martes, 17 de mayo de 2022

El Dr. Jeckyll y Mr. Hyde

Estuve escuchando la reciente entrevista que le hizo Vicky Dávila a Gustavo Petro y me llamó la atención el contraste tan agudo que se pone de manifiesto con la oratoria del candidato en las plazas públicas.(Vid. (562) “Gobernaré para todos”: Gustavo Petro en entrevista para SEMANA | Semana Noticias - YouTube)

Mientras que en su encuentro con Vicky se muestra sosegado y trata de ser amable, en su contacto con el pueblo sobresale la fiera que lleva por dentro. Ello trae a mi memoria el extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde que relata Stevenson en uno de sus más famosos escritos. Vid. ✨ - Dr. Jekyll y Mr. Hyde : Resumen (dejaneausten.com)

Desde luego que hay diferencias entre los personajes. El Petro que actúa en plaza pública es bastante parecido a Mr. Hyde. En cambio, el de la entrevista con Vicky Dávila no se identifica del todo con el muy amable y ponderado Dr. Jeckyll, pues aunque habla en tono menor no deja de mostrar su talante pugnaz y su incurable mendacidad.

La entrevistadora se esforzó en mostrar los aspectos positivos del personaje. La resultante es un Petro edulcorado, si bien con gotas amargas. Pero éstas no dejan de producir un mal sabor.

Petro, como suele decirse hogaño, se orienta por unas narrativas aparentemente hilvanadas, pero artificiosas y muy poco acordes con la realidad. Posa de economista, de filósofo político, de historiador, de sociólogo y hasta de jurista, con una labia que descresta a un auditorio poco cultivado, pero resulta inquietante para los que gozan de alguna formación y la atienden con sentido crítico. Como decía Raymond Aron acerca de alguno de sus contradictores, habla "con el aplomo que da la ignorancia". Reitero que es un charlatán desaforado.

Su ignorancia es supina cuando, por ejemplo, se lo escucha disertar sobre el tema de la extradición. No le han dicho que con los Estados Unidos no tenemos tratado vigente, pues la Corte Suprema de Justicia declaró en 1986 la inexequibilidad de la ley que lo aprobó, por lo que el tema se maneja hoy con base en el Código de Procedimiento Penal. Pero él insiste en que hay un tratado que debe renegociarse.

Sus tesis sobre el problema de los cultivos de coca y el modo de afrontarlos son delirantes. Insinúa que los campesinos que se dedican a ello fueron expulsados hacia la selva por los actuales propietarios de las mejores tierras y aquéllos se encontraron ahí con una planta autóctona. No tiene claridad sobre cómo resolver el delicadísimo asunto del narcotráfico. Y llega al extremo de sostener que el petróleo y el carbón, de los que dependen en muy buena medida nuestros ingresos por concepto de exportaciones, son tan perjudiciales como la cocaína.

En otra oportunidad, cuando le preguntaron sobre las alternativas para reemplazar esos ingresos, sin inmutarse contestó que con la industrialización del café y del cannabis. La gente se burla de Francia Márquez, que cuando sale a hablar resulta con despropósitos como el de los huevos que importamos de Alemania. Pero su compañero de fórmula no se queda atrás.

Proclama que con el proteccionismo y la reforma agraria integral el país obtendrá la autarquía alimentaria y se industrializará. Como dice su rival Rodolfo Hernández, Petro nunca ha trabajado en algo útil e ignora,  por consiguiente, las dificultades que rodean a quienes se dedican a laborar en el agro y a gestionar empresas de cualquiera índole. Los ideólogos que lo inspiran no le dicen que la productividad de las actividades económicas no se logra espantando a los emprendedores.

Como la entrevista de marras buscaba ofrecer una imagen positiva de Petro, en ella se dejó de lado todo aquello que pudiera molestarlo. Nada se dijo de su oscuro pasado del que no se ha arrepentido un solo momento. Tampoco se habló de sus relaciones con Cuba, Venezuela y el Socialismo del Siglo XXI, ni de sus propuestas sobre las pensiones o de su empeño en perseguir a los tenedores de bienes con impuestos opresivos. Aunque proclamó hace poco que lo suyo entrañaba un pacto con Satanás, a Vicky Dávila se le ocurrió declarar que cada vez es más católico. Muchísimo menos se hizo referencia a su desastrosa gestión como alcalde de Bogotá.

El Estado asistencialista hasta el extremo que propone desbordaría el gasto público en proporciones inimaginables. Las soluciones que ofrece para instaurarlo radican en impuestos confiscatorios y emisión monetaria capaz de suscitar una inflación incontenible. En otra oportunidad le preguntaron qué haría si los congresistas no lo apoyaran y contestó sin vacilar que, en tal caso, les echaría el pueblo encima. Para eso tiene ya a los facinerosos de la Primera Línea, su cuerpo de choque.

El extinto Alberto Aguirre solía decir de ciertos productos culturales en exceso edulcorados que eran pura melcocha. Pero lo que arroja cuando se manifiesta como el Mr. Hyde que en el fondo es, constituye un veneno letal como pocos. Esa pócima es comparable al famoso bálsamo de Fierabrás.

Cuando observo a Petro, no dejo de pensar en el atroz redentor de que se se ocupa Borges en uno de los capítulos de su Historia Universal de la Infamia.



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