miércoles, 28 de octubre de 2020

Muestras del Diablo

Pienso a menudo en lo que dijo Dostoiewsky acerca de su personaje Dimitri Karamazov: que él pone de manifiesto la lucha entre Dios y el diablo que se libra en el interior de cada ser humano.

Yo mismo la he vivido y por eso digo que creo firmemente en Dios, que me ha mimado con su gracia, pero también en el diablo, porque lo he sentido dentro de mí no pocas veces. En esta hora final de mi existir, cuando hago examen de conciencia, no puedo dejar de pensar que en mis múltiples desvaríos estuvo presente la perversa acción del maligno.

Hace poco, leyendo un interesante artículo de Pedro Aja Castaño, encontré una cita del libro de Mgr. Andrea Gemma, "Confidenze di un exorcista", que llamó mi atención (vid. http://www.periodicodebate.com/index.php/opinion/columnistas-nacionales/item/27767-la-entrevista-del-padre-francisco-de-roux-filosof%C3%ADa-vs-iniquidad).

Buscando en Google información sobre el libro y su autor, dí con  de la obra de Francesco Vaiasuso y Paolo Rodari, "Mi Posesión: cómo fui liberado de 27 legiones de demonios", y la descargué en Kindle.

Es un texto fascinante, aunque aterrador, que prácticamente devoré. Rodari es periodista y colaboró con Vaiasuso para la redacción del escrito, que documenta el fenómeno de la posesión demoníaca desde la perspectiva misma del poseso, a diferencia de  muchos libros de exorcistas, que relatan sus acciones, pero desde fuera (vid. https://www.amazon.com/-/es/Francesco-Vaiasuso-ebook/dp/B07D249ZS5).

Se atribuye a Baudelaire lo de que la última mentira del diablo es convencer a la gente de que no existe. Y, en efecto, muchos no creen que lo haya. Pero los testimonios de los exorcistas indican todo lo contrario: existe y obra profusamente no sólo en los individuos, sino en las sociedades, por medio de la tentación, la obsesión, la vejación, la infestación y, por último, la posesión.

Malachi Martin escribió varios libros muy ilustrativos sobre su actividad como exorcista y la presencia conspicua del satanismo en los Estados Unidos. En uno de ellos relata la ceremonia diabólica que se realizó simultáneamente en Roma y los Estados Unidos a poco de la entronización de S.S. Pablo VI  para hacerle una consagración a Satanás. Es probable que este hecho hubiera dado lugar a lo que el Papa dijo un tiempo después acerca de que el humo del infierno había penetrado en la Iglesia. Martin, al momento de escribir a fines del siglo pasado, calculaba en unos 8.000 los templos satanistas en los Estados Unidos (vid. https://kupdf.net/queue/el-rehen-del-diablo-libro-completo-pdf_59f2d108e2b6f51c581db0bc_pdf?queue_id=-1&x=1603926438&z=MTgxLjU4LjM4LjEw).

Fue precisamente en una misa negra a la que lo llevó con engaño una amiga de su madre, cuando apenas tenía cuatro años, donde a Francesco le dieron a beber un repugnante bebedizo que abrió las puertas para la posesión por parte de 27 legiones de demonios, encabezadas por su príncipe, el mismísimo Satanás. Muchos sufrimientos físicos y mentales hubo de padecer desde ese momento hasta que, luego de un sinfín de exorcismos, años más tarde hubiera logrado liberarse de esas fatídicas presencias.

Hace algún tiempo asistí acá en Medellín o, más precisamente, en Envigado, a una conferencia que dictó el Dr. Ricardo Castañón en la iglesia de la Niña María. Dio comienzo a su exposición manifestando su inquietud por la presencia del satanismo entre nosotros. Según él, el Vaticano satanista se encontraba a la sazón en Pereira, donde hubo por esos días unos alarmantes sacrilegios.

Se habla de la afición de ciertos de nuestros dirigentes políticos a la brujería y otras artes diabólicas. Nada raro es, dado que la sociedad colombiana ofrece serios indicios de influencia demoníaca en sus altas esferas. El solo hecho de que seamos hoy por hoy los mayores productores de cocaína en el mundo ya da pie para pensar en una influencia decisiva de Satanás. En uno de los exorcismos que sufrió Francesco, aquél se jactó de dominar el 49% de la humanidad. Reconoció que no había podido alcanzar el 51% por obra de su odiado Jesucristo.

En los mensajes de Medjugorge, la Santísima Virgen suele llamar la atención sobre la presencia del demonio en el mundo actual. Sólo en la medida que fortalezcamos nuestra espiritualidad podremos contrarrestarla. Francesco, en el fondo, fue su propio exorcista, pues no se dejó vencer por las potencias infernales y luchó con denuedo contra ellas armado por su vigorosa fe en Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen. Su testimonio es edificante.


domingo, 25 de octubre de 2020

Hacia la Civilización del Amor

Quiero referirme en este escrito  a la más reciente y quizás última encíclica del papa Francisco, que lleva por título Fratelli Tutti (http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html).

La he leído cuidadosamente, con la atención y el respeto que merece. Debo decir que es un escrito señero, verdaderamente admirable, que permanecerá seguramente como testimonio de las convicciones más profundas del Santo Padre.

A medida que fui avanzando en su lectura encontré su consonancia con lo que modestamente les enseñé a lo largo de años a mis discípulos de Teoría Constitucional acerca del bien común, la dignidad de la persona humana, el verdadero sentido de los derechos fundamentales, la dimensión trascendente del ser humano, su realización plena a partir del amor, la nobilísima función de la política cuando es rectamente entendida, el valor de la sociabilidad humana y de las distintas esferas comunitarias, desde las locales hasta las cosmopolitas, etc.

Debo manifestar mi extrañeza respecto de comentarios frívolos, superficiales y bastante sesgados que encuentro en distintos medios que no ocultan su antipatía para con el Papa, ni su intención de darle a la encíclica alcances que obviamente no tiene.

No han faltado los que la consideran herética, más cercana a la francmasonería que a la tradición católica, inclinada al pensamiento de la izquierda globalista, poco comprometida con el pensamiento cristiano, etc.

Nada de eso tiene fundamento.

Su punto de partida no podría haber sido más cercano al espíritu del Evangelio. Inspirada nada menos que en San Francisco de Asís, medita cuidadosamente sobre uno de los más preciosos pasajes del Evangelio, la parábola del Buen Samaritano, para confrontar sus enseñanzas con la realidad del tiempo presente.

Permítaseme una disgresión al respecto. Cuando estuve en Chile tuve oportunidad de conocer una obra ejemplar que tenía su sede en Temuco, la fundación El Buen Samaritano, que aspiraba a llegar a Colombia, como en efecto lo logró abriendo una sede en Barranquilla. ¡Cuántas acciones humanitarias se habrán realizado a lo largo de casi dos milenios inspirándose en este hermoso pasaje evangélico! 

La parábola da cuenta del amor incondicional hacia el que sufre, amor que se pone en acción sin esperar recompensa, superando las barreras de las divisiones muchas veces artificiales impuestas por las culturas. Y sobre esta base, la encíclica pasa revista a los sufrimientos que padecen millones de seres humanos en el mundo actual, con miras a que pensemos en un nuevo orden que los haga visibles y genere acciones tendientes a aliviarlos.

Qué duda cabe acerca de la injusticia radical del ordenamiento internacional en estos tiempos que corren. Para formarse una idea de los desequilibrios imperantes, basta considerar el tenebroso Informe Kissinger que ya en 1974 consideró que la posesión de recursos naturales que interesan a las sociedades más desarrolladas en manos de las que se consideraban subdesarrolladas debía contrarrestarse de modo que aquéllas pudiesen mantener el control de los mismos. Ahí también cobró vuelo la agenda antinatalista para impedir el crecimiento de la población del Tercer Mundo.(Vid. https://docs.planoexistencial.com/pdf/informe-kissinger-completo.pdf).

El Papa censura con justas razones el individualismo materialista de las sociedades liberales. Llama la atención acerca de cómo la tecnocracia se ha apoderado de la economía y ésta, a su vez, de la política, para rescatar la autonomía de esta actividad social que tiene por cometido la realización del bien común. Pero no cierra los ojos ante los errores de los regímenes populistas que engañan a los pueblos seduciéndolos con falsas promesas y perdiendo de vista que una sana política se proyecta siempre hacia las generaciones futuras.

Si el documento pontificio se ocupa de política, lo que tiene en la mira es la alta política, no la mezquina de los actores que hoy por hoy medran en ella. El nuevo orden que reclama no es el de los promotores del NOM, que aspiran a imponer una verdadera dictadura globalista inspirada en los procedimientos autoritarios de la burocracia de Bruselas, sino una estructura verdaderamente democrática y representativa de los diferentes pueblos del mundo. La ONU no responde a ese modelo, pese a las buenas intenciones que inspiraron su fundación. Bueno es traer a colación el libro del padre Schooyans que pone de manifiesto  su lado oscuro. (Vid. https://foroparalapazenelmediterraneo.es/wp-content/uploads/2019/01/Schooyans-Michel-La-cara-oculta-de-la-ONU-R.pdf).

El orden que promueve el Papa aspira a ser respetuoso de las identidades étnicas, locales, regionales y nacionales, bajo la idea de que hay problemas comunes que exigen que haya autoridades superiores con suficiente poder para resolverlos a través del diálogo. Este es un tema que ocupa un considerable espacio en la encíclica, pues el reconocimiento de la legitimidad de diferentes interlocutores es condición necesaria para la paz tanto global como en las comunidades nacionales.

Las consideraciones finales sobre los acuerdos de paz deberían inquietar a los gobiernos y a los grupos que han intervenido en ellos. Quién las lea cuidadosamente encontrará probablemente que, por lo menos en lo que a nuestro país concierne, los cometidos de verdad, justicia, reparación y no repetición que se acordaron no se han cumplido satisfactoriamente. No sería osado, entonces, pedirle a la Iglesia que intercediera con el fin de ajustar el NAF a los pedidos de las comunidades y, sobre todo, de las víctimas, para que se den verdaderamente las condiciones de una paz estable en la sociedad colombiana.

La encíclica destaca el documento suscrito conjuntamente por el Papa y el Imán Ahmad Al-Tayyeb en Abu Dhabi sobre la Fraternidad Humana para la Paz.(Vid. http://www.vatican.va/content/francesco/es/travels/2019/outside/documents/papa-francesco_20190204_documento-fratellanza-umana.html). 

Hay quienes consideran inapropiado que el Papa reconozca por lo menos tácitamente la legitimidad de confesiones religiosas no católicas. Esto es algo que ofrece no poca tela para cortar, pero hay un hecho incontrovertible: la paz religiosa es un valor que merece afirmarse mediante acciones ejemplares. Creo que la civilización ha afirmado el derecho de cada persona a entenderse con Dios de acuerdo con los dictados de su conciencia. Esta es la base de la tolerancia que postula la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II.

El documento culmina con dos oraciones, después de evocar al beato Charles de Foucauld: una Oración al Creador y una Oración Cristiana Ecuménica.

Si bien el Papa ha suscitado no pocas discusiones a raíz de pronunciamientos y actuaciones sobre temas teológicos, morales y políticos, no encuentro que esta encíclica dé lugar a las mismas. Es, desde luego, polémica, pero, como lo dice un pasaje del Evangelio que se leyó hace poco en la misa, el mensaje cristiano está llamado a confrontar al mundo. No  puede ir en la línea de lo que hoy se considera políticamente correcto.




domingo, 11 de octubre de 2020

Democracia Liberal vs. Crimen Organizado Transnacional

En un escrito anterior observé que los próximos debates electorales entre nosotros enfrentarán a los partidarios de la democracia liberal contra los promotores de una democracia iliberal. Pero la lectura de "Castrochavismo, Crimen Organizado en las Américas", del abogado y político boliviano Carlos Sánchez Berzaín, suscita una hipótesis más alarmante, la de que lo que está en juego es la persistencia de la democracia liberal, con todos sus defectos, frente a una forma de gobierno inédita presidida por bandas delincuenciales descaradas y atroces. 

Sus libros pueden descargarse al Kindle en el siguiente enlace: https://www.amazon.com/Carlos-S%25C3%25A1nchez-Berza%25C3%25ADn/e/B00IV9SDA6%3Fref=dbs_a_mng_rwt_scns_share

Los hilos de esos regímenes criminales se mueven desde Cuba a través de Venezuela. Hoy campean además en Nicaragua. Brasil y Ecuador lograron salir de esa pandilla gracias a Jair Bolsonaro y a Lenin Moreno. No sabemos todavía si Argentina se reincorporó a la misma con el actual gobierno peronista, pues el presidente Fernández, en un giro inesperado, acaba de votar contra Venezuela en la ONU. Bolivia está en la cuerda floja, pues el movimiento de Evo Morales parece tener buenas opciones de regresar al poder en las elecciones venideras. Pero la presa más apetecida de esos delincuentes internacionales es Colombia.

El nuestro no es todavía un narcoestado, pero corre el riesgo de serlo. De hecho, la nuestra es una narcoeconomía. Según una concienzuda investigación, Andrés Felipe Arias ha demostrado que la cocaína se ha convertido en el ingrediente más poderoso de la economía colombiana. A tan dolorosa conclusión llega en su libro "Cocaína y el Iceberg de Samuelson: Los Dilemas y una Propuesta", que puede descargarse a través del siguiente enlace: https://repository.usergioarboleda.edu.co/bitstream/handle/11232/1338/COCAINA%20Y%20EL%20ICEBERG%20DE%20SAMUELSON.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Si la cocaína es el estabilizador macroeconómico de nuestra sociedad, sólo un milagro podría impedir que su perversa influencia en vastos sectores del territorio nacional y en la generación de recursos monetarios que se irrigan en todos los escenarios de nuestra economía, resulte determinante en los procesos electorales venideros.

La claudicación ante las Farc de Santos, la jerarquía eclesiástica, la clase política, las altas cortes, los medios de comunicación social y, en cierta medida, de nuestros dirigentes empresariales, así como la pusilanimidad del gobierno de Duque para erradicar decididamente los cultivos de coca, han dado lugar a que seamos hoy en día el mayor productor de cocaína en el mundo y, por consiguiente, sus grandes abastecedores en los mercados internacionales. 

Hemos dejado de ser país cafetero, bananero, floricultor, petrolero, minero o carbonero, para convertirnos en uno cocalero, lo cual significa que dependemos de una economía subterránea, informal y, sobre todo, mafiosa,

Es verdad que las mafias permearon a lo largo de años tanto a los partidos tradicionales como a los que surgieron después de la apertura que produjo la Constitución de 1991. Y esa apestosa influencia ha tocado, desde luego, a los que se dicen de izquierda, comenzando por el nuevo partido de las Farc.

¿Quiénes son los más aguerridos enemigos de la erradicación por Glifosfato, sino los líderes izquierdistas de todo pelambre, aupados por las altas cortes?

Acá hay dizque un Partido Verde que hace parte del Foro de San Pablo y ocupa altas posiciones estatales. Promovió con hipocresía un referendo contra la corrupción, se declara ambientalista y, sin embargo, nada dice cuando los guerrilleros el ELN dinamitan oleoductos y muchísimo menos respecto de las 200.000 hectáreas sembradas de coca.

Sánchez Berzaín considera que el narcotráfico y la corrupción constituyen instrumentos de dominio de esa red internacional de gobiernos delincuentes. Acabada la financiación que les proveía el petróleo venezolano, sus recursos provendrán cada vez más de esas fuentes viciadas.

Esos gobiernos no se paran en pelillos cuando de conservar e incrementar su poder se trata. La destrucción de la institucionalidad, la ruina de la economía, la descomposición de la sociedad, nada de ello los arredra, desde que permanezcan cómodamente instalados enriqueciéndose a costa del sufrimiento de los pueblos.

Sus promotores se consideran a sí mismos progresistas,  pero de hecho la revolución que predican no es más que una deplorable involución, un doloroso retroceso en el arduo camino de la civilización política. Lo suyo no es la promesa de un futuro mejor, sino el retorno de lo peor de los tiempos pasados.

Hoy, quizás más que nunca antes, hay que advertirles a los votantes colombianos: ¡Guardaos de los falsos profetas".




jueves, 1 de octubre de 2020

Excepción de inconstitucionalidad para la vía de hecho

Nuestro apreciado profesor Miguel Moreno Jaramillo nos enseñó en primer año de Derecho que hay dos grandes dispositivos para garantizar la supremacía de la Constitución: la acción y la excepción de inconstitucionalidad. La primera da lugar a un proceso que se tramita ante la Corte Constitucional o en  el Consejo de Estado, dependiendo de la naturaleza jurídica del acto que se demande. La segunda ocurre para impedir que se lleve a efecto alguna disposición que contraríe la normatividad constitucional.

El inciso primero del artículo 4 de la Constitución dice que ésta es norma de normas. Agrega que: "En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales"

Se sigue de ahí que, cuando se pretenda imponer alguna disposición contraria a la Constitución, es posible enervarla aduciendo la prevalencia de esta última.

Pienso que el reciente fallo de tutela de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia acerca de la protesta popular viola flagrantemente la Constitución, tanto por consideraciones formales como materiales o de fondo. En rigor, no configura una sentencia, sino una aberrante y grosera vía de hecho. Exhibe la apariencia de la primera, pero su realidad monda y lironda corresponde a la segunda.

Hay abundante acervo jurisprudencial sobre las vías de hecho que se disfrazan con el ropaje de sentencias judiciales. Precisamente, este fenómeno ha dado lugar a la posibilidad de ejercer la acción de tutela contra sentencias, sobre la base de que no se trata de actos ajustados a derecho, sino arbitrarios que deben ser corregidos.

La arbitrariedad del fallo en comento brota por todos sus poros.

Muchos autorizados juristas se han pronunciado al respecto.

Desde el punto de vista formal, ese proveído incurre en el vicio del antiprocesalismo. Ignora de modo rampante los presupuestos de la acción de tutela tal como los establece el artículo 86 de la Constitución, que a las claras la reserva para la protección de derechos en concreto y no en abstracto, que resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública. El punto de partida sería, entonces, que a los tutelantes se les hubiera perturbado por las autoridades de policía el cúmulo de derechos que alegan que se les violaron. Y, salvo que hubiesen actuado como encapuchados en las protestas, al parecer no se les vio por parte alguna vociferando en las mismas.

La Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá negó precisamente la acción impetrada por la falta de sustento probatorio de las vulneraciones o amenazas que se denunciaron. Y si se falla sin pruebas, por meras suposiciones, la violación del debido proceso que consagra como garantía fundamental el artículo 29 de la Constitución vicia irremediablemente la decisión que se adopte.

Además, si  no se vinculó al proceso a todas las personas que debían comparecer para la defensa de sus derechos, por lo menos les serían inoponibles las disposiciones del fallo

Pero lo más grave es el contenido del mismo.

Dice el inciso segundo del artículo 86 de la Constitución en su parte inicial:

"La protección consistirá en una orden para que aquel respecto de quien se solicita la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo".

Es evidente que las órdenes que contiene la parte resolutiva del fallo desbordan el sentido de protección en concreto para los derechos que los tutelantes dijeron que se les estaban violando.

Peor todavía, exigirle al ministro de Defensa que pida perdón por supuestos desafueros de la policía e imponerle al gobierno que expida normas para impedirlos, previa concertación con una mesa de diálogo, así como disponer sobre la dotación de las fuerzas de policía y el uso que deben darle, constituye una descarada violación del principio de separación de poderes e incluso una abierta usurpación de poderes legislativos y ejecutivos. 

A la Sala en cuestión se le olvidó que su cometido es administrar justicia en los términos estrictos del artículo 86 de la Constitución  y no el de manejar el orden público y muchísimo menos el de crear normas, procedimientos y organismos ad hoc o ampliar la competencia de otros, como la Defensoría del Pueblo o la Procuraduría General de la Nación.

A la Sala Civil de la Corte hay que advertirle que el primer deber de las autoridades afectadas por su decisión es prestar acatamiento a la normatividad constitucional. Por consiguiente, mal pueden estar obligadas a violarla cumpliendo un fallo de tutela que a las claras la trasgrede. Una vía de hecho no puede ser fuente de derecho. No cumplir con lo que arbitrariamente ella dispone no puede configurar desacato. Éste se daría, más bien, si se diera curso a un proveído que vulnera de modo flagrante el ordenamiento constitucional.