miércoles, 29 de noviembre de 2017

¿Transacción o cesión de bienes?

Se dice que en el extranjero llama la atención el poco respaldo que se advierte en nuestras comunidades en torno de los acuerdos con las Farc, que llevan un año de haber sido firmados en un espectáculo que tuvo lugar en el teatro Colón. Hay quienes se duelen, además, de que la gente no haya entendido que todo acuerdo de paz es imperfecto y entraña sacrificios que conviene aceptar por aquello de que suele ser mejor un mal arreglo que un buen pleito.

Sobre la opinión de la supuesta "comunidad internacional", hay que decir que no solo es casi siempre superficial y deficientemente informada, sino que lo que se entiende por tal es un conglomerado de burócratas, comunicadores, académicos, ideólogos y activistas políticos prácticamente colonizados por las izquierdas. Su mentalidad es la de lo "políticamente correcto", reflejada en el torpe dicho de un intelectual francés que proclamaba que prefería estar equivocado con Sartre y no acertado con Aron. 

Es un vicio mental muy difícil de desarraigar que sigue haciendo estragos, según puede observarse en estas declaraciones de André Versaille que acaba de publicar Causeur. (Vid. https://www.causeur.fr/andre-versaille-intellectuels-gauche-phoques-148004?utm_source=Envoi+Newsletter&utm_campaign=7bf6fee67a-Newsletter&utm_medium=email&utm_term=0_6ea50029f3-7bf6fee67a-57270229). 

En cuanto a lo de que un mal arreglo es preferible a un buen pleito, no es poca la tela que ofrece para cortar. 

Hace varias semanas el padre Hernando Uribe Carvajal recordaba en "El Colombiano" las advertencias de Tácito, el célebre historiador romano, acerca de los malos tratados de paz, que suelen ser la semilla de nuevas y quizás más graves confrontaciones.

Un caso célebre es el del Tratado de Versalles de 1919, con el que se pretendió poner fin a la Primera Guerra Mundial y abrió el camino de la Segunda, tal como lo advirtió Keynes en su famoso libro sobre "Las Consecuencias Económicas de la Paz". (Vid. https://archive.org/details/KeynesLasConsecuenciasEconomicasDeLaPaz).

Los acuerdos de paz, como cualquier otro convenio, pueden ser excelentes, buenos, regulares, malos y pésimos, vistos en una escala de 5 a 1.

¿Cómo calificar el que consta en el NAF?

Creo que cada día se corrobora más la impresión que tuve desde un principio acerca de que las Farc solo aceptarían un acuerdo que las beneficiara de tal modo que su ansiada toma del poder quedase al alcance de sus manos. Son tales las ventajas que el NAF les otorga, que traen a mi memoria la franca respuesta que le dio mi profesor Ignacio Moreno Peláez al rector de la Universidad de Antioquia, Eduardo Uribe Botero, que lo exhortaba a que fuese complaciente con la jauría comunista que se estaba tomando nuestra Alma Máter: "Lo que Ud. me propone no es una transacción, sino una cesión de bienes".

Los civilistas entenderán de una lo que estoy diciendo. La transacción implica concesiones recíprocas de las partes; en la cesión de bienes el deudor fallido se entrega a sus acreedores, es un acto de rendición. Y tal es lo que se convino con las Farc en La Habana: la claudicación de las autoridades de la República de Colombia ante un puñado de facinerosos de la peor laya poseídos por un credo totalitario y liberticida.

Los capos de las Farc no ocultan su adhesión a los dogmas del marxismo-leninismo ni su propósito de conquistar el poder para imponernos el fallido y criminal modelo castro-chavista. Quieren hacer de Colombia una nueva Cuba y una nueva Venezuela, y el pueblo no les come cuento, pues tiene a la vista los deplorables resultados de la puesta en marcha del socialismo. 

Pero bien se sabe que quienes lo promueven están obnubilados por una ideología que exhibe los peores rasgos de las actitudes religiosas, tales como la negación o la distorsión de la realidad, el fanatismo, la intolerancia o la crueldad. Recomiendo sobre este asunto la lectura del siguiente comentario acerca de la obra de Yuri Slezkine en torno de la Revolución Rusa, que muestra cómo los bolcheviques obraban animados por un credo de características similares a las de los fundamentalistas religiosos: http://www.nybooks.com/articles/2017/11/23/bolshevisms-new-believers/

Pues bien, las elocuentes y pavorosas muestras de crueldad que exhibieron las Farc en ejercicio de su "sagrado derecho de rebelión", tal como lo calificó un jesuíta indigno de su condición sacerdotal, justifican el rechazo con que a sus dirigentes y voceros se los recibe do quiera que se hacen presentes. Las comunidades saben, porque han sufrido sus depredaciones, que ese tal "sagrado derecho" no se ha ejercido contra un "establecimiento" cerrado, egoísta, explotador y criminal, sino contra el pueblo colombiano mismo. El mayor número de sus víctimas no se cuenta entre la gente "de modo", como aquí decimos, sino la del pueblo llano.

Comencemos por la "guerrillerada", que en su inmensa mayoría se reclutó a través del infame tributo que las Farc les impusieron a miles de familias campesinas a las que les arrebataban sus hijos dizque en aras de la lucha popular. Esa es una de las causas del desplazamiento de muchísimos habitantes del campo hacia las ciudades, en donde esperaban recibir  protección para sus niños. Los millones de desplazados no lo fueron por la acción de la fuerza pública, sino por la de los alzados en armas, que a donde llegaban imponían su régimen de terror.

Abundan los testimonios acerca del infierno que se vivía en el interior de los frentes de las Farc y en las regiones sometidas a su atroz influencia. Centenares de pueblos conocieron la destrucción por obra de los ataques de la guerrilla. No faltaron aquellos en que se cebaron con aterrador encarnizamiento porque no se plegaban a fundar su economía en el cultivo de la coca. 

No, lo de las Farc no fueron errores, sino crímenes, muchos de ellos de lesa humanidad que abrieron heridas bastante difíciles de superar en el alma de las comunidades.

El coronel Plazas Vega ha reseñado los viernes en "La Hora de la Verdad" los espeluznantes prontuarios criminales de los cabecillas de las Farc. No estamos en presencia de unos próceres que, animados por la justicia de sus causas, hubiesen tenido que empuñar mal de su grado las armas para derrocar unos gobiernos espurios, sino de unos psicópatas sedientos de sangre. 

¿Quién, en su sano juicio, puede esperar que cuando tomen el poder actúen con moderación y buen sentido, si lo que saben del manejo de los hombres es que hay que tratarlos como a bestias? ¿Qué enseñan al respecto las filmaciones sobre el trato inhumano que se daba a los secuestrados en los campos de concentración que habían montado en medio de la espesura de las selvas? Me contaba una dama que sufrió el secuestro con el general Mendieta que a este lo amarraban con cadenas y lo obligaban a arrastrarse por el suelo. Y a un secuestrado que por su obesidad no podía andar al ritmo que pretendían imponerle lo amarraban con alambre de púas, dizque para que aprendiera a moverse.

Por supuesto que de estas atrocidades no se ocuparán probablemente la Comisión de la Verdad ni la JEP, pues el sesgo ideológico de los nombrados para integrarlas hará que, como lo ha dicho Ordóñez en otro contexto, "lloren por un solo ojo". Pero el pueblo las conoce y no las olvida. Cada víctima tiene una historia para contar que parte el alma. Y su testimonio hace que la gente se estremezca cuando ve pavonearse a los perpetradores de tantas atrocidades.

Reitero lo dicho en pasadas oportunidades: Santos y los negociadores de La Habana ignoraron que la búsqueda de la paz parte de unos condicionamientos morales imprescindibles. No basta con proclamarla en textos farragosos e indigeribles como el del NAF, sino que hay que suscitarla en el corazón de las comunidades y hasta en el de cada uno de los colombianos, especialmente los que de algún modo hemos sido víctimas de la violencia. Pero a ello no apuntan la altanería y el cinismo de que hacen gala a troche y moche los cabecillas de las Farc.

Se explica de ese modo que a Santos se lo reciba con rechiflas en todas partes y que De La Calle, que en otras circunstancias podría aspirar a cosechar el triunfo de una gestión digna del mayor encomio en bien de la patria, haya obtenido una muy magra y humillante votación en respaldo de su candidatura presidencial. El pueblo los desprecia y no porque sea malagradecido, sino porque los ve como cómplices de los verdugos de las Farc.


lunes, 20 de noviembre de 2017

La paz en veremos

Los defensores de los acuerdos con las Farc destacan la entrega de armas y la desarticulación de los frentes guerrilleros, así como la reducción del índice de homicidios en el país, como aspectos positivos de los mismos. 

No les faltan razones. Pero las cosas deben examinarse en su contexto. Al lado de los activos hay que anotar los pasivos y, como en la contabilidad de hace algunos años "las cuentas de orden por contra", es decir, los imponderables.

El abrumador crecimiento de los cultivos de coca, que nos convierte de hecho en un "Narcoestado", y  el tamaño de las disidencias de las Farc, junto con lo que ha registrado la prensa en estos días sobre el bajo nivel de cumplimiento de lo acordado por parte del gobierno, son, desde luego, aspectos negativos que no contribuyen a generar optimismo sobre los resultados del NAF.

Se ha abierto ahora una grave discusión sobre la JEP, que es, por así decirlo, la columna vertebral de los acuerdos, a raíz de un fallo reciente de la Corte Constitucional cuyos pormenores todavía no están a nuestra disposición, y del proyecto de ley estatutaria que está en su fase final en el Congreso y deberá definirse antes del 30 de este mes.

Conviene recordar que el tema de la responsabilidad penal de los integrantes de las Farc por sus innumerables delitos cometidos a raíz de su rebelión contra el ordenamiento legítimo de la República de Colombia, muchos de ellos de extrema gravedad y susceptibles de caer bajo el control de la CPI, tenía atrancadas las conversaciones de La Habana. A raíz de ello, el gobierno dejó de lado a sus negociadores y se integró una comisión de la que hicieron parte Juan Carlos Henao, Manuel José Cepeda, Álvaro Leyva y Enrique Santiago, para que en el estrecho límite temporal de un fin de semana elaborase una propuesta llamada a superar el escollo.

Esto nos da una idea de la ligereza y la consiguiente irresponsabilidad con que el gobierno adelantó este proceso. Un asunto de enorme magnitud, preñado de complejidades, en el que se decidía sobre temas fundamentales de la ordenación institucional de la República, se resolvió a las volandas, dejando de lado pormenores de vital importancia que son ahora tema de discusión en los distintos escenarios colectivos. Entonces vienen, como dice el Evangelio,"el llanto y el crujir de dientes", cuando la sociedad colombiana empieza a darse cuenta de las implicaciones de ese engendro concebido en una aventura de "week-end".

Las Farc creían haber tomado el sartén por el mango con este y otros acuerdos que parecían darles ventajas exorbitantes para aventurarse a la ansiada toma del poder, ya no por la fuerza de las armas, sino por medios institucionales estipulados a espaldas del pueblo y en contra de su  voluntad que se expresó en el plebiscito del dos de octubre del año pasado. 

Pero el fallo de la Corte Constitucional y lo que se espera que salga del Congreso en estos días les están aguando la fiesta. De ahí sus airadas protestas que se aúnan a la amenaza de dar por terminado el proceso de paz si no se atienden sus reclamos.

Bien dice el vulgo que "de la carrera no queda sino el cansancio". Santos estaba urgido de firmar el acuerdo con las Farc antes de la adjudicación del Premio Nobel de Paz que venía gestionando y para cuyo evento había ordenado desde hacía varios meses que se acondicionara un avión en el que pudiera viajar a recibirlo, tal como lo informó la prensa en su debida oportunidad. La precipitud con que obró le hizo perder todo control sobre la marcha de los acontecimientos. Quedó en manos de las Farc y para darles gusto se atrevió a desconocer los resultados del plebiscito, dando lugar así a un auténtico golpe de estado que trajo consigo el desquiciamiento de nuestra endeble institucionalidad. Esta quedó como "un viejo mueble descolado", según diría el pintoresco "Negro Cele", autor del famoso "Mano a Mano".

De ahí en adelante, todo ha acontecido a través de una seguidilla de burlas a la Constitución, como las que acaba de infligirle la Corte Constitucional al desconocer, sin asomo alguno de vergüenza, para este caso su discutible tesis sobre el juicio de sustitución de aquella, con lo que impidió la segunda reelección del presidente Uribe Vélez y la creación de una Comisión de Aforados para controlar los desafueros de las altas Cortes.

Insisto en que la argumentación jurídica carece de toda relevancia para lo que hoy se debate en el país. Estamos bajo un régimen de facto, y las Farc temen que del mismo modo que Santos le dio la espalda a Uribe, se vuelva ahora en contra de ellas y les dé unas amargas sorpresas, ya que saben que es un gobernante sin Dios ni Ley. Por eso están encendiendo las alarmas. Las asusta que de sopetón extraditen a sus capos a los Estados Unidos y acá mismo se hagan efectivas las severas condenas que les ha impuesto la justicia ordinaria.

No sobra recordar que los acuerdos se hicieron con un gobierno tramposo y no con la sociedad colombiana, que aspira a la paz, pero no al precio que tratan de imponer las Farc, sino en términos razonables.

Sobre estos últimos habrá que reabrir la discusión.


domingo, 5 de noviembre de 2017

"...ahora hueles mucho más que antes, y no a ámbar..."

El hedor que expele la gestión de Santos trae a mi memoria el episodio de los batanes que se relata en el capítulo XX del Quijote, cuando Sancho, presa del miedo y aferrado a la pierna de su señor, arroja ruidosamente heces de su vientre, excitando así el sensible olfato del Ingenioso Hidalgo, quien le dice:

"...-Me parece, Sancho, que tienes mucho miedo.

"-Sí lo tengo, ¿pero en qué lo nota vuestra merced ahora más que antes.

"-En que ahora hueles más que antes, y no a ámbar..."

La prensa anuncia hoy un nuevo episodio de corrupción que enloda a Santos. Se trata de su participación en sociedades domiciliadas en Barbados, que es un refugio fiscal en el Caribe (Vid.http://m.elcolombiano.com/colombia/paradise-papers-nuevo-escandalo-salpica-a-presidente-juan-manuel-santos-NL7638258; http://m.elcolombiano.com/colombia/paradise-papers-nuevo-escandalo-salpica-a-presidente-juan-manuel-santos-NL7638258).

Esto viene a descubrirse a poco del escándalo de la salida de la Directora General del Sena, que a raíz de la declaratoria de insubsistencia con que la castigó Santos dizque por haber desconocido el conducto regular para tramitar sus denuncias contra los malos manejos de su antecesor en el cargo y hoy Secretario General de la Presidencia, estremeció a la opinión pública con sus revelaciones acerca de esa impúdica gestión (https://www.elespectador.com/noticias/educacion/durante-tres-semanas-intente-denunciar-en-el-gobierno-exdirectora-del-sena-articulo-721153; http://www.eltiempo.com/vida/educacion/exdirectora-del-sena-habla-sobre-irregularidades-en-administracion-de-alfonso-prada-147670).

¿Y qué decir del escándalo de Odebrecht, que involucra, entre otros altos funcionarios y personajes cercanos al gobierno, a dos exministras que Santos defendió declarándolas impolutas y hoy sabemos que son unas "triple impolutas"? (Vid. http://cnnespanol.cnn.com/2017/03/17/los-tentaculos-de-odebrecht-en-colombia-la-red-de-los-implicados-en-elescandalo/#0; http://www.elcolombiano.com/colombia/politica/declaraciones-de-juan-manuel-santos-sobre-criticas-del-centro-democratico-a-exministras-por-odebrecht-LK5826973).

Santos, con el cinismo que lo caracteriza, ha dicho sobre los negociados que rodean a su gobierno que apenas acaba de enterarse y está combatiendo la corrupción que se está destapando, como si la cosa no fuera con él (Vid. http://www.radiosantafe.com/2017/10/07/la-corrupcion-se-esta-destapando-y-se-esta-combatiendo-santos/; https://www.elheraldo.co/colombia/se-esta-destapando-la-olla-podrida-dice-santos-sobre-casos-de-corrupcion-386287).

Las denuncias sobre corrupción en el gobierno de Santos no son de ahora. Desde hace un buen rato el senador por el CD Ernesto Macías ha venido destapando otras ollas podridas que tampoco huelen a ámbar.(Vid. 
http://girardot.extra.com.co/noticias/politica/santos-su-gobierno-ha-sido-el-mas-corrupto-de-la-historia-er-267146; http://www.eluniversal.com.co/politica/nueva-denuncia-contra-juan-manuel-santos-por-auxilios-parlamentarios-149274).

De hecho, Juan Manuel Santos ha fundado su acción política en el reparto de la tristemente célebre "mermelada" con la que compra a los congresistas para que apoyen sus iniciativas.

Los ingredientes de ese indigesto comistrajo son muy variados, pero todos ellos apuntan hacia el enriquecimiento personal de los congresistas y sus aliados, así como a la financiación ilegal de sus campañas políticas. Se sabe, por ejemplo, de alguno que vendió su "cupo indicativo" en varios miles de millones de pesos.

La separación de poderes, la independencia del Congreso, la transparencia de la gestión de sus miembros, en fin, todo aquello que quiso proteger la Constitución en aras del orden político, económico y social justo que promete su Preámbulo, ha venido a pique por obra de la inatajable tendencia a los malos manejos que caracteriza a Santos.

Los que lo han conocido de cerca, como Carlos Lleras de la Fuente, no ahorran epítetos de grueso calibre para referirse a lo avieso de su carácter.

Dice de Santos,  Fernando Balda, que lo defendió como abogado ante las autoridades ecuatorianas a raíz del atque al campamento en que murió Raúl Reyes, que es imposible compararlo con los más famosos traidores de la historia, pues a todos ellos juntos los supera en felonía (Vid. https://fernandobalda.wordpress.com/2013/04/24/el-traidor/).as 

Al tenor de lo que se sabe de quien ocupa hoy el cargo de presidente de Colombia, el registro de sus hazañas es digno de figurar como un apéndice de la "Historia Universal de la Infamia" que hizo famoso a Jorge Luis Borges. Si lo tenemos hoy como primer magistrado, ¿por qué ha de extrañarlos que un facineroso como el atroz Timochenko aspire a sucederlo?

En mis navegaciones por la red encontré esta mañana estas profundas palabras de Santo Tomás Moro:  "El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral" (Vid. https://peregrinodeloabsoluto.wordpress.com/biblioteca-digital-pdf/).

Pues bien, Santos ha hecho gala de su total desprecio por la moralidad en la política. Es, en rigor, un amoral. Y así no es posible gobernar con tino. Ha convertido a Colombia en un albañal.