No otra es la imagen que proyecta "Pinturita", el exótico alcalde petro-comunista de Medellín, que, según denuncia un concejal del Partido Verde, se propone destruir la ciudad que lo eligió (vid. https://www.bluradio.com/blu360/antioquia/quintero-quiere-destruir-en-medellin-y-lo-vende-como-una-pelea-contra-el-gea-concejal-daniel-duque).
Lleva un año en ejercicio del cargo y su balance no podría ser más negativo. La crisis en que ha sumido a EPM desafía toda lógica de buen gobierno. Uno queda atónito, sin palabras, frente a ese estilo populachero y errático de manejo de la cosa pública. Y de no salir adelante el proyecto de revocatoria, que parece estar en veremos por la extraña maniobra que para frenarlo ha intentado la autoridad electoral, los habitantes de la Bella Villa tendrán que soportar durante tres años más los estropicios de esta alocada administración.
¿Cómo se hizo elegir alcalde este personaje? ¿Cuáles son sus antecedentes? ¿Qué se esconde tras su cacareada independencia? ¿Qué se propone en realidad?
Cursa en la Fiscalía una denuncia penal contra Quintero por supuestos hechos relacionados con el modus operandi de su elección. En la denuncia se afirma que la logró con el apoyo de bandas criminales que presionaron a las comunidades para que votaran por él e incluso repartieron dinero para ese efecto. De ser ello cierto, estaríamos frente a lo más grave que pueda haber sucedido en la historia de Medellín: un alcalde elegido por el crimen organizado regional.
Lo que se conoce del pasado de "Pinturita" lo muestra como un aventurero, un paracaidista, un saltimbanqui que posa de encapuchado en la Universidad Nacional, de conservador y de liberal derrotado en sendos procesos electorales, dizque de técnico santista y, en fin, de promotor de la candidatura presidencial del extremista Petro. En suma, no es un sujeto serio y exhibe todas las trazas de un irresponsable. Con razón, el expresidente Uribe lo considera como un virus político.
Hace poco comenté el libro de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt que lleva por título "Cómo mueren las democracias". Si bien su tema se centra en la crisis que padece la democracia norteamericana, ahí se hacen consideraciones pertinentes respecto de otras, como las latinoamericanas y, en especial, la nuestra.
Una de esas consideraciones atañe a la toma del poder por personajes tóxicos al estilo de "Pinturita" o Petro, por ejemplo.
En buena medida, ello obedece a la crisis de los partidos políticos, que es bien patente en nuestro medio. Según los autores citados, los partidos sirven de filtro de esos personajes, pues para hacer carrera dentro de ellos hay que convencer a sus dirigentes, a sus activistas y sus masas, de suerte que los excéntricos en general tienen pocas posibilidades de ascender dentro de ellos.
Las encuestas indican que la mayoría de los colombianos ya no se sienten vinculados a partidos políticos. Son, por así decirlo, ruedas sueltas que se mueven al vaivén de las coyunturas que se van presentando. Incluso, cuando se los interroga por sus preferencias acerca de la derecha, el centro o la izquierda, sus respuestas son equívocas. El voto de opinión parece mandar la parada, pero ella es, como en la célebre definición de Montaigne, "cosa vaga, vana y ondulante". Hay además otros votos, difíciles de cuantificar, que son los de las clientelas, muchas veces corrompidas, los comprados y los coaccionados por las bandas criminales.
¿Cómo, de la noche a la mañana, hizo irrupción en la política local un personaje de la caterva de "Pinturita", que se hizo notar con su discurso sensiblero, sus tomates y su queso gigantesco?
Hubo políticos de varias tendencias que vieron en él opíparas oportunidades y pusieron sus respectivos equipos a su servicio. Ellos tendrán qué dar cuenta del desastre que promovieron.
Pero hay algo más. Los medios de comunicación social, en particular los audiovisuales, tienen sobre sí severas responsabilidades por no haber explorado los antecedentes de este funesto personaje y haberlo presentado al público como alguien meritorio que logró superar tremendas dificultades familiares y sociales para formarse y salir adelante. No supieron distinguir entre un héroe y un granuja. Lo presentaron como uno de aquéllos, cuando resultó ser de la especie de los segundos.
Hay qué volver sobre ello: la democracia fracasa cuando en lugar de exaltar a los mejores les abre paso a los peores.
Excelente artículo. Escrito con precisión y claridad. Cómo puede pasar?.
ResponderEliminarEn efecto; no se cual crisis de los partidos políticos porque estos no existen: el partido liberal y el conservador dejaron de existir y solo surgió en nuestro País la lógica división entre la derecha y la izquierda. La primera que defendió Alvaro Uribe Velez con absoluta reciedumbre en sus primeros mandatos presidenciales y que le dio inocultables frutos por sus resultados coherentes que le brindaron al pueblo la seguridad destruida por las farc, y la segunda (la izquierda) que reunió a los que siempre dijeron serlo y los que inveteradamente engañaron a Colombia mezclándose ora en el partido liberal o conservador con solo intereses mezquinos como que para ellos Colombia o su erario fue su cajero electrónico por mucho tiempo, lo que comenzó a evidenciarse y combatirse con el surgimiento de Uribe Velez y su postura de donde puede comprenderse el encono hasta hoy vigente en su contra. Y con este introito quiero significar que el cambio, por acción o por omisión de Alvaro Uribe Velez en quien toda Colombia prácticamente había depositado su confianza y esperanza, primero con Juan Manuel Santos y después con Ivan Duque quienes solo se valieron de el para llegar a la casa de Nariño, sin que se haya observado la voz de protesta y contrario sobre todo al segundo pidiendo apoyo, dejan mucho que desear y en honor a la verdad ha producido casos como los de "pinturita", sin desconocer que Duque con su posición le esta allanando el camino a la izquierda...
ResponderEliminarMuy bueno el articulo, excelente.
ResponderEliminarPero, que hacer ante semejante personaje? El ciudadano de a pie que paso a seguir? Gracias.
ResponderEliminar