David Placer ha publicado dos importantes libros sobre las influencias ocultistas en el régimen venezolano: "Los Brujos de Chávez" y "El Dictador y sus Demonios". Ambos se consiguen en Amazon y el primero de ellos se puede descargar gratuitamente en (99+) Los Brujos de Chávez | Ana Gonzalez - Academia.edu.
"Los Brujos de Chávez" es fruto de una detallada investigación acerca de los nexos del finado dictador con el esoterismo, los cuáles se iniciaron a través de prácticas espiritistas que lo convencieron de que se contactaba con el Libertador Simón Bolívar y un antepasado al que llamaban Maisanta.
Cristina Marksman, hermana de una amante suya, estaba bien dotada de poderes paranormales y a lo largo de varios años fue su confidente y consejera. Ella le auguró la prisión, la conquista del poder político y la muerte precoz. Cuando logró la elección presidencial se afilió a la masonería y, luego, a raíz de sus estrechas relaciones con el régimen cubano, le abrió las puertas a la santería. Fidel Castro aprovechó el talante supersticioso de Chávez para ponerlo en manos de los babalawos o santeros que invadieron como plaga de langostas a Venezuela para penetrar todos los estratos sociales y servir de espías del tirano que imperaba en la isla prisión.
El libro se lee de corrido. Es fascinante y, en algunos de sus apartes, aterrador. La santería. bien sea la cubana o la más vinculada con sus antecedentes africanos, se impuso en Miraflores, la residencia presidencial, y se extendió hasta el pueblo llano. Hay un capítulo especialmente crudo sobre el tráfico de restos humanos que se utilizan para los rituales de la palería, así como un relato estremecedor sobre el ritual que practicó Chávez en torno de los restos de Bolívar, dizque para ser poseído por su espíritu. Bien se sabe que Chávez mantenía en su comedor y en reuniones que celebraba una silla vacía para que la ocupara el Libertador.
Toda esa hechicería no pudo impedir que lo invadiera el cáncer. Doblegado por éste, pidió los auxilios de la religión católica y al parecer murió invocando a Nuestro Señor Jesucristo, no sin antes haber pedido su protección en La Grita, como también la de Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela.
Recuerdo que militares venezolanos que lo acompañaron a la Cumbre Iberoamericana que se celebró en Santiago contaron que hizo comprar cantidades de vino para llenar la bañera del recinto en que se hospedaba y sumergirse en ella. No sé si esa práctica tenía que ver con sus supersticiones o hacía parte de su extravagancia.
El caso de Maduro es quizás peor. En "El Dictador y sus Demonios", Placer cuenta que, fuera de sus prácticas espiritistas y santeras, se hizo seguidor de Sathia Sai Baba, un famoso gurú indio que se creía un dios hacedor de milagros (vid. Sathya Sai Baba - Wikipedia, la enciclopedia libre). Se habla de las fortunas que ha dilapidado pagando brujos en Cuba y de las ceremonias de hechicería que se realizan en la residencia presidencial (vid. El dictador y sus demonios: La secta de Nicolás Maduro que secuestró a Venezuela by David Placer | Goodreads).
En la presentación del libro se dice:
" Maduro, de la mano de su mujer, la supersticiosa Cilia Flores, quería tocar las puertas del cielo, pero terminó construyendo en Venezuela el peor de los infiernos. El devoto del gurú indio Sai Baba se rodeó de ministros sectarios y fanáticos que tejieron una red de espionaje invisible e inviolable, construyeron las más terroríficas mazmorras y dirigen una red de exterminio para aniquilar a opositores y a chavistas disidentes con total impunidad."
En Venezuela reina un demonio. Es un país dominado por el Príncipe de las Tinieblas, lo mismo que Haití, Nicaragua y, por supuesto, Cuba.
Reitero que el nuestro no está lejos de caer bajo sus garras. La pareja que nos desgobierna realizó poco antes del 7 de agosto de 2022 en un parque bogotano una estrafalaria "posesión espiritual" en la que se practicaron rituales dizque propios de nuestros ancestros indígenas y afrodescendientes, pero probablemente impregnados de hechicería y quizás de satanismo.
Como la nuestra ya no es una Iglesia militante, sino claudicante, no alza su voz para advertir los riesgos que para la salud espiritual de la población acarrean esas oscuras tendencias.
Insisto en que debemos orar mucho por la salvación de Colombia, que va por un despeñadero, guiada por un personaje oscuro como el que más.
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