martes, 4 de noviembre de 2025

La cuestión de fondo

Vuelvo sobre un tema que he tratado en otras ocasiones. El asunto versa sobre lo que está en juego en los procesos electorales que tendrán lugar entre nosotros en el año que viene. El debate no versará, como lo creen ciertos medios, entre derecha, centro e izquierda, que son palabras gaseosas que pueden significar lo que se quiera, sino entre dos concepciones radicalmente opuestas acerca de la democracia: la pluralista o liberal y la totalitaria o comunista.

Así traten de disimular su auténtica identidad ideológica, tanto el que nos desgobierna como el senador que aspira a sucederlo agitando sus banderas son comunistas recalcitrantes que saben que no pueden presentarse como tales ante un electorado que no votaría por quienes ofrezcan convertirnos en otra Cuba u otra Venezuela. 

El primero de ellos se dice sin sonrojo que es continuador del legado de López Pumarejo y de Gaitán, que eran liberales con tintes socialistas, pero celosos defensores de las libertades públicas y de ninguna manera adictos al totalitarismo soviético. El ideario de López se nutría del New Deal de Roosevelt y tal vez con algo del Laborismo británico. Gaitán estaba probablemente más cerca del socialismo francés de la Tercera República y de la Socialdemocracia alemana, así como de la Revolución Mexicana. Conviene recordar que en las elecciones de 1946 los comunistas votaron por Gabriel Turbay, que había sido parte de ellos en los años 20, y no por Gaitán. Hay serios indicios de que fueron ellos los que lo mataron para desencadenar el "putsch" del 9 de abril de 1948. Un liberal auténtico no habría deplorado la caída del muro de Berlín, ni rendido homenaje a la tumba de Mao, ni censurado a Stalin dizque por haber renunciado en Yalta a extender el comunismo por todo el orbe terráqueo. Tal como lo escribí en otra oportunidad, hablar de un liberalismo petrista es a no dudarlo un oxímoron.

El senador Cepeda se presenta como un celoso defensor de los derechos humanos, pero lo es al modo comunista, vale decir que los defiende para socavar la institucionalidad liberal, mas no para protegerla. Al igual que Sartre, que se declaraba Compañero de Ruta de los comunistas, pero sin adherir a su partido, sus antecedentes muestran una entrañable cercanía con las Farc, así como sus afinidades con los regímenes de Cuba y Venezuela.

Los comunistas profesan una versión de la democracia que juiciosos analistas consideran que es totalitaria (vid. https://academia-lab.com/enciclopedia/democracia-totalitaria/). A ella se contrapone la pluralista o liberal, que parte de la base de que las comunidades políticas se integran por el consenso de valores de segmentos que pueden profesar distintas aspiraciones que no sólo son naturales, sino también necesarias para el ordenamiento social. El punto de partida de esta concepción estriba en que la sociabilidad humana se manifiesta en una pluralidad de relaciones sin que haya alguna que absorba todas sus posibilidades. De hecho, cada uno de nosotros hace parte de diversos colectivos que pueden o no ser compatibles entre sí. En mis cursos universitarios he invocado esos conflictos en cuya descripción fue tan diestro Graham Greene. Para el que desee profundizar el tema que estoy tratando le recomiendo que lea "Democracia y Totalitarismo", de Raymond Aron, uno de los pensadores liberales más destacados del siglo XX, cuyas enseñanzas han alimentado buena parte de mi pensamiento político. Vid. [PDF] Raymond Aron - Democracia Y Totalitarismo.pdf - Free Download - 38KB.

Por su propia esencia, la democracia pluralista rehúsa el pensamiento único que pretende imponer el totalitarismo. Es lógico que en su seno se manifiesten distintos matices llamados a competir entre ellos por el favor de la opinión pública, lo que impone la necesidad de lo que Álvaro Gómez Hurtado llamaba los acuerdos sobre lo fundamental, esto es, las reglas de juego que permitan la armónica convivencia de las diversas perspectivas sobre el buen orden social. 

Hace algún tiempo comenté un valioso ensayo de Sheri Berman acerca de cómo ese acuerdo sobre lo fundamental entre la Democracia Cristiana y la Socialdemocracia, lo que acá con cierta impropiedad se llama centro-derecha y centro izquierda, trajo consigo después de la Segunda Guerra Mundial la paz a Europa Occidental, la zona más convulsionada y violenta del mundo en las primeras décadas del siglo pasado. El trasfondo de la cuestión está en buscar la compatibilidad entre la economía de mercado y la acción social del Estado, dentro del marco de la garantía de la libertad política y las instituciones democráticas.

La coyuntura política actual entre nosotros pone de manifiesto la necesidad inexorable de promover consensos para, en todo caso, atener la reconstrucción del tejido social, la institucionalidad y el sector productivo, que han sido severamente alterados por el desgobierno reinante. Quien aspire a tomar las riendas del país tiene que rescatar la vigencia del Estado de Derecho, que ha desaparecido en vastas porciones del territorio, poner orden en las finanzas públicas, estimular los emprendimientos productivos y, en todo caso, atender inaplazables demandas de los sectores populares. Es un vasto programa que exige decisión, prudencia y pragmatismo. Hay que atenerse a la realidad de las circunstancias imperantes y a las posibilidades que las mismas permitan.

El acuerdo de distintas fuerzas políticas contrarias a los designios totalitarios y liberticidas del Pacto Histórico suscita la esperanza de tiempos mejores para nuestra sufrida Colombia. Las elecciones de marzo próximo serán decisivas para nuestro futuro.



miércoles, 22 de octubre de 2025

Tenía que suceder...

La crisis de nuestras relaciones con Estados Unidos se veía venir y sólo es imputable a la intemperancia verbal del que nos desgobierna, que bien ha sido señalado por el presidente Trump como un lunático que padece severos problemas mentales.

La acusación que le formula el presidente Trump de ser un jefe del narcotráfico no puede tomarse a la ligera. Aunque muchos entre nosotros la consideran calumniosa, conviene pensar que quizás no esté exenta de motivos que la justifican.

Qué sabe la inteligencia norteamericana sobre nuestro gobernante es algo que ignoramos.

Lo que sí sabemos es lo siguiente:

-Su actual ministro del Interior ha insinuado que es consumidor de cocaína, sin que lo desmienta ni lo refute mediante la exhibición de los resultados de un serio examen toxicológico. Hay psiquiatras y psicólogos que advierten en sus expresiones la probabilidad de que esa insinuación no esté descaminada. Algunos ya le han pedido al Senado que investigue si sus desórdenes mentales determinan una incapacidad física permanente para gobernar que podría dar lugar a que se lo separara del cargo que en mala hora ocupa.

-Ante la Asamblea de la ONU manifestó que la cocaína es menos peligrosa que el carbón y el petróleo. Hace poco dijo que la ciencia no ha demostrado que el consumo de drogas sea dañino y que su prohibición se basa en consideraciones políticas y no en pruebas científicas. Sostiene que en el caso de la coca se la persigue porque es producto del sur del globo terráqueo, en tanto que se promueve el whisky porque se lo produce en el norte. Demerita la gravedad del problema de la droga y cree que se lo podría resolver si la sociedad fuera más amorosa, algo que trae a mi mente unas "Memorias del Padre Eterno" escritas por un humorista francés que decía que las legiones del arcángel Miguel estaban integradas por "ángeles besadores" que, en lugar de ejercer violencia contra las huestes luciferinas, las combatían a besos.

-Según su hermano, el Pacto de la Picota, acordado con los capos de la criminalidad, le reportó más un millón de votos que fueron decisivos para su triunfo electoral. Su muy discutible y seguramente fracasado proyecto de "Paz Total" es probablemente fruto de ese malhadado pacto, lo mismo que el vergonzoso "tarimazo" que montó en Medellín con los más conspicuos malhechores del valle de Aburrá. Y son varios los casos de sujetos pedidos en extradición por las autoridades norteamericanas que se han librado de ella porque los nombra dizque gestores de paz. Como lo denunció hace poco "The Economist", la presencia de grupos armados ilegales que ocultan bajo supuestos intereses políticos sus actividades relacionadas con el negocio de las drogas se ha extendido prácticamente sobre todo el territorio nacional y algunas vastas zonas están sometidas de hecho a su control, hasta el punto de que la fuerza pública no puede hacer presencia en ellas.

-La economía narcotraficante se inicia con los cultivos de coca y marihuana. Pero este desgobierno se niega a ejercer autoridad para erradicarlos forzosamente, alegando que de ellos viven comunidades campesinas que no tendrían otras oportunidades viables para asegurar su sustento. Se calcula que la extensión de dichos cultivos asciende hoy a unas 300.000 hectáreas, si bien media una discusión sobre la exactitud de las mediciones de la ONU, que de revisarse podrían reducir pero también aumentar ese guarismo. Por supuesto que esa magnitud suscita un enorme incremento en la producción de cocaína y si bien el desgobierno alega que ha aumentado la incautación de droga, también lo es que se estima que Colombia aporta el 70% de la oferta mundial del estupefaciente. Somos un país cocalero y ello explica no pocas de las peculiaridades de nuestra economía, como el crecimiento de las remesas que vienen del exterior y la baja del valor del dólar.

-Reiteradamente nuestro desgobierno ha venido abogando por la despenalización del narcotráfico en todas sus etapas, desde el cultivo de las plantas a partir de las cuales se producen las drogas hasta su consumo, en contravía de lo que dispone la Convención de Viena sobre el asunto, la cual es ley para nosotros, pero no se la cumple. Da la impresión de que nuestro desgobierno ni siquiera se ha enterado de ella.

-Las autoridades norteamericanas disponen de suficientes evidencias que acreditan el carácter del narcoestado que reina en Venezuela. Pero el que nos desgobierna insiste en que no hay tal, niega que exista el Cártel de los Soles y dice que el Tren de Aragua está integrado por unos pobres muchachos desvalidos, lo mismo que los tripulantes de las lanchas que transportan drogas por mar abierto y están hoy en la mira de las fuerzas armadas norteamericanas.

-Todo lo anterior, unido a la retórica desafiante en contra del gobierno norteamericano, el grotesco espectáculo de Times Square y el deplorable reportaje con Daniel Coronell en el que dice que la solución de la crisis de nuestras relaciones con Estados Unidos radica en salir de Trump, hace que aquél desconfíe de nuestro desgobierno y sospeche que estamos del lado del narcotráfico y no decididamente en contra suya.

¿Tiene o no la razón el presidente Trump cuando afirma que nos desgobierna un lunático que padece severos problemas mentales?


domingo, 12 de octubre de 2025

Precisiones constitucionales

La Constitución Política consagra en el artículo 20 la garantía de la libertad de toda persona de expresar y difundir su pensamiento y opiniones. Más adelante, en el artículo 37 declara que toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente, dentro de las limitaciones que de modo expreso establezca la ley.

La confluencia de estos dos derechos fundamentales le presta asidero al derecho a la protesta pacífica que, como cualquier otro derecho, debe ejercerse respetando los derechos ajenos y sin incurrir en abuso, tal como lo ordena el artículo 95-1 id., que en su inciso primero precisa que implica responsabilidades.

Hay que agregar que el artículo 22 id. establece que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento.

De ahí se sigue que la libertad de reunión excluye tajantemente las manifestaciones violentas que atenten contra los derechos de los demás y el orden público, cuyas conservación y restablecimiento cuando fuere turbado están principalmente a cargo del Presidente (art. 189-4 id.). 

Según el artículo 296 id., "Para la conservación del orden público o para su restablecimiento donde fuere turbado, los actos y órdenes del Presidente de la República se aplicarán de manera inmediata y de preferencia sobre los de los gobernadores; los actos y órdenes de los gobernadores se aplicarán de igual manera y con los mismos efectos en relación con los de los alcaldes".

Al alcalde le corresponde, al tenor del art. 315-2, "Conservar el orden público en el municipio, de conformidad con la ley y las instrucciones y órdenes que reciba del Presidente de la República y el respectivo gobernador. El alcalde es la primera autoridad de policía del municipio. La policía nacional cumplirá con prontitud y diligencia las órdenes que le imparta el alcalde por conducto del respectivo comandante".

Al respecto es preciso tomar en consideración la normativa del artículo 91 id., a saber:

"En caso de infracción manifiesta de un precepto constitucional en detrimento de alguna persona, el mandato superior no exime de responsabilidad al agente que lo ejecuta.

"Los militares en servicio quedan exceptuados de esta disposición. Respecto de ellos, la responsabilidad recaerá únicamente en el superior que da la orden".

Concuerda con lo que precede el artículo 90 id., que a la letra dice: 

"El Estado responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas.

"En el evento de ser condenado el Estado a la reparación patrimonial de uno de tales daños, que haya sido consecuencia de la conducta dolosa o gravemente culposa de un agente suyo, aquél deberá repetir contra éste". 

Todo este recordatorio viene a cuento porque quien nos desgobierna desde la Casa de Nariño, dado que se malcrió en la delincuencia del M-19, no parece ser muy escrupuloso en lo que concierne al ordenamiento constitucional que juró cumplir, vaya uno a saber si mediando alguna reserva mental. Como lo han observado algunas voces críticas, se muestra más del lado de los violadores de las leyes que de sus víctimas. 

De ello da cuenta el conflicto que ha suscitado con el alcalde de Medellín, que en virtud de su deber de conservar el orden público en el territorio de su jurisdicción, ordenó proteger a las víctimas de los desafueros que estaban protagonizando unos vándalos que protestaban para nada pacíficamente por la acción de los israelíes en Gaza.

Es bueno, además, hacerle este recorderis a la Fiscal General, que ha dado a entender que toda protesta social, así se presente como pacífica, involucra cierto grado de violencia que hay que admitir en aras de la garantía de ese derecho, olvidando lo que tajantemente establece la Constitución acerca de las responsabilidades que fluyen a causa del abuso de los derechos en detrimento de los ajenos y de los deberes que recaen sobre las autoridades acerca de la conservación y el restablecimiento del orden público.

Como lo ha dicho el exfiscal Barbosa, al que nos desgobierna le precluirá la impunidad que de hecho lo ha protegido en estos tiempos cuando cese su mandato el siete de agosto del año entrante. Entonces serán muchas las cuentas que tendrá que rendir por sus desafueros.




jueves, 9 de octubre de 2025

Agenda Privada

El presidente Turbay Ayala decía que cuando se gradúa a alguien como enemigo se lo invita a ejercer. 

El que nos desgobierna lo ignora todo sobre el arte de la sana política que consiste en ganar voluntades para las acciones conducentes a la gestión del bien colectivo mediante la aplicación de las reglas de la diplomacia Su grosera pugnacidad hace que gane enemigos por doquier, desde los pequeños hasta los grandes. Esa multiplicación de los enemigos no le augura buen destino. En un pasaje del Evangelio de san Lucas dice el Señor: "Vi a Satanás caer del cielo como un rayo" (Lc. 10:18). Es probable que lo mismo acontezca algún día con el actual inquilino de la Casa de Nariño, ya que el odio que a toda hora proyecta tarde o temprano se volverá contra sí mismo.

Como obsecuente seguidor de la cháchara marxista, su consigna radica en destruirlo todo en aras de la revolución que considera que liberará a la humanidad de sus alienaciones y dará lugar a la emancipación que le permitirá a cada uno ser como a bien tenga sin sujetarse a las cadenas que imponen los convencionalismos sociales.

Deformado en la escuela de la delincuencia guerrillera, obra con disimulo para ocultar sus verdaderas intenciones y engaña con la falsa prédica de la defensa de la vida, cuando profesa una ideología criminal que una vez puesta en acción produjo la bicoca de más de 100 millones de muertes, según consta en "El Libro Negro del Comunismo". Para no ir muy lejos, el M 19 que ahora se esfuerza en reivindicar ocasionó el hecho más atroz que registra la historia colombiana: el Holocausto del palacio de Justicia.

Como es consciente del peso que todavía conserva la religión en nuestro pueblo, dice profesar la Teología de la Liberación, que es marxismo puro y duro y, por consiguiente, ateísmo radical. No hay que olvidar que la primera batalla de Marx y sus seguidores se libra contra lo que llaman la alienación religiosa. El Jesús que suele invocar no es el Hijo de Dios que vino a redimirnos de la esclavitud del pecado, sino el fementido contestatario que preconiza la opción preferencial por los pobres. Como dizque se defiende en francés, bien le convendría acercarse al profundo texto que escribió Claude Tresmontant bajo el título de "L'Enseignement de Ieschua de Nazareth", en el que sostiene que el Evangelio trata sobre una ciencia profunda, la de la transformación espiritual del ser humano que lo acerca a Dios y no la de la revolución social que promueven los marxistas.

Sin recato alguno, las acciones del indigno okupa de la Casa de Nariño se aplican a desmoronar dos de las bases fundamentales de nuestra civilización: la sacralidad de la familia y la ética de la sexualidad.

Es un personaje que dice que lo aburre y hasta lo asusta la soledad de las noches en la Casa de Nariño, pues se ha quedado sin cercanía familiar, no por las amenazas contra su seguridad, sino por su pésimo comportamiento. Es posible que muchos de sus antecesores hayan sido víctimas de las debilidades humanas de las que todos somos víctimas, pero en la gran mayoría de ellos se observaban el decoro y la discreción. A ninguno se le habría ocurrido dar un espectáculo  bochornoso como el de Panamá o perderse durante una visita oficial a París en las oscuridades del Bois de Boulogne con prostitutos dedicados a lo que el Código Civil denominaba las granjerías infames.

Si se observan bien las cosas, la agenda oculta que persigue con el ministerio de la Igualdad no es otra que la de promover la Revolución Sexual, tema sobre el que vuelvo a  recomendar un lúcido e inquietante libro de E. Michael Jones titulado "Libido Dominandi: Sexual Liberation and Political Control" (vid. Libro | Libido Dominandi – El Independiente) o el clásico de la sociología histórica de J.D. Unwin, " Sex and Culture", que sostiene que la fuerza de la civilización radica en el control del apetito sexual, que la protege de la disolución de las costumbres (vid. Sex and culture [electronic resource]). La idea civilizadora del primado de las buenas costumbres, que está en el núcleo del Derecho Romano, se ha relativizado peligrosamente en los tiempos modernos hasta el punto de poner en riesgo el ordenamiento moral de la sociedad, sin el que ésta no puede subsistir.

Ocupa el cargo de ministro de la Igualdad un personaje que desde el punto de vista de la anatomía se cataloga como del sexo masculino, pero psicológicamente se declara mujer. Es, por consiguiente, un andrógino que desafía la distinción natural de los sexos. Además, se trata de un prostituto que actúa en películas pornográficas y tal vez protagonice lo que sotto voce se anuncia por ahí que se proyecta filmar bajo el título de "Agenda Privada", para su exhibición en las salas X. Y en un viceministerio de dicha cartera figura una transexual de origen cubano que, según se dice, es feligrés de la Santería. Bien podría constituir ello un indicio de las tendencias secretas del que nos desgobierna, pues María Andrea Nieto sostiene en "El Control" que milita en esa comunidad y el director del Centro Cultural Cruzada añade que es, nada menos, que un sacerdote del culto de Changó. Vaya uno a saberlo, pero está bien documentada la influencia de ese culto de origen africano en los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, que son afines al que por desgracia reina entre nosotros.

El personaje de marras sostiene una idea errada del valor de la libertad, la misma que predican los marxistas de la Escuela de Frankfurt bajo el rótulo de la emancipación humana, que se opone radicalmente a la noción cristiana de la libertad, que la concibe como un medio ciertamente excelso destinado al perfeccionamiento espiritual del ser humano, es decir, a hacer posible su trascendencia a estados superiores que dan sentido a la noción de dignidad.

jueves, 2 de octubre de 2025

Nuestros hermanos mayores en la fe


Así consideraba el hoy San Juan Pablo II al pueblo judío. Y el entonces cardenal Ratzinger decía que su permanencia a lo largo de siglos manifiesta un profundo misterio. Viéndolo bien, es un misterio que indica un designio providencial. Al fin y al cabo, al judaísmo le debemos nada menos que el Decálogo, así como muchísimas enseñanzas morales y elevados conceptos metafísicos que han contribuido junto con el pensamiento griego y el derecho romano, tal como los ha reelaborado el cristianismo, a forjar la civilización de que gozamos y nos ufanamos.

Es cierto que a lo largo de siglos fue difícil la convivencia de judíos y cristianos, debido en buena parte al prejuicio sobre el pueblo deicida, pero también al concepto de pueblo elegido que complicaba la integración de aquéllos a las comunidades que los rodeaban. Hay responsabilidades de parte y parte que quedan al juicio de la historia, pero es lo cierto que el pueblo judío ha sufrido hasta lo indecible, de lo que da cuenta el Holocausto que probablemente ocasionó el sacrificio de unos seis millones de sus integrantes por obra de la barbarie nazi.

A raíz del Concilio Vaticano II la Iglesia Católica dio un paso trascendental con la encíclica Nostra Aetate que consagró el respeto debido a las diferentes tradiciones religiosas y en especial la del judaísmo. No hay que desconocer el auxilio que el Vaticano les prestó a millares de judíos perseguidos por los nazis, ni los valiosísimos aportes de conversos hebreos al catolicismo (vid. Nostra aetate)

Para protegerse de discriminaciones y persecuciones, muchos dirigentes de las comunidades judías buscaron el asentamiento en territorios que les permitieran vivir de acuerdo con sus costumbres ancestrales. Se habló entonces de un hogar nacional judío y con tal fin se produjo una fuerte inmigración a territorios que en su momento estaban bajo el dominio del imperio otomano y, después de la Primera Guerra Mundial, bajo el control británico. Son territorios en buena medida desérticos que estaban habitados por comunidades de ascendencia palestina. La convivencia de ambas comunidades fue muy conflictiva, lo cual llevó a la ONU a decidir la creación de sendos Estados, uno israelí y otro palestino. Los judíos aceptaron esa iniciativa, no así los palestinos, que abogaban, junto con otros pueblos árabes, por la expulsión de los judíos a los que consideraban invasores. Pero la creación y la consolidación del Estado de Israel son hechos cumplidos a la luz del Derecho Internacional Público y así lo han reconocido varios Estados árabes con los que los israelíes mantienen relaciones armónicas. No obstante ello, hay un extremismo islámico que en la actualidad goza del patrocinio iraní y oprime a las comunidades palestinas con el designio de destruir el Estado de Israel..

El alevoso y brutal ataque de Hamás contra Israel el año pasado se inscribe dentro de ese ominoso propósito. Ese ataque es condenable desde todo punto de vista, lo que no ha hecho el desgobierno colombiano, y ha dado lugar a una fortísima respuesta israelí. Quizás haya habido un injustificado exceso en la legítima defensa por parte de los agredidos, pero, como lo puso de presente hace poco David Yanovich en "El Colombiano", lo que está sucediendo hoy en Gaza mal puede calificarse como genocidio a la luz de la normatividad internacional (vid. ¿Genocidio en Gaza?).

Llama la atención que el que nos desgobierna guarde silencio sobre la agresión rusa a Ucrania o los desmanes de la dictadura venezolana, que han arrojado fuera de su suelo patrio a unos ocho millones de nacionales del vecino país, y ni siquiera haya condenado la acción homicida de Hamás. A decir verdad, es mucha la oscuridad que rodea a tan discutible personaje. Por ahora, mejor no meneallo.

Debo decir que albergo mucha simpatía por el pueblo palestino, que en Chile integra una comunidad tan nutrida como respetable. Hice allá muy buenas relaciones con representantes de la autoridad palestina, así como con mi colega el embajador de Israel y los de varios Estados árabes. Lo ideal sería que ambos pueblos pudieran convivir en armonía, pero ello no será posible si se entromete el mencionado extremismo islámico. Para que pueda constituirse un Estado Palestino hay que partir de la base de la garantía de la seguridad del Estado de Israel.



sábado, 27 de septiembre de 2025

El Ruido y la Furia

William Faulkner se inspiró en el célebre monólogo de Macbeth para escribir su laureada novela traducida al castellano como "El Sonido y la Furia".

El texto de Shakespeare nos ofrece una descarnada visión de la vida humana: << Mañana, y mañana y mañana, avanza a ese corto paso, de día a día, hasta la última sílaba del tiempo prescrito: ¡apágate, apágate, breve candela! La vida es sólo una sombra caminante, un mal actor que, durante su tiempo, se agita y se pavonea en la escena, y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, y que no significa nada. >>

Ruido y furia es lo que exhibió el que nos desgobierna en su estentórea perorata del martes pasado en el recinto de la ONU. De ella bien podría decirse lo que reza el título de otra pieza de Shakespeare: "Mucho ruido y pocas nueces".

De modo altisonante emitió un discurso tan deshilvanado como torpe, en el que profirió insultos contra el presidente norteamericano, manifestó oposición radical a su política contra las drogas, hizo declaraciones atrevidas sobre los capos mundiales del narcotráfico, defendió a la gente sencilla que realiza tareas al servicio de ellos, pidió que se procesara como criminal al presidente Trump, rechazó que al Tren de Aragua se lo asociara con la droga, insistió en que la gasolina, el carbón y el gas acabarán con la humanidad en cosa de 10 años, volvió sobre su tesis de que la cocaína hace menos daño que los hidrocarburos y se la persigue porque es producto de los pueblos del sur, se fue lanza en ristre contra Israel por el asunto de Gaza, pidió que se creara un ejército internacional para enfrentar a los israelíes, declaró el fracaso de la ONU y la diplomacia, promovió un levantamiento general de los pueblos contra el orden mundial, dictó sentencia de muerte contra el Estado Nación y deploró que según su parecer Stalin hubiera renunciado en Yalta a extender el comunismo por todo el orbe. 

Nada dijo que valiera la pena, salvo unas referencias discutibles, sobre las difíciles circunstancias en que su gobierno ha colocado a Colombia, ni sobre la necesidad que nos asiste de una razonable colaboración internacional para que dejemos de ser el primer productor mundial de cocaína, reduzcamos el tamaño de las organizaciones criminales que están invadiendo nuestro territorio y enderecemos nuestro rumbo por caminos de progreso que nos traigan prosperidad y mejoren las condiciones de vida de nuestra población. 

Tal parece que la autopercepción de su dimensión histórica no es la de un dirigente comprometido con las necesidades de su pueblo, sino la de un líder intergaláctico y un profeta apocalíptico con una mente poblada de delirios, prejuicios y fatuidades.

¡Pura bulla y oratoria barata! Pero lo más deplorable fue su tono. Ardido por la descertificación que acababa de emitirle el gobierno norteamericano por sus irrisorios logros en la lucha contra la droga, se mostró poseído por la furia, el odio, el resentimiento y un talante soberbio que lo llevaron a hablar más de sí mismo que de lo que tocaba en tan solemne ocasión. Es, en síntesis, un personaje desaforado que exhibe todos los rasgos de un energúmeno.

Para cerrar, y no precisamente con broche de oro, se hizo acreedor a la cancelación de la visa de entrada a Estados Unidos por lo que dijo en un mitin de apoyo a la causa palestina en pleno Times Square. Se le ocurrió nada menos que pedirles a los soldados norteamericanos que no obedecieran las órdenes de su comandante en jefe, el presidente Trump, en lo atañedero a una intervención en el conflicto con Israel. Pienso que esa descarada injerencia en asuntos de la política norteamericana podría configurar un delito federal cuya investigación correspondería a las autoridades de ese país. En todo caso, no me cabe duda de que es una manifestación más de indignidad para el ejercicio de la presidencia de nuestro país, que si contáramos con instrumentos eficaces de control constitucional daría pie para que el congreso lo destituyese.

Tres observaciones más, al desgaire.

La primera, el que nos desgobierna y sus agentes no han entendido lo que significa el problema mundial de la droga. Escuché al inefable Benedetti y al oscuro senador Cepeda declarar que es asunto de los norteamericanos y no nuestro. ¡Qué tal!

La segunda, el tema del conflicto entre Israel y sus vecinos es de enorme complejidad. Es posible que su gobierno se haya extralimitado en el ejercicio de su legítima defensa, pero no hay que olvidar que la consigna de Hamas y quienes lo apoyan es la destrucción del Estado israelí. Los israelíes luchan por su existencia y el modus vivendi con sus vecinos sólo mejorará cuando ellos acepten el hecho cumplido del Estado de Israel. No deja de llamar la atención que se defienda con denuedo la causa palestina y nada se diga sobre la injustificada agresión rusa contra Ucrania que ha traído consigo millares de víctimas inocentes y puesto en gravísimo peligro la paz mundial.

En fin, su declaración sobre Stalin cierra el círculo indiciario sobre la índole radicalmente comunista del que nos desgobierna. Ya había dado dos puntadas cuando en Alemania deploró la caída del muro de Berlín y en China rindió sentido homenaje a la memoria de Mao Zedong. Bien claro nos queda el saber por dónde va el agua al molino.


 

martes, 23 de septiembre de 2025

Un gobernante cazurro

Leo en una de las notas a "Los Sueños de Luciano Pulgar" que el vocablo cazurro se aplica a alguien que es persona insociable, montaraz, rústica, de modales toscos (T. I, pág. 559).

Tal como se advierte en las películas norteamericanas, cualquier parecido de una persona que ostenta esas características con el "okupa" de la Casa de Nariño es mera coincidencia.

Para nuestro infortunio, quien ejerce hoy el cargo de primer magistrado de la nación se caracteriza por su completa falta de decoro. Su grosería no tiene antecedentes en la historia colombiana. Son muchos los eventos que podrían dar lugar a que se lo destituyese a causa de indignidad por mala conducta, según el artículo 175 de la Constitución, pero ello tendría que pasar primero por la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes, que según denuncia del representante Hernán Cadavid ha sido atrapada por las huestes gubernamentales y carece, por ende, de toda voluntad para cumplir con su deber de velar por el cumplimiento de sus deberes.

Es importante recordar, a propósito de ello, la diferencia que media entre el poder y la autoridad. El primero es meramente un hecho que consiste en la capacidad de hacerse obedecer de grado o por fuerza por otros. La autoridad es una nota por así decirlo espiritual que rodea el ejercicio del poder al hacerlo respetable y digno, en consecuencia, del reconocimiento de los llamados a sujetarse a sus designios.

Pues bien, uno de los dramas de nuestra situación política reside en que el titular de la presidencia no ha sabido ganarse el respeto de la ciudadanía, que lo considera, como alguien anotó, "arrogante, ignorante e incompetente". Sus exabruptos lo han convertido en objeto de burla aquí y acullá, hasta el punto de que hay humoristas que hacen su agosto imitando sus gestos torpes y mofándose de sus insensateces.

Una publicación reciente de la universidad Eafit plantea el interrogante acerca de si asistimos a una crisis de la democracia.

Observando lo que hoy nos acontece, la respuesta no puede ser otra que, en efecto, sí asistimos a una crisis de nuestro sistema democrático. Sólo por ello un individuo del deplorable jaez de quien nos desgobierna ha podido llegar a la cúspide del poder en este país. 

Hay muchas explicaciones plausibles para tratar de entender este deterioro y se hace menester considerarlas cuidadosamente con miras a superar las causas que lo han producido e introducir los correctivos pertinentes.

Los críticos de la democracia, comenzando por Platón, han señalado su tendencia a la nivelación por lo bajo que abre espacios para que triunfen los peores. Según ellos, la democracia tiende a convertirse en oclocracia, que es la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso que ejerce un despotismo del tropel que no puede identificarse con el gobierno legítimo de un pueblo, según lo define el filósofo escocés James Makintosh. 

Ese descensus ad inferus no es inevitable, siempre y cuando obren los filtros necesarios para impedir el ascenso de los peores.

Desafortunadamente, entre nosotros esos filtros no han obrado. El que hoy nos desgobierna no habría podido llegar a la presidencia y ni siquiera al congreso o a la alcaldía de Bogotá, pues estuvo en la cárcel condenado por sentencia judicial relativa a delitos comunes, según lo dispuesto por el artículo 179-1 y concordantes de la Constitución Política. Pero cuando alguien demandó alguna elección suya, no pudo demostrarlo porque el documento original del fallo condenatorio había desaparecido del expediente, como por arte de bibibirloque. El que lo sustrajo incurrió presumiblemente en un delito de falsedad documental que nadie quiso que se investigara.

La crisis de nuestra democracia involucra muchos aspectos éticos que hacen pensar en la preocupación de Bolívar por introducir en la Constitución un poder moral. No resulta fácil configurarlo, pero de algún modo debería considerarse la necesidad de impedir la degradación de nuestras instituciones.