domingo, 27 de diciembre de 2020

El año de la pandemia

Llega a su fin este que en verdad ha sido un annus horribilis, el año de la peste, que trae consigo para nosotros, según se dice, una década de retroceso en la economía y, por consiguiente, la amenaza del hambre, con los desórdenes sociales que ello implica.

Dijo alguna vez Alfonso López Michelsen que, a su juicio, el mandatario más importante que tuvo Colombia en el siglo XX fue Enrique Olaya Herrera, por las enormes dificultades que le tocó afrontar. 

Las que padece hoy Iván Duque Márquez no les van en zaga. Su inventario equivale, como dicen unos versos de Celedonio Esteban Flores, al "desfile de las inclemencias". No hay que hacerle la vida más difícil acumulando críticas, así las haya merecidas. Miremos lo positivo: es un gobernante aplicado, ecuánime, juicioso. Si no ha podido reunir en torno suyo a todas las tendencias políticas es porque algunas de ellas adolecen de un sectarismo pugnaz y disolvente.

Este año de la pandemia nos ha puesto a todos a pensar en nuestra contingencia: hoy somos y mañana no parecemos. ¡Cuán fugaz es nuestro tránsito por esta vida mortal! Estamos a merced de un bicho microscópico que en un abrir y cerrar de ojos penetra en nuestro organismo, lo somete a torturas indecibles y atrae la cercanía de la muerte. ¿Nos devuelve a la nada de donde unos creen que venimos, o más bien nos abre las puertas de la eternidad, a la que muchos nos sabemos abocados para bien o para mal? La peste nos fuerza a la meditatio mortis.

La certeza de nuestra contingencia hace que nos concentremos en lo que verdaderamente interesa, en los valores supremos que debemos reconocer y cultivar. Y, a no dudarlo, fuera de los valores espirituales que nos convocan, y en consonancia con ellos, la pandemia ha estimulado el reencuentro con nuestros núcleos familiares. Lo más importante en nuestras vidas es la familia que nos rodea. Ignorarla es fuente de males sin cuento, no sólo en lo personal, sino en lo comunitario. Son nuestros seres queridos los que nos darán ánimo a la hora del último adiós.

Volvamos a las dificultades inenarrables que padece en la hora presente nuestra patria colombiana. Como lo señalé hace algún tiempo en este blog, hay quienes en estos momentos de tremendas dificultades se esmeran en tratar de cortar orejas, cuando las circunstancias exigen que procuremos ponernos de acuerdo en procura de recuperar el tiempo perdido, esa década que la pandemia ha echado a perder.

La solución no está en atizar el odio de clases ni estimular las confrontaciones de todo orden, sino en concentrar nuestros esfuerzos en la reactivación de los sectores productivos que traerá consigo la del empleo y el consiguiente mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores más desprotegidos. 

Como dice Alfonso Monsalve Solórzano en un escrito de hoy, el imperativo de la hora presente es la solidaridad, sin la cual no puede haber libertad ni igualdad (vid. http://www.periodicodebate.com/index.php/opinion/columnistas-nacionales/item/28463-%C2%A1ojo-con-el-2021?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+Portada-PeridicoDebate-PeridicoDebate+%28Peri%C3%B3dico+Debate%29).

Los grandes estudiosos de la política reconocen que ésta ofrece una cara de confrontación, muchas veces violenta, pero también ella, como dice el ilustre jurista argentino Mario Justo López, exhibe una "faz arquitectónica", constructiva, de edificación del orden social, de búsqueda de la armonía, la paz y el entendimiento colectivos.

A ello nos convoca la hora presente.





domingo, 20 de diciembre de 2020

Navidad, fiesta de la familia

Una amiga a la que profeso especial afecto me cuenta que su familia cercana se integra a través de Zoom para rezar la novena de Navidad. Tres generaciones oran unidas para conmemorar el nacimiento del Niño Dios. Los más chicos animan el festejo haciendo sonar maracas, tambores y pitos para acompañar los villancicos y el "Dulce Jesús mío, ven a nuestras almas, ven no tardes tanto".

Hay un profundo simbolismo de ternura y piedad en la imagen de la Sagrado Familia en el portal de Belén, imagen que se recrea en los pesebres que alegran los hogares y cuya elaboración a menudo convoca a todos sus componentes para que cada uno ponga algo de su parte. Cuando yo era niño, mi tarea consistía en salir a un pinar cercano a recoger musgo, colchón de pobre, cardos y ramas de pino que juntaba en un costal. Claro que los tiempos han cambiado y ya muchos niños no disfrutan de esos goces inocentes. Pero hay un espíritu festivo que sigue entusiasmándolos.

Desafortunadamente, median por lo menos dos circunstancias que han afectado la vigencia de ese espíritu navideño. Una, lo que podríamos llamar la secularización de la Navidad. Otra, la desintegración de la familia.

Para muchos, los festejos navideños han perdido el significado religioso que les dio origen. La tradición que los sustentaba ha cambiado de signo. Sigue siendo una oportunidad para el intercambio de regalos y manifestaciones de afecto, pero sin conexión con el magno acontecimiento que a lo largo de siglos ha sido objeto de su celebración. Diríase que en el fondo se han convertido en una fiesta pagana que no desdeña, como lo ha ordenado acá en Medellín el excéntrico y grotesco alcalde "Pinturita". hacerle sus guiños al Príncipe de las Tinieblas.

Me ha emocionado el ejemplo de unidad familiar de mi carísima amiga. Alguna vez participé del rezo de la Novena en su casa. Es algo de veras edificante. Pero, ¿cuán frecuente es hoy en día?

No creo que ese convite que une jovialmente a tres generaciones siga dándose como en años atrás. Ha corrido mucha agua debajo de los puentes y ya los sentimientos familiares no son los mismos de antes.

Leí ayer en Crisis Magazine que un estudiante fue censurado porque publicó en la cartelera de su colegio católico en Estados Unidos lo siguiente: "Matrimonio tradicional. Dios lo ordena. La Naturaleza lo revela. La Ciencia lo afirma" y "El matrimonio debe reforzarse, no redefinirse" (Vid. https://www.crisismagazine.com/2020/the-coming-tsunami-of-hate-speech-legislation?mc_cid=057f290731&mc_eid=20f0f92007).

Lo que hoy observamos es con deplorable frecuencia  el espectáculo de familias desintegradas o, peor aún, "redefinidas", lo que implica una verdadera revolución cultural y, en el fondo, una crisis de civilización.

Vuelvo sobre esa obra maestra de Carle C. Zimerman, "Family and Civilization" (ISI Books, Wilmigton, DEL, 2007), que sostiene con abundante soporte probatorio que el vigor de la Civilización Occidental deriva de la familia monogámica, heterosexual e indisoluble que impuso el Cristianismo. Su erosión ha traído consigo una lenta pero progresiva decadencia en todos los órdenes. 

Muchos de los graves problemas que afectan a las sociedades contemporáneas se explican precisamente en función de la crisis de la familia: drogadicción, delincuencia juvenil, desórdenes mentales, violencia doméstica, etc.

Sólo una acción providencial podría modificar el curso de estas deplorables circunstancias. Oremos para que así sea.




jueves, 17 de diciembre de 2020

El Mensaje Evangélico

Hachette publicó hace años en su colección Génies et Réalités un precioso libro titulado "Jésus". Es una obra colectiva con valiosos aportes de Jean Guitton, el cardenal Daniélou, Robert Aron y otros prestigiosos intelectuales franceses. El libro estuvo mucho tiempo en mi biblioteca y logró sobrevivir a su liquidación. Ahora le llegó el tiempo de leerlo, tarea que he emprendido con evidente provecho.

Destaco el ensayo del pastor Georges Casalis sobre el mensaje de Cristo, titulado "Nadie ha hablado como este hombre".

A su juicio, tres son los elementos fundamentales de este mensaje venido del Cielo: el Reino de Dios, la paternidad Divina, la fraternidad humana.

El tercer misterio luminoso agregado al Rosario por el papa Juan Pablo II, hoy santo, versa sobre la proclamación del Reino de Dios. 

Es tema central de los Evangelios. Como le respondió Nuestro Señor a Pilato, no es un reino de este mundo. Su naturaleza es eminentemente espiritual y anida en el corazón de cada ser humano. Ya está entre nosotros, dice Lucas 7:21. ¿Cómo? En todas las personas de buena voluntad que sienten el llamado del espíritu y se aplican a obrar con sentido de trascendencia superando sus condicionamientos naturales que, en buena medida, las atan al pecado, imponiéndoles la peor esclavitud (Juan 8:31-36; Mateo 24: 45-51). Todas esas personas de buena voluntad son como los granos de mostaza o la levadura de que habla el Evangelio, que a partir de lo pequeño o menudo se van expandiendo hasta hacerse visibles. Al principio eran 12, pronto fueron 72, ahora son centenares de millones.  Pero, no obstante ello, la mies es mucha y pocos son los operarios que están dispuestos a llevar a todo el mundo la Buena Nueva, no sólo por la predicación, sino ante todo por el ejemplo de sus buenas obras. El Reino de Dios está en construcción día a día. Sólo estará finiquitado en la plenitud de los tiempos.

Dios es Señor de la Creación. Pero, ante todo, es Padre, Abba. Cuando nos dirigimos a Él le decimos: Padre nuestro. Y lo es amoroso y misericordioso hasta el infinito: "Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna"(Juan 3:16).

¿Qué otra religión tiene esta idea de Dios? ¿Quién lo ha presentado en estos términos?

Y si Dios es Padre, todos nosotros, sin excepción, somos hijos suyos y, por consiguiente, hermanos. El primer mandamiento es amar a Dios con todo el corazón y toda el alma; el segundo, amar al prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:28-34). Se sigue de ahí el valor infinito de cada vida humana y la solidaridad que se nos impone a todos respecto de nuestros semejantes. Es lo que acaba de proclamar el papa Francisco en su más reciente encíclica, "Fratelli tutti", que puede consultarse aquí: (http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html). 

Esto lo corrobora san Pablo en su carta a los gálatas: "Ya no hay diferencia entre judío y griego, entre esclavo y hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer, pues todos ustedes son uno en Cristo Jesús" (Gal. 3:28).

Lo que conmemoraremos en la noche del 24 al 25 de diciembre no es tema para un carnaval, ni nada que se parezca a las celebraciones paganas, sino un verdadero momento estelar de la humanidad: el nacimiento del Hijo de Dios, que vino a trazarnos el camino de la vida eterna y a redimirnos de la esclavitud del pecado. Es una fiesta del espíritu


viernes, 11 de diciembre de 2020

Suena, tango compañero

Nuestro finado amigo Jaime Jaramillo Panesso era un personaje polifacético. Una de sus peculiaridades, que compartía con el que esto escribe, fue su afición por el tango, que lo llevó a estudiarlo y promoverlo como objeto cultural digno de atención para los interesados en explorar nuestra idiosincrasia.

El tango ha hecho parte de nuestro paisaje anímico a lo largo de los últimos cien años. En un reportaje que leí de don Guillermo Echavarría hace tiempos, él se ufanaba de haberlo dado a conocer en Medellín allá por el año de 1917, como fruto de sus correrías por el mundo. Un tango se bailó por distinguidas damas de nuestra sociedad en una escena de "Bajo el Cielo Antioqueño", película con que don Gonzalo Mejía inauguró la cinematografía nacional. Y esos tangos que llegaban en discos prensados en Estados Unidos y en Europa principalmente se fueron difundiendo por todas partes, bien fuese en los hogares o en los establecimientos públicos, que los hacían sonar en sus traganíqueles, llevados a menudo por vendedores que viajaban en tren, por lo que, junto con otros géneros musicales, se los llamaba "música de carrilera". Las cantinas los dejaban oír a los transeúntes, como lo contaba Dorita Ramírez, que los conoció y aprendió a amarlos cuando el bus del colegio pasaba cerca de ellas. Me acaba de contar mi amigo Alfonso Roldán que él se crió en medio de tangos, pues en la cuadra donde vivía de niño en Pereira había dos cantinas que competían con los tangos con que sus parroquianos se entretenían. Y no pocas páginas de "En Contravía y por Atajos", delicioso relato autobiográfico de mi fraternal amigo Javier Tamayo Jaramillo, están dedicadas al culto que en nuestro medio se ha rendido a la "música ciudadana".

El poeta Óscar Hernández llegó a escribir en uno de sus artículos para "El Correo" que "el tango es la casa de citas del alma"

Doy fe de que en mi adolescencia, cuando nació mi pasión por ellos, en la radio era posible escuchar tangos las 24 horas del día. Aprendí a disfrutarlos escuchando a Charlo en 1956 en sus presentaciones en la Emisora Nueva Granada y, por supuesto, en las evocaciones de Gardel que hacía cada 24 de junio Antonio Henao Gaviria, quien fue testigo presencial del pavoroso accidente que en el campo de aviación de Las Playas segó la vida del "Zorzal Criollo". Más tarde, en su "Radiolente", el inolvidable Hernán Restrepo Duque me fue inoculando el ansia de saber más sobre mi amado género musical. Ya cumplí 77 años y sigo escuchando tangos con el gusto de siempre. No me cansan, no me aburren, siempre me ofrecen algo nuevo. Una amiga a la que quiero mucho se divierte porque siempre ofrezco a flor de labios algún apunte tanguero para ilustrar mis comentarios. Acabo de reunir para mi disfrute personal una antología de 300 voces de tango, de las que he excluido la de Gardel, pues todo lo suyo merece capítulo aparte. Cada semana escucho el programa que por la Radio Nacional de Buenos Aires se transmite con los sabrosos y eruditos comentarios que hacen Diego Larrea y Norberto Chab sobre el arte gardeliano.

Para los que se interesen, ahí les va el enlace: http://www.radionacional.com.ar/category/gardel-por-larrea/

Pues bien, Jaime, como buen profesor de Sociología, se interesó en escudriñar las razones de esta peculiar afición de nuestra zona cafetera y en especial de Medellín por el tango. Las encontró en los acelerados e imprevistos cambios sociales que  por acá se produjeron a mediados del siglo pasado, con la migración campesina hacia las ciudades que provocó la fatídica Violencia y la demanda de mano de obra que trajo consigo nuestra industrialización. 

Estas hipótesis son plausibles y abren campo para una investigación más profunda, de orden psicológico, acerca del estado de alma del tanguero. Debo admitir que cada uno de quienes lo somos  podemos ser calificados como "rara avis", tipos peculiares que quizás sufrimos una sensibilidad  y un modo de ver la vida que nos distinguen de todos los demás. Para nosotros, como reza la letra de "Copa de Ajenjo", el tango es un compañero: "Tango, que cuando me falta un mango, te canto y me das consuelo", decía por ahí Gardel. Larrea y Chab reconocen que son como dos loquitos, pero inofensivos y entretenidos. 

Borges escribió: "Esa ráfaga, el tango, esa diablura, los atareados años desafía..." (Vid. https://www.poeticous.com/borges/el-tango?locale=es). Y se preguntaba por la suerte en el más allá de don Nicanor Paredes:

"Ahora está muerto y me digo:

¿Qué hará usted, don Nicanor,

en un cielo sin caballos,

ni envido, retruco y flor?" ( Vid. https://www.todotango.com/musica/tema/1161/A-Don-Nicanor-Paredes/)

Me pregunto si mi querido amigo Jaime se encontrará en una bienaventuranza amenizada por esos tangos que tanto quiso. No lo visualizo en la "triste región sombría", que evocando a Dante menciona ese bello tango que lleva por título "Te fuiste hermano". Su bonhomía lo hizo digno de la Luz Eterna. 




martes, 8 de diciembre de 2020

Religión e Ideología

En el más reciente de mis escritos para este blog señalé que en los tiempos modernos las ideas religiosas se han visto sustituidas por las ideologías en lo atinente a los factores de identidad de los cuerpos políticos y de legitimación de la autoridad. Y no sólo ello, pues también dominan la concepción del mundo y las valoraciones morales vigentes en las sociedades.

En general, la unidad política se ha establecido en los dos últimos siglos a partir del principio de las nacionalidades, salvo en el mundo musulmán, en el que a pesar de ciertas tendencias laicistas, el principio unificador reside en la Umma, es decir, la comunidad de los fieles al Profeta. 

La nación es, como lo sostiene Josep Llobera en un interesante libro, el dios de la modernidad (https://www.researchgate.net/publication/254474675_El_Dios_de_la_Modernidad_El_desarrollo_del_nacionalismo_en_Europa_Occidental). La ideología nacionalista se ha impuesto desde la Revolución Francesa y ha sido capaz de movilizar grandes masas, llevándolas incluso a la guerra. El principal vínculo político-jurídico que ata a la mayor parte de los seres humanos es precisamente el de nacionalidad. 

Es verdad que el nacionalismo sufre hoy los embates del globalismo y los localismos, pero sigue siendo la ideología fundamental sobre la que se asientan los Estados.

En cuanto al fundamento de la autoridad, suele buscárselo, ya no en Dios, sino en el contrato social, la voluntad general o el espíritu del pueblo, que los alemanes llaman Volkgeist (vid. http://www.artic.ua.es/biblioteca/u85/documentos/1794.pdf). De hecho, el pensamiento político moderno, a partir de Maquiavelo y de Hobbes, tiende a separar la política de la religión, en un proceso que también se da respecto del derecho y de la moral. Grocio sentó la tesis de que el derecho no necesita fundarse en Dios. Y el pensamiento ético trata a su vez de sustentar la normatividad moral desligándola de la idea de la ley divina.

Los corifeos de la Modernidad proclaman que las concepciones irracionales y míticas de las religiones deben ceder el campo a las racionalidades filosófica y científica. Pero está por discutirse precisamente si la filosofía y la ciencia actuales son estrictamente racionales.

En un un lúcido ensayo que lleva por título "Ideas y Creencias", Ortega planteó una distinción radical entre unas y otras. Según su punto de vista, "Las ideas se tienen, en las creencias se está" (vid. http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/01/doctrina39846.pdf). 

Las creencias equivalen a las "ideas-fuerzas" de que en el siglo XIX hablaba el filósofo francés Fouillée. Se trata de ideas cuya vocación es eminentemente práctica, motivadora de la acción.(vid. "La Psychologie des Idées Forces", https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k771638.texteImage#)

Suele afirmarse que cada individuo se define por lo que cree, esto es, por los valores que orientan su vida, la fe que lo anima, aquellas concepciones que incorpora a sus modos de obrar. Y tales concepciones por lo general hunden sus raíces en la esfera de lo emotivo, más que en la de una estricta racionalidad. Su fuerza reside por lo común en el inconsciente, que es el venero en que anidan los mitos.

Ya Ernst Cassirer en "El Mito del Estado" había denunciado los ingredientes irracionales del totalitarismo del siglo XX (vid. https://agoracontemporanea.files.wordpress.com/2016/09/cassirer-e-el-mito-del-estado.pdf). Ese totalitarismo no ha muerto. Ya se habla de un totalitarismo del siglo XXI que lo vemos patente en nuestro vecindario. Y una de sus modalidades es el totalitarismo de la ideología de género que hoy pretende imponerse a rajatabla en todas las latitudes.

En un ensayo esclarecedor titulado "Los Mitos Políticos Modernos",  André Reszler describe los mitos dominantes en los doscientos años que antecedieron a 1973. Pero la presencia de la mitología no sólo se advierte en en el pensamiento político También campea en el sociológico, el antropológico, el jurídico, etc. 

Pues bien, con base en la proclamación constitucional del Estado laico se ha erradicado la enseñanza religiosa en la educación pública. Pero se la ha sustituido por el adoctrinamiento ideológico a manos de Fecode, la organización comunista que se ha adueñado de aquélla.

Ese adoctrinamiento de la infancia, la adolescencia y la juventud incluye ahora la imposición de la ideología de género, según lo denuncia Luis Alfonso García Carmona en artículo publicado en "La Linterna Azul" (vid. http://www.lalinternaazul.info/2020/12/07/gobierno-de-duque-expidio-catecismo-para-ideologia-de-genero/).

El asunto amerita que se lo debata a fondo. De entrada, cabe preguntar: ¿por qué no es de recibo que en las instituciones educativas públicas se imparta formación religiosa y, en cambio, sí lo es que se pervierta a los educandos envenenándolos con la ideología de género? ¿Qué títulos exhibe ésta para desplazar las creencias que han cimentado nuestra civilización?

También es del caso preguntar por qué la jerarquía eclesiástica es tan reticente para pronunciarse sobre estas políticas públicas llamadas a configurar el alma colectiva de los colombianos.




miércoles, 2 de diciembre de 2020

Católicos y cristianos, defendamos nuestra fe

 En un escrito anterior observé que las sociedades tradicionales privilegian la unidad religiosa porque la identidad comunitaria y la legitimidad del poder encuentran ahí su mejor garantía. De ahí que a las disidencias se las mire con desvío hasta el punto de querer erradicarlas, por considerarse que ponen en peligro el orden social.

Sobre el tema ha escrito León Poliakov un valioso libro, "La Causalidad Diabólica: Ensayo sobre el origen de las persecuciones", que se ocupa no sólo de las persecuciones contra los judíos, sino contra otros grupos a los que se ha considerado como perjudiciales  para las comunidades y por eso se los ha calificado de diabólicos (vid. https://www.amazon.com/s?k=leon+poliakov&i=digital-text&__mk_es_US=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=AWUMZJ7JFUGI&sprefix=Leon+Poliakov%2Cdigital-text%2C311&ref=nb_sb_ss_ts-a-p_1_13). Poliakov es autor de una "Historia del Antisemitismo" en varios volúmenes y, a partir de ella, se interesó en general en el fenómeno de la intolerancia, principalmente la religiosa.

La tolerancia religiosa es un fenómeno más o menos reciente. Si bien se considera a Locke y a Voltaire como profetas de la libertad religiosa en los tiempos modernos, hay que observar que el primero de ellos, al abogar por la misma en Inglaterra, excluye a los católicos, por considerarlos peligrosos para su país, mientras que el segundo es rabiosamente anticatólico, antisemita y racista. Al fin y al cabo. incrementó su enorme fortuna con inversiones en compañías dedicadas al tráfico de esclavos.

Hay diversos motivos que explican el tránsito hacia la tolerancia religiosa. Unos de ellos tocan con la necesidad de aceptar el hecho de la diversidad de creencias y de buscar, entonces, el modus vivendi que hiciera posible la convivencia pacífica entre ellas. Otros tienen que ver con la decadencia de la fe religiosa, debida en buena parte a la irracionalidad y la ferocidad de las guerras de religión de los siglos XVI y XVII, la cual se vio sustituida a partir del siglo XVIII por las ideologías. En la medida que la identidad del cuerpo político se fue basando en el credo nacionalista y la legitimidad de la autoridad se fundó en la idea del contrato y en la voluntad general, se fue perdiendo interés en preservar la religiosidad comunitaria, aunque las tendencias conservadoras siguieron insistiendo en ella por considerarla como garantía de la moralidad colectiva y, por ende, del orden social.

Para el Iluminismo, la religión es un asunto que pertenece a la esfera íntima de cada individuo y no hay por qué reconocérsele trascendencia social. Cierta tendencia, basada en una filosofía de la historia muy elemental y poco ajustada a los hechos, la de la famosa Ley de los Tres Estadios, la considera propia de etapas periclitadas de la evolución de las sociedades y llamada a desaparecer, sea por la madurez intelectual de las mismas, ya por obra de la acción "progresista" del poder.

Esta última tendencia pone énfasis no en la libertad de religión, sino en la libertad de la religión, es decir, en que la acción emancipadora del poder debe aplicarse precisamente a liberar al individuo de lo que los marxistas denominan la "alienación religiosa". Según el denso escrito de Jean-Ives Calvez S.J. sobre "El Pensamiento de Carlos Marx", esta es la forma de alienación contra la que principalmente hay que luchar para la transformación revolucionaria de la sociedad.

Con esto observo que la idea del Estado laico ofrece dos vertientes muy diversas. 

La primera afirma la neutralidad del Estado frente al hecho religioso, pero dentro del principio del respeto a la libertad de conciencia, que se proyecta en el derecho de cada persona a profesar sus propias ideas acerca de sus relaciones con la esfera sobrenatural, a divulgarlas, a asociarse para ejercer el culto que a bien tenga y a no ser molestado por ello. Bueno es observar que según enseña el profesor Rémi Brague en "La Ley de Dios", la idea de la conciencia moral y su conexión con Dios es de raigambre netamente cristiana, no obstante cierta conexión con la tradición judía. Ese respeto por la conciencia individual se inscribe dentro de lo más meritorio del pensamiento libera yl no deja de tener entonces un fundamento religioso, en rigor, cristiano.

La segunda vertiente, en cambio, es hostil a la religión. Esa hostilidad asume diversas modalidades, desde la franca y brutal persecución hasta otras más sutiles que tienden hacia la erosión de la sacralidad en la conciencia colectiva. Lo sagrado, que constituye el núcleo de la religiosidad, se demerita mediante la parodia, la burla o la banalización, que distorsionan y hasta niegan el sentido de la trascendencia espiritual del ser humano. 

A esto último estamos asistiendo a pasos agigantados en el escenario de la Colombia actual. Hay todo un proceso concertado hacia la descristianización de nuestra sociedad y debemos preguntarnos acerca de lo que podría suceder si dejasen de tener vigencia entre nosotros las ideas religiosas y los preceptos morales del cristianismo, que es lo que se proponen todas las corrientes de izquierda, desde la que lidera Fajardo hasta las de Petro.

Hay que exhortar, pues, a católicos y cristianos a que defiendan su fe en las urnas de votación. Unos y otros no pueden seguir votando por personajes como Claudia López o "Pinturita", cuyas acciones propenden hacia la destrucción de sus creencias más caras.



domingo, 22 de noviembre de 2020

Las Saturnales de Pinturita

Sólo en la mente de un sujeto de la deplorable contextura moral del alcalde petro-comunista de Medellín cabe la repugnante idea de asociar los festejos navideños con un carnaval presidido por una figura demoníaca, la de Moloch, dios cananeo al que se adoraba arrojando recién nacidos al fuego y que hoy por hoy representa el culto abortista (vid. https://www.accionfamilia.org/temas-polemicos/aborto/estamos-ante-la-resurreccion-de-moloch-en-pleno-siglo-xxi/).

Nada más contrario al espíritu de la Navidad que vincularla con un demonio y una exhibición de símbolos míticos, así estos gocen de cierto arraigo en el imaginario popular.

Esta torpe iniciativa del burgomaestre mencionado invita a reflexionar sobre qué es lo que los creyentes y muchos que no lo son conmemoramos en Navidad y de qué modo ello se contrapone a las entidades infernales que aquél pretende entronizar en nuestro medio.

El 25 de diciembre de cada año se celebra la fiesta del nacimiento de Jesucristo. La fecha tiene que ver probablemente con la decisión de la Iglesia, una vez instaurado el cristianismo en Roma, de contrarrestar la vieja costumbre de las saturnales que, en homenaje al dios Saturno, se llevaban a cabo antes de esa fecha y daban lugar al desenfreno colectivo. El origen de la Navidad tiene que ver entonces con la superación de un abominable ritual pagano. Su propósito era eminentemente espiritual. Había que poner freno al desorden orgiástico encomiando valores trascendentes que invitaran al pueblo a elevar su mirada hacia el mundo celestial.

Nada más apropiado para ese cometido que exaltar el nacimiento del Hijo de Dios, que vino a rescatarnos de la esclavitud del pecado y enseñarnos amorosamente cuál es el camino de la bienaventuranza eterna, contrario por supuesto al de la condenación a que pretenden llevarnos los demonios.

La piedad popular ha exaltado la imagen tierna y candorosa del Niño Dios con representaciones de bondad, alegría, solidaridad y otras virtudes que apuntan hacia lo mejor del ser humano. Al fin y al cabo, como lo dice el Evangelio, si no somos como niños, no  podremos aspirar al Reino de los Cielos.

La Navidad es en principio una fiesta de la infancia. Pero lo es también de la familia. La imagen de la Sagrada Familia, unida en el pesebre de Belén, se proyecta en las celebraciones decembrinas, convocando a padres e hijos para que manifiesten los sentimientos que los ligan y dándoles la fuerza para convivir armónicamente.

Nada más contrario al ánimo de división y destrucción, o como hoy se dice, de "deconstrucción", que mueve a las potencias demoníacas a las que parece servir el tristemente célebre Pinturita.

Charles Dickens no era un escritor que se destacara por su espiritualidad. Estaba lejos de ser un místico, si bien su amable consideración de la interioridad humana y las vicisitudes de la existencia estimula nuestra simpatía por la especie a que pertenecemos. Su "Cuento de Navidad" es obra maestra que año por año  por esta época se recuerda como un expresivo manifiesto del profundo impacto que en nuestro espíritu suscita el recuerdo del advenimiento de nuestro Redentor. Trata de la historia de la conversión del avaro y amargado Scrooge en el día de Navidad.

Quien desee leerlo puede descargar su contenido en el siguiente enlace: http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Charles%20Dickens/Cuento%20de%20navidad.pdf

Los pensadores clásicos observan que los gobernantes son algo así como padres de familia de sus comunidades, a las que deben guiar por buenos caminos y nutrirlas con ejemplos edificantes. Yo me pregunto si promover un carnaval demoníaco en momentos en que la tradición invita a la unión familiar y la armonía colectiva bajo la divisa de "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad", es algo acorde con las responsabilidades espirituales de quien, como decía Santo Tomás de Aquino, tiene a su cargo el cuidado de la comunidad.

No me explico cómo "El Colombiano", que era un periódico conservador, exhibe ahora cierta complacencia  con las saturnales de Pinturita, queriendo mostrar que es algo meramente lúdico e ignorando los efectos deletéreos que podrían producir en la cultura popular. Muchos dirán probablemente que ahora esta no es época de ponernos en paz con Dios, sino de dar rienda suelta a nuestros apetitos, incluso los más bajos. ¿No es eso a lo que nos induce la figura demoníaca que Pinturita pretende situar en el centro de su celebración?

Más inquietante me parece que un individuo de esas condiciones morales dizque tenga un abultado respaldo popular. Si la democracia no exalta a los mejores, está condenada a muerte.



miércoles, 18 de noviembre de 2020

Vade Retro, Satanás

"Pinturita", el grotesco e irreverente alcalde de Medellín, no contento con promover aquí la revolución sexual e incorporar a su equipo a un "ingeniero de lo invisible", resolvió dedicar, a expensas del erario municipal, la decoración navideña que desde hace tiempos engalana a la ciudad a la figura del Demonio, en lugar de la de la Sagrada Familia, que es el centro del festejo con que los cristianos de diversas confesiones conmemoramos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Afortunadamente, la indignación ciudadana hizo que al parecer desistiera de esa perversa idea que ya había puesto por obra (vid.https://www.youtube.com/watch?v=fPE0-q1cXNc).

Este es un episodio más de la banalización del mal, de que habló Hannah Arendt dentro de otro contexto. En esta oportunidad, se pretende exhibir al Maligno como una figura simpática que contrasta con el candor del Niño Jesús. 

Hace poco escribí sobre un caso de posesión diabólica relatado desde la perspectiva de la propia víctima. Me referiré ahora a una contundente experiencia psiquiátrica, la del Dr. Richard Gallagher, que en su libro "Demonic Foes" trata sobre sus 25 años de investigación sobre los ataques demoníacos (vid. https://www.amazon.com/-/es/Richard-Gallagher-M-D/dp/0062876473).

El Dr. Gallagher no es un aparecido. Se graduó Summa Cum Laude en Princeton y ha ejercido su profesión en Nueva York con gran crédito. Es profesor en la Universidad de Columbia. Como los exorcistas son prudentes para tratar posibles casos de posesión u obsesiones demoníacas, suelen pedir la colaboración de psiquiatras para establecer si están en presencia de anomalías mentales o de fenómenos que sólo son explicables por la acción de fuerzas espirituales malignas. Sabedor de su fe católica, el padre Jacques. un destacado exorcista norteamericano, pidió que le colaborara con personas que mostraban indicios de presencias demoníacas en sus padecimientos. Fue de ese modo como llegó a participar en por lo menos cien exorcismos. En CNN lo presentan como el hombre a quien los exorcistas llaman para atender  casos extremos (https://cnnespanol.cnn.com/2017/08/05/exorcismos-expertos-richard-gallagher-psiquiatra-salud-mental-emily-rose/).

En el capítulo tercero de su libro se ocupa de un caso paradigmático, el de una mujer a la que llama Julia, la "Reina Satánica". Nacida en una familia católica, en su adolescencia sufrió el asedio de un cura que la inició en la sexualidad. A partir de ahí, cayó en las redes de Daniel, un satanista que colmaba sus apetitos y la vinculó a un grupo de adoradores de Satanás, al que ella se entregó a cambio de los poderes mentales que le otorgó. Julia quería salir de la posesión, pero no de la pertenencia al grupo, ni de su relación con Daniel, ni de los rituales de adoración al Demonio. Los exorcismos fracasaron y ella murió tempranamente de cáncer, probablemente subyugada por esa entidad infernal. Pero a raíz de aquéllos, el Dr. Gallagher pudo observar directamente las manifestaciones más protuberantes de la posesión y la índoles de los poderes extraordinarios de que se jactaba Julia. Ese capítulo es, para decir lo menos, espeluznante.

Julia se presentaba como una gran bruja. Al dicho de que "las hay, las hay, pero no hay qué creer en ellas", responde certeramente el padre Juan Gonzalo Callejas en su libro "Contra la brujería", que puede descargarse gratuitamente a través del siguiente enlace:  https://kupdf.net/queue/contra-la-brujeria_58c880d7dc0d60df6e339029_pdf?queue_id=-1&x=1605725115&z=MTgxLjU4LjM4LjEw

El testimonio personal del padre Callejas es impresionante, pues da cuenta de cómo pasó de integrar en su adolescencia un grupo satanista en Medellín a hacerse sacerdote con la misión de combatir la brujería que está demasiado extendida en distintos estratos de nuestra sociedad y, en general, del mundo contemporáneo (vid. https://www.youtube.com/watch?v=HdcK14-ZBqo).

Como lo pone de presente un grupo de seguidores de San Pío de Pietrelcina en Medellín, lo que ha hecho "Pinturita" no es más que llevar a su término el cometido de descristianización de las festividades navideñas que desde hace varios años se ha llevado a cabo en Medellín bajo el auspicio de las autoridades municipales y EPM (vid. https://www.youtube.com/watch?v=z3d9xdg1qwA). Se ha comenzado ignorando a la Sagrada Familia y el pesebre de Belén, para terminar entronizando a Satanás.

No nos digamos mentiras: la crisis de la sociedad colombiana es ante todo espiritual. Somos un país necesitado de un gran exorcismo colectivo.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Incertidumbre

Al momento de escribir estas notas aún no se ha decidido la suerte de la elección presidencial en los Estados Unidos. Trump no ha reconocido el triunfo de Biden y está alegando en los estrados judiciales que el triunfo de éste, proclamado por la prensa y reconocido por varios gobiernos extranjeros, se ha basado en un fraude descomunal. Los críticos de Trump lo acusan de ser un mal perdedor que pone en riesgo la institucionalidad democrática de su país. Pero, ¿qué tal si tuviera razón en sus reclamos? Amanecerá y veremos.

Por lo pronto, conviene hacer algunas acotaciones al respecto.

Hace varias semanas mencioné acá el libro "Cómo mueren las democracias", de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, que puede descargarse a través del siguiente enlace: https://docer.com.ar/doc/xnnc80.

Los autores son enemigos acérrimos de Trump y precisamente lo acusan de erosionar el régimen constitucional de los Estados Unidos. Hacen, además, observaciones que ahora resultan muy pertinentes sobre su sistema electoral y la aguda polarización que enfrenta a demócratas y republicanos.

A mis alumnos de Teoría Constitucional solía decirles que el primer capítulo de un ordenamiento básico del Estado toca con las reglas fundamentales para la adjudicación del poder público, que de acuerdo con la idea democrática que hoy rige en casi todo el mundo, así sea de labios para afuera, se condensan en el régimen electoral.

Pues bien, dicho régimen en los Estados Unidos adolece de defectos notables, puesto que cada estado dicta sus propias reglas y no hay dispositivos adecuados para identificar a los votantes, lo cual se agrava con el voto anticipado y por correspondencia, que al parecer está en el centro de los reclamos de Trump. Se habla en efecto, de muchos muertos y extranjeros que han votado, así como de personas que lo han hecho varias veces. 

La situación actual cuenta con antecedentes que conviene recordar. Hace 20 años, cuando se enfrentaron Bush y Gore, la cuestión se definió, como sucederá ahora, por la administración de justicia. Y todo parece indicar que la apretada victoria  de Kennedy sobre Nixon en 1960 se debió a maniobras fraudulentas del alcalde de Chicago, que estaba aliado con la mafia. Pero Nixon no reclamó y esperó que le llegara más adelante su oportunidad, como en efecto sucedió.

La fractura moral que padece la sociedad norteamericana agrava un conflicto que va más allá de la confrontación de las personalidades de Trump y Biden.

Aunque el régimen constitucional es por definición neutro frente a las diferentes confesiones religiosas, desde su fundación y hasta no hace muchos años la norteamericana fue una sociedad que podía considerarse cristiana. En el siglo XIX la influencia protestante era muy significativa: el pueblo se nutría de la Biblia, así la interpretase de distintas maneras. Con la gran inmigración europea de la segunda de dicho siglo y principios del XX, el catolicismo y el judaísmo ganaron significativa importancia en su cultura. E. Michael Jones afirma que, por ejemplo, la autocensura cinematográfica que se mantuvo vigente hasta la década de 1960 estuve fuertemente influenciada por los medios católicos. Pero a lo largo del último medio siglo el ambiente espiritual ha sufrido cambios profundos, hasta el punto de que el presidente Obama llegó a sostener que los Estados Unidos habían dejado de ser un país cristiano.

Precisamente, Obama se distinguió por promover la revolución cultural tendiente a la homosexualización de la sociedad, la banalización del aborto, la persecución solapada contra las religiones, etc. Esto último viene, en verdad, de tiempo atrás y está registrado en el libro de Janet Folger, "The Criminalization of Christianity", que aquí he comentado en otras oportunidades. Los interesados pueden descargarlo a través del siguiente enlace:  https://epdf.pub/queue/the-criminalization-of-christianity.html.

Si la dupla Biden-Harris lega a la Casa Blanca, se reactivará el horroroso holocausto de vidas inocentes e indefensas que ha hecho que el sitio más peligroso para el no nacido sea el vientre materno. Un impresionante testimonio vívido de este flagelo que so capa de libertad de elegir de la mujer ("Pro-Choice") ha costado desde 1973 más de 60.000.000 de vidas puede verse en "El Grito Silencioso": https://www.youtube.com/watch?v=fbk8x8gHxYU

La resistencia de Trump, todo lo antipática que a muchos pueda parecerles, es un esfuerzo denodado para impedir que vuelva gobernar a los Estados Unidos esa feroz tendencia asesina que se ceba en los no nacidos.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Muestras del Diablo

Pienso a menudo en lo que dijo Dostoiewsky acerca de su personaje Dimitri Karamazov: que él pone de manifiesto la lucha entre Dios y el diablo que se libra en el interior de cada ser humano.

Yo mismo la he vivido y por eso digo que creo firmemente en Dios, que me ha mimado con su gracia, pero también en el diablo, porque lo he sentido dentro de mí no pocas veces. En esta hora final de mi existir, cuando hago examen de conciencia, no puedo dejar de pensar que en mis múltiples desvaríos estuvo presente la perversa acción del maligno.

Hace poco, leyendo un interesante artículo de Pedro Aja Castaño, encontré una cita del libro de Mgr. Andrea Gemma, "Confidenze di un exorcista", que llamó mi atención (vid. http://www.periodicodebate.com/index.php/opinion/columnistas-nacionales/item/27767-la-entrevista-del-padre-francisco-de-roux-filosof%C3%ADa-vs-iniquidad).

Buscando en Google información sobre el libro y su autor, dí con  de la obra de Francesco Vaiasuso y Paolo Rodari, "Mi Posesión: cómo fui liberado de 27 legiones de demonios", y la descargué en Kindle.

Es un texto fascinante, aunque aterrador, que prácticamente devoré. Rodari es periodista y colaboró con Vaiasuso para la redacción del escrito, que documenta el fenómeno de la posesión demoníaca desde la perspectiva misma del poseso, a diferencia de  muchos libros de exorcistas, que relatan sus acciones, pero desde fuera (vid. https://www.amazon.com/-/es/Francesco-Vaiasuso-ebook/dp/B07D249ZS5).

Se atribuye a Baudelaire lo de que la última mentira del diablo es convencer a la gente de que no existe. Y, en efecto, muchos no creen que lo haya. Pero los testimonios de los exorcistas indican todo lo contrario: existe y obra profusamente no sólo en los individuos, sino en las sociedades, por medio de la tentación, la obsesión, la vejación, la infestación y, por último, la posesión.

Malachi Martin escribió varios libros muy ilustrativos sobre su actividad como exorcista y la presencia conspicua del satanismo en los Estados Unidos. En uno de ellos relata la ceremonia diabólica que se realizó simultáneamente en Roma y los Estados Unidos a poco de la entronización de S.S. Pablo VI  para hacerle una consagración a Satanás. Es probable que este hecho hubiera dado lugar a lo que el Papa dijo un tiempo después acerca de que el humo del infierno había penetrado en la Iglesia. Martin, al momento de escribir a fines del siglo pasado, calculaba en unos 8.000 los templos satanistas en los Estados Unidos (vid. https://kupdf.net/queue/el-rehen-del-diablo-libro-completo-pdf_59f2d108e2b6f51c581db0bc_pdf?queue_id=-1&x=1603926438&z=MTgxLjU4LjM4LjEw).

Fue precisamente en una misa negra a la que lo llevó con engaño una amiga de su madre, cuando apenas tenía cuatro años, donde a Francesco le dieron a beber un repugnante bebedizo que abrió las puertas para la posesión por parte de 27 legiones de demonios, encabezadas por su príncipe, el mismísimo Satanás. Muchos sufrimientos físicos y mentales hubo de padecer desde ese momento hasta que, luego de un sinfín de exorcismos, años más tarde hubiera logrado liberarse de esas fatídicas presencias.

Hace algún tiempo asistí acá en Medellín o, más precisamente, en Envigado, a una conferencia que dictó el Dr. Ricardo Castañón en la iglesia de la Niña María. Dio comienzo a su exposición manifestando su inquietud por la presencia del satanismo entre nosotros. Según él, el Vaticano satanista se encontraba a la sazón en Pereira, donde hubo por esos días unos alarmantes sacrilegios.

Se habla de la afición de ciertos de nuestros dirigentes políticos a la brujería y otras artes diabólicas. Nada raro es, dado que la sociedad colombiana ofrece serios indicios de influencia demoníaca en sus altas esferas. El solo hecho de que seamos hoy por hoy los mayores productores de cocaína en el mundo ya da pie para pensar en una influencia decisiva de Satanás. En uno de los exorcismos que sufrió Francesco, aquél se jactó de dominar el 49% de la humanidad. Reconoció que no había podido alcanzar el 51% por obra de su odiado Jesucristo.

En los mensajes de Medjugorge, la Santísima Virgen suele llamar la atención sobre la presencia del demonio en el mundo actual. Sólo en la medida que fortalezcamos nuestra espiritualidad podremos contrarrestarla. Francesco, en el fondo, fue su propio exorcista, pues no se dejó vencer por las potencias infernales y luchó con denuedo contra ellas armado por su vigorosa fe en Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen. Su testimonio es edificante.


domingo, 25 de octubre de 2020

Hacia la Civilización del Amor

Quiero referirme en este escrito  a la más reciente y quizás última encíclica del papa Francisco, que lleva por título Fratelli Tutti (http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html).

La he leído cuidadosamente, con la atención y el respeto que merece. Debo decir que es un escrito señero, verdaderamente admirable, que permanecerá seguramente como testimonio de las convicciones más profundas del Santo Padre.

A medida que fui avanzando en su lectura encontré su consonancia con lo que modestamente les enseñé a lo largo de años a mis discípulos de Teoría Constitucional acerca del bien común, la dignidad de la persona humana, el verdadero sentido de los derechos fundamentales, la dimensión trascendente del ser humano, su realización plena a partir del amor, la nobilísima función de la política cuando es rectamente entendida, el valor de la sociabilidad humana y de las distintas esferas comunitarias, desde las locales hasta las cosmopolitas, etc.

Debo manifestar mi extrañeza respecto de comentarios frívolos, superficiales y bastante sesgados que encuentro en distintos medios que no ocultan su antipatía para con el Papa, ni su intención de darle a la encíclica alcances que obviamente no tiene.

No han faltado los que la consideran herética, más cercana a la francmasonería que a la tradición católica, inclinada al pensamiento de la izquierda globalista, poco comprometida con el pensamiento cristiano, etc.

Nada de eso tiene fundamento.

Su punto de partida no podría haber sido más cercano al espíritu del Evangelio. Inspirada nada menos que en San Francisco de Asís, medita cuidadosamente sobre uno de los más preciosos pasajes del Evangelio, la parábola del Buen Samaritano, para confrontar sus enseñanzas con la realidad del tiempo presente.

Permítaseme una disgresión al respecto. Cuando estuve en Chile tuve oportunidad de conocer una obra ejemplar que tenía su sede en Temuco, la fundación El Buen Samaritano, que aspiraba a llegar a Colombia, como en efecto lo logró abriendo una sede en Barranquilla. ¡Cuántas acciones humanitarias se habrán realizado a lo largo de casi dos milenios inspirándose en este hermoso pasaje evangélico! 

La parábola da cuenta del amor incondicional hacia el que sufre, amor que se pone en acción sin esperar recompensa, superando las barreras de las divisiones muchas veces artificiales impuestas por las culturas. Y sobre esta base, la encíclica pasa revista a los sufrimientos que padecen millones de seres humanos en el mundo actual, con miras a que pensemos en un nuevo orden que los haga visibles y genere acciones tendientes a aliviarlos.

Qué duda cabe acerca de la injusticia radical del ordenamiento internacional en estos tiempos que corren. Para formarse una idea de los desequilibrios imperantes, basta considerar el tenebroso Informe Kissinger que ya en 1974 consideró que la posesión de recursos naturales que interesan a las sociedades más desarrolladas en manos de las que se consideraban subdesarrolladas debía contrarrestarse de modo que aquéllas pudiesen mantener el control de los mismos. Ahí también cobró vuelo la agenda antinatalista para impedir el crecimiento de la población del Tercer Mundo.(Vid. https://docs.planoexistencial.com/pdf/informe-kissinger-completo.pdf).

El Papa censura con justas razones el individualismo materialista de las sociedades liberales. Llama la atención acerca de cómo la tecnocracia se ha apoderado de la economía y ésta, a su vez, de la política, para rescatar la autonomía de esta actividad social que tiene por cometido la realización del bien común. Pero no cierra los ojos ante los errores de los regímenes populistas que engañan a los pueblos seduciéndolos con falsas promesas y perdiendo de vista que una sana política se proyecta siempre hacia las generaciones futuras.

Si el documento pontificio se ocupa de política, lo que tiene en la mira es la alta política, no la mezquina de los actores que hoy por hoy medran en ella. El nuevo orden que reclama no es el de los promotores del NOM, que aspiran a imponer una verdadera dictadura globalista inspirada en los procedimientos autoritarios de la burocracia de Bruselas, sino una estructura verdaderamente democrática y representativa de los diferentes pueblos del mundo. La ONU no responde a ese modelo, pese a las buenas intenciones que inspiraron su fundación. Bueno es traer a colación el libro del padre Schooyans que pone de manifiesto  su lado oscuro. (Vid. https://foroparalapazenelmediterraneo.es/wp-content/uploads/2019/01/Schooyans-Michel-La-cara-oculta-de-la-ONU-R.pdf).

El orden que promueve el Papa aspira a ser respetuoso de las identidades étnicas, locales, regionales y nacionales, bajo la idea de que hay problemas comunes que exigen que haya autoridades superiores con suficiente poder para resolverlos a través del diálogo. Este es un tema que ocupa un considerable espacio en la encíclica, pues el reconocimiento de la legitimidad de diferentes interlocutores es condición necesaria para la paz tanto global como en las comunidades nacionales.

Las consideraciones finales sobre los acuerdos de paz deberían inquietar a los gobiernos y a los grupos que han intervenido en ellos. Quién las lea cuidadosamente encontrará probablemente que, por lo menos en lo que a nuestro país concierne, los cometidos de verdad, justicia, reparación y no repetición que se acordaron no se han cumplido satisfactoriamente. No sería osado, entonces, pedirle a la Iglesia que intercediera con el fin de ajustar el NAF a los pedidos de las comunidades y, sobre todo, de las víctimas, para que se den verdaderamente las condiciones de una paz estable en la sociedad colombiana.

La encíclica destaca el documento suscrito conjuntamente por el Papa y el Imán Ahmad Al-Tayyeb en Abu Dhabi sobre la Fraternidad Humana para la Paz.(Vid. http://www.vatican.va/content/francesco/es/travels/2019/outside/documents/papa-francesco_20190204_documento-fratellanza-umana.html). 

Hay quienes consideran inapropiado que el Papa reconozca por lo menos tácitamente la legitimidad de confesiones religiosas no católicas. Esto es algo que ofrece no poca tela para cortar, pero hay un hecho incontrovertible: la paz religiosa es un valor que merece afirmarse mediante acciones ejemplares. Creo que la civilización ha afirmado el derecho de cada persona a entenderse con Dios de acuerdo con los dictados de su conciencia. Esta es la base de la tolerancia que postula la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II.

El documento culmina con dos oraciones, después de evocar al beato Charles de Foucauld: una Oración al Creador y una Oración Cristiana Ecuménica.

Si bien el Papa ha suscitado no pocas discusiones a raíz de pronunciamientos y actuaciones sobre temas teológicos, morales y políticos, no encuentro que esta encíclica dé lugar a las mismas. Es, desde luego, polémica, pero, como lo dice un pasaje del Evangelio que se leyó hace poco en la misa, el mensaje cristiano está llamado a confrontar al mundo. No  puede ir en la línea de lo que hoy se considera políticamente correcto.




domingo, 11 de octubre de 2020

Democracia Liberal vs. Crimen Organizado Transnacional

En un escrito anterior observé que los próximos debates electorales entre nosotros enfrentarán a los partidarios de la democracia liberal contra los promotores de una democracia iliberal. Pero la lectura de "Castrochavismo, Crimen Organizado en las Américas", del abogado y político boliviano Carlos Sánchez Berzaín, suscita una hipótesis más alarmante, la de que lo que está en juego es la persistencia de la democracia liberal, con todos sus defectos, frente a una forma de gobierno inédita presidida por bandas delincuenciales descaradas y atroces. 

Sus libros pueden descargarse al Kindle en el siguiente enlace: https://www.amazon.com/Carlos-S%25C3%25A1nchez-Berza%25C3%25ADn/e/B00IV9SDA6%3Fref=dbs_a_mng_rwt_scns_share

Los hilos de esos regímenes criminales se mueven desde Cuba a través de Venezuela. Hoy campean además en Nicaragua. Brasil y Ecuador lograron salir de esa pandilla gracias a Jair Bolsonaro y a Lenin Moreno. No sabemos todavía si Argentina se reincorporó a la misma con el actual gobierno peronista, pues el presidente Fernández, en un giro inesperado, acaba de votar contra Venezuela en la ONU. Bolivia está en la cuerda floja, pues el movimiento de Evo Morales parece tener buenas opciones de regresar al poder en las elecciones venideras. Pero la presa más apetecida de esos delincuentes internacionales es Colombia.

El nuestro no es todavía un narcoestado, pero corre el riesgo de serlo. De hecho, la nuestra es una narcoeconomía. Según una concienzuda investigación, Andrés Felipe Arias ha demostrado que la cocaína se ha convertido en el ingrediente más poderoso de la economía colombiana. A tan dolorosa conclusión llega en su libro "Cocaína y el Iceberg de Samuelson: Los Dilemas y una Propuesta", que puede descargarse a través del siguiente enlace: https://repository.usergioarboleda.edu.co/bitstream/handle/11232/1338/COCAINA%20Y%20EL%20ICEBERG%20DE%20SAMUELSON.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Si la cocaína es el estabilizador macroeconómico de nuestra sociedad, sólo un milagro podría impedir que su perversa influencia en vastos sectores del territorio nacional y en la generación de recursos monetarios que se irrigan en todos los escenarios de nuestra economía, resulte determinante en los procesos electorales venideros.

La claudicación ante las Farc de Santos, la jerarquía eclesiástica, la clase política, las altas cortes, los medios de comunicación social y, en cierta medida, de nuestros dirigentes empresariales, así como la pusilanimidad del gobierno de Duque para erradicar decididamente los cultivos de coca, han dado lugar a que seamos hoy en día el mayor productor de cocaína en el mundo y, por consiguiente, sus grandes abastecedores en los mercados internacionales. 

Hemos dejado de ser país cafetero, bananero, floricultor, petrolero, minero o carbonero, para convertirnos en uno cocalero, lo cual significa que dependemos de una economía subterránea, informal y, sobre todo, mafiosa,

Es verdad que las mafias permearon a lo largo de años tanto a los partidos tradicionales como a los que surgieron después de la apertura que produjo la Constitución de 1991. Y esa apestosa influencia ha tocado, desde luego, a los que se dicen de izquierda, comenzando por el nuevo partido de las Farc.

¿Quiénes son los más aguerridos enemigos de la erradicación por Glifosfato, sino los líderes izquierdistas de todo pelambre, aupados por las altas cortes?

Acá hay dizque un Partido Verde que hace parte del Foro de San Pablo y ocupa altas posiciones estatales. Promovió con hipocresía un referendo contra la corrupción, se declara ambientalista y, sin embargo, nada dice cuando los guerrilleros el ELN dinamitan oleoductos y muchísimo menos respecto de las 200.000 hectáreas sembradas de coca.

Sánchez Berzaín considera que el narcotráfico y la corrupción constituyen instrumentos de dominio de esa red internacional de gobiernos delincuentes. Acabada la financiación que les proveía el petróleo venezolano, sus recursos provendrán cada vez más de esas fuentes viciadas.

Esos gobiernos no se paran en pelillos cuando de conservar e incrementar su poder se trata. La destrucción de la institucionalidad, la ruina de la economía, la descomposición de la sociedad, nada de ello los arredra, desde que permanezcan cómodamente instalados enriqueciéndose a costa del sufrimiento de los pueblos.

Sus promotores se consideran a sí mismos progresistas,  pero de hecho la revolución que predican no es más que una deplorable involución, un doloroso retroceso en el arduo camino de la civilización política. Lo suyo no es la promesa de un futuro mejor, sino el retorno de lo peor de los tiempos pasados.

Hoy, quizás más que nunca antes, hay que advertirles a los votantes colombianos: ¡Guardaos de los falsos profetas".




jueves, 1 de octubre de 2020

Excepción de inconstitucionalidad para la vía de hecho

Nuestro apreciado profesor Miguel Moreno Jaramillo nos enseñó en primer año de Derecho que hay dos grandes dispositivos para garantizar la supremacía de la Constitución: la acción y la excepción de inconstitucionalidad. La primera da lugar a un proceso que se tramita ante la Corte Constitucional o en  el Consejo de Estado, dependiendo de la naturaleza jurídica del acto que se demande. La segunda ocurre para impedir que se lleve a efecto alguna disposición que contraríe la normatividad constitucional.

El inciso primero del artículo 4 de la Constitución dice que ésta es norma de normas. Agrega que: "En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales"

Se sigue de ahí que, cuando se pretenda imponer alguna disposición contraria a la Constitución, es posible enervarla aduciendo la prevalencia de esta última.

Pienso que el reciente fallo de tutela de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia acerca de la protesta popular viola flagrantemente la Constitución, tanto por consideraciones formales como materiales o de fondo. En rigor, no configura una sentencia, sino una aberrante y grosera vía de hecho. Exhibe la apariencia de la primera, pero su realidad monda y lironda corresponde a la segunda.

Hay abundante acervo jurisprudencial sobre las vías de hecho que se disfrazan con el ropaje de sentencias judiciales. Precisamente, este fenómeno ha dado lugar a la posibilidad de ejercer la acción de tutela contra sentencias, sobre la base de que no se trata de actos ajustados a derecho, sino arbitrarios que deben ser corregidos.

La arbitrariedad del fallo en comento brota por todos sus poros.

Muchos autorizados juristas se han pronunciado al respecto.

Desde el punto de vista formal, ese proveído incurre en el vicio del antiprocesalismo. Ignora de modo rampante los presupuestos de la acción de tutela tal como los establece el artículo 86 de la Constitución, que a las claras la reserva para la protección de derechos en concreto y no en abstracto, que resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública. El punto de partida sería, entonces, que a los tutelantes se les hubiera perturbado por las autoridades de policía el cúmulo de derechos que alegan que se les violaron. Y, salvo que hubiesen actuado como encapuchados en las protestas, al parecer no se les vio por parte alguna vociferando en las mismas.

La Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá negó precisamente la acción impetrada por la falta de sustento probatorio de las vulneraciones o amenazas que se denunciaron. Y si se falla sin pruebas, por meras suposiciones, la violación del debido proceso que consagra como garantía fundamental el artículo 29 de la Constitución vicia irremediablemente la decisión que se adopte.

Además, si  no se vinculó al proceso a todas las personas que debían comparecer para la defensa de sus derechos, por lo menos les serían inoponibles las disposiciones del fallo

Pero lo más grave es el contenido del mismo.

Dice el inciso segundo del artículo 86 de la Constitución en su parte inicial:

"La protección consistirá en una orden para que aquel respecto de quien se solicita la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo".

Es evidente que las órdenes que contiene la parte resolutiva del fallo desbordan el sentido de protección en concreto para los derechos que los tutelantes dijeron que se les estaban violando.

Peor todavía, exigirle al ministro de Defensa que pida perdón por supuestos desafueros de la policía e imponerle al gobierno que expida normas para impedirlos, previa concertación con una mesa de diálogo, así como disponer sobre la dotación de las fuerzas de policía y el uso que deben darle, constituye una descarada violación del principio de separación de poderes e incluso una abierta usurpación de poderes legislativos y ejecutivos. 

A la Sala en cuestión se le olvidó que su cometido es administrar justicia en los términos estrictos del artículo 86 de la Constitución  y no el de manejar el orden público y muchísimo menos el de crear normas, procedimientos y organismos ad hoc o ampliar la competencia de otros, como la Defensoría del Pueblo o la Procuraduría General de la Nación.

A la Sala Civil de la Corte hay que advertirle que el primer deber de las autoridades afectadas por su decisión es prestar acatamiento a la normatividad constitucional. Por consiguiente, mal pueden estar obligadas a violarla cumpliendo un fallo de tutela que a las claras la trasgrede. Una vía de hecho no puede ser fuente de derecho. No cumplir con lo que arbitrariamente ella dispone no puede configurar desacato. Éste se daría, más bien, si se diera curso a un proveído que vulnera de modo flagrante el ordenamiento constitucional.


lunes, 28 de septiembre de 2020

Señores, la Constitución de 1991 ha dejado de existir

El magistrado Tolosa no es ningún Rafael Núñez, que lo mismo dijo para ponerle punto final a la infausta Constitución de 1863, pero lo que acaba de hacer con sus secuaces de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia entraña idéntico mensaje: para ellos, la Constitución de 1991 ya no rige, pues, siguiendo un viejo dictum norteamericano, el derecho no es lo que ordenen los textos, sino lo que digan los jueces.

Lo que con ponencia suya se dispuso el 22 de los corrientes acerca de medidas para garantizar el derecho a la protesta pacífica, no es un fallo, sino un panfleto político que convierte a sus firmantes en aliados de la subversión del orden y adalides de la acción contra la autoridad legítima.

Basta con leerlo: https://cortesuprema.gov.co/corte/index.php/2020/09/22/corte-suprema-ordena-medidas-para-garantizar-derecho-a-protesta-pacifica/

A estos magistrados no los arredra el temor de quedar incursos en prevaricato, abuso de autoridad y otros delitos que estipula el Código Penal, porque saben que su impunidad está garantizada ante la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes, que no sólo está dominada por el santismo, sino por el pavor que los congresistas sienten para confrontar a las altas cortes, dado que quien osare iniciar alguna investigación contra un magistrado, de inmediato se verá expuesto a que la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia le abra un proceso por cualquier causa o el Consejo de Estado promueva su muerte política.

¿Para qué recordar ahora que la acción de tutela está enmarcada dentro de rigurosos condicionamientos previstos en el artículo 86 de la Constitución, que desde hace tiempos ya es letra muerta para los jueces que quieren hacer de ella un instrumento de su dictadura? ¿Qué sentido tiene recordarles que según el artículo 6 de la Constitución los servidores públicos deben responder por infringir la Constitución y las leyes, y específicamente por omisión o extralimitación en ejercicio de sus funciones? ¿Los inquieta que el artículo 122 de la Constitución diga que no habrá empleo público que no tenga funciones detalladas en ley o reglamento?

El ucase de la Sala Civil pone de manifiesto la tendencia autocrática de la magistratura colombiana. Nada la limita, nadie la controla. Como dijo por ahí un tal Martín Santos, ni siquiera la Ley de Dios.

Quizás la Corte Constitucional, al revisar ese fementido fallo de tutela, le haga algunos ajustes que más bien podrían empeorarlo, en lugar de corregirlo. 

Esta opinión pesimista la fundo en que ese máximo tribunal ya tiene abundante jurisprudencia que avala los abusos de la tutela. Pensemos tan sólo en su aberrante y arbitraria doctrina para el caso del glifosfato.

Pero hay algo peor. Los numerales 2.2.1. y 2.2.2. del funesto NAF (Nuevo Acuerdo Final con las Farc) disponen sobre "Garantías para los movimientos y organizaciones sociales" y "Garantías para la movilización y la protesta pacífica", en términos que ponen en calzas prietas a las autoridades para controlar los desbordamientos que esos movimientos y organizaciones promuevan. Lo de "protesta pacífica" es un engañabobos, pues dentro de las tales garantías se estipula que "Las movilizaciones y protestas, incluyendo los disturbios se tratarán con pleno respeto de los derechos humanos por parte de la autoridad legítima del Estado, garantizando a la vez, de manera ponderada y proporcional, los derechos de los demás ciudadanos".

Según el DRAE, disturbio significa "Alteración, turbación de la paz y concordia". Por definición, el disturbio no es pacífico, pero está protegido por este texto del NAF. Las autoridades deben afrontarlo con suavidad, garantizando el pleno respeto de  los derechos humanos de quienes lo promuevan y, de manera ponderada y proporcional, los derechos de los demás ciudadanos que se vean afectados por ellos.

En buen romance, hay que entender que el NAF está del lado de los perturbadores del orden, lo mismo que la Sala Civil de la CSJ.

Ahora bien, ¿cuál es la naturaleza jurídica del NAF? ¿En qué medida sus disposiciones son vinculantes para las autoridades legítimas colombianas?

Un apreciado colega consultó hace algún tiempo mi opinión al respecto, con miras a saber de qué modo podríamos desmontarnos de ese engendro. No he sido capaz de darle respuesta.

La idea de las Farc es catalogarlo como un acto de Derecho Internacional Público, concretamente, del Derecho Internacional de los Conflictos Internos, para así integrarlo dentro del Bloque de Constitucionalidad. Aunque la ciudadanía lo rechazó el dos de octubre de 2016, el Congreso, de modo flagrantemente irregular, lo aprobó mediante sendas proposiciones que se votaron en la Cámara de Representantes y el Senado. Quizás esas proposiciones serían demandables, pero, ¿ante quién' y ¿quién le pondría el cascabel a ese gato?

Desde que se desconocieron los resultados del plebiscito de 2016 he venido diciendo insistentemente que el Estado de Derecho ha desaparecido en Colombia, de suerte que hoy vivimos bajo un régimen de facto impuesto por la autocracia judicial. Cómo superarlo, "ahí está el detalle", según diría el inefable Cantinflas.

martes, 22 de septiembre de 2020

Las desilusiones del progreso

Se ha dicho que el liberalismo es una doctrina proteica, difícil de definir, por cuanto su significado se presta a diferentes acepciones.

En efecto, mientras que en Europa la idea liberal tiene que ver con las garantías individuales y las restricciones a la acción del Estado, en Norteamérica tiene un doble sentido que David Carlin describe de la siguiente manera en un artículo reciente publicado en Crisis Magazine (vid. https://www.thecatholicthing.org/2020/09/19/liberalism-without-end/?fbclid=IwAR0o-vVm80Ul0MqwarGQo7pLI4yWTZdpnFq5EdDOgll9AcxGHUWS96AlDTo): 

a) el alejamiento de las ideas y prácticas tradicionales; b) el reemplazo de las mismas por "nuevas y no probadas" ideas y prácticas.

Este planeamiento coincide con lo que hace años sostenía Alfonso López Michelsen, para quien el conservatismo se caracterizaba por preferir lo ya probado y experimentado, mientras que el liberalismo se inclinaba por su gusto por las novedades e incluso, como el mismo lo decía, por el "chamboneo".

Recuerdo que en su libro sobre el conservatismo, Lord Cecil afirmaba que el espíritu conservador destaca en la acción política  la virtud de la prudencia, que, entre otras cosas, era la que Aristóteles recomendaba para el mejor tratamiento de los asuntos humanos, dada la aleatoriedad de los mismos  (vid. https://www.academia.edu/39713956/El_liberalismo_conservador_Orden_y_libertad20190628_22782_1ucc4em?auto=download). 

El "chamboneo" que López Michelsen identificaba con la actitud liberal corresponde al "espíritu de aventura", que Guglielmo Ferrero señalaba como uno de los males más perniciosos de los tiempos modernos (vid. https://www.scribd.com/doc/130912777/FERRERO-Guglielmo-El-Poder-Los-Genios-Invisibles-de-La-Ciudad).

El escudo del Brasil proclama la divisa de Augusto Comte, "Orden y Progreso", que en el fondo coincide con la del nuestro: "Libertad y Orden".

La idea básica consiste en que las sociedades, especialmente las modernas, son sistemas dinámicos abiertos al cambio, tal como lo acredita la historia, pero sus transformaciones es preferible que se produzcan dentro de estructuras institucionales. El inmovilismo, sobre todo si favorece lo retrógrado, ocasiona reacciones violentas, pero igual sucede con los cambios apresurados y mal concebidos.

Giscard d'Estaing cuenta en sus memorias que cuando el Sha de Irán le habló de un ambicioso plan de modernización de su país para convertirlo en una gran potencia mundial, se atrevió a recomendarle que fuera prudente para no desestabilizar una sociedad todavía con fuerte espíritu pastoril. El Sha no le hizo caso y provocó la reacción religiosa que dio al traste con su reinado y sus proyectos de transformación radical de la sociedad iraní.

La idea del progreso está fuertemente enraizada en la sociedad moderna. Es una de las ideas clave de la modernidad (vid. https://bibliotecademauriciorojas.files.wordpress.com/2012/03/idea-de-progreso-nuevo-2012-3.pdf). De hecho, se la considera como núcleo de una religión, aunque ello implique expandir el concepto de lo religioso más allá de lo que le corresponde. Es, de todas maneras, una idea que suscita fuerte impacto emocional y estimula acciones diversas. En general, se considera que el progreso es valioso en sí mismo y, contrariando un dicho de la sabiduría popular, parece mejor lo bueno por conocer que lo malo conocido. El  progresista rechaza el pasado y deposita su fe solamente  en el futuro.   (Vid. https://ia800606.us.archive.org/11/items/HistoriaDeLaIdeaDeProgresoRobertNisbet/Historia%20de%20la%20idea%20de%20progreso%20-%20Robert%20Nisbet.pdf)

Pero, conviene preguntar en qué consiste el progreso y si toda novedad es apetecible de suyo.

"El Ascenso del Hombre" es un escrito muy interesante de Jacob Bronowski, que recoge los libretos de una serie de la BBC sobre cómo nuestra especie, poco a poco, a lo largo de miles de años, ha avanzado en el conocimiento científico y el control técnico tanto de sí misma como, sobre todo, del mundo que la rodea (vid. http://www.librosmaravillosos.com/elascensodelhombre/index.html).

Por supuesto que todo lo que ahí se menciona puede valorarse como progreso, es  decir, como logros que mejoran nuestras condiciones de vida, los cuáles, bueno es decirlo, se han realizado, como lo dijo Newton, "sobre hombros de gigantes", aprovechando las lecciones del pasado. Pero hay otros aspectos, fuera de los científicos y tecnológicos, sobre los cuáles las evaluaciones son menos contundentes.

El libro no se refiere en detalle, porque no es su cometido, a los tópicos institucionales y espirituales de la evolución de la humanidad. ¿Son las sociedades actuales mejores que las antiguas? ¿ Es el hombre de hoy mejor que el de tiempos pasados?

Desde ciertos puntos de vista, es claro hoy se vive mejor que antes. No se puede negar lo que representan los avances  de las comodidades, la higiene, la medicina, la alimentación, la vivienda, la movilidad o las condiciones de trabajo en la calidad de vida de la gente. Pero queda por verse lo relacionado con la armonía tanto de cada uno consigo mismo como con los semejantes. Se habla de que la modernidad trae consigo ámbitos más generosos de libertad e igualdad, pero esto es muy relativo. De hecho, la vida laboral inexorablemente implica severas restricciones en lo que a aquéllas concierne, de modo que la libertad y la igualdad que son tan apreciadas sólo parecen ser tangibles en esferas muy limitadas, como las del ocio y, en especial, la de la sexualidad.

¿Cómo es hoy nuestra relación con el Otro? Una obra relativamente reciente de Zigmund Bauman y Leonidas Donskis, " Ceguera Moral: La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida", denuncia las carencias éticas del mundo contemporáneo. Su conclusión es bastante pesimista (vid. https://www.researchgate.net/publication/326347838_Zygmunt_Bauman_y_Leonidas_Donskis_Ceguera_moral_La_perdida_de_sensibilidad_en_la_modernidad_liquida_ed_Paidos_Barcelona_2_impresion_2016_ISBN_978-84-_493-3103-9/link/5b474d4945851519b4b1909a/download).

Hace más de medio siglo publicó Raymond Aron un libro cuya actualidad se mantiene de modo incuestionable: "Progreso y Desilusión: La Dialéctica de la Sociedad Moderna". Ahí muestra las contradicciones que se imponen  entre la realidad social y los ideales que animan a sus protagonistas (vid.https://ia800803.us.archive.org/26/items/ProgresoYDesilusin.LaDiallcticaDeLaSociedadModernaRaymondAronV3/Progreso%20y%20desilusi%C3%B3n.%20La%20dial%C3%A9ctica%20de%20la%20sociedad%20moderna%20-%20Raymond%20Aron%20%28V3%29.pdf).

Hay que observar, pues, que no todo lo que se presenta como novedoso es conveniente. Muchos de los progresos de la modernidad en realidad entrañan retrocesos morales. Y del mismo modo que la ciencia ha avanzado superando estadios pretéritos, pero sobre la base de los mismos, en la sociedad es preferible la evolución sosegada a la revolución turbulenta. 

La civilización tarda siglos en edificarse, pero puede destruírsela en pocas décadas. En el caso colombiano, hay una delgada corteza de civilización, como lo expuso Marco Palacios en un escrito que conviene no olvidar. Ciertas innovaciones podrían hacerla abortar. De hecho, la civilización ha desaparecido en vastas porciones de nuestro territorio.





jueves, 17 de septiembre de 2020

Un programa non sancto

El grotesco alcalde de Medellín, al que bien le cae el burlón remoquete de "Pinturita" con que lo identifican sus conciudadanos, ha resuelto embarcarnos en uno de los proyectos más perniciosos de la izquierda mundial, el de la revolución sexual.

Lo presenta como un progreso para integrar las diversidades sexuales y las identidades de género en favor de un colectivo, el LGTBI+, al que hay que garantizarle respeto por su dignidad, así como la igualdad y la libertad. 

Es una manera de edulcorar unos propósitos de más vasto alcance. Ahí no se trata de desarrollar políticas públicas para que a los integrantes del colectivo no se los vitupere ni se les cierren espacios legítimos, de modo que puedan manifestarse libremente de acuerdo con sus orientaciones sexuales sin que nadie los moleste. Lo que se pretende con estas políticas es de mayor calado: separar en la sexualidad las funciones reproductivas y las recreativas, desestimulando las primeras y excitando las segundas.

En otras oportunidades he citado el importante libro de E. Michael Jones, "Libido Dominandi, Sexual Liberation and Political Control", que es una lástima que, por lo menos que yo sepa, no cuente con ediciones en castellano (vid. https://www.pdf-archive.com/2017/05/22/e-michael-jones-libido-dominandi/e-michael-jones-libido-dominandi.pdf). Ahí se cuenta  cómo surgió y se ha desarrollado hasta imponerse en la actual cultura occidental una ideología que rompe radicalmente con los conceptos que sobre la sexualidad han reinado a lo largo de siglos, en buena medida gracias a las creencias cristianas. Ese cambio cultural se ha logrado no solo por medio de una brutal y masiva acción propagandística, sino, en los últimos tiempos, de modo coercitivo que incluye medidas penales, tal como lo prevé por ejemplo un oprobioso proyecto de ley que está a punto de aprobarse en Italia.

Esta ideología parte de supuestos harto discutibles, algunos de los cuales repugnan al buen sentido.

La idea básica es la emancipación del individuo humano respecto de toda normatividad fundada en Dios, la naturaleza, la historia y la razón misma. En el fondo, es la divisa del Thelema que formuló el célebre satanista Aleister Crowley en su Liber Legis: "Hacer tu voluntad será el todo de la ley" (vid. https://es.wikipedia.org/wiki/El_Libro_de_la_Ley_(Thelema)).

Como reza la célebre reflexión que puso Dostoiewky en boca de su personaje Iván Karamazov, "Si Dios no existe, todo es posible". ¿Qué freno podría haber para el deseo humano?

"Pinturita" se la pasa invocando a Dios con la misma convicción que lleva a Petro a exhibir una cruz en su cuello o en su muñeca. Pero su política parte de negar precisamente la Ley de Dios manifestada en las Sagradas Escrituras. Deja de lado, además, el hecho biológico de la diferenciación de la especie humana en dos sexos: masculino y femenino. Ignora tajantemente la historia, que a lo largo de miles de años ha dado lugar a que las sociedades se ordenen a partir de ese hecho biológico fundamental. 

Al fin y al cabo, este se explica principalmente por la reproducción de la especie, vale decir, la continuidad de la vida. Y la ideología dominante no valora la vida, pues como lo ha puesto de presente el pensamiento católico, promueve una cultura de la muerte.

Es muy distinto considerar que la vida es un don de Dios y que cada individuo humano ha sido deseado por Él para asignarle un destino trascendente, a pensar que  somos resultado de una combinación fortuita de elementos químicos y, en últimas, de uniones no deseadas de espermatozoides y óvulos. La ideología dominante predica, con Heidegger, que somos seres para la muerte, destinados a volver a la nada de donde surgimos, y además, que somos seres, más que habitados, controlados por el deseo, siendo el más fuerte y satisfactorio de todos  el carnal. En los términos demoníacos de Crowley, la concupiscencia es nuestra mayor realización. 

La ideología que subyace en el proyecto de "Pinturita" no es, pues, inocente. Va tras un cambio radical en las concepciones morales y, por ende, en las costumbres. Llevada a la práctica, aspira a a imponerse en la educación, incluso desde la más tierna infancia, y a destruir los vínculos familiares. En rigor, no conduce a generar más y mejores espacios de libertad, sino a destruirla o al menos a restringirla severamente, al sujetar a los individuos a lo que Sófocles llamaba "ese amo cruel y avasallador", que es el apetito sexual.

Menciono de nuevo un libro capital, "Family and Civilization", de Carle C. Zimerman, que muestra que la civilización occidental deriva su fuerza de la familia inspirada en los valores cristianos, de suerte que su debilitamiento y su posible disolución no representan progresos, sino todo lo contrario (vid. https://www.researchgate.net/publication/225853781_Carle_C_Zimmerman_Family_and_Civilization/link/597b8642a6fdcc1a9a69ec17/download).

Por su parte, en "La Revolución Sexual Global", Gabriele Kuby ha demostrado que la libertad sexual que con aquélla se promueve termina destruyendo la libertad misma (vid. https://www.scribd.com/document/395953971/La-Revolucion-Sexual-Global-Gabriele-Kuby-1).

Los malos pasos que está dando "Pinturita" no obedecen a decisiones tomadas conscientemente por sus electores. Si en su campaña hubiera advertido que pretendía convertir a Medellín en una nueva Sodoma, probablemente habría asustado a muchos de quienes votaron por él. En rigor, es una medida autocrática, muy propia de su talante egocéntrico y de la patanería que lo caracteriza.



sábado, 12 de septiembre de 2020

Mira cómo estamos, Pedro...

Insisto en que, como se dice coloquialmente, en la Colombia de hoy el palo no está para cucharas.

Los acontecimientos de esta semana indican que hay en marcha un proceso de desestabilización institucional que pretende sacar provecho de las dificultades de todo orden que ha suscitado el coronavirus.

Circula en las redes sociales una información acerca de cómo el Foro de San Pablo aspira a valerse del descontento social resultante de la crisis económica que estamos padeciendo. Es lo que llamo andar pescando en río revuelto.

Pero esa aventura no sólo podría resultarles mal a sus promotores, sino a toda la comunidad, cuyos dirigentes deberían tratar de ponerse de acuerdo para enfrentar la crisis en que ya estamos sumidos.

La iniciativa para convocarlos le corresponde, como es obvio, al gobierno nacional. El Presidente debería convocar a un gran encuentro con todas las fuerzas sociales con el fin de mostrar la dura realidad de la situación actual y promover los acuerdos que se requieran. Es hora de pensar con serenidad y actuar con sensatez para que Colombia no se hunda. Todos debemos sacrificarnos en aras del bien común.

Se cuenta que en un encuentro de Reagan con Gorbachov se planteó la hipótesis de lo que habría de hacerse si unos extraterrestres nos invadieran. Gorbachov, de quien Mitterrand dijo que era un personaje formidable, dijo que en ese caso sería ineludible unirse para resistirlos. 

Pues bien, la crisis que está en curso nos obliga a los colombianos a aunar esfuerzos encaminados a superarla. A nadie le conviene el hambre y la desesperación consiguiente del pueblo. 

Desafortunadamente, en la extrema izquierda hay unos personajes delirantes, como Petro y Bolívar, que creen alocadamente que ha llegado la hora de que la gente se lance a las calles y las multitudes asalten la Casa de Nariño dizque para sacar de ahí a quienes mal que bien nos gobiernan.

Lo que ellos están haciendo es, simple y llanamente, criminal, y amerita que la Corte Suprema de Justicia los procese. Desafortunadamente, ellos parecen gozar de alguna oscura patente de corso, pues la indagación acerca de los malolientes dineros de Petro dizque duerme el sueño de los injustos al cuidado del magistrado Reyes.

De esa franja lunática es poco lo que cabría esperar en bien de Colombia. Pero no toda la izquierda es irracional y es necesario integrarla a la superación de la crisis. Ya sus voceros que ocupan alcaldías como la de Bogotá o la de Medellín se están dando cuenta de que gobernar no es tan fácil, sobre todo en medio de la penuria, y las comunidades les pedirán a su debido tiempo que den cuenta de sus ejecutorias.

A Claudia López conviene recomendarle que deje de pelear con el gobierno nacional, pues necesita su apoyo para la realización de sus programas. Y al pintoresco alcalde Quintero no sobra advertirle  que andar excitando la lucha de clases en un medio tan difícil como es el de Medellín nos hará daño a todos. Ya se están moviendo en contra suya unas iniciativas de revocatoria del mandato que, en caso de proseguir,  crisparán más un ambiente que está de sobra convulsionado.

Volvamos a la consigna de Laureano Gómez que cité en mi último artículo: "Paz, paz en el interior".




domingo, 6 de septiembre de 2020

Pescando en río revuelto

La del río revuelto en el que las aguas bajan turbias, como titula un clásico del cine argentino, puede ser una imagen cabal de la coyuntura colombiana en estos momentos. Por do se la mire, reinan la confusión y el caos. Pero mucha gente actúa como pensando que aquí no pasa nada.

Es difícil hacer previsiones razonables sobre lo que sucederá dentro de poco, una vez se consoliden los efectos de la pandemia y las medidas de choque que se adoptaron para afrontarla. Pero es lo cierto que seguramente esos efectos serán calamitosos desde muchos puntos de vista.

No hay que ser zahoríes para pronosticar que experimentaremos severas crisis que pondrán a prueba lo que nos resta de institucionalidad demoliberal. La recesión económica, el desempleo, el desabastecimiento y, en suma, el hambre, suscitarán reacciones que muy probablemente tenderán a la violencia.

En rigor, es un cuadro que bien podría considerarse bélico. El enemigo más ostensible es el virus y razonablemente podemos considerarlo como un enemigo exterior que viene a atacarnos desde allende nuestras fronteras.

Conviene recordar que cuando se produjo el conflicto con el Perú, Laureano Gómez, que se perfilaba como líder de la oposición conservadora contra el presidente Enrique Olaya Herrera, lanzó la consigna de "Guerra, guerra en las fronteras; paz, paz en el interior", para iniciar una tregua en su ardorosa campaña política.

Algo parecido se convino en Inglaterra para enfrentar la amenaza hitleriana. Conservadores y laboristas se pusieron de acuerdo para suspender el debate político y formar un frente unido para la conducción de la defensa del país.

En la Colombia de hoy sucede todo lo contrario. Ante una crisis de proporciones inimaginables y quizás la peor que haya atravesado el país en toda su historia, la llamada izquierda radical parece empeñada en sacar partido del descontento que ya se palpa, con el fin de agudizarlo y hacer inviable el gobierno del presidente Duque.

Esa movilización popular que parece estar en la mente de personajes tóxicos como Cepeda y Petro, podría ser catastrófica. Nunca se sabe de antemano en qué podría derivar.

Supongamos que esa atroz iniciativa les dé a sus promotores el resultado que inicialmente aspiran a producir: la caída del presidente Duque.

¿Significaría ello la apetecida toma del poder por la que han luchado las guerrillas a lo largo de más de medio siglo? ¿Se daría de ese modo el comienzo de la ansiada revolución?

Lo dudo. Como en la fábula de las uvas, las mismas parecen estar verdes. Más bien, el escenario posible podría ser el de la guerra civil y en consecuencia el de la dictadura, vaya a saberse con qué inclinación. Pues lo cierto es que quien tome el poder deberá enfrentar el escenario de un país ingobernable, con sus instituciones hechas trizas y la población desesperada.¿Quién le obedecerá? ¿De qué modo? ¿De qué recursos podría disponer para satisfacer las necesidades colectivas?

El debate político se mueve hoy en medio de una polarización destructiva, diríase que suicida. Bien se sabe que es natural que en la política haya divergencias incluso muy profundas que dan lugar a distintas tendencias que suelen articularse en partidos y coaliciones. Y ello no solo es natural, sino conveniente. Pero, como lo proclamó el general Benjamín Herrera en célebre ocasión, la consigna hoy debe ser esta: "La Patria por encima de los partidos".