Dijo hace poco el procurador Ordóñez que las Farc tienen inundado en un mar de coca el territorio colombiano y están nadando en dólares. Y, al tenor de las amenazas que profirió Santos la semana pasada en Medellín, están además dispuestas a inundarnos en un mar de sangre si no se firma el acuerdo que exigen.
Desafortunadamente, cabe presagiar que también correrá sangre a mares en el evento de que dicho acuerdo se celebre.
Resulta muy dudoso, en efecto, que el mismo traiga consigo la ansiada paz.
Hay muchos motivos para preocuparse por sus resultados.
En primer lugar, desde el punto de vista ideológico es prácticamente imposible conciliar la democracia liberal con la democracia marxista-leninista que profesan las Farc. Son como el agua y el aceite. No conozco un solo caso en la historia política en que hayan logrado convivir pacíficamente estas dos versiones de la democracia, pues lo que la una entiende acerca del Estado de Derecho, las libertades públicas, las garantías sociales y, en general, el correcto funcionamiento de las instituciones se contrapone radicalmente a lo que la otra predica.
De hecho, lo que estamos presenciando no es el ajuste de las pretensiones de las Farc a las exigencias de la democracia liberal que mal que bien tenemos, sino todo lo contrario, la abdicación de los principios que nos han regido a lo largo de nuestra historia como sociedad independiente, en favor de las aspiraciones totalitarias y liberticidas que constituyen el leitmotiv de la lucha subversiva.
En el mejor de los casos, poco a poco iremos presenciando cómo los agentes de las Farc se tomarán una a una las entidades gubernamentales y les impondrán sus propios sesgos, pues su consigna es la combinación de las formas de lucha hasta lograr la conquista definitiva del poder. Lo han dicho en todos los tonos: su meta es el socialismo a la cubana y no depondrán las armas si no se accede a los cambios que exigen que se introduzcan en la estructura de la sociedad colombiana.
Colombia ha venido defendiéndose del comunismo a lo largo de unos 90 años, tal como lo documenta el excelente libro de Eduardo Mackenzie que en varias ocasiones he mencionado en este blog. Su título es:"Las Farc o el fracaso de un terrorismo". En esa empresa se han cometido múltiples equivocaciones, en las que no han faltado crímenes imperdonables. Pero hay que reconocer que la agresión comunista contra nuestra institucionalidad ha sido muchas veces atroz y despiadada.
Por obra y desgracia de Juan Manuel Santos, hemos cejado en nuestro empeño y estamos ad portas de compartir el poder con los comunistas, como si esa cohabitación fuera viable.
Todo parece indicar que el acuerdo de Santos con los capos de las Farc contempla entregarles el control del sector rural. El abrebocas serán las 22 zonas de ubicación que se anuncia que probablemente se les adjudicarán dentro del acuerdo de cese bilateral al fuego.
Conociendo el menosprecio de las Farc por la legalidad y su evidente mala fe, no es osado predecir que, como ha sucedido con el Catatumbo, esas zonas serán como unos nuevos Caguanes donde impondrán su ley, incluso a sangre y fuego.
Ya hay comunidades que se sienten amenazadas y rechazan con energía que las sometan a la férula guerrillera. Y se sabe que unos políticos liberales que tienen su riqueza en Urabá fueron a pedirle a Santos que no creara zonas de ubicación de las Farc en donde están sus propiedades. Lo mismo deben de estar haciendo otros enmermelados, a quienes de seguro Santos les prometerá lo mismo que a los de Urabá y, por supuesto, les incumplirá.
Lo que los promotores de los recientes paros campesinos le han exigido al gobierno es apenas el proemio de las exigencias que después vendrán cuando las Farc estén enseñoreadas en sus zonas de ubicación. Y, una vez consoliden el dominio del sector rural, el asalto al sector urbano será inevitable, tal como lo contempla el Plan Estratégico que han venido ejecutando en las últimas décadas.
En alguna otra oportunidad les suministré a mis lectores el enlace de descarga de "El Libro Negro del Comunismo". Lo hago de nuevo ahora, para que vean lo que nos espera: https://ia802502.us.archive.org/29/items/ElLibroNegroDelComunismo/el%20libro%20negro%20del%20comunismo.pdf
Un segundo motivo de enorme preocupación es la índole criminal de las Farc. Son una organización narcoterrorista. Se considera que son responsables de más del 50% del tráfico de cocaína en el mundo. Y tanto los Estados Unidos como la Unión Europea las catalogan como terroristas.
Violando lo estipulado en la Convención de Viena sobre Narcotráfico, el gobierno de Santos ha acordado otorgarles el trato de favor propio de los delitos políticos, que por expresa prohibición no puede extenderse a las actividades relacionadas con la droga. Y para peor, ha anunciado que las Farc pasarán de ser narcotraficantes a colaboradoras en la lucha contra ese flagelo. Es inconcebible tamaña ingenuidad.
En un escrito reciente me referí al libro de Thierry Wolton cuyos dos primeros volúmenes acaban de publicarse en Francia. Su tema es la historia del comunismo y la trata en tres partes: los verdugos, las víctimas y los cómplices.(Vid http://javalmejia.blogspot.com.co/2016/03/se-puede-creer-en-los-comunistas-de-las.html).
Colombia merece capítulo especial en esa fatídica historia. Sabemos quiénes son los verdugos, buena parte de los cuales festejan hoy en La Habana. Son innumerables sus víctimas. Y ya es hora de ir haciendo el señalamiento de sus cómplices, empezando por Juan Manuel Santos, quien aspira a que al terminar su gobierno se lo considere como un traidor a su clase.(Vid. http://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/3654-juan-manuel-santos-ihistoria-de-una-traicion-de-clase.html). Ya se lo califica como traidor a Colombia y no sin razones.
Se anuncia para mañana el fin del conflicto con las Farc. No deseo hacer el papel de Casandra, pero pienso que lo que viene es algo muchísimo peor que lo que hemos padecido hasta ahora, con unas Farc ensoberbecidas, un gobierno claudicante y una opinión pública desconcertada.
Que Dios nos tenga de su mano.
toda la verdad VERDADERA
ResponderEliminarNo concibo la posibilidad de que un presidente, que no es bueno para ejecutar y que cuenta con solo un 10-20% de apoyo, pueda establecer los cambios que le impuso las Fark
ResponderEliminarNo concibo la posibilidad de que un presidente, que no es bueno para ejecutar y que cuenta con solo un 10-20% de apoyo, pueda establecer los cambios que le impuso las Fark
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