios, como si fuesen espumarajos?

No dejo de pensar en ello, ahora que acabo de leer el impresionante libro del padre Amorth, el finado exorcista del Vaticano, "Mi Lucha contra Satanás"(Vid. https://libroscatolicosgratuitos.wordpress.com/wp-content/uploads/2019/09/16memoriasdeunexsorcista_gamorth.pdf).

Se advierte, en efecto, una fuerte presencia demoníaca en la Colombia de hoy. Corrupción, violencia, engaño, discordia, venganzas, rencores y, en fin, desafueros de toda índole que envenenan el ambiente colectivo.

El inquilino de la Casa de Nariño nada hace para sanearlo. Es un sujeto antipático, repelente y, como dicen en la costa, "maluco", que con sus graznidos en X más bien enturbia el ambiente político, como lo ha denunciado su exministro Gaviria, en lugar de sosegarlo.

En el Evangelio para la misa de hoy se lee: "El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón". (Lc. 39:45)).

La maledicencia campea hoy en la palabra gubernamental. Nada hay en ésta que invite a los colombianos a elevar sus corazones y unir sus propósitos en bien de la comunidad. El orden del día es azuzar la lucha de clases, movilizando a los inconformes para obtener por la fuerza lo que creen que por derecho les corresponde. 

Se espera que la funesta Primera Línea, que emula con las S.A. o Tropas de Asalto hitlerianas, vuelva a sus andadas para intimidar al Congreso y las altas Cortes a fin de que les den vía libre a las muy discutibles iniciativas gubernamentales que pretenden configurar el orto de la revolución que la alocada sesera de su gestor aspira a promover en nuestro país.

¿En qué consiste el cambio que predica? Ni más ni menos, en instaurar el comunismo en Colombia. Lo niega, se disfraza, engaña sin recato, pero, como dice su compinche Vendrell, con un par de tragos se desata y exhibe su talante anarquista.

El difunto Rodolfo Hernández dijo de él que tiende a rodearse con lo peor de lo peor. Quizás tenía razón, pues en sus nombramientos no convoca a lo mejor de Colombia. Más parece que acudiera a esos camiones recolectores de basura, que dejó abandonados en Bogotá cuando era su alcalde, para reunir sus huestes.

¡Oremos para que la Divina Providencia salve a Colombia!