domingo, 28 de julio de 2019

Conviviendo con el cáncer

María Cristina Restrepo, a mi juicio la mejor escritora de Antioquia y quizás de Colombia, publicó hace algún tiempo una obrecilla titulada "El miedo, crónica de un cáncer", en la que con la donosura que la caracteriza relata su experiencia, que terminó siendo exitosa, con esa temible enfermedad.

A mi modo, y para que también pueda servir de estímulo a otros que la padecen, diré algo sobre el caso que me atañe.

En diciembre del año antepasado, cargando unos paquetes en El Tesoro, me sentí asfixiado. Al mes siguiente le comenté el asunto a mi médica de cabecera y ella, entonces, ordenó sendos exámenes de tiroides y de pulmones.

Yo tenía un bocio sumergido muy antiguo al que no le había prestado atención. El examen mostró que estaba afectando la tráquea, pero, además, que había en torno suyo adenopatías. Cuando le pregunté después al internista sobre el significado de esa palabra, me respondió oscureciendo el tono de su voz:"¡Caáancer!". Ordenó, en consecuencia, que se tomaran muestras para biopsia, pues había sospechas de cáncer en ganglios y mediastino. Me remitió a endocrinología y cirugía de cuello. 

El primer cirujano de cuello que me examinó me dijo que no era posible tomar muestras de ese bocio pues era muy grande y estaba sumergido detrás del esternón. Cuando le pregunté si se podía operarlo me respondió que sería algo muy invasivo, pues habría que partir el esternón. Concluyó diciéndome:"Si Ud. tiene algo en ese bocio, vaya despidiéndose". Pero el endocrinólogo no quedó satisfecho con ese diagnóstico y me sugirió que consultara con el Dr. Juan Pablo Dueñas, quién, después de examinarme y ver las placas, conceptuó que era indispensable operar ese bocio y que él sabía cómo hacerlo sin afectar el esternón, a pesar de su tamaño y de lo escondido que estaba. Me sometí a su pericia, extrajo un bocio del tamaño de dos limones o algo más y al otro día andaba yo por mi casa como si nada. El bocio se envió al laboratorio para efectuar la biopsia de rigor y el resultado fue negativo para cáncer. Este, sin embargo, estaba ahí agazapado, pero las muestras que tomaron no eran las indicadas.

Paralelamente me sometí al escrutinio del neumólogo, Dr. Alejandro Echavarría. La primera vez que me vio fue en enero del año pasado, pues el examen pulmonar mostró sendos nódulos en cada uno de los pulmones. Él conceptuó que había que observar su comportamiento y ordenó un nuevo examen para la mitad del año. Ese examen mostró que el nódulo del pulmón izquierdo se estaba moviendo, pero sus dimensiones todavía no daban para tomar muestras. Conceptuó correctamente que su origen podría venir de la tiroides. El último examen que se me hizo en enero de este año ya mostró aceleración de ese nódulo, por lo que el Dr. Echavarría me remitió al cirujano de tórax para que se tomaran muestras para biopsia, que a la postre dio lugar a que se dictaminara que corresponde a metástasis de cáncer de tiroides. 

También en enero me sometí al examen periódico del antígeno de próstata. Siempre me había resultado bien, pero esta vez mostró su anomalía. Mi urólogo ordenó repetirlo y por segunda vez salió elevado, por lo que ordenó la correspondiente toma de muestras para biopsia, procedimiento que mostró la presencia de cáncer en grado 7. El oncólogo me explicó después que hasta el grado 5 se está en presencia de un cáncer que debe observarse, pero que no es necesario tratar. Entre 5 y 10, en cambio, hay que actuar. De 10 para arriba es un cáncer agresivo. Ese 7, me dijo haciendo suyo un símil que luego explicaré, es un "encapuchado" y hay que atacarlo, para lo cual ordenó 37 sesiones de radioterapia y 3 de quimioterapia.

En síntesis, resulté haciendo "moñona": sendos cánceres en los pulmones y en la próstata.

No puedo negar que al recibir casi al mismo tiempo las dos noticias sentí fuerte impacto emocional, que se agravó por una circunstancia afectiva concomitante, pues, como dicen ese tangazo de Expósito y Troilo, "Te llaman malevo", por esos días "Una mina me dejó en chancleta", o "Farolito de papel", de García Jiménez y Lespés, quedé "Solo, pato y hecho un gil". Pero fui asimilando el golpe y poniéndole humor al asunto. Así, a quienes me preguntaban por mis cánceres, les respondía: "Estoy como Duque, con la "minga" en la próstata y con Fecode, Petro, Claudia López, Santrich, Cepeda y Cía. alborotando en los pulmones".

Cuando a uno le mencionan que tiene cáncer, es natural que vengan a la mente, como esos "Murmullos" de otro tangazo gardeliano, ideas sobre la muerte, los dolores que produce la enfermedad y el rigor de los tratamientos a los que hay que someterse para combatirla, controlarla o paliarla. 

Pero esas ideas deben someterse a escrutinio previo. Mejor dicho, hay que digerirlas, pues no todos los cánceres son iguales. Los hay, desde luego, muy graves e irremediables. Pero otros son tratables y de relativo buen pronóstico, aunque es bueno advertir, como suelo decir, que con esos inquilinos nunca se está seguro. 

Los míos son muy distintos entre sí. Del que parece más agresivo, sabré el resultado probablemente en noviembre, una vez terminadas las sesiones de radioterapia (me quedan 10 que terminarán en dos semanas) y de quimioterapia (restan dos). Después vendrá el tratamiento de los pulmones, que el médico me dice que ya es más amigable: una aplicación de yodoterapia que implicará 24 horas de reclusión y después una libertad vigilada, tal vez al estilo de la de Santrich. Ese resultado lo sabré a principios del año venidero, siempre y cuando no se complique el tratamiento de la próstata.

En mi caso, la idea de la muerte, de esos días en que, como dice el poeta, "soplan vientos ineluctables", no me estremece. Estoy hecho a ella. Vi morir a mi hijo menor y a mi amada esposa. Sé que ellos en un día no lejano vendrán por mí. Los espero con ansias. Para otras personas la inminencia de la Parca puede resultar estremecedora, porque están muy apegadas a este mundo y no han cobrado clara conciencia de que sus vidas penden de un hilo. Temen, además, a lo que puede esperarles en el más allá. Yo vivo preparado.

Cosa diferente son los dolores del cáncer y los rigores de los tratamientos. No he sentido los primeros, quizás porque la detección fue temprana. Y tampoco los segundos. La radioterapia es amigable. En cuanto a la quimioterapia para el cáncer de próstata, no va dirigida a actuar contra la célula cancerígena, sino contra coadyuvantes de su desarrollo. La denominan con un eufemismo: "Bloqueo androgénico". Significa, simple y llanamente, castración química, pero temporal. A mi edad, no me hace mella.

Para convivir con el cáncer hay tres elementos que pueden resultar muy positivos: actitud, fe, afectos.

La actitud es lo primero, desde luego, pero la refuerzan los otros dos.

Como reza un viejo dicho, en circunstancias difíciles siempre hay que esperar lo mejor y estar preparados para lo peor. Mis tratantes aprecian la alegría con que afronto las terapias. Encuentran que es algo muy positivo para mi recuperación. A los que llegan ansiosos hay que recomendarles que hagan de tripas corazón.

Hay quienes dicen que la fe no les hace falta. Pero como yo la tengo incorporada a mi vida cotidiana, es para mí como el aire que respiro. No pido milagros. Me limito a decir, como en otras difíciles circunstancias: "Dios mío a ti me encomiendo; que se haga tu santa voluntad".

Pues bien, el Señor, a falta de un afecto que, como dice ese tangazo de Mores y Martínez, "Yo tengo un pecado nuevo", no sé "cómo pudo deslizarse de mis manos si la sangre de mi pulso al partir no lo ha notado", puso a mi lado dos buenas samaritanas que, junto con una de mis hermanas, al verme tan solo y desamparado, me han rodeado de muy generosa y desinteresada solicitud para brindarme el apoyo que requiero para los tratamientos a que debo someterme. Si no gozara de tan amable compañía, quizás mi talante sería muy otro. No puedo quejarme de mi suerte. Todo lo contrario, pues quien con Dios está a nada ha de temerle.

Un consejo final para quienes estén en circunstancias similares a las mías. Busquen buenos médicos y confíen en ellos. Todo el mundo cree tener la solución adecuada. Unos dicen: "no se deje tocar la próstata"; otros, por el contrario, claman por hacérsela operar cuanto antes. Están los que recetan yerbas y otros remedios alternativos. Mi fámula dice que a un pariente suyo le curaron el cáncer con caldo de gallinazo. Cuando le mencioné esta alternativa a mi oncólogo, me respondió: "Si se lo toma, no me lo cuente". Yo creo en los doctores Mauricio Lema y David Gómez. No les discuto su ciencia. Como dice otro tangazo gardeliano, "Me les entrego mansamente, como me entregué al botón" ("Como abrazado a un rencor").





domingo, 21 de julio de 2019

¿Y a la Corte quién la ronda?

Es famosa la observación que hizo Montesquieu en "El Espíritu de las Leyes" para justificar la separación de poderes. Dijo que todo el que ejerce poder tiende a abusar de él y que para impedirlo es necesario que el poder contenga al poder mediante un sistema de frenos y contrapesas, los famosos "Checks & Balances" de que hablan los norteamericanos.

Así las cosas, para que haya verdadera Constitución, según el art. 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, ha de organizarse una separación efectiva de poderes en virtud de la cual cada poder público esté en capacidad de obrar con autonomía dentro de la competencia que le haya asignado la Constitución, pero al mismo tiempo debe quedar sometido a controles que garanticen que no se extralimite.

El profesor Lowenstein, en su "Teoría de la Constitución", explica detalladamente cómo funciona el sistema de controles recíprocos, sea entre los distintos órganos del poder, ya en el interior de los mismos, e incluso los que las comunidades pueden ejercer respecto de aquellos (Lowenstein, Karl, "Teoría de la Constitución", Ariel, Barcelona, 1964).

El sistema se funda no solo en la idea de garantizar los derechos fundamentales, que son el otro pilar sobre el que debe asentarse un Estado constitucional según el referido art. 16, sino en la de hacer efectiva la racionalización del poder, que es en buena medida el leitmotiv  del pensamiento político de la Modernidad.

Un ejercicio incontrolado del poder no solo pone en riesgo los derechos. Entraña además un desafío a la racionalidad político-jurídica.

En las Constituciones del siglo XIX era frecuente que se proclamara la necesidad de estatuir gobiernos no solo representativos, populares y alternativos, sino controlados y responsables. Se tenía al frente la experiencia de las monarquías absolutas, que se consideraban despóticas precisamente por la ausencia de controles efectivos que determinaran responsabilidades por los abusos en que se incurriera.

Pues bien, una observación a vuelo de pájaro de nuestro sistema constitucional muestra que tanto los cuerpos colegiados de elección popular como las autoridades ejecutivas e incluso las judiciales de mediano y bajo rango deben someterse a controles y a responsabilidades de varia índole. Pero hay una institución respecto de la cual no median controles efectivos e incluso es del todo refractaria a los mismos: la Corte Constitucional.

Con distintas motivaciones, ha venido expandiendo su poder hasta el punto de que ya muchos, y no solo el que esto escribe, consideran que obra desaforadamente, como si estuviese dotada de poderes dictatoriales que se superponen a la soberanía que el art. 3 de la Constitución Política radica exclusivamente en el pueblo.

Leo en la introducción que hizo Augusto Ramírez Ocampo al libro de Ricardo Zuluaga Gil, "De la Expectativa al Desconcierto-El proceso constituyente de 1991 visto por sus protagonistas" (Academia Antioqueña de Historia, Medellín, 2017, pag. 17), que:

"Los constituyentes de 1991 abrimos todas las esclusas para hacer posibles las reformas a manera de reacción contra el gobierno de los jueces, que había hecho imposible ajustar la carta del 86 a las necesidades de un país en plena evolución. Por unanimidad fue rechazada en la comisión primera la propuesta formulada por uno de sus integrantes, para prohibir tocar su texto al menos por diez años a fin de evitar el posible revanchismo del Congreso y permitirle ser probada antes de ser cambiada".

En síntesis, los constituyentes de 1991 aspiraban a establecer una Constitución lo suficientemente flexible para ajustarla a la evolución de la sociedad colombiana, y a evitar el gobierno de los jueces, que deriva en una verdadera dictadura de los mismos. 

Pues bien, bajo la insidiosa distinción entre la reforma y la sustitución de la Constitución, que la Corte aplica arbitrariamente, de hecho estamos bajo un esquema de rigidez constitucional que, al decir de una voz tan autorizada como la de Jorge Humberto Botero, está generando en el país un clima insurreccional, del que da buena muestra la iniciativa de Herbin Hoyos para conseguir más de once millones de firmas que avalen la convocatoria de un referendo que disuelva las altas Cortes, amén de otras drásticas medidas. Cualquiera sea la suerte que tenga, la apoyo, pues creo necesario producir hechos políticos contundentes que pongan orden en el caos institucional que unos jueces descarrilados están generando.

Uno de los muchos y graves episodios abusivos de parte de la Corte Constitucional toca con el tema del glifosfato. Cito de nuevo a Jorge Humberto Botero, que en un escrito reciente,"Glifosatitis aguda", ofrece unas juiciosas reflexiones acerca de los fundamentos jurídicos de los fallos de la misma sobre este delicado asunto.

Para entender lo que la Corte Constitucional dispuso la semana pasada, que ha dado lugar a diversas interpretaciones, hay que partir de dos textos que difundí entre mis corresponsales y vuelvo a citar aquí: la Sentencia T-236/17 y el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales: 



La sentencia de marras revisó sendas decisiones que negaron la procedencia de una acción de tutela del Personero de Nóvita contra altas autoridades nacionales, encaminada a que se prohibiera la aspersión aérea de glifosfato para la erradicación de cultivos ilícitos de coca.

Respecto de esa acción militaban por lo menos tres fuertes objeciones: si el Personero estaba legitimado para ejercerla, si la vía indicada era más bien la acción popular y si mediaba prueba fehaciente de los daños imputados al uso del glifosfato.

Una lectura desprevenida del art. 86 de la Constitución Política hace pensar que la acción de tutela se instituyó para proteger derechos fundamentales individuales, de suerte que sus efectos se limiten a proteger específicamente a quienes la intenten. Pero la Corte, sin mayor análisis, extiende la legitimación para intentarla a las comunidades en cabeza de los Personeros Municipales. 

La acción de tutela es excepcional. Procede cuando no haya otro medio idóneo para garantizar el derecho que se considera amenazado o violado. Y para el caso, ese medio era la acción popular, que la Corte también desestimó sin mucho discernimiento.

La tutela no parece ser la acción indicada cuando se está en presencia de cuestiones de hecho que requieran prueba pericial y den lugar a arduos debates sobre sus resultados. La discusión sobre el glifosfato no es para decidirla de buenas a primeras sobre la base de lo que a la Corte "le parece". 

Tampoco parece serlo para controvertir una política pública cuyo contexto, como suele ocurrir, ofrece distintos grados de complejidad acerca de valores que entran en juego. En este caso, por ejemplo, median decisiones acerca de cómo enfrentar problemas tan graves como la multiplicación de los cultivos de coca y las dificultades que ofrecen otros medios alternativos de solución. El juez de tutela en estos casos termina sustituyendo al administrador público, es decir, extralimitando su competencia e invadiendo la de otras autoridades.

Un aspecto muy controvertible del asunto en cuestión es la extensión de los efectos del fallo de tutela, que deja de centrarse en los derechos específicos cuya vulneración se alega, para imponerse como norma general vinculante para todas las autoridades y todas las comunidades. De ese modo, el juez constitucional se convierte en legislador y hasta en constituyente, a partir de un juicio sumario y breve que no abre la posibilidad del debate amplio que es propio de la instancia legislativa.

Lo que planteo, en síntesis, es que la Corte ha desnaturalizado la tutela, llevándola a extremos que son simple y llanamente destructivos del orden jurídico.

Dejo para otras oportunidades el examen de otro aspecto crucial que se puso en juego en este proceso. Se trata de las ventajas exorbitantes que se establecen en favor de las comunidades indígenas y tribales, que ponen en juego el concepto mismo de soberanía del pueblo en general. De hecho, esas ventajas implican el reconocimiento de múltiples soberanías dentro del Estado, algo así como las "repúblicas independientes" que los subversivos han intentado instaurar en distintos sectores del territorio nacional.

Lo del "Bloque de Constitucionalidad" se ha prestado a abusos interpretativos tan descarados y aberrantes como el tristemente célebre que afectó a las Empresas Varias de Medellín hace algunos años. Las organizaciones internacionales suelen estar dominadas por minorías sectarias que imponen ciertos puntos de vista a espaldas de la opinión pública e incluso de los mecanismos democráticos de los países. De ese modo, sin suficiente debate, entran como normatividad constitucional convenios y otros instrumentos  que atan severamente las manos de las autoridades estatales, tal como puede observarse al considerar la exigencia de consulta previa a las comunidades indígenas y tribales para adelantar políticas públicas de interés nacional, como las atinentes al control de cultivos de coca.

Para terminar por lo pronto, la Corte Constitucional en el proveído de la semana pasada llama la atención acerca de la necesidad de llevar a cabo la lucha contra los cultivos ilícitos ciñéndose a lo estipulado en el NAF, es decir, a los dictados de las Farc, que poco interés tienen en la solución del problema y están dispuestas a atravesar todos los obstáculos habidos y por haber para impedirla.




viernes, 12 de julio de 2019

La Ciencia del Bien y del Mal

"La Linterna Azul" publicó hace unos días un interesante escrito de Miguel Ángel Martínez Meucci que lleva por título "El Dragón Tatuado-Consideraciones en torno al mal extremo" (http://www.lalinternaazul.info/2019/07/10/el-dragon-tatuado-consideraciones-en-torno-al-mal-extremo/).

Las consideraciones versan principalmente sobre el fenómeno del mal en ciertas individualidades cuyos trastornos mentales las hacen insensibles ante el sufrimiento de los demás e incluso las llevan a disfrutar  los mismos, para luego ocuparse de cómo esa insensibilidad moral se va proyectando en las sociedades hasta el punto de llegar a la "banalidad del mal" de que habló Hannah Arendt, en buena medida por la acción de dirigentes tocados de "oligofrenia moral". Una cuestión de fondo que se toca en el escrito es la dificultad con que tropiezan los sistemas democráticos liberales para enfrentar estos fenómenos, habida consideración de las restricciones que las ideologías que los sustentan exigen para el ejercicio del monopolio legítimo de la violencia por parte de los agentes estatales.

Espero haber presentado un resumen correcto de tan lúcido como oportuno escrito, el cual llama la atención sobre realidades ominosas de la hora presente en todo el mundo y particularmente en nuestros países.

Hay una disciplina académica en formación, inspirada en los estudios de Andrew Lobaczewski, que se denomina Ponerología Política, vale decir, el estudio de la naturaleza del mal en el universo político (vid.https://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/sociopol_ponerology05.htm). 

Su punto de partida se enmarca dentro de los postulados de la psicopatología, que aspira a penetrar los secretos de la naturaleza de la personalidad malvada y sus modos de manifestarse en los individuos y las colectividades.

Es bien conocida la distinción que hizo Freud entre Eros y Tanatos, dos poderosos impulsos humanos que nos llevan bien hacia la armonía con nuestros semejantes o a la destrucción de los mismos.

Hace tiempos leí en unos escritos de Arthur Koestler que nuestros impulsos violentos podrían explicarse en función de desajustes estructurales entre el neocórtex, o sea el cerebro evolucionado, y el cerebro límbico que compartimos con los reptiles.

Una exploración del tema a partir de las tradiciones religiosas, el pensamiento filosófico y la ficción literaria, fascinante por lo demás, es la que nos ofrece Rudiger Safranski en "El Mal o el Drama de la Libertad" (Tusquets Editores, Barcelona, 2005).

Pero, ¿qué tal si consideramos lo que en su momento planteó el entonces cardenal Ratzinger acerca de que la maldad humana exhibe tan pavorosas manifestaciones que quizás solo podríamos explicarla a partir de agentes externos de carácter sobrenatural?

En "Los Hermanos Karamazov", nos habla Dostoiewski, a propósito de Dimitri, su personaje central, de la lucha entre Dios y el Diablo que se libra en el interior de cada hombre. Los que hemos sufrido la influencia del Maligno y la acción liberadora de la gracia de Dios sabemos bien de qué se trata. Y esa confrontación trasciende a la esfera comunitaria suscitando conflictos entre las diferentes colectividades, así como en el interior de las mismas y en las relaciones interpersonales.

Leí hace poco una reflexión del Santo Padre Pío de Pietrelcina acerca de que el amor es un reflejo de Dios en el corazón del hombre. Ese amor vivo que florece y fructifica, trae felicidad y eleva los espíritus, es obra de Dios. Lo que lo contamina, debilita y destruye es, por el contrario, obra demoníaca. Quienes conspiran para destruir una hermosa amistad colaboran, a no dudarlo, con la obra del Demonio.

Enseña el padre Doriam Rocha Vergara que el Demonio actúa ordinariamente sobre las almas a través de la tentación. Pero hay acciones extraordinarias: la opresión demoníaca, las infestaciones, las vejaciones y las posesiones (vid. https://www.aciprensa.com/noticias/como-actua-el-demonio-en-la-vida-de-las-personas-16228).

Todo ello está documentado fehacientemente a partir de las experiencias de los exorcistas, que en lugar de explotarlas comercialmente a través de películas de terror, deberían ser objeto de escrutinio científico. Pero como la ciencia dominante es naturalista y, por ende materialista, se muestra refractaria a considerarlas.

¿En qué medida, por ejemplo, el universo hitleriano estaba severamente influenciado, cuando no controlado, por poderes ocultistas? ¿Qué decir de la afición de personajes como Chávez o Santos a la santería cubana? ¿Qué papel jugó el satanismo juvenil en el pensamiento y la acción de Carlos Marx? (http://consciencia-verdad.blogspot.com/2011/01/marx-satanista.html) ¿Hay, en verdad, presencia demoníaca en las sociedades secretas que en buena medida controlan el mundo actual?

La crueldad de las guerras "civilizadas", la violencia atroz de los movimientos subversivos, los abusos de autoridades que deberían velar por el bien común, la corrupción política y empresarial, la injusticia social, el holocausto silencioso que hace del vientre materno el lugar de mayor peligro para seres humanos indefensos a los que se niega el derecho a la vida, el demonio del sexo desatado en todas partes, la pornografía y el tráfico de armas como negocios líderes, el imperio subterráneo de la droga que amenaza con la destrucción de la civilización(vid. https://www.amazon.es/Underground-Empire-Where-Governments-Embrace/dp/0385175353), el hambre de poblaciones enteras como arma de control político (Ucrania bajo Stalin en 1932-33, Venezuela hoy bajo la pandilla criminal de Maduro), el tráfico de personas, la proliferación de bandas criminales, etc., etc.

¿Estamos, sí o no, en mundo espiritualmente enfermo?

El mal se expande vertiginosamente, y estamos desarmados para combatirlo porque hemos sucumbido ante el relativismo moral. El buen sentido, que podía identificar las fronteras entre el Bien y el Mal, yace sepultado bajo ideas tan descabelladas que, como dijo Orwell alguna vez, solo los intelectuales están dispuestos a adoptarlas. 

Parafraseando "La Trahison des Clercs" que hace años denunció Julien Benda en un escrito célebre (http://classiques.uqac.ca/classiques/benda_julien/trahison_des_clercs/benda_trahison_clercs.pdf), bien podemos decir hoy que los intelectuales han renunciado hoy a su misión esencial, que es leer en el interior de la realidad en búsqueda de la verdad que ella encierra. Una de sus más deplorables abdicaciones atañe a la negación de la verdad moral: son incapaces de ilustrar al hombre corriente, el que los lee para orientar su pensamiento y su acción, acerca de lo que está bien y está mal.

Para muestra, la perversidad cada vez más alarmante de los fallos de nuestra Corte Constitucional.

miércoles, 3 de julio de 2019

Las aguas bajan turbias

Cediendo quizás a la presión de lo "políticamene correcto", el alcalde de Medellín ordenó sustituir en el "Pueblito Paisa" la bandera verdiblanca de Antioquia por la multicolor del colectivo LGTBI+, para asociarse de ese modo a la celebración del día del "Orgullo Gay".

Ello dio lugar a que un ciudadano indignado la descolgara exigiendo que se restituyera en su sitio la bandera antioqueña. Entonces, al que tal hizo le han llovido denuestos y hasta periódicos que en otra época eran conservadores y ahora se dejan arrastrar por la corriente del permisivismo libertario, se han quejado de ese comportamiento que tildan de homofóbico, diciendo que "respetar la diferencia es el reto histórico de Colombia".

Leí hace años en un libro de Lord Cecil sobre el conservatismo que la virtud principal de esta orientación política es la prudencia. Y a esta hay que acudir para interpretar y tomar posición respecto de los cambios radicales que estamos presenciando en los ámbitos de las costumbres familiares y sexuales (vid. https://www.academia.edu/39713956/El_liberalismo_conservador_Orden_y_libertad20190628_22782_1ucc4em?auto=download)

¿Hay que recibir esos cambios
 como muestras auténticas de progreso social? ¿Lo son más bien de degradación? ¿Qué fuerzas los animan, hacia dónde nos llevan? ¿Cuál es su sentido profundo?

En otra parte he escrito que si bien las ideas tradicionales sobre la sexualidad parecen opresivas e irrazonables, las que hoy están en boga no dejan la impresión de ser más sensatas. Hay demasiada simplificación en el examen de algo que es, en definitiva, muy complejo. Remito al lector para que se forme una mejor idea del asunto al lúcido libro de José Antonio Marina que lleva por título "El Rompecabezas de la Sexualidad", en el que  pone de presente  la importancia de la misma para la vida humana, al tiempo que las enormes dificultades que enfrentamos para integrarla a nuestra felicidad.(vid. https://filosofosinsentido.files.wordpress.com/2013/07/1700.pdf)

Hay, evidentemente, una gran diversidad de orientaciones sexuales. En alguna parte he leído que llega a hablarse de más de 100, motivo por el cual lo que en un principio se identificaba como colectivo LGTB decidió adicionar la I (intersexual), pero al hallarlo corto ya viene agregando el signo +. 

Pero, ¿es el caso de predicar la igualdad tanto moral como jurídica de todas ellas? 

A lo largo de siglos las normatividades sociales han partido de la idea de que la sexualidad no solo es algo anclado en la naturaleza biológica del ser humano, sino que la misma exhibe su diferenciación en dos sexos, el masculino y el femenino. "Varón y hembra los creó", se dice en Gen. 5.2. Es cierto que en algunas mitologías se plantea la tesis de un andrógino primitivo que luego se disoció, pero a todas luces es asunto que pertenece a la esfera del mito, no a la de la realidad biológica ni la histórica (vid. https://www.circulodorado.com/archivos/androgino29092011.pdf).

Pareja a esta idea, bien centrada en la realidad biológica, está la del ejercicio normal u ordenado de la sexualidad y la de sus desviaciones o anomalías, que toca más bien con el ámbito de la cultura, lo cual no significa necesariamente que sea algo meramente convencional o artificial.

Acá nos enfrentamos con una serie de cuestiones altamente disputadas acerca de cómo diferenciar en el ser humano lo natural y lo cultural, y cuáles son las relaciones que se dan entre esos dos aspectos de su realidad. No es el caso de entrar aquí en el examen de la genealogía de esta distinción, que ha llevado a formular el dogma de la filosofía alemana de la cultura según el cual "el hombre no es naturaleza, sino cultura", o "historia", como decía Ortega. Este dogma ha conducido, según Leo Strauss, a pensar en la extrema maleabilidad del ser humano. Una consecuencia de esto es la idea de que no es la naturaleza la que nos hace hombres o mujeres, sino la cultura, y esta puede ofrecernos las modalidades más caprichosas imaginables, frente a las cuales la de los "hombres-mujeres" que describe Proust en "Sodoma y Gomorra" terminan pareciéndonos bastante precarias.

La consideración tradicional de la sexualidad la relaciona con la reproducción de la especie humana, la continuidad de la vida, el cuidado de la infancia, la educación de la juventud, la solidaridad de los integrantes del núcleo familiar.. Desde los ritos nupciales hasta las normas de los códigos civiles acerca del matrimonio y la familia, la cultura ha velado por exaltar estos propósitos. Me atrevo a afirmar que el súmmum de esta exaltación se pone de manifiesto en el cristianismo, que ha suministrado el fundamento de la moralidad y la juridicidad de nuestra civilización a lo largo de siglos hasta ahora, cuando por cierta evolución en el campo de las ideas se pretende erradicarlo buscando su sustitución por pretendidas concepciones racionalistas y científicas.

Esa evolución, inspirada superficialmente en consideraciones de dignidad, igualdad, libertad y tolerancia, va muchísimo más allá del propósito de asegurar el respeto por las diferencias en la orientación sexual de los individuos y la integración de los mismos en la vida colectiva. Si así fuese, podríamos saludarla como un progreso en los ámbitos del libre desarrollo de la personalidad y la cohesión social. Pero sus promotores pretenden algo muchísimo más ambicioso, verdaderamente revolucionario, como es la erradicación de la cultura cristiana, la destrucción de la familia, la configuración del "hombre nuevo" y, en suma, la homosexualización de la sociedad, sobre la base tanto de un sexo que es puro deleite disociado de la reproducción, como  del freno al crecimiento de la especie humana, cuando no su reducción drástica.

Ahora saludamos como progresos de la libertad y la igualdad las expresiones pintorescas, aunque bastante groseras, de los desfiles del "Orgullo Gay". Después gemiremos bajo el totalitarismo del lobby que los promueve y la siniestra ideología de género que va asociada a la realización de sus propósitos.


Ese totalitarismo, ejercido a menudo por fuera de la autoridad de los congresos o parlamentos por las autoridades ejecutivas y la cortes de justicia, y prescindiendo en un todo de la voluntad de la ciudadanía, se manifiesta en la aplicación arbitraria de tipos penales como el delito de odio, la negación de la objeción de conciencia respecto de la celebración de "matrimonios igualitarios", abortos o eutanasias y suicidios asistidos, los sanitarios unisex, la persecución a los religiosos que citen los pasajes bíblicos sobre la sodomía y la fornicación, la imposición de programas de educación sexual en las escuelas que incluyen prácticas masturbatorias o sexo anal, o la privación de la patria potestad y otras sanciones a los padres que se opongan a que sus hijos sean sometidos a enseñanzas que ellos consideran depravadas, etc.

Vuelvo acá sobre un importante libro que he mencionado en otras ocasiones, "The Criminalization of Christianity", de Janet Folger, que muestra los excesos a que se ha llegado incluso en los Estados Unidos, por no hablar de Canadá, el Reino Unido y los países nórdicos, para imponer la ideología de género en detrimento de la cultura cristiana. ¡Se ha llegado al extremo de someter a procesos de reeducación, como en los antiguos regímenes comunistas, a los estudiantes que sean sorprendidos en las instituciones educativas públicas leyendo la Biblia o, simplemente, poseyendo un ejemplar de la misma! (vid. https://epdf.pub/queue/the-criminalization-of-christianity.html).

La imposición de la ideología de género en Colombia es tema fundamental del fatídico NAF convenido por Santos con las Farc. Estas lo destacaron en su manifiesto de los llanos del Yarí. Y hace parte de la agenda de Soros (vid. https://www.actuall.com/vida/el-oscuro-plan-de-soros-para-doblegar-a-los-paises-catolicos-y-conservadores-mediante-el-aborto/?fbclid=IwAR3xoG5rQnqBEFs7JpjuNnaidYC8EPaHe9tJdF1dEy6noeIo1bzJq8lU_dY&utm_medium=whatsapp). 

Todo nos aconseja, entonces, a ser prudentes a la hora de pronunciarnos sobre la agenda LGTBI+. La bandera que el alcalde Fico puso a ondear en el "Pueblito Paisa" no es un símbolo de libertad, sino de opresión que amenaza a las mayorías heterosexuales y, en últimas, a las familias tradicionales y a nosotros los creyentes en el Evangelio.