viernes, 30 de abril de 2021

Vientos tempestuosos

En política casi todo es discutible, pues las decisiones y las acciones dependen de percepciones de hechos. apreciaciones de medios y concepciones sobre los propósitos a realizar que no suelen ser diáfanas y se prestan a diversos planteamientos.

No obstante todo ello, hay hechos que como bien lo decía Lenin son tozudos. Tal acontece con las circunstancias fiscales. Los déficits son reales y exigen que se actúe de modo expedito para superarlos. Hay, por supuesto, distintas vías para actuar en torno suyo, pero la peor de de todas es la inacción que deja que crezcan y se acentúen los perjuicios que ocasionan.

¿Quién en su sano juicio podría negar que la situación fiscal que atravesamos es calamitosa a más no poder? Podemos discutir sobre sus causas, pero ello equivale a llorar sobre la leche derramada. De lo que se trata no es de eliminar hechos cumplidos, sino de solventar unas cargas ineludibles.

Dada la situación en que nos hallamos, conviene desde luego recomendarle al gobierno que recorte gastos innecesarios y observe una prudente austeridad. Pero no se puede ignorar que hay un endeudamiento que sólo se corrige a medias pagando, refinanciando acreencias o liquidando activos, así como unos compromisos que nos legó el NAF que estipuló Santos con las Farc y pesa severamente sobre nuestra fiscalidad. Fácil es decir que con suspender ese funesto acuerdo nos ahorraríamos unas billonadas. Pero, ¿quién estaría dispuesto a asumir las consecuencias de toda índole que ello acarrearía?

El gobierno ha presentado a la consideración del congreso un ambicioso y complejo proyecto que va más allá de lo urgente y lo meramente fiscal, para solventar necesidades no sólo de corto, sino de mediano y hasta de largo plazo. Economistas serios como Alberto Bernal han manifestado su beneplácito al respecto y vale la pena atender las razones que esgrimen. Pero otros, como el expresidente Uribe, recomiendan que se lo simplifique, se limen sus aristas más urticantes y se atiendan las necesidades más inmediatas.

Dadas las circunstancias, esto parece ser lo más sensato. 

El gobierno ha manifestado que está abierto al diálogo, que debe realizarse en el seno del congreso y atendiendo los reclamos de la opinión. 

Es lo propio del sistema democrático que creemos que nos rige. Como lo afirma el gran constitucionalista francés André Hauriou, es un sistema que realza precisamente el valor del diálogo para adelantar la acción política. Y el mismo se gestiona con base en argumentos que pretenden ser racionales. De su confrontación resultan los consensos o, por lo menos, las decisiones mayoritarias que son, como suele decirse, la regla de oro de las democracias.

La nuestra es una democracia que cada vez va mostrando más imperfecciones. 

Cierto sector extremista que aspira a conquistar el poder en las elecciones del año entrante ha optado por esquivar el diálogo, sustituyéndolo por la intimidación que resulta de actos de fuerza, inclusive vandálicos y hasta terroristas. Frente a las propuestas gubernamentales, su reacción es un rotundo no que incita a las masas callejeras a la violencia, tal como lo hemos presenciado en esta semana en Bogotá, Cali y Medellín principalmente. Gustavo Petro, el incitador de estos desmanes, dice descaradamente que si se quiere evitarlos hay que retirar el proyecto gubernamental. 

¿Cuál es entonces su propuesta para subsanar el déficit? Simple y llanamente, que el país se hunda, lo cual está de acuerdo con su estrategia de promover el caos para que unas masas desesperadas lo reconozcan como su redentor. Cualquier parecido con "El Atroz Redentor Lazarus Morell" que describe Borges en su "Historia Universal de la Infamia" va más allá de la mera coincidencia que advertían las obras cinematrográficas hace años. Es, ni más ni menos, un endemoniado, perverso por do se lo mire.

En un escrito que publiqué tal vez el año pasado llamé la atención sobre la necesidad de serenar los ánimos en el debate político. La crisis se ha agudizado y la crispación la alimenta. Hay que hacer un alto en el camino y poner los pies bien asentados en tierra para otear los vientos que soplan. No son buenos evidentemente, pues se advierten signos tempestuosos. El deber de quienes son responsables de la buena marcha del Estado es advertir estas realidades y hacerles frente con inteligencia, decisión y serenidad. Hay un clima subversivo cuyos efectos podrían ser devastadores si no se reacciona adecuadamente para enfrentarlo.

A veces, contemplando la poco envidiable posición del presidente Duque, le viene a uno la imagen del buen rey Luis XVI, que tuvo que sufrir hasta las heces el diluvio que pronosticó su abuelo Luis XV. Fue precisamente una crisis fiscal la que lo condujo al cadalso.

martes, 20 de abril de 2021

¿Progreso o retroceso?

Hace poco recordó Rafael Nieto Loaiza una encuesta de 2009 en la que quedó registrado que el 38 % de los docentes capitalinos se manifestó en favor de la lucha armada (https://www.elpais.com.co/opinion/columnistas/rafael-nieto-loaiza/adoctrinamiento-y-extrema-izquierda.html). 

No sabemos cuál sea en estos momentos el número de los que mantienen esa opinión, pero es lo cierto que no sólo los afiliados a Fecode, sino muchos otros más, practican la instrucción política extremista de los educandos. 

Llama la atención que en virtud de la separación de la Iglesia y el Estado que introdujo la Constitución actual en 1991 la enseñanza religiosa esté proscrita en la educación pública, mas no así la propaganda ideológica, como si ésta tuviese algún privilegio sobre aquélla.

Se cumple así lo de que cuando se abandona la religión, el campo que ésta ocupaba entran a ocuparlo las ideologías, que no son de suyo racionales y a menudo son francamente irracionales. Como bien lo dijo Chesterton, el que deja de creer en Dios está dispuesto a creer en cualquier cosa.

Varias generaciones de nuestros compatriotas han crecido envenenadas por la idea, si es que así puede llamársela, de que sólo por medio de la lucha armada será posible edificar un orden justo en este país.

Esta concepción parte de supuestos harto discutibles.

El primero es la licitud de la justicia por la propia mano, que impera en los órdenes bárbaros. El revolucionario niega toda legitimidad del orden establecido y cree que es moral todo lo que contribuya a destruírlo. A partir de ahí, justifica todas las atrocidades que han llevado a cabo los extremistas colombianos a lo largo de muchas décadas: el asesinato politico, las masacres, la toma violenta de poblados, los secuestros, las extorsiones, el avasallamiento de comunidades, su desplazamiento forzado, el reclutamiento de menores, la violencia sexual, la apropiación violenta de bienes, su destrucción, el empobrecimiento colectivo, etc., etc. Este largo etcétera incluye todos los crímenes que la conciencia civilizada condena como de guerra y lesa humanidad.

Si el maestro está llamado a inculcarles a los educandos los valores de la civilización, los que se muestran proclives a la lucha armada y tratan de alentarla en ellos, van precisamente en contra de dichos valores. Su acción no es progresista, sino retrógrada en exceso. 

Esta labor deletérea dice justificarse por la necesidad apremiante de instaurar un nuevo orden que elimine las injusticias del que nos rige y ponga en acción a través de procesos revolucionarios medidas redentoras que traigan consigo la felicidad colectiva.

¿Cuál es ese nuevo orden? Hace un siglo cabía soñar en la construcción del paraíso socialista que anidaba en las mentes de los revolucionarios. Pero ese paraíso resultó ser un infierno. Rusia y China, que fueron sus grandes promotores en la pasada centuria, renunciaron a ese fatídico proyecto que causó la bicoca de no menos de cien millones de muertes. Hoy lo sostienen, parapetados en sus recursos de poder, las dictaduras norcoreana, cubana y venezolana.

El experimento comunista dislocó las sociedades y en vez de dar origen a un nuevo especimen humano, puso en acción lo peor de nuestra especie.

Seamos francos, resulta muy difícil creer que los mofletudos senadores de Comunes, denominación que hoy ostentan los integrantes de las Farc, puedan presentarse como paradigmas de una humanidad redimida de sus vicios ancestrales. Muchísimo menos cabría darles ese calificativo a senadores como Petro, Cepeda o Bolívar, que hielan la sangre con solo verlos en fotografía.

Más adelante volveré sobre los funestos resultados del adoctrinamiento ideológico en las instituciones educativas, que no forma a los educandos en los valores del libre ejercicio de la racionalidad, sino que los esclaviza y pervierte.


martes, 13 de abril de 2021

La Toma Hostil de Medellín

Así se ha calificado con sobra de razones la política que está llevando a cabo el alcalde petro-comunista de  la capital antioqueña.

Como lo señaló hace poco Rafael Nieto Loaiza, Antioquia y, por supuesto, Medellín, están en la mira de los promotores de la candidatura de Petro para las próximas elecciones presidenciales. Acá consiguió el presidente Duque su holgado triunfo hace 3 años sobre el candidato extremista. Por lo tanto, el debilitamiento de este bastión uribista, defensor de la democracia liberal, ha adquirido las connotaciones de una consigna que por obra de las circunstancias tuvo cumplido efecto con la elección del siniestro "Pinturita" para regir los destinos de nuestra ciudad emblemática.

Los políticos locales que la hicieron posible y han colaborado con su desastrosa gestión tendrán que responderle a nuestra ciudadanía por lo que han estado promoviendo, que es ni más ni menos el doblegamiento de la Antioquia grande que en versos inmortales cantó el Poeta de la Raza, Jorge Robledo Ortiz.

Lo que ha sucedido con EPM, nuestra empresa emblemática, es elocuente. Para el funesto "Pinturita", no hay en Antioquia un solo personaje que dé la talla para gerenciarla. Nuestro amado terruño está hoy sometido a unas fuerzas extrañas de ocupación que desconocen su idiosincracia y sus necesidades. Su interés no reside en satisfacer las aspiraciones de nuestras comunidades, sino las de ciertas tendencias políticas disolventes que acá no habían podido pelechar hasta ahora.

Como lo ha denunciado valerosamente Alfredo Ramos Maya, los que mal de nuestro grado insisten en gobernarnos en Medellín no son independientes, ni los anima el propósito de corregir las anomalías de nuestra sociedad. Se valen de arteros recursos proclives a la corrupción para promover unas causas políticas que se identifican con el petro-comunismo. La contratación, los puestos, el gasto social, la acción administrativa, en suma, se proyectan hacia el fortalecimiento de estructuras favorables a ese proyecto político y el consiguiente debilitamiento de las que podrían impedir su triunfo en los comicios del año entrante.

Cuando en épocas de dificultades como las que ahora padecemos lo lógico sería que un gobernante de buen criterio se esmerara en procurar la unidad colectiva para hacerles frente, "Pinturita" ha optado más bien por la estrategia del caos, la división entre "ellos" y "nosotros", el enfrentamiento de clases, la erosión de las fuerzas vivas. 

El empresariado antioqueño goza de muy merecido prestigio en el país y allende sus fronteras. Acredita la vitalidad de nuestra cultura , ha creado riqueza y generado mejores condiciones de vida para nuestro pueblo, pero "Pinturita" no se cansa de acusarlo de latrocinio y explotación. Antioquia se ha distinguido por su fe católica; entonces, a ese personaje se le ocurre burlarse de ella consagrándole la Navidad al Demonio. Nuestra ingeniería y nuestras capacidades gerenciales lo tienen sin cuidado, y por eso trae en su ejército de ocupación unos sacamicas de otras regiones. Lo mismo hace con ese hontanar de excelentes juristas que ha formado EPM, de donde han salido ejemplares magistrados de las Altas Cortes. Los desprecia y somete bajo el yugo de advenedizos que, como era de esperarse, no pueden dar la medida. Y, ojo con lo que me dice un conocedor: se están reemplazando los abogados al servicio de EPM por otros que quizás podrían prestarse a maniobras non sanctas al momento de pactar sus honorarios.

Reitero que cursa en la Fiscalía una inquietante denuncia sobre la participación de bandas criminales en la elección de "Pinturita". Lo cierto es, como lo ha señalado el expresidente Uribe Vélez, que hubo impedimentos surgidos de ahí para el acceso de los candidatos del Centro Democrático a ciertos barrios de la ciudad.

Se comenta en altos medios capitalinos   que uno de los objetivos de la actuación de EPM en el negocio de energía de la Costa es ponerlo al servicio de la candidatura de Petro, a fin de contrarrestar allá la influencia de Char, a lo cual se ha opuesto tajantemente la responsable de Afinia. En ese círculo infernal que rodea a "Pinturita" todo es creíble.

Hay que felicitar y apoyar a los promotores de la revocación del mandato del ridículo histrión "Pinturita", en especial a Andrés Guerra Hoyos, que acaba de anunciar que se dedicará de tiempo completo a esa necesaria misión de rescate de nuestros más entrañables valores.


martes, 6 de abril de 2021

Dos tipos de cuidado

 No me refiero a la famosa película de Jorge Negrete y Pedro Infante que hizo época  hace años cuando el cine mexicano era muy popular entre nosotros (vid. https://www.google.com/search?q=dos+tipos+de+cuidado+pelicula+completa&oq=Dos+tipos+de+cuidado&aqs=chrome.3.69i57j46j0l5j46j0l2.19054j0j15&sourceid=chrome&ie=UTF-8).

Mi tema hoy es otro: Petro y Fajardo, los que según encuestas recientes puntean en las encuestas como favoritos para las elecciones presidenciales que tendrán lugar el año entrante.

La situación actual de Colombia es en extremo calamitosa y la gran pregunta es: ¿son confiables esos personajes para ayudarnos a salir del atolladero en que nos encontramos? ¿sus ejecutorias nos ofrecen suficiente garantía de que estaríamos en buenas manos si alguno de ellos llegara a la presidencia? 

Petro es bastante conocido de autos. Pensar que podría ser un buen gobernante es, ni más ni menos, una idea delirante. Da pena decirlo, pero sus seguidores son tan tóxicos como él. A la hora de la verdad, no vale la pena de discutir con ellos. Sería como entrar en debate con un partidario de Hitler en 1932. Lo que ofrece es un salto al vacío, pero hay que considerar que a veces en las sociedades soplan vientos de locura que las conducen prácticamente al suicidio. 

Hay quienes piensan que Fajardo sería un mal menor y por eso se duelen de la acción que en contra suya ha iniciado la Fiscalía General de la Nación.

Quienes así piensan no lo conocen lo suficientemente bien. Acá en Antioquia, así cuente con amigos muy influyentes que han contribuído a su nombradía, suscita enorme desconfianza. Los motivos son muy variados e incluso de orden íntimo, pero hay que considerar que los personajes públicos están en el deber de permitir el escrutinio colectivo sobre su vida privada.

Sería bueno saber si es cierto que Fajardo como alcalde y gobernador gastó millonadas para que los medios capitalinos promovieran su imagen en el escenario nacional. 

Él se jactaba de que bajo sus administraciones no se perdería un solo peso. Lo de la Biblioteca España en Medellín y lo de la conversión de una cuantiosa deuda del Departamento de pesos a dólares indica todo lo contrario: los desaciertos de Fajardo han costado dinerales.

Néstor Humberto Martínez ha escrito con toda razón que Fajardo es un incompetente para el manejo de la cosa pública (vid. https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/nestor-humberto-martinez/fajardo-es-incompetente-columna-de-nestor-humberto-martinez-578122).

Si lo de la conversión de una deuda de pesos a dólares sin adoptar medidas de salvaguardia adecuadas configura o no un delito, es asunto que en últimas decidirá la Corte Suprema de Justicia. Pero no cabe duda de que es una gravísima chambonada, un acto de suma irresponsabilidad.

¿Qué explicación tiene? Esa deuda, como lo dice Luis Pérez Gutiérrez, no se asumió para construir obras públicas, que es lo que suele justificar el endeudamiento en dólares. Algo raro hubo ahí de parte de la Secretaria de Hacienda, de la que se dice que era accionista del banco que hizo el préstamo. Sería bueno saber de dónde la trajo Fajardo, es decir, cuáles eran sus antecedentes.

El finado Carlos Gaviria criticaba a Fajardo porque no se sabía cuál era su concepción de la sociedad que aspiraba a construir. La observación era y es pertinente. Fajardo encontró respaldo en el también hoy finado Nicanor Restrepo Santamaría y otros prestantes dirigentes empresariales de Medellín. Cuando salió de la Alcaldía, si mal no recuerdo, se vinculó a "El Colombiano" y después a "Caracol", lógicamente dentro de una estategia publicitaria. Pero ha terminado apoyándose en sectores aledaños a la extrema izquierda. Tal parece que su principal soporte está ahora en los Verdes, que hacen parte, así lo disimulen, del Foro de San Pablo.

Pienso, para mis adentros, que su ideario político es bastante simple, muy cercano al de una juventud inmadura y llena de prejuicios que está dispuesta a creer en pajaritos de oro.

La coyuntura actual de Colombia no está para nefelibatas, sino para dirigentes realistas, como Rafael Nieto Loaiza, que tengan una visión nítida de nuestras realidades y sepan, como Bismarck. que la política es el arte de lo posible (vid. https://www.youtube.com/watch?v=hkGSZE5fIfQ)

A esos dos tipos de cuidado convendría descartarlos, cuanto antes mejor. Hay otras alternativas deseables y es pertinente explorarlas.