jueves, 29 de septiembre de 2022

¿Hagámonos pasito?

Tal parece ser la sugerencia que hizo el expresidente Uribe al salir de su última reunión con el alto gobierno en la Casa de Nariño: que no nos estigmaticen diciendo que representamos a la extrema derecha, como tampoco al gobierno motejándolo de neocomunista.

En ciertos sectores recalcitrantes esto cayó muy mal, dando lugar a insultos y descalificaciones contra el expresidente.

Pero hay que entender que se trata de una iniciativa que busca aliviar la confrontación que reina hoy en la opinión pública colombiana. Si se la recibe con buena voluntad, el beneficio será para todos.

Algo más de la mitad del electorado votó por un gobierno que tiene derecho de adelantar sus políticas dentro de los condicionamientos que imponen la Constitución y las leyes. Hay que estar muy vigilantes para que así sea.

En realidad, el actual gobierno suscita no pocos interrogantes acerca de su identidad ideológica y sus propósitos de cambio institucional.

Si se ajusta al modelo socialdemócrata que ofrecen los países europeos, bienvenido sea. En cambio, si vira hacia el fracasado Socialismo del siglo XXI que ha traído la ruina a Venezuela, hay que declararle una oposición frontal.

Desafortunadamente las señales que brinda el gobierno no son del todo esperanzadoras. Ojalá prevalezca en sus orientaciones la moderación y no se deje llevar por sectores radicales que podrían agravar los conflictos y sumirnos en el caos.

Hay que ser realistas: nuestra sociedad es muy desigual, las familias que padecen hambre se cuentan por varios millones, se hace menester una intensa acción social del Estado para mejorar las condiciones de vida de vastos sectores de la población. Pero el realismo enseña que la mejor política social se nutre de una sana economía. "Dadme una sana economía y os daré una buena política", reza un adagio viejo de siglos.

Hay algo que Marx no entendió y ha desorientado a sus seguidores: el papel del empresario en el desarrollo económico. Sin su creatividad, su libre iniciativa, su capacidad de asumir riesgos, su ímpetu progresista, el sistema económico se frena y decrece. El Estado, sujeto al control de burócratas y políticos oportunistas, no es capaz de imprimirle dinamismo al sector productivo. Y, desafortunadamente, suele sufrir la captura de intereses corruptos que representan pesadísimos lastres para la sociedad.

Por supuesto que las autoridades deben mantenerse atentas a las fallas del mercado, con el ánimo de controlarlas y corregirlas. Pero el dirigismo no puede llegar al extremo de enervar innecesariamente la libre iniciativa de los generadores de riqueza.

El mejoramiento de las condiciones laborales, la protección de los consumidores, la asignación eficiente de los recursos con miras al bien común, no son aspiraciones incompatibles con la libre empresa y la economía de mercado. Por el contrario, más bien las robustecen si están bien concebidas.

No sobra recomendarles nuestros gobernantes que procuren no torcerle el pescuezo a la gallina de los huevos de oro.

Tampoco sobra abrir un cauteloso y atento compás de espera respecto de un gobierno que apenas comienza y ojalá tenga buena disposición para moderar ciertos excesos. Colombia es un país muy complejo y quienes hoy detentan el poder político deben entender que su ejercicio no sólo tropieza con limitaciones jurídicas, sino con realidades sociales que podrían dar al traste con sus propósitos. 

La talla del estadista se mide según su adecuada comprensión de las realidades sobre las que le toca actuar.






domingo, 25 de septiembre de 2022

Si somos lógicos...

Al tenor del discurso oficial, el gobierno colombiano considera irracional la guerra contra las drogas y da a entender que no continuará librándola, pues declara de hecho su capitulación. Pero Colombia está solemnemente comprometida ante la comunidad internacional por la Convención de Viena de 1988 promovida por las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas.

Resulta, pues, un muy mal precedente respecto de nuestras relaciones internacionales que en en el escenario de la Asamblea General de la ONU el supremo director de las mismas manifieste sin lugar a duda alguna que no seguirá dando cumplimiento a dicho estatuto internacional, que es de enorme importancia para nuestro país, dado que somos el principal cultivador de coca y el principal productor de cocaína en el globo terráqueo.

Sostuve en un escrito precedente que lo que tocaba dentro de tal premisa era la denuncia de la Convención, según lo estipulado en su artículo 30. Otra alternativa podría consistir en convencer a los Estados que son parte de la misma para reformarla, admitiendo la legalización del cultivo de coca, el procesamiento de sus hojas, el transporte de la cocaína  y su distribución, lo que con toda seguridad estaría condenado al fracaso o resultaría a todas luces enormemente dispendioso.

Por supuesto que los temas de la Convención están abiertos al debate público, pero el modo de abordarlo no es evidentemente el que eligió nuestro vocero, quien resolvió afirmar que los daños que produce el consumo de cocaína en la salud pública son inocuos si se los compara con los que se derivan del petróleo y el carbón.

La suya acerca de estos temas es una visión apocalíptica que sus promotores dicen sustentarla en bases rigurosamente científicas. Pero, en realidad, se trata de hipótesis todavía sujetas a discusión entre los hombres de ciencia. Más que de una verdad de a puño llamada a imponerse sin lugar a dudas sobre la mente de los profanos, se trata de un dogma ideológico promovido por la agenda globalista.

Sobre la misma, recomiendo a mis lectores que sigan las documentadas exposiciones de Omar Bula Escobar en el siguiente enlace de Youtube:https://www.youtube.com/resultssp=mAEB&search_query=omar+bula+escobar+youtube)

Esa agenda cuenta con el apoyo de círculos internacionales más o menos discretos, por no decir secretos, que aspiran a cambiar radicalmente la ordenación de las sociedades para someterlas a un Nuevo Orden Internacional (NOM). Hay fuertes indicios de la vinculación y quizás la sumisión de influyentes personalidades del escenario político colombiano, tales como nuestro actual titular de la presidencia, a esas preocupantes instancias.

Programas como el decrecimiento económico, la erradicación del extractivismo, la disminución del tamaño de la población, su pauperización como medio efectivo de control, etc. tratan de imponerse así sea a través de medios coercitivos. Lo que anida tras ellos es un designio totalitario, como el que impera en Cuba o en Corea del Norte.

A propósito de ello, este último y no el de Corea del Sur, parece se el modelo que inspira las tendencias políticas dominantes en la Colombia de hoy. Hay síntomas que suscitan preocupación acerca de lo propenso a la autocracia que parece ser el actual árbitro de nuestros destinos colectivos. Ya se dice, por ejemplo, que si fracasan sus iniciativas ante el Congreso, tratará de imponerlas de modo autoritario a través de los estados de excepción. 

Leo en la actualidad la muy documentada y analítica biografía de Hitler que publicó Ian Kershaw y no dejo de preocuparme por las inquietantes similitudes que median respecto de la trayectoria política de quien hoy nos gobierna.

Como lo han señalado Eduardo Mackenzie y Luis Guillermo Vélez Álvarez, es en las calles donde se juega la suerte de Colombia. Por eso, hay que recomendarles a los que puedan hacerlo que salgan a marchar mañana abrumadoramente en las principales ciudades. 



jueves, 22 de septiembre de 2022

El Aprendiz de Brujo

Uno de los episodios más simpáticos de "Fantasía", esa película inolvidable de Walt Disney, es aquél en que aparece el ratón Mickey invocando fuerzas ocultas con la varita que le sustrajo a un mago del que era su ayudante. Al principio esas fuerzas obedecieron a sus deseos, pero luego se desataron, cobraron su propia dinámica e hicieron desastres.

Lo mismo parece estar ocurriendo entre nosotros con la consigna de cambio en todos los sentidos que promueve el actual gobierno.

Las promesas electorales que su titular hizo a troche y moche para llegar a la presidencia, sin medir sus posibilidades de cumplimiento, le están pasando ya unas apremiantes facturas. Así se observa en el clima de agitación que se esparce por todo el territorio colombiano. La gente está nerviosa, no sólo por los anuncios que se proclaman, sino por la improvisación y el descuido que los acompañan. La garrulería oficial marca hoy la tónica.

No contento con revolcar el país, nuestro aprendiz de brujo se fue para la ONU en Nueva York a blandir su varita mágica, apuntándola sobre el tema de las drogas, así como contra el petróleo, el carbón y, en últimas, el capital y las sociedades avanzadas.

El suyo fue un discurso pueril, plagado de inconsistencias, como solían ser los suyos en plaza pública cuando se aplicaba a descrestar calentanos. Pero el destinatario en este caso no fue, como hubiera dicho Laureano Gómez, el "inepto vulgo", sino la comunidad internacional en pleno.

Como los asuntos jurídicos no son de su resorte, ignoró que la guerra contra las drogas que considera frustrada es un programa de la ONU que consta en varios convenios de 1961, 1971 y 1988, el último de los cuáles es la "Convención de Viena contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas", aprobada por nuestro congreso mediante la Ley 67 de 1993. Vid. Leyes desde 1992 - Vigencia expresa y control de constitucionalidad [LEY_0067_1993] (secretariasenado.gov.co).

Un planteamiento más consistente sobre el particular habría sido la denuncia de la Convención, según lo previsto en su artículo 30, pero a sabiendas de las implicaciones internacionales de tal iniciativa.

En efecto, Colombia es hoy el mayor cultivador de coca y el mayor productor de cocaína que se consume no sólo en  mercados externos, sino también, muy desafortunadamente, en el interno. De hecho, es prácticamente un narcoestado. Claudicar en la lucha que la ONU ha considerado necesaria en razón de "la magnitud y la tendencia creciente de la producción, la demanda y el tráfico ilícitos de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, que representan una grave amenaza para la salud y el bienestar de los seres humanos y menoscaban las bases económicas, culturales y políticas de la sociedad", nos convierte de hecho en cómplices del narcotráfico, como ya lo han señalado en la prensa internacional a raíz de tan infortunado pronunciamiento.

Comparar los efectos negativos de la cocaína con los del petróleo y el carbón nos ha convertido en el hazmerreír del mundo entero. 

No faltará quien piense que el propósito gubernamental es sustituir los pingües ingresos que nos generan las exportaciones de petróleo y carbón por los de la cocaína. 

En los Estados Unidos ya están dándose cuenta de que el gobierno colombiano es enemigo suyo, como lo son los de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Es clara su afinidad con Rusia y China, pero el mismo parece ignorar que en estos países la lucha contra la droga es implacable. China castiga con pena de muerte a los traficantes. Y hace poco vimos que una deportista norteamericana fue a dar con sus huesos a la cárcel porque los rusos le encontraron en el equipaje una sustancia sospechosa.

Viene al caso la pregunta que alguna vez hizo Fernando Londoño Hoyos sobre lo que estarían fumando los congresistas que aprobaron las funestas listas abiertas que le reforma política ahora en curso quiere abolir. 

¿En qué se inspiraría nuestro aprendiz de brujo para soltar tamaños dislates ante el mundo entero?

lunes, 12 de septiembre de 2022

El Padre Misericordioso

 Lc 15,1-32, que se leyó en la misa de ayer, es uno de los textos más hermosos de los Santos Evangelios. Combina tres parábolas maravillosas: la dracma perdida, la oveja perdida y el hijo pródigo. Vid. Evangelio de hoy Domingo 11 de Septiembre de 2022 y Homilía. (evangelio-de-hoy.com)

Las tres nos hablan de cómo el pecado nos pierde, pero la misericordia de nuestro Padre Celestial se apiada de nosotros y nos rescata de los abismos a que nuestros desvíos nos arrojan.

No es el caso de hacer confesión pública de mis errores, que han sido muchos y el Señor ha perdonado, sino, precisamente, de dar testimonio de cómo obra la gracia para encauzar nuestras vidas y darles sosiego aún en medio de las tribulaciones que nuestra condición terrenal hace inevitables.

Una gran amiga que recuperé después de medio siglo de ausencia me escribió hace poco elogiando la paz interior de que ahora gozo. Hube de responderle que no es fruto de mi voluntad, sino de mi cercanía con Dios. El mío no es el Deus Absconditus. absolutamente otro y velado irremisiblemente a nuestro entendimiento, tal como lo conciben ciertas vertientes teológicas, sino el que se manifiesta no sólo a través de la creación, sino en nuestra vida interior y hasta en los acontecimientos que nos rodean. Yo puedo decir que si he sobrevivido y tengo mi alma en paz es por la gracia de Dios.(Vid. Deus Absconditus | SpringerLink).

Como Dostoiewsky, creo en la lucha entre Dios y Satanás que se libra en el interior de cada uno de nosotros.

Los psicoanalistas sostienen que nuestra conducta desviada es fruto de unas fuerzas ocultas que se dan en la esfera del inconsciente y se desatan a raíz de circunstancias traumáticas que se padecen sobre todo en la infancia. Ignoran que en ese mundo lóbrego actúan desde el exterior unas fuerzas malignas de origen demoníaco.

Como cardenal Ratzinger, el papa Benedicto XVI observó alguna vez que hay tales manifestaciones de maldad en la conducta humana que sólo podemos explicarlas en función de esas influencias exteriores de carácter infernal.

Pedro Aja Castaño acaba de publicar un escrito titulado "Aviso de un alma condenada al infierno" que parte de la base de una realidad que muchos hoy niegan o ignoran, a saber: 

"Los demonios existen; lo prueban los exorcismos. Los condenados son seres humanos cuyas conciencias han involucionado hasta llegar a ser INFRAHUMANOS; esto quiere decir que odian todo lo que es humano o divino. Pero no sabemos cómo se llega a esa condición; ni por qué es importante saberlo, porque se le considera un tema ‘tabú.’ Sin embargo, creo que en el siglo 21 es necesario explorarlo porque moral y éticamente la sociedad actual es un desastre. Por eso presento el presente testimonio para que nos ayude a discernir un poco el asunto." Vid. Avisos de un alma condenada en el infierno (2) - Periódico Debate (periodicodebate.com)

Todos corremos el riesgo de perdernos por a, b o c razones y por distintos caminos. Como escribió Dante al comienzo de "La Divina Comedia", podemos penetrar en una selva oscura y acercarnos a esa puerta dónde se anuncia con severidad:"Los que aquí entráis, abandonad toda esperanza". Pero el Padre Misericordioso que nos ama corre en nuestro auxilio para que enderecemos nuestras sendas.

Ese angustioso tema de la perdición es uno de los motivos de la hoy injustamente olvidada obra literaria de Mauriac, a la que conviene volver para captar lo que encierra el fondo abisal de esta naturaleza que hizo exclamar a Pascal: "Qué hueco y lleno de suciedad es el corazón del hombre"(Pascal, "Pensamientos", Sarpe, Madrid, 1984, p. 87). Él mismo ha escrito que "el hombre no es más que un sujeto lleno de error natural, sin la gracia" (ib. p.59).

Mauriac ha escrito una densa novela, "Lo que estaba perdido", fruto de la grave crisis personal y religiosa que padeció en la década de 1920 (vid. Ce qui était perdu - François Mauriac - Babelio). 

El Evangelio nos enseña que Nuestro Señor Jesucristo vino precisamente a rescatar lo que estaba perdido, la dracma de una pobre mujer, la oveja extraviada de un pastor, el hijo pródigo que halla su redención en el padre misericordioso que a su regreso lo abraza, los cubre de besos, pide para él un traje nuevo, pone en su dedo un anillo y ofrece un banquete para celebrar su conversión, puesto que "habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión" (Lc. 15, 7).

Suelo relacionar este preciosísimo pasaje evangélico con el que trata sobre los jornaleros de la última hora (Mt. 20, 1-16), porque soy uno de ellos y cada mañana al abrir mis ojos, después de manifestarle a mi Dios que lo amo, le digo: "En ti creo, confío y espero, a ti me encomiendo y quiero servirte". Del mismo modo, después de la Consagración le digo: "Dios mío, tuyo soy; te pido que me ayudes a crecer en el amor para dar testimonio de ti haciendo el bien y dando buen ejemplo". En esta etapa final y crucial de mi existencia, ya lo poco que puedo hacer de provecho, después de tantas horas perdidas, es alabar a Dios y dar fe de lo que ha obrado en mí.












domingo, 4 de septiembre de 2022

Bajo el signo del escorpión

El periodista estoniano Jüri Lina publicó hace años dos libros sobre sus investigaciones acerca de los procesos históricos que condujeron a la instauración del comunismo en Rusia y después en Europa oriental: "Bajo el signo del escorpión" y "Artífices del engaño". Sus planteamientos parten de la base de teorías conspirativas que pueden suscitar desconfianza en distintos círculos, pero no dejan de generar inquietudes (vid. Enigmas al Descubierto: Arquitectos del Engaño y Bajo el Signo del Escorpion. Jüri Lina.).

Me valgo del primero de ellos para referirme al giro catastrófico que ha dado la política colombiana en el año en curso. 

Para entenderlo, hay que partir de la base de que el alto gobierno está ahora en manos de comunistas que no osan declararse como tales, pero lo son en el fondo y, así sea a través del engaño, aspiran a transformar la sociedad colombiana al tenor de sus dogmas ideológicos.

Cuentan para sus propósitos con fuertes apoyos en la cúpula de la rama judicial, en los medios de comunicación social, en la jerarquía eclesiástica, en la esfera sindical y en numerosas organizaciones no gubernamentales. Su apoyo en el cuerpo legislativo está todavía en veremos, pero dentro de unos meses la Fiscalía quedará en sus manos y quizás un tiempo después lo mismo podría ocurrir con el Ministerio Público. Es probable que lo mismo suceda con la Contraloría General de la República, no obstante las promesas de independencia que ha hecho su nuevo titular. 

El comunismo controla tres grandes capitales y aspira a extender su influencia en las elecciones departamentales y municipales que se realizarán en al próximo año. No hay que ser muy mal pensados para sugerir que precisamente el afán de colmar de billonarias sumas al gobierno central a través de una voraz reforma tributaria obedece en buena medida a su intención de interferir en dichas elecciones.

Una de las primeras medidas del nuevo gobierno ha sido el desmantelamiento de la alta jerarquía de la fuerza pública. Ya vendrá su relevo por elementos proclives a la nueva doctrina dizque de apaciguamiento de los factores determinantes de la violencia que campea a lo largo y ancho del territorio colombiano. ¡Qué tal, por ejemplo, la idea de concertar con una estructura criminal como la Primera Línea la reforma del Esmad!

Por do quiera se las mire, las transformaciones que se anuncian suscitan presagios pesimistas. Lo más triste es que los hechos parecen darle la razón al ingeniero Hernández cuando acusó a su contrincante que ganó la elección presidencial de rodearse de "lo peor de lo peor".

¿Cómo ha sido posible que una ciudadanía que hasta no hace mucho tiempo rechazaba con denuedo el comunismo haya claudicado ante él?

La teoría de la conspiración puede arrojar luces sobre ello. Lo ocurrido en este año no es fortuito, sino el efecto de una acción concertada entre poderes ocultos que a menudo silenciosamente fueron realizando una vigorosa tarea de zapa destinada a minar las defensas de nuestra sociedad. La demolición de la imagen del expresidente Uribe y el deterioro del Centro Democrático ubican dentro del propósito de demoler los diques que nos protegían del comunismo. Todo parece indicar que envenenaron a los jóvenes para inclinarlos hacia la extrema izquierda.

¿Todo está perdido? El año entrante lo sabremos, cuando se den los resultados electorales en lo regional y lo local. Hay que estar preparados para esas elecciones.



sábado, 13 de agosto de 2022

¿Hacia la Corea del Sur de Suramérica?

Nadie discute que las políticas públicas deben esmerarse en superar la pobreza y promover la igualdad, sobre todo en circunstancias en que una y otra sean extremas. Pero una cosa es la motivación de las políticas, que es de suyo razonable, y otras muy diferentes su formulación, su aplicación y sus resultados.

No es cierto que nuestros últimos gobiernos hayan ignorado esos cometidos. Bajo la administración de Álvaro Uribe Vélez se lograron indiscutibles avances en el mejoramiento de las condiciones de vida de las capas más pobres de nuestra población y lo mismo puede decirse de la gestión de Santos, pese a las discrepancias que por otros aspectos ha suscitado. Pero a Duque le tocaron en mala suerte la pandemia y el "putsch" del candidato a quien derrotó en 2018, que dieron lugar a un sensible retroceso respecto de los logros obtenidos en años anteriores. 

En la reciente campaña electoral todos los candidatos coincidieron en la necesidad de combatir el hambre que aflige a un elevado número de nuestros compatriotas. Es claro que el voto abrumadoramente mayoritario de la ciudadanía estuvo motivado por estas consideraciones.

Lo que ahora se discute tiene qué ver con los modos de reducir tanto la pobreza como las desigualdades. La idea del gobierno que acaba de instalarse parece simple: hay que pedirles a los más pudientes que financien por la vía del impuesto las iniciativas asistencialistas en pro de los más necesitados. Y esas iniciativas comprenden una amplia gama de acciones como la renta básica, la jubilación de ancianos y mujeres cabeza de familia que no reúnen los requisitos para pensionarse, el salario para quienes no logren emplearse en el sector privado, quizás el subsidio del 50 % de la canasta básica y muchas otras más.

Tal como lo observó el entonces candidato Fajardo en un debate al que desafortunadamente no se dio pie para profundizarlo, las promesas del triunfador tendrían un costo superlativo, equivalente a varias reformas tributarias. Pero en ello se insiste ahora, no para hacerlo de una vez, sino paulatinamente en los años venideros.

El Estado de Bienestar, que según sus promotores aspira a proteger a cada persona desde la cuna hasta la tumba, abre muchas posibilidades de acción, unas muy razonables y otras no tanto. Todas ellas implican costos que debe sufragar el sector productivo. Su articulación exige buscar un difícil equilibrio entre lo deseable y lo posible. Si se desconoce la necesidad de ese equilibrio, todo termina como en el cuento de la gallina de los huevos de oro.

Si se aniquila el sector privado, lo que resta es la estatización, como sucede en Cuba, y la consiguiente pauperización de la población. Es, por lo demás, algo que anhelan no pocos extremistas que creen que de ese modo las comunidades resultarían más controlables. Ya lo ha dicho Francia Márquez: sólo hay que producir lo que sea estrictamente necesario. Y ciertos moralistas cristianos, dentro de los que quizás haya que considerar al Papa, agregan que de ese modo se eliminaría el consumismo que es un grave pecado del mundo capitalista. 

Parece muy simple extraer del sector productivo ingentes recursos para resolver necesidades insatisfechas de los sectores más desprotegidos de la comunidad, pero ese traslado de fondos pasa por un puente ineludible: el Estado, que al decir de Nietszche "es el más frío de los monstruos fríos". Las correas de transmisión que el mismo opera conllevan los costos internos de la burocracia y, tras ellos, los de la corrupción. No todo lo que se les quita a los ricos les llega a los pobres. Los políticos venales se quedan con una muy suculenta tajada consistente en puestos y contratos, cuando no en latrocinio mondo y lirondo.

Se ha dicho que toda revolución se traduce en un cambio de ricos. A los ricos cubanos y venezolanos los han reemplazado unas castas voraces que oprimen a los pobres con más codicia que la que empleaban los denostados capitalistas. De esas castas se ocupó Milovan Djilas en un libro famoso, "La Nueva Clase", que lo arrojó a la prisión en su nativa Yugoeslavia. En la URSS se las denominaba la "nomenklatura". Vid. La nueva clase. Un análisis del régimen comunista by Milovan Đilas (3 star ratings) (goodreads.com)

Quizá con el nuevo régimen aparezcan entre nosotros esos nuevos ricos llamados a aprovecharse de las arcas públicas. Al parecer, en nuestra ciudad ya están haciendo de las suyas.

Como los promotores de este nuevo régimen no se atreven a proponer modelos como los fallidos de Cuba, Venezuela y Argentina, dicen que lo que los inspira es el de Corea del Sur, país al que poco conocen. Recuerdo que mi colega en Chile, el embajador de ese admirado país, me contaba que a mediados del siglo pasado allá reinaba una pobreza extrema. "Nuestros padres, me dijo, entendieron que el único modo de superarla era mediante la educación e hicieron un denodado esfuerzo para educarnos". Eso es posible en comunidades disciplinadas como las orientales, pero no en las nuestras, sometidas a la férula de los sinvergüenzas de Fecode. Algo más: me decía que mientras el exitoso modelo económico de Taiwan está basado en las pymes, el de Corea del Sur reposa sobre grandes empresas, como Samsung. Allá reina un capitalismo que irriga prosperidad para toda la población.


viernes, 5 de agosto de 2022

Cuatro amenazas

Nuestro régimen político sufre muchos asedios. Hay cuatro que están a la vista: el comunismo, la anarquía, la corrupción y la narcocracia.

El primero de ellos está en la agenda del gobierno venidero. Que se trate de implantarlo a las volandas o en cómodas cuotas, dependerá de las circunstancias. Pero no hay que llamarse a engaño: en el corto o en el mediano plazo veremos cómo se ponen en marcha los dispositivos indicados para que Colombia, que como he dicho gastó algo así como un siglo para defenderse de ese sistema totalitario y liberticida, haya terminado en una lamentable claudicación ante sus promotores. No pasará mucho tiempo sin que nos veamos invadidos por los cubanos y terminemos, como Venezuela, colonizados por ellos.

Un efecto posible del proceso de instauración del comunismo es la anarquía, que ya se advierte en las invasiones de tierras que están ocurriendo en distintas regiones y ante las cuáles ya se ha anunciado que las nuevas autoridades no aplicarán las leyes en defensa de los legítimos desechos de los propietarios, pues se dice que son problemas que deben resolverse por la vía del diálogo. No otra cosa cabe esperar de un gobierno conchabado con la minga indígena y promotor de la democracia tumultuaria capitaneada por la Primera Línea. La ausencia de autoridad que defienda los derechos y proteja a quienes los pretenden desconocer acarreará muy probablemente respuestas violentas de quienes se sientan afectados, dando lugar de ese modo a manifestaciones anárquicas, cuyas consecuencias son imprevisibles. Hay quienes advierten sobre los peligros de guerra civil que los desórdenes podrían acarrear.

Los resultados electorales más recientes dejan ver que la ciudadanía está hastiada por la corrupción imperante en todos los niveles de la organización estatal. Pero es dudoso que el conjunto de los elegidos esté dispuesto a dar pasos firmes para resolver ese problema que para todos los efectos es semejante a un cáncer terminal. Como decía Gaitán, ahí tenemos en la coalición  gobernante a "los mismos con las mismas". La aprobación de los proyectos legislativos tendrá el costo que ya se conoce: adjudicación de puestos y de contratos llamados a retribuir el voto de los congresistas. Quizás cuando salgan las leyes respectivas el nuevo gobierno tratará de quitárselos de encima, dando así lugar a conflictos institucionales de resultados inciertos.

El nuevo gobierno da por perdida la batalla que a lo largo de medio siglo se ha venido librando contra la droga. Ya no habrá erradicación de cultivos de coca, de marihuana, ni de amapola. Violando la Convención de Viena contra el narcotráfico, quiere promover no sólo su despenalización, sino la aceptación social de la producción, el comercio y el consumo de sustancias psicoactivas. Se da por hecho que somos el mayor cultivador de coca en el mundo y el mayor productor de la cocaína que inunda los mercados de los países desarrollados. Nos declaramos incapaces de contrarrestar ese hecho, del cual se siguen inexorablemente unas muy indeseables consecuencias políticas. Bien conocida es la nefasta influencia del narcotráfico en la política colombiana. La Paz Total que ahora se anuncia simplemente la protocolizará. Sus enormes recursos financieros y el control territorial que ejerce sobre vastos sectores de la geografía  patria harán que salgan a la luz nuevas élites dominantes, las que integran la narcocracia. Es probable que sigamos modelo imperante en Venezuela.

Todo este cuadro apunta hacia una eventualidad sobre la que advierte el importante libro de Moisés Naím que comenté hace poco en este blog, "La Revancha de los Poderosos": la autocracia. Es asunto que amerita considerarse en otra oportunidad.