El reciente encuentro en Davos revive una polémica de nunca acabar sobre el sistema económico más idóneo para resolver los problemas de las sociedades.
En términos generales, esos problemas se sintetizan en cómo crecer en la producción de bienes necesarios para satisfacer las necesidades materiales de la gente, cómo hacer que la oferta de esos bienes sea a precios asequibles para el común de las personas, cómo generar empleos bien remunerados que permitan gozar de las ventajas de la civilización, cómo lograr todo ello conservando nuestra casa común.
Recuerdo un escrito de Raymond Aron en el que hace años, refiriéndose a los tres primeros, decía que ellos configuran una fatídica trinidad para las sociedades modernas, por lo difícil que resulta lograr a la vez tasas adecuadas de crecimiento económico, niveles de precios admisibles e índices satisfactorios de empleo. Con las preocupaciones sobrevenidas en los tiempos que corren se agrega a esa fatídica trinidad un cuarto elemento, relativo al tema ambiental.
Este último altera las concepciones tradicionales sobre crecimiento económico, estabilidad de precios y niveles satisfactorios de empleo. Hay sobre el tapete propuestas radicales en favor del decrecimiento, pues se considera que la industrialización, la urbanización, lo que ahora se denomina la "carbonización" y la "petrolización" del sistema energético y, por ende, los medios de transporte que consumen hidrocarburos, contribuyen decisivamente a la degradación del ambiente. Tras cartón anida la queja por el crecimiento demográfico, pues se cree, en los términos de la "Carta de la Tierra" que proyecta aprobar la ONU, que el mayor enemigo de la Madre Gea o la Pacha Mama que entronizó el papa en los jardines del Vaticano, es la especie humana (vid. CARTA-DE-LA-TIERRA-ESPANOL-52.pdf (cartadelatierra.org).
Aunque la ONU, en cuyos orígenes se cuentan iniciativas católicas, despliega en los últimos tiempos unas tendencias obsesivamente anticristianas, como lo ha demostrado Mgr. Schooyans en "La Cara Oculta de la ONU" ( vid. (99+) Michel Schooyans: La cara oculta de la ONU | Igor Bruch - Academia.edu)), su globalismo, demoledor de las soberanías estatales, cuenta con el muy discutible apoyo del Vaticano y sobre todo del papa actual.
La prédica contra el sistema económico que se considera dominante en el mundo actual, que se dice inspirado en el neoliberalismo, combate en el fondo la propiedad privada, la libertad económica, la libre empresa y el libre mercado, que han mejorado las condiciones de vida de miles de millones de seres humanos en los últimos tiempos. Se cree que ese nivel de vida que garantiza la civilización moderna es ilusorio, pues descansa sobre presupuestos que, según nuestro Profeta Apocalíptico, conducen inexorablemente hacia la desaparición de la vida sobre el planeta que habitamos.
¿Cuál es la solución alternativa? Hay economistas que predican el crecimiento cero. Otros más radicales postulan el decrecimiento no sólo de la economía, sino de la población humana. Dentro de estos últimos se habla de que nuestra especie no debería sobrepasar los quinientos millones de individuos.
Todo ello conduce al proyecto de pauperización de las sociedades, tal como se ve en Corea del Norte, Cuba y Venezuela, que son los modelos que en el fondo inspiran al Líder Galáctico que nos desgobierna. Esos modelos sólo logran instaurarse mediante regímenes totalitarios y liberticidas que reviven el mito del Estado que describió Ernst Cassirer en un texto célebre que amerita releerse hoy por hoy (vid. Cassirer, E. - El Mito Del Estado.pdf [3no7gq1p1gld] (idoc.pub).
Friedrich Von Hayek, uno de los inspiradores de la Escuela Vienesa de Economía, alertó en "Camino de Servidumbre" sobre los peligros de la estatolatría que ahora revive dizque para conjurar los demonios del neoliberalismo (vid. camino-de-servidumbre-libro-electronico.pdf (elcato.org).
Esa estatolatría constituye el leitmotiv del pensamiento de quien hoy no desgobierna, que no ha ocultado su veneración por el nefasto régimen soviético y el del genocida Mao. Suyos podrían ser los postulados del socialista y luego fascista Mussolini, tal como nos lo suele recordar Fernando Londoño Hoyos: "Todo en el Estado, todo por el Estado, nada sin el Estado" (vid. "Todo en el Estado, todo por el Estado, nada sin el Estado" - LA NACION).
El presidente argentino Milei, que goza de una sólida formación como economista, acaba de pronunciar en Davos un discurso que conviene leerse con detenimiento, pues llama la atención sobre el camino de servidumbre que las sociedades occidentales están transitando para imponer coercitivamente la pauperización por obra del crecimiento excesivo de la intervención estatal (vid. Davos 2024: Discurso especial de Javier Milei, presidente de Argentina | Foro Económico Mundial (weforum.org)
Para los que no lo conocen bien, Milei es licenciado en Economía, con sendos posgrados en Teoría Económica y Economía. Es especialista en temas de crecimiento económico y ha sido profesor de Microeconomía, Macroeconomía, Teoría Monetaria, Teoría Financiera. Crecimiento Económico y Economía Matemática en universidades argentinas y extranjeras. Es, además, autor de varios libros, individualmente o en colaboración ( Vid. //www.amazon.com/Libros-Javier-Milei/s?rh=n%3A283155%2Cp_27%3AJavier+Milei&language=es).
Sus planteamientos pueden ser discutibles, pero se basan en una admirable trayectoria académica que contrasta con la muy precaria del que hoy nos desgobierna en Colombia. Milei habla con argumentos, el otro lo hace con consignas y lugares comunes.
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