sábado, 30 de abril de 2022

El Revés de la Trama

Echo mano del título de una de las más famosas novelas de Graham Greene para referirme a una inquietante revelación que hace el coronel Hernán Mejía Gutiérrez en su libro "Me niego a Arrodillarme".

Afirma el Coronel que por boca de una guerrillera de alto rango en las Farc se enteró de que por encima de los movimientos guerrilleros ha obrado una superestructura oculta encargada de tejer sus hilos y orientar su penetración en las diferentes esferas de la sociedad colombiana. Según ella, de ese conglomerado han hecho parte influyentes personajes de la política, la justicia, la intelligentsia,  el periodismo, el empresariado, la jerarquía eclesiástica, la universidad, el sindicalismo, las organizaciones que se dicen cívicas e incluso las fuerzas armadas. Es algo así como una sociedad secreta.

Aunque las teorías de la conspiración no parecen ser de buen recibo en los medios intelectuales, no hay que descartarlas de tajo. Si bien hay mucho de fantasmagoría en lo que de ellas se sostiene, ciertos hechos avalan la creencia en su influjo en la vida de las naciones.

Uno de esos hechos es la condescendencia que en ciertos círculos de nuestra clase dirigente se pone de manifiesto respecto de quienes han optado por la lucha armada dizque para superar la injusticia estructural que campea en la sociedad colombiana.

Cuando se iniciaron los diálogos de Santos con las Farc se tuvo conocimiento de una circular de su Secretariado en la que se informaba a sus frentes que, habida consideración de que aquél afirmó que estaba de acuerdo con los planteamientos de la subversión, aunque no con sus métodos, se aceptaba su invitación. En efecto, Santos dijo que podía conversar sobre todo lo que planteaban las Farc en sus documentos y nada estaba vedado en materia de diálogos. No hay que olvidar que a Santos se le aguó el festín que tenía preparado hace cuatro años para celebrar el triunfo de Petro que él anhelaba. Según cuentan por ahí, la mesa para 500 comensales se quedó servida. Lo divulgó un invitado que quedó con los crespos hechos.

En la campaña actual, como lo pone de presente Ignacio Arizmendi Posada en "La Linterna Azul", los periodistas no incomodan a Petro con preguntas del todo pertinentes que podrían ponerlo en aprietos. ¿Quién podría ponerle el cascabel a ese gato inquiriendo sobre lo que un escolta puso en la palma de su mano derecha para que lo aspirara por la nariz cuando pronunciaba un encendido discurso contra los generales? ¿No les interesan los estremecedores detalles de su pasado guerrillero ni sus estrechos vínculos con los tiranos de Cuba y Venezuela? ¿No piensan que Petro podría ser un atroz redentor como alguno que describe Borges en su "Historia Universal de la Infamia"?

Hay serias preocupaciones sobre la infiltración de esa sociedad secreta en las altas esferas de nuestro aparato judicial. El sesgo antiuribista es patente. Como lo ha dicho el hoy embajador Ordóñez, tal parece que quienes lo controlan sólo vierten lágrimas por un ojo. Se ensañan contra todo lo que huela a Uribe, pero no ven ni les inquieta lo que sucede por los vericuetos de la izquierda.

Para la muestra, un botón. El senador Cepeda, que es comunista hasta el tuétano (los "tétanos", diría Santos), se pasea por los entresijos del Palacio de Justicia como Pedro por su casa. Aunque se incomoda y exige rectificación cuando se lo vincula con las Farc, es un hecho notorio que funge como compañero de ruta, en términos sartreanos, de la subversión. ¡Lo vimos abrazado con Santrich y Márquez poco antes de que volvieran a sus andadas! Cepeda debería estar pidiendo pista en la JEP. Pero seguramente está bañado en agua lustral, pues nadie lo toca mientras hace y deshace en los estrados judiciales.

A la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia no se le ocurrió investigar más a fondo a Petro por el repugnante episodio de las bolsas, ni a Bolívar por su apertrechamiento a la criminal Primera Línea que tanto daño ha ocasionado. Dicho sea a propósito, es una organización similar a las que contribuyeron a dar al traste con la institucionalidad de la República de Weimar, pero la justicia no toca a sus orientadores.

El caso del Registrador es paradigmático. Elegido por los presidentes de la Corte Constitucional, la Corte Suprema y el Consejo de Estado, dizque para garantizar su imparcialidad política, no se fijaron en los antecedentes que ahora han salido a la luz pública, que lo acreditan como agente del Socialismo del Siglo XXI. Hoy están en tela de juicio los resultados de las elecciones del 13 de marzo y median fuertes dudas sobre un posible fraude en favor de Petro en las presidenciales venideras.

Recuerdo que en mis cursos de Teoría Constitucional les enseñaba a mis discípulos que, en rigor, su primer capítulo debería versar sobre el régimen electoral, pues de ahí se desprende todo lo demás. Si la adjudicación del poder se realiza de modo fraudulento, el Estado de Derecho termina siendo una ficción. Y reposa hoy entre nosotros sobre un Registrador y un Consejo Nacional Electoral que carecen de respetabilidad. Perdida ésta, el poder se desmorona.

No sobra recordar que cuando los que mandan pierden la respetabilidad, los llamados a obedecer se insubordinan. El poder que carece de autoridad moral está condenado tarde o temprano a la ruina. 

lunes, 25 de abril de 2022

Y eran todas mentiras...

El Evangelio de San Juan identifica al Maligno como el Padre de las Mentiras (Jn. 8:44). Y son muchos sus discípulos. Gustavo Petro es uno de ellos. Miente a troche y moche, unas veces a conciencia y otras porque es un mitómano consumado. No en vano algunos analistas sugieren que debería sometérselo a examen psiquiátrico. Y al tenor de lo que han filtrado sus guardaespaldas, no sobraría que también se le exigiera un examen de control de sustancias psicoactivas en su organismo, pues los videos en que parece estar ebrio insinúan más bien que podría hallarse drogado.

Es, en definitiva, una mala persona en la que no cabe confiar, como lo dijo tiempo atrás nadie menos que su aliada de hasta hace unos pocos días, Piedad Córdoba.

Los problemas de personalidad de Petro no atañen sólo a su tenebroso pasado de guerrillero, sino a su trayectoria y su presente. Como ha dicho Fico, si bien Petro se desmovilizó como militante del M-19, no ha desmovilizado su ánimo. Al igual que ciertos alcohólicos que han abandonado la bebida, pero no sus defectos de carácter, sigue siéndolo en seco. No carga armas, pero su animosidad sigue invadida por el odio, el resentimiento, el revanchismo y el ímpetu agresivo.

He escuchado con pavor dos discursos recientes suyos, uno en Boyacá contra los empresarios del agro y otro contra el presidente Duque, así como contra los altos mandos militares y policivos.

Me detengo en este último. Vid. (524) “No queremos más generales que se abracen con el narcotraficante”: Petro arremetió contra Zapateiro - YouTube). 

A raíz de una masacre imputable a bandas de narcotraficantes que en estos días causó la muerte trágica de varios uniformados en Frontino, Petro, de modo del todo irresponsable, afirmó que los altos mandos de la fuerza pública condenan a la muerte a sus subordinados mientras se abrazan con capos del narcotráfico y admiten sus sobornos. 

Acá hay mucha tela para cortar.

En primer lugar, tamaña acusación ameritaría sustentarla en hechos probados. Cubrir con semejante manto de duda a toda la alta oficialidad es temerario a más no poder. Mejor dicho, calumnioso o al menos injurioso. Y, como lo ha dado a entender el presidente Duque, es hacer baja política a expensas del honor de nuestras fuerzas armadas. Si bien la reacción del general Zapateiro parece inusual, es del todo comprensible. Petro fue filmado recibiendo dinero cuyo origen  no fue capaz de explicar y sobre el cual versa un artículo reciente de Néstor Humberto Martínez que lo deja muy mal parado. Nada igual se ha registrado en torno de la oficialidad de la fuerza pública.

En segundo lugar, ello implica de hecho una declaración de guerra de Petro contra el alto mando militar. Si fuere elegido para la presidencia, el escenario sería, por decir lo menos, muy poco propicio para un cabal entendimiento entre el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y el cuerpo de oficiales de alta graduación.

En tercer lugar, Petro carece de toda autoridad moral para hablar en contra del narcotráfico y sus organizaciones mexicanas, pues a nadie escapan sus simpatías hacia las Farc, trátese de los Comunes o de la Nueva Marquetalia, así como respecto del ELN y de los cultivadores de coca. En su discurso en Boyacá arremete contra quienes a su juicio explotan a los cultivadores de papa y de maíz o a los lecheros, pero calla sobre quienes se benefician de los cultivos de coca, amapola o marihuana. 

El suyo es un discurso oportunista y demagógico, preñado de sofismas, tergiversaciones y mentiras, cuyo propósito es enardecer a sus seguidores. No hay tal Pacto Histórico de todos los sectores de la sociedad colombiana en procura de una paz que garantice el mejoramiento de las condiciones de vida de los más necesitados, sino una componenda destructiva capaz de arrojarnos a abismos como el venezolano.

Petro sesga lo atinente a sus relaciones con los regímenes de Cuba y Venezuela, y hasta se atreve a criticar la voracidad territorial de la abominable dictadura de  Nicaragua, pero la inclusión de Iván Cepeda y Piedad Córdoba en su lista para el Senado muestra a las claras su identidad con los comunistas. De hecho, el discurso de Cepeda en contra de las políticas extractivistas muestra a quién sigue en el fondo Petro. En un gobierno de éste, Cepeda sería el poder tras el trono, peor que una eminencia gris, la más oscura que pudiese concebirse.

Hay que insistir en que Petro representa un gravísimo peligro para la institucionalidad colombiana. Yo tengo claro que parece endemoniado. Fico tiene toda la razón: nuestro imperfecto régimen de democracia y libertades amenazaría ruina bajo un gobierno de Petro, por no mencionar lo atinente a lo económico, tema sobre el cual sus planteamientos, como lo ha señalado Juan Carlos Echeverri, ponen de manifiesto tanto su ignorancia como su arrogancia. Qué tal venir acá a hablar de industrializar a Medellín o prometer en Villavicencio y Cali unos ferrocarriles ilusorios. ¡Es un parlanchín que delira sin recato!

Una muy apreciada amiga me regaló de cumpleaños el libro de Moisés Naím que lleva por título "La Revancha de los Poderosos". Hay que leerlo para quedar advertidos de las muy inquietantes tendencias que se están imponiendo en la política contemporánea, que Naím resume en el imperio de las tres pes: Populismo, Polarización y Posverdad. Hay una cuarta pe entre nosotros que lo resume todo: Petro.

domingo, 10 de abril de 2022

El Espíritu sopla donde quiere

Borges cita en varias ocasiones este texto del Evangelio de San Juan (Jn. 3,8), alguna vez con cierta irreverencia. Hace parte de uno de los pasajes más intensos del Evangelio, el diálogo de Nuestro Señor con Nicodemo. Lo traigo a colación precisamente en este inicio de la Semana Santa porque hace poco he leído dos escritos que dan cuenta cabal de la verdad que ahí se expresa.

El primero versa sobre la conversión de Mgr. Jacques Leclercq (1891-1971), una de las figuras más destacadas del pensamiento católico en Bélgica, autor de numerosos libros dentro de los cuáles cabe mencionar "Las grandes líneas de la filosofía moral" o su "Introducción a las Ciencias Sociales".

Mgr. Leclercq venía de una familia adinerada y, como muchas otras, más liberal que católica. Su religiosidad era apenas convencional. Muy poco conocía de la Sagrada Escritura cuando a raíz de una discusión con un condiscípulo judío decidió acercarse a los Evangelios y quedó hondamente impresionado por lo que en ellos se decía. El Espíritu sopló sobre él y decidió hacerse sacerdote, pese a la oposición de su padre, que quería para él una brillante carrera de abogado, título que había obtenido con honores cuando apenas contaba con 20 años. A los 22 ingresó al seminario y fue ordenado sacerdote en 1917 por el célebre cardenal Mercier. De su fecundísimo apostolado da cuenta esta memoria de Georges Van Riet: In memoriam Monseigneur Jacques Leclercq - Persée (persee.fr).

Caso similar es el de Claude Tresmontant (1925-1997). Su familia era atea y se había desintegrado. En su adolescencia siguió a Schopenhauer. Nada sabía de religión, cuando a los 16 años, mientras asistía a un partido de fútbol, para entretenerse echó mano de un libro que estaba a su lado. Lo abrió al azar y leyó, bien fuese en San Mateo o en San Lucas, "El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí la encontrará" (Mt. 16, 25; Lc. 9, 24). El texto lo sobrecogió y, a partir de ahí, inició su proceso de conversión. A los 18 años pidió el bautismo y dedicó su vida al estudio profundo de la Sagrada Escritura. En la Sorbona, donde reinaban Marx, Nietzsche, Freud, Heidegger y, en general, los "maîtres à penser" del ateísmo, mantuvo viva la llama de los estudios bíblicos. Se distinguió como metafísico, teólogo, historiador, lingüista y polemista. Varios de sus libros influyeron en mi modesta concepción del mundo: "Cómo se plantea hoy el problema de la existencia de Dios", "La mística cristiana y el porvenir del hombre", "El Problema del Alma" y, sobre todo, "L'Enseignement de Ieschoua de Nazareth". Como Mgr. Leclercq, era un asceta, dedicado con entera devoción al estudio y la escritura. Contra el irracionalismo dominante, repetía estas palabras del cardenal Dechamps en 1870:  « C'est la raison qui appelle la révélation, et c'est à la raison que la révélation s'adresse, c'est à la raison que Dieu parle, c'est à la raison qu'il demande la foi, et il ne la lui demande qu'après lui avoir fait voir que c'est lui qui parle. » Vid. Biographie | Tresmontant (claudetresmontant.com).

La Providencia nos llama de las maneras más inesperadas. Borges, que no ocultaba su descreimiento, confesó alguna vez que por pedido de su madre todas las noches rezaba un Padrenuestro. Al final de su vida pidió la asistencia de un sacerdote, pues quería morir en la misma religión que murió su madre.


miércoles, 6 de abril de 2022

Oxímoron: Liberales Petristas

Según el Diccionario de la Real Academia Española,  oxímoron se define como "Combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido, como en un silencio atronador".

Otro ejemplo explicativo de esta palabra es el de liberales petristas. La contradicción de estos términos cuando se los une es flagrante. Si se es liberal, no se puede ser petrista, y si se es petrista no se puede ser liberal. Así de sencillo es el asunto.

Por más que se esfuercen Petro y sus seguidores para ocultar su verdadera identidad política, sus dichos y sus hechos demuestran sin lugar a dudas que los anima una ideología totalitaria y liberticida. Son comunistas de nuevo cuño, pero comunistas al fin y al cabo.

Así el Partido Liberal, de acuerdo con los estatutos que hace más de medio siglo hizo aprobar Carlos Lleras Restrepo, se defina como una coalición de matices de izquierda y en tal virtud haga parte de la Internacional Socialista, sus diferencias con los comunistas son insalvables.

Algunos despistados afirman que el programa de gobierno de Petro es social-demócrata y, por tal motivo, bien puede conciliárselo con el pensamiento liberal.

No se dan cuenta de que es un programa ad-hoc ideado para atraer incautos. Y, según un grupo de estudiosos de la Universidad de los Andes, es en gran medida irrealizable, mal fundado y plagado de inexactitudes, cuando no de mentiras. Hay que someterlo a severo escrutinio, pues muchos de los anuncios que ha hecho suscitan fuertes dudas sobre su conveniencia.

Hay que escrutar el trasfondo y los contextos del petrismo para llegar fácilmente a la conclusión de su radical incompatibiidad con el credo liberal.

La teoría política distingue dos tendencias opuestas: el individualismo y el comunitarismo. Dentro de esos dos extremos cabe identificar unas tendencias intermedias o moderadas, como el personalismo cristiano. 

El pensamiento liberal se nutre ante todo de la primera de ellas, dentro de la cual ha venido cobrando fuerza una extrema, la de los libertarios. Es verdad que hay ciertos matices comunitarios en el liberalismo contemporáneo, pero atenuados por su raíz individualista.

El comunitarismo exhibe, por su parte, distintas modalidades. La más extrema es la totalitaria, que no sólo es propia del fascismo, sino también del comunismo. Hoy reina en Corea del Norte, Cuba y Venezuela. Los regímenes de estos dos últimos países suministran los modelos en que se inspira el petrismo. Para algunos politólogos, el régimen venezolano ofrece el ejemplo más acabado de las llamadas democracias iliberales. Ahí se mantiene cierta apariencia democrática, pero los contenidos son radicalmente contrarios al modo de pensar liberal.

Por más que se pretenda retorcerles el pescuezo a los conceptos, no es posible acercar a comunistas y social-demócratas. En otra ocasión he mencionado en este blog a la profesora Sheri Berman, quien ha estudiado a fondo el tema de la social-democracia, haciendo hincapié en sus diferencias radicales con el comunismo. Sin haberla leído, en mis cursos de Teoría Constitucional llegué a conclusiones similares a las suyas. Les decía a mis estudiantes que la evolución política más interesante del siglo XX obedecía en muy buena medida a la social-democracia, que a la postre triunfó sobre el comunismo. Lenin denostaba a los social-demócratas llamándolos "social-traidores", pero el comunismo fracasó en los países en los que se implantó a sangre y fuego, mientras que la social-democracia contribuyó eficazmente a la paz social y el mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades en el mundo occidental. Vid: La socialdemocracia según Sheri Berman (revistadelibros.com)

La social-democracia no deja de manifestar fuertes influencias del pensamiento legalista del liberalismo. De ahí, la noción del Estado Social de Derecho. La tristemente célebre legalidad socialista del comunismo es, en cambio, una ominosa caricatura de la juridicidad.

Pero quizás la diferencia más significativa entre ambas corrientes políticas estriba en que la social-democracia cree en la evolución de las sociedades, mientras que el comunismo proclama la revolución violenta para promover el cambio social. Y Petro no ha dejado de ser anímicamente un guerrillero devoto de la violencia. Su comportamiento bajo el actual gobierno ha sido el de un "putschista" que pretendió buscar la caída del presidente Duque mediante la agitación callejera. Él promovió los desórdenes, dispuso que los bloqueos debían mantenerse, alentó a la Primera Línea, es cómplice de sus desmanes.

Es más, hace poco le preguntaron qué haría si los congresistas no aprobaran sus iniciativas y contestó, palabra más palabra menos, que los forzaría a hacerlo a través de la acción multitudinaria de las masas. Como lo he observado en otras oportunidades, su concepción de la democracia es tumultuaria, similar a la de los "sans-culottes" que tanto daño hicieron en la Revolución Francesa por su desenfreno. Vid. Los Sans-Culottes | La guía de Historia (laguia2000.com)

Sus declaraciones de conformidad con la avanzada liberal del siglo pasado no dejan de ser oportunistas. Mal puede proclamarse como heredero del legado de López Pumarejo, de Echandía e incluso de Gaitán, que no concebían el progreso social a partir de la acción violenta, ni descreían de de los procedimientos legales. Para Petro, en cambio, no valen las restricciones legales. Es en el fondo un sujeto sin Dios ni Ley.