Los guarismos electorales que arroja el pasado domingo indican que la confrontación final en las elecciones presidenciales se dará entre Fico y Gustavo Petro. Probablemente haya que acudir a una segunda vuelta si las aspiraciones de Rodolfo Hernández, Ingrid Betancur y algotros más se atraviesan para impedir que uno de aquéllos triunfe en la primera, que tendrá lugar el 29 de mayo.
Las alternativas son nítidas. Fico representa la garantía de la continuidad de la democracia liberal y las libertades que a lo largo de la historia de nuestro país han caracterizado a nuestra institucionalidad. Petro, en cambio, es comunista, aunque lo niegue y trate de ocultarlo. Su proyecto político es totalitario y liberticida. Se inspira en los regímenes que imperan en Cuba, Venezuela y otras latitudes.
Para preservar nuestra democracia y nuestras libertades será necesario que Fico reúna en torno suyo una gran coalición que, como decía Álvaro Gómez Hurtado, se ponga de acuerdo sobre lo fundamental.
Hay un programa mínimo que debe concertarse acerca de temas como el déficit de las finanzas públicas, el endeudamiento del Estado, la reactivación de la economía, el empleo, la inflación, la inseguridad en campos y ciudades, el narcotráfico o, last but not least, la corrupción, entre otros.
Cada uno de ellos suscita diversas opiniones sobre las que habría que buscar un mínimo común denominador. Aquello que suscite desacuerdos difíciles de resolver podría dejarse para después.
Es probable que respecto de unos de esos desacuerdos sea preferible que se consulte a la ciudadanía mediante alguno de los mecanismos de participación democrática previstos en la Constitución. Tal sucede, por ejemplo, con la modificación de los acuerdos con las FARC o la fumigación aérea con glifosfato, sobre los que median opiniones muy encontradas.
Hay una coalición que no resulta difícil de integrar, como la que permitiría que el CD o CR adhirieran a la candidatura del Equipo Colombia. En cambio, hay dificultades que no considero insalvables para atraer al Partido Liberal y la coalición que lidera Fajardo. Así haya susceptibilidades en estos últimos, conviene recordar lo que en su momento manifestó el general Benjamín Herrera: "La Patria por encima de los partidos".
Es precisamente la Patria la que corre enorme peligro frente a la posibilidad de un triunfo electoral de Gustavo Petro. Quizás ya equivalga a llover sobre mojado reiterar que no sólo Petro es pésima persona, sino que también sus ideas y sus secuaces lo son. No es el caso de satanizar de suyo a lo que se considera la izquierda, pues a ésta se deben valiosísimas iniciativas que han contribuido a mejorar las condiciones de vida de millones de personas. Pero lo que representa Petro es una tendencia extremista y destructiva que resultaría letal para Colombia.
En mi caso personal, aunque he considerado que el mejor candidato era Óscar Iván Zuluaga, voté por Fico en la consulta del Equipo Colombia, pensando en un plan B. Estoy convencido de que posee las condiciones para ser un gran gobernante, el que se requiere para las procelosas circunstancias actuales.
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