sábado, 27 de septiembre de 2025

El Ruido y la Furia

William Faulkner se inspiró en el célebre monólogo de Macbeth para escribir su laureada novela traducida al castellano como "El Sonido y la Furia".

El texto de Shakespeare nos ofrece una descarnada visión de la vida humana: << Mañana, y mañana y mañana, avanza a ese corto paso, de día a día, hasta la última sílaba del tiempo prescrito: ¡apágate, apágate, breve candela! La vida es sólo una sombra caminante, un mal actor que, durante su tiempo, se agita y se pavonea en la escena, y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, y que no significa nada. >>

Ruido y furia es lo que exhibió el que nos desgobierna en su estentórea perorata del martes pasado en el recinto de la ONU. De ella bien podría decirse lo que reza el título de otra pieza de Shakespeare: "Mucho ruido y pocas nueces".

De modo altisonante emitió un discurso tan deshilvanado como torpe, en el que profirió insultos contra el presidente norteamericano, manifestó oposición radical a su política contra las drogas, hizo declaraciones atrevidas sobre los capos mundiales del narcotráfico, defendió a la gente sencilla que realiza tareas al servicio de ellos, pidió que se procesara como criminal al presidente Trump, rechazó que al Tren de Aragua se lo asociara con la droga, insistió en que la gasolina, el carbón y el gas acabarán con la humanidad en cosa de 10 años, volvió sobre su tesis de que la cocaína hace menos daño que los hidrocarburos y se la persigue porque es producto de los pueblos del sur, se fue lanza en ristre contra Israel por el asunto de Gaza, pidió que se creara un ejército internacional para enfrentar a los israelíes, declaró el fracaso de la ONU y la diplomacia, promovió un levantamiento general de los pueblos contra el orden mundial, dictó sentencia de muerte contra el Estado Nación y deploró que según su parecer Stalin hubiera renunciado en Yalta a extender el comunismo por todo el orbe. 

Nada dijo que valiera la pena, salvo unas referencias discutibles, sobre las difíciles circunstancias en que su gobierno ha colocado a Colombia, ni sobre la necesidad que nos asiste de una razonable colaboración internacional para que dejemos de ser el primer productor mundial de cocaína, reduzcamos el tamaño de las organizaciones criminales que están invadiendo nuestro territorio y enderecemos nuestro rumbo por caminos de progreso que nos traigan prosperidad y mejoren las condiciones de vida de nuestra población. 

Tal parece que la autopercepción de su dimensión histórica no es la de un dirigente comprometido con las necesidades de su pueblo, sino la de un líder intergaláctico y un profeta apocalíptico con una mente poblada de delirios, prejuicios y fatuidades.

¡Pura bulla y oratoria barata! Pero lo más deplorable fue su tono. Ardido por la descertificación que acababa de emitirle el gobierno norteamericano por sus irrisorios logros en la lucha contra la droga, se mostró poseído por la furia, el odio, el resentimiento y un talante soberbio que lo llevaron a hablar más de sí mismo que de lo que tocaba en tan solemne ocasión. Es, en síntesis, un personaje desaforado que exhibe todos los rasgos de un energúmeno.

Para cerrar, y no precisamente con broche de oro, se hizo acreedor a la cancelación de la visa de entrada a Estados Unidos por lo que dijo en un mitin de apoyo a la causa palestina en pleno Times Square. Se le ocurrió nada menos que pedirles a los soldados norteamericanos que no obedecieran las órdenes de su comandante en jefe, el presidente Trump, en lo atañedero a una intervención en el conflicto con Israel. Pienso que esa descarada injerencia en asuntos de la política norteamericana podría configurar un delito federal cuya investigación correspondería a las autoridades de ese país. En todo caso, no me cabe duda de que es una manifestación más de indignidad para el ejercicio de la presidencia de nuestro país, que si contáramos con instrumentos eficaces de control constitucional daría pie para que el congreso lo destituyese.

Tres observaciones más, al desgaire.

La primera, el que nos desgobierna y sus agentes no han entendido lo que significa el problema mundial de la droga. Escuché al inefable Benedetti y al oscuro senador Cepeda declarar que es asunto de los norteamericanos y no nuestro. ¡Qué tal!

La segunda, el tema del conflicto entre Israel y sus vecinos es de enorme complejidad. Es posible que su gobierno se haya extralimitado en el ejercicio de su legítima defensa, pero no hay que olvidar que la consigna de Hamas y quienes lo apoyan es la destrucción del Estado israelí. Los israelíes luchan por su existencia y el modus vivendi con sus vecinos sólo mejorará cuando ellos acepten el hecho cumplido del Estado de Israel. No deja de llamar la atención que se defienda con denuedo la causa palestina y nada se diga sobre la injustificada agresión rusa contra Ucrania que ha traído consigo millares de víctimas inocentes y puesto en gravísimo peligro la paz mundial.

En fin, su declaración sobre Stalin cierra el círculo indiciario sobre la índole radicalmente comunista del que nos desgobierna. Ya había dado dos puntadas cuando en Alemania deploró la caída del muro de Berlín y en China rindió sentido homenaje a la memoria de Mao Zedong. Bien claro nos queda el saber por dónde va el agua al molino.


 

martes, 23 de septiembre de 2025

Un gobernante cazurro

Leo en una de las notas a "Los Sueños de Luciano Pulgar" que el vocablo cazurro se aplica a alguien que es persona insociable, montaraz, rústica, de modales toscos (T. I, pág. 559).

Tal como se advierte en las películas norteamericanas, cualquier parecido de una persona que ostenta esas características con el "okupa" de la Casa de Nariño es mera coincidencia.

Para nuestro infortunio, quien ejerce hoy el cargo de primer magistrado de la nación se caracteriza por su completa falta de decoro. Su grosería no tiene antecedentes en la historia colombiana. Son muchos los eventos que podrían dar lugar a que se lo destituyese a causa de indignidad por mala conducta, según el artículo 175 de la Constitución, pero ello tendría que pasar primero por la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes, que según denuncia del representante Hernán Cadavid ha sido atrapada por las huestes gubernamentales y carece, por ende, de toda voluntad para cumplir con su deber de velar por el cumplimiento de sus deberes.

Es importante recordar, a propósito de ello, la diferencia que media entre el poder y la autoridad. El primero es meramente un hecho que consiste en la capacidad de hacerse obedecer de grado o por fuerza por otros. La autoridad es una nota por así decirlo espiritual que rodea el ejercicio del poder al hacerlo respetable y digno, en consecuencia, del reconocimiento de los llamados a sujetarse a sus designios.

Pues bien, uno de los dramas de nuestra situación política reside en que el titular de la presidencia no ha sabido ganarse el respeto de la ciudadanía, que lo considera, como alguien anotó, "arrogante, ignorante e incompetente". Sus exabruptos lo han convertido en objeto de burla aquí y acullá, hasta el punto de que hay humoristas que hacen su agosto imitando sus gestos torpes y mofándose de sus insensateces.

Una publicación reciente de la universidad Eafit plantea el interrogante acerca de si asistimos a una crisis de la democracia.

Observando lo que hoy nos acontece, la respuesta no puede ser otra que, en efecto, sí asistimos a una crisis de nuestro sistema democrático. Sólo por ello un individuo del deplorable jaez de quien nos desgobierna ha podido llegar a la cúspide del poder en este país. 

Hay muchas explicaciones plausibles para tratar de entender este deterioro y se hace menester considerarlas cuidadosamente con miras a superar las causas que lo han producido e introducir los correctivos pertinentes.

Los críticos de la democracia, comenzando por Platón, han señalado su tendencia a la nivelación por lo bajo que abre espacios para que triunfen los peores. Según ellos, la democracia tiende a convertirse en oclocracia, que es la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso que ejerce un despotismo del tropel que no puede identificarse con el gobierno legítimo de un pueblo, según lo define el filósofo escocés James Makintosh. 

Ese descensus ad inferus no es inevitable, siempre y cuando obren los filtros necesarios para impedir el ascenso de los peores.

Desafortunadamente, entre nosotros esos filtros no han obrado. El que hoy nos desgobierna no habría podido llegar a la presidencia y ni siquiera al congreso o a la alcaldía de Bogotá, pues estuvo en la cárcel condenado por sentencia judicial relativa a delitos comunes, según lo dispuesto por el artículo 179-1 y concordantes de la Constitución Política. Pero cuando alguien demandó alguna elección suya, no pudo demostrarlo porque el documento original del fallo condenatorio había desaparecido del expediente, como por arte de bibibirloque. El que lo sustrajo incurrió presumiblemente en un delito de falsedad documental que nadie quiso que se investigara.

La crisis de nuestra democracia involucra muchos aspectos éticos que hacen pensar en la preocupación de Bolívar por introducir en la Constitución un poder moral. No resulta fácil configurarlo, pero de algún modo debería considerarse la necesidad de impedir la degradación de nuestras instituciones.

martes, 16 de septiembre de 2025

Imposturas históricas

Hace años estuve de paso por San Cristóbal en Venezuela y me llamó la atención que en cada esquina había una placa con algún pensamiento de Bolívar. Mi cicerone me advirtió que al pasar frente a esas leyendas tocaba quitarme la gorra que llevaba puesta, pues de lo contrario podría tener problemas con la autoridad.

Ello significa que en nuestro vecino país hay una mística bolivariana que de seguro se ha cultivado celosamente a lo largo de muchos años y de la cual se aprovechó el finado Chávez para ganar adeptos para su causa. De ahí que la Constitución que promovió le cambiara el nombre a su Estado para imponer el de República Bolivariana de Venezuela.

No sucede lo mismo entre nosotros. Desde que se eliminó en el pénsum educativo la asignatura de Historia Patria para sustituirla por la de Sociales. nuestra conciencia histórica ha venido haciéndose cada más difusa, de suerte que el hecho de esgrimir en la plaza pública la espada de Bolívar o enarbolar su ominosa bandera de guerra a muerte poco o nada pulsan las fibras emocionales de la entraña popular, máxime si quien lo hace suscita la ya desuetas consignas del materialismo histórico y deja la impresión de ser un zarrapastroso cómico de la legua que ni siquiera hace reír con sus desatinos.

Es lástima que en lugar de acudir a la historia para elaborar un ponderado inventario de lo que nuestras comunidades han edificado a lo largo de muchas generaciones, con sus logros pero también con sus errores, desde el alto gobierno se pretenda inocular en la mente de nuestros conciudadanos una visión sesgada y desde luego mentirosa de nuestro devenir.

En otras épocas, en esa visión predominaban lo que en un ensayo célebre denominó Alfonso López Michelsen como "el prejuicio antiespañol", así como concepciones encontradas acerca de las disputas entre liberales y conservadores. Pero en los últimos tiempos, debido en buena parte a la superación de los odios partidistas por obra del Frente Nacional y sobre todo a la influencia marxista tanto en la educación pública como en la privada, nuestra cultura se ha visto impregnada de las categorías ya obsoletas del materialismo histórico.

Invocando esas categorías, nuestra historia suele describirse como un largo decurso de arbitrariedades, embustes y expoliaciones de parte de elites que han oprimido a las masas, sujetándolas a su imperio con el propósito exclusivo de enriquecerse a costa de la miseria popular. Los desvaríos de las oligarquías de que hablaba Gaitán y que ahora vuelve a traer a colación el que nos desgobierna suministran el leitmotiv adecuado para entender los procesos que han desembocado en el tiempo presente.

Sin desconocer los méritos literarios de Gabriel García Márquez, hay que observar que su formación ideológica era más bien superficial, por no decir precaria. Sus "Cien Años de Soledad" se lee de corrido y así lo hice cuando salió la primera edición hace ya muchos años. Es, a no dudarlo, un escrito fascinante. Pero asignarle la condición de clave interpretativa de nuestra historia es, por lo menos, desmesurado.

La historia es algo muchísimo más complejo y no admite el simplismo para su comprensión. Recuerdo a propósito de ello que Raymond Aron sintetizaba un texto célebre de Spinoza diciendo que en materia histórica no debemos aplaudir ni deplorar, sino comprender. Y el método de la comprensión aconseja examinar las situaciones dentro de sus respectivos contextos, ponderando los valores que entran en juego en cada circunstancia.

No podemos juzgar las condiciones de la Colombia de hoy a partir de las que reinaban hace medio siglo y muchísimo menos las de años atrás. Son muchos los cambios, unos positivos y otros negativos, que me ha tocado observar a lo largo de mi ya muy avanzada edad. 

A mis discípulos solía recomendarles que compararan su situación con la de sus padres y la de los demás antepasados. Hay datos sociológicos muy significativos. Por ejemplo, todavía a mediados del siglo XX la población rural superaba a la urbana, mientras que hoy se ha invertido la proporción. Si no ando mal en mis cuentas, ahora la población urbana podría ascender a un 75% del total y la campesina, a un 25 %. Cuando se puso en marcha el ICSS, el promedio de vida ascendía más o menos a 50 años, mientras que hoy pasa sobrado de los 70. Cuando entré a la universidad en 1961 había en mi clase 6 mujeres y más de 25 hombres. El total de mujeres en la Facultad de Derecho se contaba con los dedos de las manos. Un tiempo después, cuando ya era profesor, en mis cursos era frecuente que la mitad e incluso más de mis alumnos fueran mujeres, muchas de ellas sobresalientes y más aprovechadas que sus condiscípulos varones. En el censo de 1951 Bogotá arrojó unos 650.000 habitantes, mientras que Medellín mostró unos 450.000. Hoy esas cifras se han multiplicado con creces. Lo anterior, para no mencionar los cambios culturales que, para bien o para mal, hemos experimentado tan solo durante el último medio siglo. Hace seis años sufrí el embate de dos cánceres simultáneos y diferentes que en otras épocas me habrían llevado a la tumba, pero fueron tratados exitosamente gracias a los progresos de nuestra medicina.

La nuestra no es una sociedad paralizada en el tiempo. Por el contrario, es muy dinámica. Hay en ella problemas no resueltos de vieja data y otros nuevos. Es mucho lo que debe hacerse para mejorar las condiciones de vida de la población, pero es una impostura histórica afirmar que nada hemos progresado y nos mantenemos sumergidos en el inmovilismo de los Buendía, condenados a cien años de soledad.



jueves, 11 de septiembre de 2025

Contrastes

"In my solitude", como reza una célebre creación de Duke Ellington, me deleito leyendo "Los Sueños de Luciano Pulgar", en los que don Marco Fidel Suárez desahogó las tristezas que lo agobiaron al término de su fecunda existencia.

No puedo dejar de comparar la suerte suya con la del expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien ha sido víctima del feroz encono de sus enemigos políticos. 

A don Marco, el "presidente paria", tal como él mismo se definía, lo persiguieron con sevicia por haber empeñado el dinero de sus gastos de representación para obtener un préstamo con el que quería  sufragar el costo de repatriación de los restos de su hijo fallecido en Estados Unidos, víctima según se dice de la epidemia de gripe española que asoló a la humanidad al término de la Primera Guerra Mundial. No cabe duda, era un presidente pobre y "varón de dolores", según su propio calificativo. Es posible que se lo atacara en el fondo por la defensa que hacía del tratado con los Estados Unidos para finiquitar la punzante cuestión panameña. He leído que renunció a la presidencia precisamente para facilitar la aprobación del tratado por parte del congreso colombiano. Lo cierto es que le llovieron denuestos, promovidos, según sus palabras, por quienes llamaba sus "euménides", facción animada por una dupla que dio mucho de qué hablar en los años posteriores, la que integraban los entonces representantes Alfonso López Pumarejo y Laureano Gómez Castro, que eran entrañables amigos por esos días y después se convirtieron en ásperos contradictores. Según leí hace tiempos en Vanguardia Liberal, Laureano Gómez se sintió traicionado por Alfonso López porque facilitó la elección presidencial de éste en 1934 al promover la abstención conservadora, se supone que a cambio de que López diera vía libre a la aspiración de Gómez para sucederlo en 1938. Es un capítulo poco explorado de nuestra trajinada historia política.

Lo de Uribe Vélez es diferente. Los "Demonios del Rencor" que según escribí hace algún tiempo lo atosigan sin descanso no son otros que los comunistas y sus compañeros de ruta que vieron frustrados sus atroces designios totalitarios y liberticidas por le entereza con que los enfrentó y acorraló cuando ejerció la presidencia. Si alguien en nuestra historia merece que se lo considere dentro de la estirpe de nuestros libertadores, es él precisamente. Por eso, muchos lo consideramos como el "Gran Colombiano". Terminó su mandato con un elevadísimo grado de apoyo popular, lo que no le perdonan sus vengativas "euménides". Buscando defenderse de sus demoníacas asechanzas, dio pie para que le abrieran un proceso que ha suscitado profundas dudas sobre la imparcialidad de nuestro sistema judicial.

"La Historia es trágica", decía Raymond Aron, a cuyo lúcido intelecto no ceso de rendirle incesante tributo de admiración. Recordemos el deplorable final de Bolívar y los vaivenes de su imagen en la memoria de los pueblos por los que combatió. De la cima a la sima sólo hay un salto.

Pero el contraste que ahora deseo resaltar es otro, el que ofrece la figura de héroe trágico de don Marco Fidel Suárez frente a la del histrión que para colmo de nuestros males nos desgobierna en estos momentos aciagos. Uno y otro nacieron en medios humildes y conocieron los rigores de la pobreza en sus primeros años. El primero fue ascendiendo gracias a su talento y su espíritu de superación, ganándose el respeto de los sectores dirigentes por sus admirables condiciones personales e intelectuales. "Los Sueños de Luciano Pulgar" que ahora acompañan mis soledades son una obra maestra de buen decir, de erudición, de elevada espiritualidad, de patriotismo insomne. ¡Qué distancia abismal lo separa del personaje tan turbio como tosco y repelente que ocupa hoy el solio de Bolívar! ¡Cuánta diferencia separa la prosa exquisita, digna de un clásico de la lengua castellana, con que nos nutre don Marco, del discurso y los graznidos, que no trinos, del espurio e indigno habitante de la Casa de Nariño, que en lugar de formarse en la cercanía de Dios cayó desde joven en los albañales del materialismo histórico y so pretexto de rebelarse contra lo que consideraba un orden tiránico se hizo   cómplice de aterradores delitos que François Roger Cavard ha denunciado ante instancias internacionales, de los que no ha mostrado signo alguno de arrepentimiento. Por el contrario, ha resuelto enarbolar de nuevo la atroz bandera de la guerra a muerte que enloda la memoria de Bolívar y la del siniestro M 19, causante del horrendo Holocausto del Palacio de Justicia.

Cuando era canciller del gobierno de Eduardo Santos, el célebre profesor López de Mesa proclamaba con cierte ingenuidad que Colombia era una potencia moral, si se la comparaba con el resto de América Latina, en donde reinaban dictaduras que inspiraron a Germán Arciniegas para escribir su libro "Entre la Libertad y el Miedo". Hoy, debido al que nos desgobierna, corremos el riesgo de convertirnos en un narcoestado. Como lo escribí no hace mucho, sufrimos la letal amenaza de cuatro terribles flagelos: el comunismo, la anarquía, la corrupción y la dictadura.

Don Marco Fidel Suárez afirmaba que Colombia era tierra estéril para las dictaduras. Hoy no podemos suscribir sin reservas tan tajante enunciado.

viernes, 5 de septiembre de 2025

Las Cuentas de la Lechona

Ha escrito en su cuenta de X el que nos desgobierna que en la feria del futuro de Osaka, a la que está asistiendo en Japón, se han vendido 10 millones de toneladas de lechona tolimense, el plato más famoso de la feria, más apetecido que el sandwich, la hamburguesa o el perro caliente. Al "estand" (sic) de nuestro país afirma que han entrado 1.300.000 millones de visitantes, lo que justifica de sobra el gasto en que se incurrió para instalarlo (vid. Le piden a Petro que le ‘baje’ al café, tras decir que 10 millones de toneladas de lechona han sido vendidas en la feria de Japón: “¿De verdad?").

La enormidad del despropósito de estas fantasiosas cifras pone de manifiesto las anomalías mentales de quien hoy nos representa haciendo el ridículo ante propios y extraños.

Razón de sobra tienen los facultativos que hace poco le pidieron al Senado que se pronuncie sobre la incapacidad física permanente que él padece como resultado de su desajuste psíquico. Como lo he sostenido en varias oportunidades, si la mente gobierna el cuerpo, su perturbación de hecho permanente determina la ineptitud física para el ejercicio del cargo más alto dentro del Estado.

A ello debe agregarse el comportamiento indigno en que reiteradamente incurre, que debería dar lugar a que el Congreso ejerciera el control político que le asigna la Constitución, en orden a separarlo de la Primera Magistratura.

El episodio más reciente de ese comportamiento impropio fue su reacción contra el Senado por haber elegido para la Corte Constitucional a Carlos Camargo, a quien calificó de corrupto y representante del fascismo, todo ello porque la aspirante que promovía resultó derrotada, no por ser negra ni mujer como lo alega, sino porque él pretendía imponerla para tomar el control de dicho organismo.

Muchos le recuerdan que como presidente simboliza la unidad nacional y no le es dado promover odio ni división entre los colombianos, ni muchísimo menos la lucha de clases que, como discípulo confeso de Marx, cree ilusoriamente que es el camino adecuado para que la sociedad progrese hacia un orden más justo.

El ordenamiento jurídico de la Constitución reposa en últimas sobre una regla no escrita, pero indispensable para que la organización del poder funcione como es debido. Se trata del respeto por las formas de convivencia civilizada entre los titulares de los altos órganos del Estado. Son las reglas de urbanidad, de cortesía, de buena educación, llamadas a limar las asperezas a que es proclive la controversia política.

El actual ocupante de la Casa de Nariño desafía cotidianamente esas reglas que facilitan la colaboración armónica que la Constitución ordena para facilitar el cumplimiento de los fines del Estado. Con sus impromptus irresponsables, la discrepancia respetuosa se sustituye por el insulto, la injuria, la calumnia, la mentira, la denuncia sin respaldo probatorio alguno y hasta la incitación a la violencia que entraña la traída a cuento del episodio más oscuro de la trayectoria del Libertador, la tristemente célebre "Guerra a Muerte". Agitar esa innoble bandera bajo la amenazante consigna de "Libertad o Muerte" siembra semillas de discordia que tarde o temprano germinarán en acciones violentas.

Aunque el período presidencial en curso ya parece tocar a su fin, al Congreso le toca como deber ineludible ejercer el control político para ponerle freno a este turbulento desmadre provocado por una mente enferma, que según los facultativos que piden que el Senado lo investigue, se aloja en un "cerebro podrido".

La proximidad de las elecciones que deberán celebrarse en el primer semestre del año entrante aconseja a la ciudadanía para que medite sobre la trascendencia del voto que habrá de emitirse en aquéllas. Las diferencias de opinión son naturales y necesarias en una democracia, pero ésta debe evitar los dirigentes tóxicos que envenenan el ambiente y perturban el orden social.



domingo, 31 de agosto de 2025

Hacia ti va mi alma

Así titula un precioso vals de Lucero Villegas que inmortalizó Roberto Firpo con su cuarteto (vid. https://www.youtube.com/watch?v=fX65oDqvr9U). Es una pieza sencilla, pero llena de encanto y de ternura que ensalza el amor, no el apetito venéreo avasallador y destructivo que loa el sujeto rastrero y disoluto que nos desgobierna, sino esa egregia disposición espiritual que nos liga con seres escogidos, pero también en general con nuestros semejantes, con el mundo que nos rodea y, en últimas, con Dios, nuestro Alfa y Omega.

Esa apertura del alma hacia lo que no es ella dio lugar a la intencionalidad de que hablaban los filósofos medievales, concepto que fue rescatado siglos después por la filosofía contemporánea a partir de Franz Brentano y de Edmond Husserl, el padre de la fenomenología, uno de los siete filósofos judíos que encontraron a Cristo (vid. https://www.bibliothecasefarad.com/listado-de-libros/siete-filosofos-judios-encuentran-a-cristo/).

La disposición amorosa del alma es tema central del pensamiento cristiano. La exalta sobre todo el Evangelio de san Juan y encuentra una primorosa referencia en el Himno al Amor que compuso san Pablo en su primera epístola a los corintios (vid.HIMNO AL AMOR: 1 Cor 13 (1ª de 6) – bibliayvida.com ). El amor nos viene de Dios y hacia Él nos conduce. Es lo que proclama san Agustín en sus Confesiones (vid. «Tarde te amé»: Las Confesiones de S. Agustín y Sta. Teresa – Teresa, de la rueca a la pluma). 

Cito de memoria a Dostoiewski en palabras que en "Los Hermanos Karamazov" pone en labios del stáretz Zósima: "Ame, ame profundamente, hasta el exceso; no le quedará duda entonces de la existencia de Dios".

Nuestra racionalidad ordinaria está encerrada dentro de los límites de la experiencia sensorial. Pero hay en nuestro espíritu una facultad que nos lleva a trascender ese cerco, lo que Bergson llamaba la intuición y, más concretamente, la mística, que el célebre filósofo francés ponderaba en grandes santos del siglo de oro español como santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz. Son las razones del corazón, de que hablaba Pascal.

Anoche asistí gracias a Youtube a la transmisión que desde el teatro Colón se efectuó de la novena sinfonia de Mahler, interpretada magistralmente por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Es una composición compleja que exige escucha cuidadosa y culmina con un adagio sublime que los comentaristas consideran como el adiós a la vida terrenal por parte de quien ya contemplaba en su horizonte la cercanía de la muerte. Es el canto de un alma que alza su vuelo hacia la trascendencia, vale decir, la cercanía de Dios. Vid. https://www.bing.com/videos/riverview/relatedvideo?&q=Orquesta+Filarm%c3%b3nica+de+Buenos+Aires&&mid=9D2232475D3773A43BA49D2232475D3773A43BA4&&FORM=VRDGAR

Hace años vi una película que me produjo profunda impresión: "El Secreto de Beethoven" (vid. https://www.bing.com/videos/riverview/relatedvideo?q=o+segredo+de+beethoven+filme+completo+dublado&&mid=1F43927313ADA28D8F251F43927313ADA28D8F25&FORM=VAMGZC). Según su trama, los enigmáticos cuartetos finales para cuerda del genio de Bonn guiaban su alma hacia Dios. A Él estaban dedicados. Hacia Él lo conducían.

Como lo enseña san Pablo, ese anhelo de lo infinito nos viene de Dios y nos traza el camino que hacia Él nos conduce. Perseverar en ello es tema de mi oración cotidiana.


miércoles, 13 de agosto de 2025

La Relaciones Peligrosas

Echo mano del título de la célebre y escandalosa novela de Choderlos de Laclos para referirme al ominoso contubernio de nuestro líder intergaláctico y profeta apocalíptico con la dictadura que oprime a nuestro hermano pueblo de Venezuela.

Los mensajes de apoyo a Maduro nos crean una situación difícil con Estados Unidos, cuyo gobierno lo considera peor que Bin Laden para su seguridad, motivo por el cual se ha ofrecido una recompensa de US$ 50.000.000 para quien ayude a capturarlo. El reclamo en contra suya no procede sólo del gobierno norteamericano, sino también de autoridades judiciales que lo acusan de encabezar el "Cártel de los Soles" que ha inundado de cocaína el territorio norteamericano. A Maduro se lo acusa, además, de reprimir a su pueblo cometiendo incontables crímenes de lesa humanidad que lo han puesto en la mira de la justicia penal internacional. Es un hecho notorio que se robó las elecciones de hace un año, en las que quedó demostrado el triunfo de la oposición que lideraban el candidato González Urrutia y la heroína Machado.

El gobierno norteamericano acaba de autorizar operaciones militares contra ese régimen, como también contra las organizaciones de delincuentes responsables del narcotráfico que afecta a su país y desde luego al nuestro. Dentro de esas organizaciones se cuentan el ELN, los sucedáneos de las Farc, el Clan del Golfo y demás narcotraficantes con quienes el desgobierno colombiano adelanta una imposible política dizque de "Paz Total", que no significa otra cosa que la claudicación ante el crimen.

En los Estados Unidos se considera que el régimen de Maduro y sus secuaces ha convertido a Venezuela en un Narcoestado que entraña graves peligros para la seguridad hemisférica. Ellos no representan al "bravo pueblo" que lideró nuestra independencia respecto de España, pues lo han sumido en la miseria y lo sujetan mediante el terror. Aliarnos con ese régimen nos liga a su suerte, que ya está echada en lo que concierne a las relaciones con el poderosísimo país del Norte.

El famoso politólogo Carl Schmitt consideraba que la política se rige por el dualismo amigo-enemigo. Se la hace, en efecto, con los amigos y en contra de los enemigos, de lo que se sigue aquello de que el amigo de mi enemigo es mi enemigo y el enemigo de mi enemigo puede ser mi amigo. Acercarnos a la dictadura venezolana nos convierte en amigos suyos y, en consecuencia, en enemigos de Estados Unidos.

Es un paso de muy inquietantes consecuencia para nosotros. Del "respice polum" que predicaba don Marco Fidel Suárez y orientó nuestra política exterior a lo largo de muchos años a pesar de ciertos intentos de alejamiento, estamos pasando a una política de confrontación y desafío que para nada nos conviene. 

El que nos desgobierna va cada vez más destapando las cartas que mantenía mal que bien escondidas. Ya no sólo declara su pesadumbre por la caída del Muro de Berlín y su devoción por Mao, sino que se declara lector impenitente de Marx, cuyos escritos declara haber devorado en su totalidad y subrayado para compartirlos con su amigote, el actor porno que acaba de nombrar como ministro de la Igualdad. Otra que destapa es la que Goethe describiría como una de sus afinidades electivas. Ya nos dio alguna pista sobre lo que hizo con tan desaconsejable compañía en el Bois de Boulogne a propósito de sus saturnales parisienses.

Hay que reiterar que con el que nos desgobierna a la cabeza vienen momentos cruciales para Colombia, que tendrá que elegir entre el comunismo que ofrece el Pacto Histórico y la democracia liberal que no obstante sus deficiencias nos ha regido a lo largo de dos siglos. El imperativo de la hora presente es forjar la unidad para preservarnos del totalitarismo comunista.

lunes, 11 de agosto de 2025

Cuando el dolor hiere el alma

 Acaba de fallecer el senador Miguel Uribe Turbay, vícitima de un alevoso atentado que lo tuvo a lo largo de dos meses entre la vida y la muerte.

Era un joven que exhibía una carrera política fulgurante. Todo lo señalaaba como muy probable triunfador en la elección presidencial del año próximo. Los que urdieron su desaparición tenían claridad meridiana sobre lo que Miguel representaba para el futuro de Colombia. En él se vislumbraba una luz de esperanza para esta patria que hoy padece los rigores de un ominoso desgobierno. 

¿Quiénes fueron? La pregunta es incisiva y recorre todos los espacios de nuestra geografía. Ya se sabe de algunos autores materiales, pero queda la incógnita acerca de la identidad de sus patrocinadores.

Ciertos indicios apuntan hacia alguna de las facciones de las Farc, organización terrorista que no desapareció con el acuerdo que se hizo con Santos y ha revivido a través de varios grupos, entre ellos el que se dice que lidera el tenebroso Iván Márquez, uno de los principales negociadores del fementido acuerdo de paz que le mereció a Santos el galardón del Premio Nobel. Esa facción, como también el ELN, está protegida por el régimen dictatorial que impera en Venezuela, lo que hace pensar que el atentado contra el senador Uribe pudo contar con su patrocinio.

¿Qué decir del que nos desgobierna? Su comportamiento después del atentado no deja de ser desconcertante. La primera reacción consistió en decir que la vçtima había sido un árabe, al que le dedicó algunas palabras extraídas al parecer de dicho idioma. Después, sus turiferarios se aplicaron a afirmar que se estaba distorsionando la gravedad del asunto y el propio inquilino de la Casa de Nariño  manifestó que no podía hablarse ahí de un crimen político, dando a entender con ello que tras el atentado podría haber motivos personales.

Un goberante honorable habría reaccionado de distinto modo frente al ataque contra el que quizás podría haber sido el principal vocero de la oposición en los próximos comicios. Pero desear una reacción elegante de parte de un sujeto soez como pocos equivale a pedirle peras al olmo.

No cabe duda de que la intemperancia de que ha dado muestras fehacientes este desgobierno ha abonado el terreno para perseguir de modo inclemente e incluso violento a la oposición. El sujeto de marras bien podría exclamar, parafraseando a don Juan Montalvo a propósito del crimen contra Gabriel García Moreno en Ecuador, "lo mataron mis graznidos, que no trinos en X".

Ahora bien, ahora que van apareciendo indicios acerca de la posible responsabilidad del régimen venezolano en la muerte del senador Uribe, nuestro desgobierno cierra filas en torno de unos vecinos que el gobierno y la justicia de Estados Unidos consideran como de la más baja estofa. No cabe duda: los hechos recientes nos ubican dentro del mismo nivel. Colombia ha dejado de ser la potencia moral de que alguna vez hablaba con desmesura el profesor López de Mesa, para ingresar a la deplorable condición de los Estados parias que sólo merecen menosprecio de parte de la comunidad de naciones civilizadas.

Duele admitir que las furias del Averno se han coaligado en contra nuestra. Quizás haya que darles la razón al Director del Centro Cultural Cruzada y a María Andrea Nieto cuando sostienen no sólo que hay vínculos del que nos desgobierna con la santería que tanto influye en Haití, Cuba, Nicaragua y Venezuela, sino que el que nos desgobierna tal vez sea sacerdote de Changó. Suelo afirmar que exhibe todas las trazas de un endemoniado.

Bien sabido es que la fe se robustece alimentada con la sangre de los mártires. Miguel Uribe ya integra esa estirpe sacrosanta. Su devoción por esta sufrida patria ha de estimular a a otros para que sigan su ejemplo y ayuden a enderezar el mal rumbo a través del que quien nos desgobierna parece llevarnos a un despeñadero.

Que Dios lo tenga en su gloria, les dé a los suyos cristiana resignación y anime a los que decidan seguir sus huellas para que se esmeren en bien de nuestra amada Colombia. Padecemos la desazón de una mala hora, pero no podemos perder la esperanza de que vendrán para nosotros tiempos mejores.



























sábado, 2 de agosto de 2025

Cruel Incertidumbre

Ciñéndonos a las reglas, bien podríamos afirmar que la sentencia condenatoria de la juez en contra del expresidente Uribe, así fuere susceptible de glosas de diversa índole, resultó de su ponderado y reflexivo examen acerca de los hechos probados en el expediente y las consecuencias jurídicas de los mismos.

Pero ¿qué tal si los dos severos golpes que ha sufrido últimamente el Centro Democrático, el atentado contra el senador Uribe y el fallo contra el expresidente Uribe, fueron producto de una oscura conspiración urdida para debilitar a la principal fuerza de oposición contra el desgobierno comunista que hoy nos controla a los colombianos?

A partir de denuncias creíbles, se piensa que hay una superestructura denominada como el Partido Comunista Clandestino o PC3, que de hecho incide decisivamente en sectores influyentes de la vida nacional, incluso en los que podría pensarse que el dominio extremista no podría tener cabida. Al asunto se refiere un texto del libro "Me niego a arrodillarme", del coronel Hernán Mejía Gutiérrez, que nadie se ha atrevido a desmentir.

Que quien ocupa hoy el cargo de presidente de Colombia es un comunista recalcitrante, es asunto que está por fuera de debate, pues ha dado muestras fehacientes de ello. Y ya se sabe que el más conspicuo de sus adláteres es el senador Cepeda, hijo de comunistas, formado detrás de la Cortina de Hierro y quizás estalinista él mismo.

Cepeda exhibe como trofeo la condena del expresidente y ha dicho que está pensando en una posible candidatura presidencial del Pacto Histórico, que los extremistas ven viable habida consideración de que ninguno de los que aspiran a ella parece suscitar entusiasmo entre los votantes.

No hay que olvidar que los comunistas controlan a Asonal Judicial y Fecode, amén de otras centrales sindicales, y son duchos en toda clase de maquinaciones oscuras, como las que ejercieron para afianzar el poder soviético en Europa oriental.

Cuando se los acusa, se defienden invocando el macartismo de sus opositores. Con todo, la experiencia demuestra que no cabe fiarse de los comunistas, porque su moral les indica que es admisible todo aquello que favorezca los propósitos de la revolución contra los órdenes establecidos.

Quizás nunca sepamos, como reza un verso de Cadícamo, qué mano huesuda fue hilando nuestros males, pero no sobra preguntarse sobre ello y emprender las investigaciones acerca de si hubo o no intereses políticos detrás del fallo condenatorio contra el expresidente Uribe.

Que dicho fallo ha suscitado consecuencias políticas, no cabe duda alguna. Ha excitado a los comunistas que ahora promueven la candidatura presidencial del senador Cepeda, pero atemoriza a los sectores de opinión que piensan que es un hito más en el curso que nos conduce hacia la consolidación del poder comunista que se disfraza de progresista y justiciero.

No cabe duda: el futuro de nuestro país es lóbrego,


martes, 29 de julio de 2025

Creo en la inocencia de Uribe

Como he sido juez y, en consecuencia, víctima de ataques mal intencionados, no entraré a cuestionar a la funcionaria que emitió fallo condenatorio contra el expresidente Uribe Vélez. Supongo que decidió a su leal saber y entender sobre tan proceloso asunto. No me gusta pronunciarme sobre expedientes que no conozco en detalle y entiendo que en un caso como el de marras son muchos los temas de reflexión que se suscitan tanto en los hechos como en el derecho. La labor del juez es difícil a más no poder, máxime si hay que formarse criterio sobre un expediente abultadísimo. Afortunadamente su decisión está sometida a escrutinio profesional por la Sala de Decisión del Tribunal Superior de Bogotá y quizás llegue hasta la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia.

A lo largo de los últimos meses no pude entender por qué el debate probatorio se extendió a innumerables cuestiones que a mi juicio se alejaban de las dos centrales, a saber. a) las relaciones del expresidente Uribe con su apoderado Cadena; b) las gestiones que éste adelantó con supuestos testigos a cuya retractación se aspiraba.

Todo parece dar a entender que Cadena obró sin las debidas precauciones en su trato con ellos, desbordando quizás el encargo que se le había encomendado. Pero el tema de fondo es si en el expediente media prueba plena acerca de si el expresidente Uribe autorizó expresa o implícitamente esos desbordamientos, o los ordenó.

Supongo que la juez llegó a la conclusión afirmativa a partir de la prueba indiciaria, porque no creo que en parte alguna el expresidente se hubiera salido de la regla que él mismo trazó consistente en que los testigos, sin amenazas ni prebendas, se acogieran a decir nada más que la verdad.

Ahora bien, ese medio de prueba es de muy difícil manejo en la mayoría de los casos, salvo que se esté en presencia de indicios necesarios, Por consiguiente, su evaluación reviste severa complejidad y si no suscita una fuerte convicción y deja dudas, hay que acudir al sapientísimo adagio que reza "in dubio pro reo". Vale decir, en caso de duda razonable sobre el alcance de un medio de prueba, el caso debe resolverse en favor del acusado.

Son, además, muchos los indicios que lo favorecen, pues militan testimonios más que valederos acerca de la honestidad que ha presidido tanto sus actuaciones públicas como las privadas. En lo que conozco de él, no puedo advertir sino rasgos de una personalidad egregia que de ningún modo estaría dispuesta a prestarse a maniobras torticeras.

No podría decir lo mismo acerca de muchos de quienes lo combaten y persiguen.

En escrito sobre el fatídico sino de Cristóbal Colón, en el que sin querer presagiaba el infortunio personal en la postrimería de su vida, don Marco Fidel Suárez escribió:

"...el campo al que el almirante dirigía su actividad era el campo de la política, tierra donde se fermentan todas las pasiones y donde se crían las plantas más venenosas. La envidia, la venganza, la ingratitud, la codicia, la calumnia, cuanto guarda de peor el corazón, prospera en ese campo, donde no se presenta al espíritu sino la contemplación de la miserable naturaleza humana, que sólo sobrenaturalmente puede amarse" (Suárez Marco Fidel, Obras, Tomo I, pág. 856, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1958).

Bien hace el Gran Colombiano, así reconocido por sus compatriotas, en buscar el refugio de la fe en estos momentos aciagos para él y los suyos. Los pasajes de la carta de San Juan que hoy se lee en las celebraciones eucarísticas le ofrecen el consuelo que su alma injustamente lastimada anhela. Ruego que Dios lo bendiga y proteja.

sábado, 19 de julio de 2025

Una Historia Tenebrosa

Así titula el excelente libro que publicó hace años Adelina Covo acerca de los pormenores del asesinato del general Rafael Uribe Uribe. 

El libro se lee como una fascinante novela, que desde cierto punto de vista lo es, dado que formula hipótesis que ameritan mejor sustento probatorio y ofrece diálogos que sin duda son imaginarios, aunque verosímiles.

El respaldo documental sobre la conjura que acabó con la vida del caudillo liberal aparece principalmente en el libro de Marco Tulio Anzola Samper que lleva por título "Asesinato de Rafael Uribe Uribe ¿Quiénes son?", que la Academia Antioqueña de historia dará a conocer el próximo jueves en evento que tendrá lugar en el Palacio de la Cultura que en Medellín lleva el nombre del malogrado General.

Las versiones que la historia oficial dio a conocer a partir de la investigación que se llevó a cabo indicaron que el crimen había sido cometido por iniciativa propia de Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, dos artesanos que alegaron sentirse perjudicados por la acción política del líder liberal que había apoyado la elección del conservador José Vicente Concha para el período presidencial de 1914 a 1918 y probablemente habría ganado las elecciones que se celebrarían en este último año.

El libro de Anzola demuestra a las claras que la investigación del caso se efectuó de modo torticero para centrar la responsabilidad exclusiva del crimen en los dos citados y excluir la participación de terceros, tanto en la autoría material como en la intelectual. 

Habida consideración de los sesgos que desde un principio se notaron, la familia del occiso le pidió a Anzola que adelantara su propia investigación, cuyos resultados obran el libro en mención. La suerte que corrió el esfuerzo es escandalosa, pues el libro no llegó al público, dado que los interesados en ocultar sus revelaciones lo recogieron. Pero como un ejemplar llegó a la biblioteca de una universidad en Illinois, los descendientes del General lograron rescatarlo hace poco y organizar la publicación a la que me estoy refiriendo. Anzola tuvo que irse del país por el peligro que lo acechaba.

El investigador oficial del crimen desechó de entrada los testimonios que daban cuenta de un tercer copartícipe que golpeó a la víctima con una manopla para debilitarlo y facilitar así los hachazos que le ocasionaron heridas letales. De ahí en adelante, todo se centró en las acciones de Galarza y Carvajal, con prescindencia de lo que pudiera incriminar a terceros. Aunque fueron condenados por la justicia, el trato que recibieron en la cárcel produciría hoy la envidia de los que gozan de los privilegios del estrato seis en La Picota.

Los autores intelectuales eran nada menos que altos funcionarios de la Policía: Salomón Correal y Pedro León Acosta. Violando claras disposiciones legales, Correal asumió fraudulentamente la instrucción del caso, dizque autorizado por el presidente Concha. Toda la actuación procesal resultó entonces, como lo acusa el libro de Adelina Covo, aterradora.

Quiénes estaban detrás de Correal y Acosta, dos tenebrosos sujetos que contaban con pésimos antecedentes, es asunto que amerita un análisis más profundo. El libro de Adelina Covo apunta hacia los jesuítas y, en últimas, al Arzobispo Herrera Restrepo. No faltan los que sindican a dirigentes conservadores, republicanos e incluso liberales de haber participado en la conjura. Hace tiempos leí que Julián Uribe Uribe, hermano del General, involucraba en ella a importantes periodistas.

Yo tenía un concepto favorable acerca de Concha y Abadía Méndez, pero lo que cuenta Adelina Covo acerca de sus actuaciones lo debilita sensiblemente. Crece, en cambio, mi opinión acerca de don Marco Fidel Suárez, que no se prestó a las componendas que torcieron las conclusiones del caso.

Aunque el asesinato del General ocurrió en 1914, el hecho cobra actualidad en torno del vil atentado que tiene entre la vida y la muerte a Miguel Uribe Turbay, cuya promisoria carrera política le auguraba el mejor de los sucesos en las elecciones del año venidero.

Ya se sabe que tras el atentado puede establecerse la acción de una muy peligrosa banda criminal, quizás con entronques en el exterior del país. ¿Hubo políticos coludidos con ella?


jueves, 17 de julio de 2025

Hacia la restauración moral de la república

 Los delirios extravagantes del que en mala hora nos desgobierna suscitan descrédito para la izquierda, la democracia y nuestra patria colombiana.

Hay una izquierda seria a la que la civilización política le debe mucho, pues gracias a ella ha mejorado la suerte de millones de personas desfavorecidas por la fortuna. No hay que satanizar a la izquierda per se. La que debe combatirse es la izquierda extremista y demagógica, que se identifica con el populismo, tal como la predica el espurio e indigno habitante actual de la Casa de Nariño, que es un comunista recalcitrante que engaña cobijándose bajo el manto de la socialdemocracia, a la que su maestro Lenin combatía inmisericordemente.

Por supuesto que, como sucede con toda fórmula política, no todo en la socialdemocracia es digno de encomio. Obran en ella tendencias que deben considerarse con cautela, pues llevadas al extremo son muy perjudiciales.

En Europa occidental la democracia cristiana sirvió de contrapeso para evitar esos excesos. La paz social que reinó después de la Segunda Guerra Mundial en esos países se obtuvo por la acción combinada de esas dos grandes corrientes políticas, que mantuvieron el acuerdo sobre lo fundamental que reclamaba para nosotros el malogrado Álvaro Gómez. Habiendo buena voluntad, de la que están exentos los sectarismos de todo pelambre, resulta posible hallar concordancias entre los distintos sectores sociales para satisfacer las demandas populares. Así, las reformas en lo laboral, lo pensional, la salud, lo agrario y otras más que se consideran necesarias para nuestra sociedad podrían haberse concertado si de parte del desgobierno actual hubiese habido apertura al diálogo razonable, en lugar de confiarle la interlocución a unos ministros comunistas prisioneros de sus prejuicios ideológicos.

Que a la presidencia haya llegado un personaje de la torva calaña de quien hoy la ocupa pone de manifiesto una aguda crisis de nuestra democracia. Un argumento clásico contra el sistema democrático señala que en él reina la tendencia a nivelar por lo bajo la calidad de los llamados a ejercer el gobierno. Los desaciertos del desgobierno actual parecen darles la razón a esos críticos, que olvidan que ningún otro sistema garantiza que se elija a los mejores. Para que funcione correctamente, la democracia necesita filtros que encaucen sus tendencias en procura del bien común. Por ejemplo, el sistema de partidos, que entre nosotros ha degenerado en empresas electorales puestas al servicio de apetitos personales, bien concebido favorece la elección de los más aptos para el ejercicio del gobierno.

El tiranuelo que mal lleva las riendas del gobierno profesa una torpe concepción de la democracia que he tildado en varias ocasiones de tumultuaria. Para él, el pueblo no se manifiesta en el ejercicio sosegado de una racionalidad individual debidamente informada y estructurada, sino en las manifestaciones emocionales y apasionadas de las muchedumbres reducidas al estado de masas. Olvida que la voluntad popular, esa voluntad general de que hablaba Rousseau, es una peligrosa entelequia que suele derivar en el totalitarismo. En rigor, esa voluntad se forma a través del diálogo entre sectores sociales significativos, tal como se da en los parlamentos o congresos que ese tiranuelo dice no necesitar.

En fin, como lo dijo hace algún tiempo Vicky Dávila, ese tiranuelo es una vergüenza para Colombia. Agrego que es algo peor: una desgracia. Sus exabruptos nos han convertido en el hazmerreir del mundo civilizado. En el exterior se burlan de nosotros y con sobra de buenos motivos.

Gaitán proclamó en su momento la consigna de la restauración moral de la república. Hoy, más que nunca antes, es el programa que hay que seguir para que salgamos del cenagal en que nos está sumiendo el orate que nos desgobierna.

domingo, 6 de julio de 2025

Al alcalde quién lo ronda ...

El artículo 190 de la Constitución Política fija el período presidencial en cuatro años. En consecuencia, el que en estos momentos ejerce el cargo cesará en sus funciones el 7 de agosto de 2026, sin posibilidad alguna de que pueda permanecer en el mismo más allá de esa fecha ni de que pueda ser reelegido, pues lo prohíbe el artículo 197 id. 

Es posible, sin embargo, que su período se recorte en los siguientes casos:

-Por falta absoluta, tal como lo dispone el art. 194, que se da por muerte, renuncia aceptada, destitución decretada por sentencia, incapacidad física permanente y abandono del cargo. En todas estas circunstancias será reemplazado por quien ocupe la vicepresidencia.

-La sentencia de destitución debe ser proferida por el Senado en virtud de proceso que se adelante por la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes, luego por dicha Cámara y si ésta aprueba la acusación, por sentencia que profiera el Senado. Es importante señalar que el acusado queda suspendido en el ejercicio del cargo una vez admitida públicamente la acusación por el Senado (art. 194 id.).

-El juzgamiento del Presidente procede: a) por delitos cometidos en ejercicio del cargo o antes de entrar a ejercerlo (arts. 174 y 175 id.); b) por indignidad por mala conducta.

-El juzgamiento por delitos se rige por el Código Penal, Si se trata de delitos comunes, el Senado debe limitarse a declarar que prosiga la causa ante la Corte Suprema de Justicia (arts. 175-3 y 235-2 id.). En caso de delitos cometidos en ejercicio de funciones presidenciales, el Senado puede ordenar la destitución del empleo y la privación temporal o pérdida absoluta de los derechos políticos. Pero la imposición de otras penas corresponde a la Corte Suprema de Justicia en virtud de juicio criminal que se adelante por ella (art. 175-2 id.).

-La indignidad por mala conducta es una causal autónoma que no se rige por las pautas del Código Penal ni del Código Único Disciplinario (Ley 1952/19, art.101). La acción que suscita procede del Impeachment del derecho anglosajón, que versa sobre comportamientos del todo impropios de la alta investidura que se ostenta. Parafraseando un texto clásico del insigne jurista Ripert, ahí se pone de manifiesto la presencia de la regla moral en el escenario político, pues el Primer Magistrado de la Nación debe dar buen ejemplo tanto en su conducta pública como en la privada. Que se declare emancipador no lo libera de someterse a cánones que ordenen su comportamiento para ajustarlo a las responsabilidades sociales que pesan sobre el mismo. Sea dicho al margen, el actual inquilino de la Casa de Nariño obra casi a diario como si la dignidad del cargo no tocara con él.

-La incapacidad física permanente puede declararse por el Senado (art. 194 id.). He dicho en otras oportunidades que si la mente controla el cuerpo, el desarreglo psíquico de que dan cuenta reconocidos psiquiatras y las adicciones que perturban el juicio y la conducta bien podrían dar lugar a que el Senado declarase la ocurrencia de esta causal.

-El Senado debe declarar el abandono del cargo cuando el Presidente se traslade a territorio extranjero sin dar el aviso que ordena el art. 196 id. Si en dicho aviso informa un término de estadía en el exterior,  al ampliarlo incurre a mi juicio en esta causal, tal como al parecer aconteció a raíz de un sonado viaje a París en el que desapareció para realizar una "agenda privada" quizás escatológica. La prórroga no podía ser materia de un decreto fundado en falsa motivación, sino de un nuevo aviso al Senado.

-Los artículos 109 y 110 de la Constitución Política contemplan causales específicas de remoción del cargo por causa de violación del régimen de financiación de campañas electorales. Alrededor de este tema se han suscitado intensas discusiones jurídicas que fluyen de un delicado trasfondo político. No entraré por lo pronto en el detalle de las mismas, pero adelanto que estoy de acuerdo con el planteamiento que hizo en estos días Alfonso Gómez Méndez acerca de que el fuero presidencial no es absoluto, sino relativo o específico.

Hay golpe de Estado cuando se depone irregularmente al titular del Poder Ejecutivo y no cuando se lo destituye o suspende en virtud del ordenamiento superior de la Constitución Política.


lunes, 23 de junio de 2025

Celebraciones prematuras

Las cacareadas reformas laboral y pensional tienen que superar todavía arduos escollos constitucionales, pues se las ha tramitado como leyes ordinarias habiendo debido serlo mediante el procedimiento de la ley estatutaria.

La jurisprudencia nacional tiene bien establecido que tanto el tema pensional como el laboral son materia de sendos derechos fundamentales. Así fluye de las sentencias T-611/01 y T-477/13 de la Corte Constitucional (Vid. T-611/01 Corte Constitucional de Colombia y T-477/13 Corte Constitucional de Colombia).

Pues bien, el artículo 152 de la Constitución Política dispone que lo concerniente a derechos y deberes fundamentales de las personas y los procedimientos y recursos para su protección se regulen mediante leyes estatutarias, las cuáles se someten a un procedimiento legislativo más exigente que el de las leyes ordinarias, por cuanto requieren para su aprobación el voto favorable de la mayoría absoluta de los miembros del Congreso y su trámite deberá efectuarse dentro de una sola legislatura, fuera de que requieren revisión previa de la Corte Constitucional para su exequibilidad (art. 153 id.).

Esta observación se hizo desde un principio, pero como el gobierno no contaba con mayorías favorables en las comisiones pertinentes, se arriesgó a presentar los proyectos para que se los tramitara como leyes ordinarias.

La Corte Constitucional deberá decidir si aplica con rigor la normatividad constitucional o le hace algún esguince para favorecer las iniciativas gubernamentales.

Leí en la prensa que median unas 40 demandas contra la reforma pensional, cuyo fondo suscita en efecto diversos cuestionamientos constitucionales.

Tal parece que ni el gobierno ni los congresistas hayan leído cuidadosamente el farragoso artículo 48 de la Constitución Política, que versa sobre la seguridad social.

Entre sus disposiciones hay una que es bastante significativa: la que dice que las leyes sobre la materia deberán asegurar la sostenibilidad financiera de lo establecido en ellas.

Los analistas de la reforma pensional han señalado que la exuberante generosidad a corto plazo de sus disposiciones se verá contrarrestada en el no muy lejano por los costos excesivos que acarreará. No faltan los que les advierten a los jóvenes que aplauden las gravosas iniciativas del desgobierno actual que sus cotizaciones para la seguridad social podrían ascender nada menos que al 35% de sus salarios. 

El régimen pensional en cualquiera de sus modalidades se basa en los aportes de los trabajadores. Disponer que sus fondos deberán destinarse a bonos pensionales y pensiones de jubilación de personas que no hacen aportes equivale a gravar a quienes los verifican. De hecho, se les está imponiendo una carga expropiatoria, diríase que confiscatoria, que debería pesar sobre las finanzas públicas y no sobre ellos.

Es asunto sobre el que deberá pronunciarse la Corte Constitucional, así como el atinente al desconocimiento de los derechos adquiridos de quienes optaron por el régimen de fondos privados y se los obligará a cotizar en Colpensiones.

En síntesis, sería prudente que el que nos desgobierna aplazara sus celebraciones para cuando la Corte Constitucional se pronuncie definitivamente sobre estas reformas. Pero, la prudencia que hace verdaderos sabios no es virtud que caracteriza al aspirante a dictador que funge hoy como cabeza del poder ejecutivo.


martes, 17 de junio de 2025

Velad y Orad

Ha dicho con sobra de razones el destacado jurista Mauricio Gaona que "el año que viene será el más crítico para la vida republicana de Colombia desde su creación".

Para entender los gravísimos peligros que afrontamos en estos momentos cruciales tenemos que partir de la base de que nos desgobierna un comunista recalcitrante que además exhibe severos trastornos en su sesera. La suya es una mente poblada de delirios que, como acaba de decirlo José Alvear Sanín en "La Hora de la Verdad", ha perdido todo contacto con la realidad del país y confunde el pueblo que de verdad habita el territorio patrio con otro fantasmagórico que sólo existe en sus fantasías ideológicas.

El contraste entre las multitudinarias marchas que llenaron plazas y calles de las principales ciudades de Colombia el pasado domingo para solidarizarse con Miguel Uribe Turbay y los suyos en estos momentos de cruda aflicción y la exigua presencia popular en los plantones que se convocaron ayer para respaldar las políticas gubernamentales es elocuente a más no poder. 

El pueblo de verdad aspira a que reine un buen gobierno que satisfaga en la medida de lo posible sus apremiantes necesidades y no unos discursos incoherentes y agresivos que no se traducen en acciones que redunden en pro del bien común. La garrulería oficial no lo favorece y, por el contrario, siembra discordia y suscita un clima de violencia verbal que como ya se viene advirtiendo se traduce en hechos luctuosos, como el vil atentado contra Miguel Uribe Turbay que lo tiene al borde de la muerte.

Parafraseando lo que dicen los informes médicos sobre su estado, bien podemos afirmar que también Colombia se halla hoy en cuidados intensivos, en situación altamente crítica y bajo un pronóstico reservado.

La conmovedora red de oración que se ha formado para rogar por el pronto y total restablecimiento del senador Uribe Turbay debería ocuparse también de la suerte de esta patria adolorida que hoy, como reza nuestro himno nacional, "entre cadenas gime".

No creo que estén equivocados los piensan que media una conjura para precipitarnos en un caos que genere un clima revolucionario que nos arroje por andurriales ya trajinados en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Lo del castrochavismo en acción no es calumnia de la derecha, sino realidad palpitante, tal como pudimos advertirlo en el tenebroso discurso que el okupa de la Casa de Nariño pronunció el primero de mayo copiando de mala manera el talante del finado dictador Hugo Chávez. El modo siniestro como llamó a la "guerra a muerte", blandiendo una supuesta espada de Bolívar, trasunta a cabalidad lo que bulle en un interior que parece poseído por alguna entidad demoníaca.

La torpe evocación del episodio más censurado de la trayectoria política del Libertador suscita profundas inquietudes. Ese llamado a la muerte de españoles y canarios, aun siendo inocentes, dio lugar a que cuando se acercaba a Santafé al mando de las tropas del congreso de Tunja circularan pasquines que alertaban a la población acerca del temible advenimiento del "antropófago de Caracas".

"Guerra a muerte" es una consigna que evoca la atroz criminalidad de que hizo gala el M-19, cuyos sobrevivientes quizás no arrepentidos y de todas maneras impunes pululan hoy en nuestras altas esferas gubernamentales. Hay toda una historia por contarse acerca de las oscuras hazañas que el que nos desgobierna y sus conmilitones protagonizaron en esa guerrilla que hoy se pretende idealizar, pese a que protagonizó execrables episodios como el asesinato de José Raquel Mercado, el secuestro de  diplomáticos en la sede de la embajada de la República Dominicana y, desde luego, el pavoroso Holocausto del Palacio de Justicia, amén de otras múltiples atrocidades que se cometieron dizque para protestar contra un régimen tiránico y promover la instauración de uno verdaderamente justo.

Esas dos discutibles justificaciones de la violencia guerrillera deben cuestionarse con rigor, porque han traído consigo gérmenes funestos para la institucionalidad colombiana. El inocente pacifismo de ciertos sectores influyentes de nuestra dirigencia no ha traído consigo la armonía colectiva, sino quizás el alebrestamiento de los facciosos. La paz de Santos benefició a cierto número de guerrilleros, pero ha alentado a otros que por obra de la desidia del desgobierno actual han aumentado peligrosamente su influencia en vastos espacios del territorio nacional.

A los colombianos de bien sólo nos resta hoy por hoy confiar en la acción de la Providencia para superar este tenebroso estado de cosas y enderezar el rumbo. Nuestra crisis es en gran medida de orden espiritual, en el pleno sentido de la expresión.

Bien hace la jerarquía eclesiástica en salir de su mutismo para convocar a los altos poderes en pro de la armonía colectiva. Ojalá que ello frene el ímpetu caótico que mueve al que nos desgobierna.


lunes, 9 de junio de 2025

Guerra a muerte

Esta feroz, irresponsable y fatídica consigna que lanzó el comunista que hoy nos desgobierna acaba de proyectarse en el letal atentado que se perpetró antier contra Miguel Uribe Turbay, uno de los dirigentes más destacados del Centro Democrático, cuya candidatura presidencial contaba con muy buenas perspectivas. 

Como lo manifestó el expresidente Uribe, Miguel era una promesa para la patria. Salvo que se produzca un verdadero milagro, si lograre sobrevivir ya no sería el mismo, pues la bala que penetró en su cerebro no dejaría de acarrearle delicadísimas secuelas. 

Todo indica que este funesto atentado procede de una organización criminal que se propone desestabilizar el país en las contiendas electorales que tendrán lugar el año entrante. Sería osado responsabilizar al desgobierno y su equipo político por haberlo promovido, pero no cabe duda de que el lenguaje provocativamente pugnaz que ha venido empleando desde sus comienzos ha suscitado un clima proclive a la violencia política e incluso la social.

Olvidando que según la Constitución el Presidente simboliza la unidad nacional, quien hoy funge como tal se ha dedicado a sembrar discordia a troche y moche, tanto en sus intervenciones públicas como en sus tediosos graznidos en la red social X.

Después de varias desafortunadas manifestaciones acerca del gravísimo hecho que representa el atentado contra Miguel Uribe Turbay, por fin acaba de expresar en dicha red social una sentida declaración que dice emanada de lo más profundo de su corazón.

A ella debería seguir una convocatoria a todos los dirigentes del país para condenar la violencia y ejercer la política dentro de parámetros civilizados que sosieguen el debate que le es inherente dentro de un marco que promueva la paz y contenga la violencia.

Hace poco escribí que al discurso agresivo le sigue prontamente la acción física. El HP que desde la más alta esfera gubernamental se esgrime contra la oposición genera desafortunadas consecuencias en la sociedad. 

He estado recordando algunos pasajes de mis enseñanzas en materia de Filosofía del Derecho para traer a colación lo de que todo orden social resulta de la colaboración estrecha y armónica de las tres normatividades que imperan en la vida colectiva: la jurídica, la moral y la de la cortesía o urbanidad. 

La crisis que nos agobia no sólo se manifiesta en el ámbito del derecho, Hay que repetir lo que con profunda sabiduría deploró Horacio: "De qué sirven las vanas leyes si las costumbres fallan". Así lo enseñaba yo a mis discípulos: la cultura jurídica reposa sobre una cultura moral. Si ésta decae, ya por obra de la abierta corrupción de costumbres, bien por la silenciosa demolición que trae consigo el relativismo, la regla de derecho deja de ser un instrumento de justicia y se convierte en un dispositivo de arbitrariedad.  Pero hay algo más: las reglas de cortesía y urbanidad, que los doctrinantes llaman de trato social, a pesar de su formalismo y su aparente superficialidad juegan un papel muy significativo en la vida de relación porque liman aristas y facilitan el acercamiento con nuestros semejantes.

Pues bien, padecemos un desgobierno que ha hecho de la grosería, el insulto, la amenaza, la calumnia y, en general, la actitud desconsiderada para con quienes no compartimos sus actitudes ni sus orientaciones, la regla del maltrato.

Por ejemplo, los graznidos desobligantes para con Miguel Uribe Turbay, emitidos en vísperas del atentado que lo tiene al borde de la muerte, no han dejado de interpretarse como una malhadada incitación a que se lo agrediera físicamente. 

He estado recordando algunas consideraciones de Arthur Koestler sobre las raíces neuronales de la violencia. Koestler adhiere a una teoría que no goza del todo de buena aceptación, según la cual los humanos sufrimos el desajuste de tres cerebros. el límbico, que compartimos con los reptiles; el paleocórtex, que compartimos con los mamíferos, y el neocórtex, específicamente humano, que sirve de asiento de las funciones superiores del psiquismo. Según Koestler, la agresividad resulta de la acción y sobre todo las reacciones reptilianas del cerebro límbico. 

Observando el comportamiento del que nos desgobierna, no deja uno de pensar que la ferocidad de sus reacciones podría explicarse porque su neocórtex no ejerce suficiente control sobre su cerebro reptiliano. Parece obrar más como una serpiente acorralada que como un ser humano dueño y controlador de sus actitudes y sus comportamientos.

Sea de ello lo que fuere, no cabe duda de que el clima de violencia que reina hoy en el país se alimenta en buena medida de los exabruptos que fluyen de la Casa de Nariño.

Oremos, desde luego, por Miguel Uribe Turbay y su familia, pero ante todo, por esta doliente patria que hoy está en tan pésimas manos.

viernes, 30 de mayo de 2025

El Fin de la Aventura

Echo mano del título de una de las mejores novelas de Graham Greene para aludir al desenlace previsible de las audacias irresponsables del que nos desgobierna y su ministro del Interior, dos consumidores habituales de cocaína que según el decir de Álvaro Leyva arrastran al país hacia el caos.

El llamado a una huelga general y a consulta popular para intimidar al Congreso a fin de que apruebe las propuestas gubernamentales que no han sido de su simpatía no son otra cosa que saltos al vacío que preludian la crisis definitiva de un pésimo gobierno.

Los dos días en los que anunciaban masivas manifestaciones, primero de 14 millones de colombianos, luego de 10 y por último de 4, mostraron calles y plazas vacías a lo largo y ancho del territorio nacional. Los que salieron a apoyar el llamado del desgobierno y los sindicatos que lo respaldan se contaron apenas por millares. Lo otro que se vio fue la reaparición de la Primera Línea que integran facinerosos que siguen los dictados del líder intergaláctico y sus esbirros. El resto fueron los pobladores desprotegidos que necesitaban desplazarse para asistir a sus lugares de trabajo o hacer otras gestiones y no pudieron acceder al transporte masivo debido a los bloqueos que perpetraron dichos facinerosos.

Queda claro que este desgobierno perdió las calles que ahora sólo atraen a los que concurren forzados, pagados o todavía seducidos por la charlatanería del que lo preside.

La consulta popular con que desafía al Congreso puede salirle muy mal en las urnas y en la Corte Constitucional, que es la llamada a pronunciarse sobre la constitucionalidad de su convocatoria y su realización.

Aún suponiendo que se la realice y obtenga el quórum y la mayoría que se requiere para su aprobación, sus efectos normativos restan difusos y tendrían que desarrollarse mediante leyes que apruebe el Congreso. 

Todo indica que en el trasfondo de la consulta popular media nada menos que una "jugadita" para adelantar la campaña electoral del año venidero, algo así como para medir fuerzas en procesos que gravitarán sobre los resultados electorales.

Si, como es previsible, la consulta no obtiene los resultados que se esperan la aventura en que esos irresponsables están embarcando al país hará que naufraguen desastrosamente. La resaca de la fiesta arruinará sus aspiraciones, pero a un costo que desde ya se calcula en más de 750 billones de pesos con los que podrían sufragarse gastos verdaderamente apremiantes que están por solucionar.

Llamo la atención acerca de que las injurias, las calumnias, los denuestos y las amenazas que esa dupla de orates ha arrojado sobre quienes no los acompañan en sus despropósitos bordean las fronteras del Código Penal y, en el caso del profeta apocalíptico, la causal de indignidad en el ejercicio del cargo, que acarrearía destitución. El que lo secunda merece además que el Congreso lo devuelva al fangal de donde salió, a través de una moción de censura.

Recomiendo a mis lectores la trilogía que compuso Guglielmo Ferrero sobre la aventura napoleónica y la reconstrucción que hubo de promoverse en el Congreso de Viena. Si logramos que haya elecciones pacíficas y honestas en el año entrante, quienes vengan a gobernarnos tendrán que cargar sobre sus hombros la procelosa tarea de reparar los ingentes daños que les legará el desgobierno reinante. El espíritu de aventura que describe sabiamente Ferrero arroja a las sociedades a la confusión y el desconcierto.



miércoles, 21 de mayo de 2025

Siembra vientos ...

En los manicomios abundan los orates que se identifican con Napoleón o con Bolívar. Es el sitio adecuado para también alojar a los que se creen Aureliano Buendía o siguen a pie juntillas las ficciones de Gabriel García Márquez, como el que hoy nos desgobierna desde la Casa de Nariño.

Su desequilibrio mental es evidente. Bastaría para acreditarlo la reseña de las estupideces que a diario recita en X o en sus delirantes y tediosos discursos. Lo suyo no son trinos, sino graznidos cacofónicos. Es una verborrea mal hilvanada que no se acompasa con la fama que antaño distinguía a los dirigentes colombianos.

En otra oportunidad he llamado la atención acerca de que es un gobernante espurio e indigno al que debería juzgarse y separarse del cargo por las vías constitucionales. Pero, como acaba de señalarlo el expresidente Gaviria en un comunicado dirigido a la opinión pública, nuestro régimen constitucional está en veremos porque de hecho el que hoy dice ser Aureliano Buendía pretende sustituirlo por lo que disponga la democracia tumultuaria que está promoviendo a lo largo y ancho del territorio nacional.

No me canso de repetir que se trata de un comunista recalcitrante que procura disfrazar su obsoleta y letal ideología presentándose como seguidor de la teología de la liberación, que según lo ha demostrado Ricardo de la Cierva es comunismo mondo y lirondo.

Es posible que ingenuamente haya intentado engañar al Santo Padre, que hace algún tiempo escribió que había que desenmascarar al comunismo que se estaba infiltrando en la Iglesia so pretexto de la solidaridad humana, No hay que olvidar que su eminente predecesor, León XIII, produjo la Rerum Novarum para ofrecer una vía católica que superara los excesos de un capitalismo salvaje y los fatídicos errores del comunismo.

S.S. León XIV debe hoy afrontar un capitalismo que en distintos países ignora las necesidades de los menos favorecidos por la fortuna y un comunismo renaciente que aprovecha esas circunstancias para predicar la lucha de clases y la transformación revolucionaria de la sociedad. No otra cosa aparece en el ideario, si así se lo puede llamar, de quien hoy nos está llevando hacia el caos.

No estamos bajo el mando de un pensador profundo e ilustrado, ni de un estadista consumado, ni de un administrador eficiente, sino de un demagogo charlatán que con su palabrería pulsa las fibras del resentimiento popular contra los que moteja de oligarcas esclavistas. El suyo es un discurso incendiario que gana los vítores de la plebe y puede conducirnos al caos.

El desmoronamiento institucional que promueve nos conduce hacia dos extremos del todo indeseables: la anarquía y la dictadura. La primera ya se advierte con la ubicua presencia de grupos criminales que ejercen control territorial a ciencia y paciencia del desgobierno que dizque quiere negociar con ellos una "paz total", que no es otra cosa que su rendición ante el crimen. La segunda se pone de manifiesto en el talante despótico de un funcionario que desafía toda normatividad propia de un Estado Social de Derecho como el que se ordenó bajo la Constitución de 1991.

Recuerdo un escrito del profesor Mauro Torres en "El Tiempo" en el que señalaba el impacto que en la violencia colombiana de mediados del siglo pasado produjo la oratoria desorbitada tanto de Laureano Gómez como de Jorge Eliécer Gaitán. La palabra agresiva precede al puñetazo. No otra cosa puede esperarse del lenguaje soez que en el alto gobierno se emplea contra quienes manifiestan desacuerdo con sus muy discutibles iniciativas. Razón de sobra tiene Alejandro Gaviria cuando afirma que el que nos desgobierna enturbia el debate político. Pero no otra cosa cabe esperar de quien recaudaba extorsiones a punta de salivazos en la cara de sus víctimas cuando participaba en el feroz M-19, según denuncia que leí hace tiempo en una red social.

Nos esperan tiempos tempestuosos que podrían traer consigo una guerra civil. Los bandidos del M-19 decían seguir el ejemplo de los facciosos liberales que desataron guerras civiles en el siglo XIX, los tales Aurelianos Buendías con los que se identifica el guache que hoy pretende mandar la parada en nuestra patria.

Ahora anda con el cuento de denunciar el pecado capital de la codicia, olvidando que él personifica otros igualmente graves o quizás peores, como la lujuria, la gula que lleva al consumo de drogas psicoactivas, la ira, la envidia o la soberbia, que se traduce en egolatría y pasión desordenada por el poder. Recomiendo repasar el tema de los pecados capitales en el interesantísimo libro del padre Spitzer S.J. sobre cómo obran Dios y Satán en nuestras vidas que estoy ahora leyendo. A pesar de su lambonería con el Vaticano, creo que sus acciones vienen inspiradas no por Dios, sino por Satán, al que el Evangelio denomina el Príncipe de la Mentira.

La nuestra es una democracia enferma. Uno de los más graves síntomas de su enfermedad es haber llevado a este personaje a la presidencia. No me cabe duda de que la más profunda y letal de nuestras dolencias es la crisis moral que se hace patente en la corrupción que por todas partes nos agobia. Creo que no exageran los que piensan que estamos hoy frente al gobierno más corrupto que hayamos podido conocer y sufrir.



viernes, 9 de mayo de 2025

Habemus Papam

Bienvenido, Su Santidad León XIV, digno continuador de uno de los grandes papas de todos los tiempos, León XIII, autor de la célebre encíclica Rerum Novarum que es la pieza central de la Doctrina Social de la Iglesia.

En uno de sus libros que cité hace poco, el padre Robert Spitzer S.J. la sintetiza a través de los siguientes principios:

-La dignidad intrínseca y trascendente de cada ser humano.

-El bien común.

-La destinación universal de los bienes.

-La subsidiariedad.

-Participación en la democracia.

-La solidaridad.

La Doctrina Social de la Iglesia, formulada a partir de la Rerum Novarum a través de una serie de importantísimas encíclicas papales, ha tenido notables desarrollos en el mundo contemporáneo. En Colombia ha servido de inspiración de nuestro Derecho Social, que no es como cree el comunista que nos desgobierna un estatuto esclavista, sino protector de los trabajadores, pero consciente de la necesaria armonía obrero patronal. Las Cajas de Subsidio Familiar y el Sena, por ejemplo, surgieron de iniciativas de dirigentes empresariales imbuidos de esos sanos principios, los cuáles han inspirado además en el sector patronal líneas de acción conducentes a un sano entendimiento con los trabajadores, De ello doy testimonio por haber trabajado durante ocho años en la Andi y haber sido asesor jurídico en campos diferentes al laboral en empresas como Nutresa, en la que he sido testigo de la fidelidad y hasta de la mística de sus trabajadores. Las universidades católicas, especialmente la UPB en la que serví como profesor a lo largo de unos 40 o más años, han contribuido a formar empresarios y ejecutivos conscientes de su misión de enaltecer el trabajo y contribuir al bienestar de sus servidores.

El tema laboral está hoy en el orden del día con iniciativas que bien podrían ser materia de concertación entre los sectores interesados si no fuera por el prurito de utilizarlas como arietes para activar un proceso revolucionario comunista, que es lo que en el fondo se propone el que hoy nos desgobierna.

La Doctrina Social de la Iglesia está inscrita en el ideario de la Democracia Cristiana, cuyo papel en la reconstrucción de Europa occidental después de la II Guerra Mundial ha sido decisivo. Ella fue un vigoroso dique de contención del movimiento expansivo del comunismo que a la sazón alentaba la URSS.

La superficialidad de los medios de comunicación social insiste en examinar los asuntos de la Iglesia a la luz de categorías que podrían ser útiles para entender los procesos políticos, pero resultan inadecuadas para captar las tendencias de la Iglesia. El progresismo, para ésta, no puede tener otro significado sino en los órdenes espiritual y moral, mas no en los de la depravación que la contemporaneidad valora como emancipación. 

Vuelvo al padre Spitzer S.J. para recabar en una inteligente distinción que plantea entre la regla de plata de la ética, que ordena que no hagamos a los demás lo que no queremos que se nos haga a nosotros, y la regla de oro del Evangelio, que va más allá de la justicia de los gentiles y ordena que hagamos todo el bien que esté dentro de nuestras posibilidades. La primera es una ética de la abstención; la segunda lo es de la acción. La misión evangelizadora va muchísimo más allá de no hacer mal a los otros. El Reino de Dios, que ya está en nuestro interior, se debe proyectar como el grano de mostaza o la sal de la tierra para fecundar toda la vida social. El progresismo en sentido religioso significa avanzar en las virtudes. La misericordia con el pecador no consiste en aplaudir sus errores, sino en invitarlo a que los corrija. Cuando el Señor perdonaba lo hacía con la recomendación de no seguir pecando.

La Iglesia cuenta hoy con un Papa misionero. Muchos países hoy descristianizados constituyen tierra de misión. El nuestro, que padece una insoportable crisis moral bajo una dirigencia que ha abandonado los más elementales principios del decoro y una población en la que la familia prácticamente se halla en vía de disolución, necesita una guía espiritual que verdaderamente lo ordene y no lo desoriente. 

¡Qué dolor se siente al contemplar que el corrupto desgobierno que nos conduce hacia el caos haya encontrado abiertas las puertas del Vaticano! Es indicio grave de la advertencia que hizo el hoy santo Pablo VI acerca de cómo el humo de Satanás se había filtrado en el recinto de la sede apostólica.

Ya me referiré en posteriores escritos a los distintos aspectos de la crisis que padece hoy la Iglesia. Me resta declarar que el nuevo Pontífice suscita alentadoras esperanzas acerca del futuro de nuestra amada  santa madre Iglesia.


martes, 29 de abril de 2025

"Mi Reino no es de este mundo"

Ha dicho muy sensatamente el padre Santiago Martín que la persona del finado papa Francisco ya está sometida al juicio de Dios y no nos corresponde a nosotros pronunciarnos en torno suyo, pero su pontificado, en cambio, puede y debe someterse al veredicto de la historia, si bien es prematuro emitir dictamen definitivo al respecto.

No obstante las entusiastas reacciones de la gente del común e incluso de los medios acerca de la personalidad y las ejecutorias del Pontífice fallecido, habrá que darle tiempo al tiempo antes de ensalzar o condenar una y otras.

En mi caso personal, me ha tocado vivir bajo los papados de Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. La desaparición de cada uno de ellos ha impactado de distintas maneras la sensibilidad del público. Todos ellos dieron testimonio de sus virtudes y su entrega al mandato evangélico de apacentar el rebaño de Cristo. Cada uno puso, desde luego, su sello personal en el modo de ejercer su difícil tarea.

Suelo citar un libro que me produjo hace años mucha impresión: "Histoire de la Papauté", publicado bajo la dirección de Yves-Marie Hilaire con el subtítulo de "2000 ans de mission et de tribulations". Son ya casi dos milenios del cumplimiento del mandato que antes de ascender a los cielos les confirió a sus apóstoles Nuestro Señor Jesucristo: "Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación" (Mc. 16,15). Este anuncio de amor, paz y redención, esto es, de "la luz verdadera, la luz que ilumina a todo hombre" (Jn.1,9), sufrió el rechazo del mundo desde un principio a partir de la crucifixión de Nuestro Señor y el martirio de sus apóstoles, salvedad hecha de san Juan. 

Su difusión se ha dado en medio de severas tribulaciones que aún hoy tratan de impedirla y hasta de erradicarla. Se la enfrenta a menudo con violencia, tal como sucede en Corea del Norte, en India, en China, en Cuba, en Nicaragua y en varios países en los que predomina el Islam, o de unas maneras menos violentas, pero también represivas, según se advierte en los países occidentales en los que está en marcha la criminalización del Cristianismo, de la que da cuenta el libro de Janet L. Folger que en otras ocasiones he citado en este blog. En un libro que tuve en la biblioteca que me fue necesario liquidar cuando tuve que internarme en una residencia de tercera edad para cuidar de mi hoy finada esposa, se menciona que el siglo XX produjo muchísimos más mártires que cuando las persecuciones de los emperadores romanos. La prensa de hoy sigue registrando el sacrificio de los creyentes en distintas latitudes.

"Las Puertas del Infierno", de Ricardo de la Cierva, ilustra sobre los severos ataques que ha sufrido la Curia Romana a lo largo de siglos y cómo ella se ha defendido, sin lugar a dudas por el auxilio celestial. Alguien llegó a decir hace tiempos que sin dicho auxilio la Iglesia no habría podido sobrevivir incluso a los errores de sus propios jerarcas. De la Cierva, un católico bastante ortodoxo por cierto, no ignora las equivocaciones en que han incurrido hasta los papas más apreciados en los últimos tiempos. Baste mencionar el Modernismo al que le dio cabida el hoy santo Juan XXIII o la Östpolitik que le dio entrada al comunismo y produjo la Teología de la Liberación que le ha servido al que ahora nos desgobierna para enmascarar su credo revolucionario y liberticida.

Sobre todo en el Evangelio de san Juan, pero también en las epístolas de san Pablo, se plantea la oposición radical entre el Espíritu de Dios y el de este mundo que se centra en lo terrenal y desconoce y hasta rechaza la trascendencia que nos guía hacia la bienaventuranza eterna.  Dios y el mundo están contrapuestos. Desde cierta perspectiva, el espíritu del mundo se identifica con lo demoníaco, A Satán se lo denomina, en efecto, como "el príncipe de este mundo" (Jn. 12:31).

Pues bien, ciertos debates que ahora se plantean acerca de si la Iglesia debe preservar sus doctrinas tradicionales o más bien modernizarse, es decir, adaptarse al espíritu del mundo, parten de la base de que es institución humana y no de origen divino. Su cometido es difundir el Evangelio mediante una interpretación fiel de su mensaje salvífico. Es posible que a lo largo de los años haya lugar a que se profundice su contenido, pero sin llegar a desvirtuarlo y adjudicarle lo que evidentemente no dice. Si ha de hablarse de "progresismo" en materia de doctrina no puede ser en los términos relacionados con la política terrenal, sino en los que parafraseando un texto de Paul Valéry podríamos llamar la política del espíritu, la que enaltece y dignifica al ser humano como hecho a imagen y semejanza de Dios, y no la que cede ante sus bajas inclinaciones.

El Evangelio nos enseña que ancho es el camino de la perdición y estrecha la vía de la salvación (Mt. 7: 13-14). Los que reclaman que la Iglesia ajuste sus cánones a las tendencias dominantes en el mundo de hoy desconocen ese texto nítido del mensaje evangélico. A la bienaventuranza no se llega por la vía fácil, sino por la del sacrificio y la abnegación. Es, como lo demostró la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, una vía dolorosa. que cada uno de nosotros debe recorrer con su respectiva cruz a cuestas (Mt. 16:24). Bien lo dijo Marshall McLuhan, un converso famoso: "A la Iglesia se entra de rodillas".

Esperemos que el cónclave que elegirá nuevo Papa acierte con un cardenal que esté más cerca del Espíritu Santo que del espíritu de este mundo y entienda que no viene a halagar a los que se dicen progresistas, sino a quienes aspiran a que se dé testimonio de la verdad que nos transmite el Evangelio.



sábado, 26 de abril de 2025

En el fondo de la noche Colombia se estremece

Hago una paráfrasis de la hermosa milonga que Homero Manzi y Sebastián Piana compusieron en memoria del famoso payador José Betinotti, para referirme a las ominosas tinieblas que hoy se ciernen sobre nuestro país bajo el desgobierno de dos desvergonzados cocainómanos que pretenden revolucionarlo.

Los últimos discursos de quienes fungen como Presidente y ministro del Interior no dejan duda acerca de lo que se proponen con la trampa de la consulta popular en la que ingenuamente acaba de caer nuestra Conferencia Episcopal.

Esa consulta es un subterfugio ideado para suscitar una situación revolucionaria a todo lo largo y ancho del territorio nacional. Los comités que se están organizando para promoverla huelen a soviets. La oratoria incendiaria del energúmeno que rige los destinos de nuestra desventurada patria convoca al pueblo contra el Congreso, la clase dirigente a la que califica como una oligarquía codiciosa y asesina, así como la institucionalidad en general. Vocifera que se mantendrá en el poder gracias a la voluntad popular, a la que ninguna regla puede someter.

El proceso en marcha no busca mejorar la suerte de los trabajadores. Ya lo había dicho la ministra comunista que presentó la reforma laboral al Congreso: su propósito no era promover la generación de empleo, sino recuperar unas ventajas que hace años se moderaron precisamente para facilitarlo. El cuestionario de la consulta no trata sobre el desempleo ni la informalidad laboral y aspira a reforzar la rigidez en la contratación, que obligará a los empleadores a pensarlo dos veces al momento de incrementar sus nóminas. Cada nuevo empleo equivaldría a contraer un matrimonio indisoluble hasta que la jubilación o la quiebra los separe.

En manos del Senado y eventualmente de la Corte Constitucional está ponerle freno a tamaño despropósito con el que no sólo se sentaría un grave precedente para cada vez que el órgano legislativo desapruebe alguna iniciativa gubernamental, sino que daría pábulo al movimiento revolucionario que nuestros desatinados altos funcionarios quieren iniciar el próximo primero de mayo con multitudinarias manifestaciones de apoyo.

Para ese día, el que nos desgobierna ha anunciado que desenvainará la espada de Bolívar para presentarle al Senado el proyecto de consulta popular, en un gesto que simboliza ni más ni menos la intimidación violenta a sus integrantes. Olvida que en ese día el Senado no estará funcionando y que la comunicación con el mismo les corresponde a los ministros.

En otras ocasiones he llamado la atención sobre la errada concepción de la democracia que promueve el que nos desgobierna, más cercana a la de los feroces jacobinos que promovieron el terror en la Revolución Francesa y del todo contraria a la de la tradición liberal que nos ha caracterizado. Él es un comunista recalcitrante que ha deplorado la caída del Muro de Berlín y se ha puesto de rodillas ante la tumba de Mao.

También he llamado la atención acerca de sus preocupantes condiciones mentales. Muchos creen que es un psicópata megalómano y narcisista. Si a ello se agrega su consumo habitual de cocaína, que no ha negado, como sí el de alcohol, el Senado debería tomar cartas en el asunto para declarar su incapacidad para el ejercicio del cargo que ocupa. Es claro que puede hacerlo en caso de incapacidad física permanente, pero si la mente controla el cuerpo y ella está alienada, la conclusión es irrefragable: el desvarío mental acarrea el físico.

Si además ha viajado al exterior clandestinamente, ello daría lugar a que se declarara el abandono del cargo.

Nunca en nuestra ajetreada historia habíamos padecido algo tan estremecedor.

martes, 15 de abril de 2025

De las tinieblas a la luz

Uno de los fenómenos religiosos más interesantes es el de la conversión a la fe católica desde el escepticismo, la indiferencia o la pertenencia a un credo erróneo, que puede darse súbitamente o de modo paulatino. Es un proceso de iluminación que altera toda la estructura de la personalidad, bastante documentado por cierto.

Del tema trata un libro del padre Spitzer S.J. que acabo de recibir vía Kindle: "Christ versus Satan in our dairy lives: the cosmic struggle between good and evil".

No pude resistir la tentación de iniciar su lectura y, afortunadamente, su proemio resume con claridad su contenido. Ahí señala que la conversión se da en tres etapas: conversión intelectual, conversión espiritual y conversión moral.

La primera toca con la aceptación de la existencia de Dios, la del alma y la de Nuestro Señor Jesucristo. 

Muchos niegan a Dios o consideran que no interesa para la vida cotidiana, pues no hace acto de presencia en lo que le acontece. Descartan los sólidos argumentos que ofrecen libros como "Nuevas Evidencias Científicas de la Existencia de Dios", de José Carlos González-Hurtado, que hoy se consigue en nuestras librerías. Muchísimo menos les impacta lo que se dice en el evangelio de san Juan: "Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn. 3,16). Es decir, desconocen que Dios es amor (vid. Encíclicas de Benedicto XVI).

El materialismo que predomina en los círculos académicos y permea la cultura contemporánea sostiene la tesis del filósofo Searle según la cual somos apenas unas bestias biológicas. El yo, como lo afirma el neurólogo Llinás en un libro que circuló profusamente hace algún tiempo, es un mito. Todas nuestras funciones mentales obedecen a fenómenos físico-químicos que se dan en el interior de nuestros cerebros. Así las cosas, hablar del alma es referirse a algo ilusorio, fantasioso. 

Pero, ¿qué tal que ella sea real y además sobreviva a la muerte biológica? Las experiencias cercanas a la muerte ilustran bastante bien al respecto, tal como lo ilustra, entre muchos otros, el libro de Kenneth Ring Ph. D. titulado "Lessons from from the Light", que también puede conseguirse en Amazon Kindle.

La conversión supone la creencia en que el alma sobrevive a la extinción de la vida corporal y tiene un destino eterno marcado por la construcción que hemos hecho de nosotros mismos a través de nuestras acciones. Bien dicen algunos filósofos que cada uno de nosotros se define por lo que hace, lo cual depende de aquello en lo que cree. Conviene agregar que nos llevamos lo que edificamos en nuestro interior.

El tercer estadio de la conversión intelectual versa sobre la aceptación de Nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios y de las verdades que postula la Iglesia Católica, Apostólica y Romana como creación suya. Ahora que muchos la atacan por distintos motivos, conviene recalcar no sólo su antigüedad, que bordea los dos mil años, sino su impacto en la civilización. El padre Spitzer S.J. observa que ella ha sido promotora de la más importante revolución que se ha producido en la historia de la humanidad. Dígalo si no la profusión de santos que le han dado lustre.

La conversión intelectual conduce a la espiritual, esto es, al reconocimiento de la trascendencia que conlleva, como enseña san Pablo, el tránsito del hombre viejo al hombre nuevo (Rom. 14, 23; Ef. 4,24; Col. 1,13). Se trata del hombre que deja de estar fijado en su naturaleza para abrirse al mundo de los valores supremos, es decir, el que no rige su moral por la utilidad, sino por la santidad.

De ahí se sigue. entonces, la conversión moral que ordena sus actitudes y su conducta hacia el Bien supremo.

La lectura cotidiana de la prensa nos ilustra sobre la presencia conspicua del mal en las sociedades. Mal que es inducido por Satanás y cada uno de nosotros hemos experimentado de distintas maneras en nuestro interior y en nuestras acciones. Así el mundo contemporáneo prescinda de la idea de pecado, tiene qué admitir la realidad de los defectos de carácter y los errores de conducta que la aseveran. Unos y otros nos esclavizan y atormentan (Jn. 8,34; Rom. 6, 17-19). Son yugos de los que está llamada a liberarnos la gracia de la conversión moral.

Estos días de Semana Santa brindan oportunidad propicia para reflexionar sobre lo que verdaderamente interesa en la vida, que es nuestro tránsito hacia la eternidad. Parafraseando a san Agustín, es algo que tarde he llegado a comprender, por lo que me considero apenas un operario de la última hora (Mt. 20, 1-16).