Admitamos en gracia de discusión que en su lucha contra los subversivos las autoridades civiles y militares han podido incurrir en excesos censurables que deben ser investigados y juzgados por quienes sean competentes para ello. Pero esos excesos criminales no se comparan con los de la subversión comunista ni muchísimo menos los justifican.
Así como en Francia se publicó hace años un libro negro del comunismo, que denunció la friolera de más de cien millones de víctimas de esa ideología asesina (vid. El Libro Negro del Comunismo; Crímenes, Terror y Represión : Andrzej Paczkowski, Jean-Louis Panne, Karel Bartosek, Nicolas Werth y Stéphane Courtois : Free Download, Borrow, and Streaming : Internet Archive), bien podría hacerse una investigación semejante para detallar las atrocidades que los comunistas han cometido en nuestro país. Para ello sería un buen abrebocas el libro de Eduardo Mackenzie titulado "Las Farc-El Fracaso se un Terrorismo" (vid. Las-Farc-el-Fracaso-de-un-Terrorismo.pdf).
El que hoy nos desgobierna ha justificado su actuación en el M-19 diciendo que hacía parte de un grupo de jóvenes que se alzaron en armas contra un régimen tiránico. Ese régimen, bueno es recordarlo, estaba sometido a una Constitución centenaria que consagraba el carácter electivo de los gobernantes. Era un estatuto no exento de disposiciones discutibles que podían reformarse por vías regulares. Pero lo que esos supuestos jóvenes querían era imponernos un ordenamiento totalitario y liberticida, como el que reina en la Cuba de los Castro.
La ideología de los distintos grupos subversivos no sólo justificaba la violencia contra las autoridades legítimamente constituidas, sino contra la población civil. Su propósito era amedrentarla para forzarla a contribuir al logro de sus propósitos o, al menos, a no perturbarlos.
El listado de atropellos contra las comunidades es escabroso. Masacres, homicidios selectivos, asaltos a poblaciones, incendio de fincas, sacrificio de ganados, secuestros, extorsiones, reclutamiento forzado de niños y jóvenes, crímenes sexuales, torturas, fusilamiento de quienes trataban de escapar y, en fin, atrocidades sin cuento. Como dijo Enrique Santos Discépolo en su "Cambalache", todo un "despliegue de maldad".
Hay que ser muy pervertidos para disculpar tanta atrocidad dizque con el propósito de mejorar las condiciones de vida de los menos favorecidos dentro de la sociedad. Como dijo alguien de muy ingrata recordación: "Matar para que otros vivan mejor".
De todo esto hay que seguir hablando, ahora que a quien nos desgobierna le ha dado para reivindicar las pavorosas hazañas del M-19, alzando sus banderas precisamente a la vista del palacio de justicia, que fue escenario de la masacre de cerca de un centenar de personas a que dio lugar el demencial asalto que los suyos protagonizaron dizque para someter a juicio público al presidente Belisario Betancur.
El que nos desgobierna no participó en ello porque estaba purgando una pena, pero en el sitio de reclusión promovió una revuelta para tratar de escaparse y acompañar a sus conmilitones en su funesta empresa.
Se habla mucho de sus actuaciones criminales como integrante del M-19. Un testigo presencial relata que recibió, junto con otros, el pago por la liberación de un secuestrado cuya vida se arruinó por los tormentos que le infligieron. En lo que antes se llamaba Tweeter leí la acusación que alguien le hizo por haber agredido a su padre, escupiéndolo en la cara, por no haber pagado una extorsión a la que estaba sometido por ser comerciante en Corabastos. Y un pastor cartagenero lo vincula con el homicidio de José Raquel Mercado.
A propósito de ello, se dice que el M-19 decretó la muerte de tan destacado líder sindical con el fin de atemorizar a sus colegas.
Ahora que se habla de verdad, justicia, reparación y no repetición como requisitos sine qua non de la paz, bueno sería que los que hicieron parte de esa tenebrosa agrupación se sinceraran acerca de quienes cometieron tan atroz crimen y otros no menos horripilantes, como el de la infortunada Gloria Lara de Echeverri. No sobraría, además, que se hiciera claridad sobre el trato que se daba a los secuestrados que quien nos desgobierna tenía el encargo de vigilar. Alguno de sus conmilitones en Tolima ha hablado de su prepotencia y la obsesión por secuestrar gente.
François Cavard ha denunciado en instancias internacionales más de 5.900 crímenes del M-19, de los que es autor o por lo menos copartícipe el que hoy nos desgobierna entonando cantos hipócritas a la vida (vid. François Cavard: 'Hay reportados más de 5.900 crímenes del M19, el grupo terrorista de Petro').
Reitero que, en mi opinión, estamos bajo el mando de un poseído como los que describe Dostoiewsky en su famosa novela "Los Demonios". Como reza por ahí alguna letrilla, acá se han destacado las furias del Averno. Los servidores del Maligno se pasean a todo lo largo y ancho del país sin que se los incomode. Hoy ejercen el gobierno.
a parte de un grupo de jóvenes que se alzaron contra un régimen tiránico. Ese régimen, bueno es recordarlo,