martes, 1 de marzo de 2016

Jurisdicción Especial de Paz

Mis vecinos del apartamento 417 del edificio en donde resido suelen ejercer muy activamente durante los fines de semana su derecho al libre desarrollo de la personalidad, consumiendo ingentes cantidades de marihuana cuyo humo sale por el balcón y penetra en el mío impregnando  con su pestilencia el interior.

Por alguna extraña razón, asocio esta actividad de mis desagradables vecinos con lo que a lo largo de 72 horas hicieron cuatro gatos en La Habana y que el expresidente Pastrana ha dicho que dio lugar a la entrega del país a las Farc.(Vid. http://periodicodebate.com/index.php/nacion/politica/item/10998-cnews-2016-02-29?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+Portada-PeridicoDebate-PeridicoDebate+%28Portada+-+Peri%C3%B3dico+Debate%29).

Se trata del proyecto de acuerdo sobre la Jurisdicción Especial de Paz, convenido por el gobierno con las Farc, que aparentemente tendrá los siguientes objetivos:

o Satisfacer el derecho de las víctimas a la justicia 

o Obtener verdad para la sociedad colombiana 

o Contribuir a la reparación de las víctimas 

o Contribuir a luchar contra la impunidad 

o Otorgar seguridad jurídica a quienes participaron de manera directa o indirecta en el conflicto armado

 o Contribuir al logro de una paz estable!y duradera.

(Vid. https://www.minjusticia.gov.co/Portals/0/Audios/23-09-15%20ABC%20FINAL.pdf)

Estas buenas intenciones están  por fuera de toda discusión. 

La parte valseada está en el modus operandi de lo que en tan breve lapso se les ocurrió a los autores del proyecto dizque para resolver los gravísimos retos que para la justicia entraña un posible acuerdo de paz con las Farc.

A las sesudas críticas del expresidente Pastrana se suman muchas otras más, como las del exministro Jaime Castro en "El Tiempo" (Vid. http://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/analisis-sobre-la-jurisdiccion-especial-para-la-paz-en-colombia-y-los-cambios-institucionales/16520748), las de organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos o las de la prensa extranjera.

Destaco el párrafo final del escrito de Castro, que plantea inquietudes de hondo calado:

"Varios interrogantes suscita todo lo anterior. Alguien ha medido las consecuencias que la JEP tendrá en la vida institucional del país? ¿Si no hemos logrado que las otras jurisdicciones administren pronta y cumplida justicia, en esta ocasión será distinto? No se han dado hasta ahora todas las explicaciones que el tema merece, ni la opinión pública las ha pedido, tal vez porque quienes deberían hacerlo temen ser declarados guerreristas enemigos de la paz."

Observo que este proyecto adolece de dos graves defectos que se ponen de manifiesto a lo largo y ancho del proceso de negociación con las Farc, a saber:

- La improvisación.

- El ánimo de complacer a una de las organizaciones narcoterroristas más ricas y peligrosas del mundo.

Se sabía que el tema de la justicia era un grave escollo que dificultaba el avance de las negociaciones y ponía en peligro la fecha límite el 23 de marzo, que de modo insensato fijó Santos para la firma del acuerdo final. Entonces, se decidió asignarles a cuatro gatos la misión de redactar a como diera lugar un proyecto que superara las dificultades. Y como de la carrera no queda sino el cansancio, ese gaseoso y malhadado documento fue lo que resultó de la encerrona. Como preguntó Fernando Londoño Hoyos en ocasión memorable, ¿qué sería lo que se fumaron esos cuatro?

Las negociaciones con las Farc han partido de una base falsa de toda falsedad, que es la equiparación del Estado y sus autoridades legítimas con esa tenebrosa agrupación de forajidos. De ahí se siguen todos los estropicios que tienen asustada a la opinión pública y la hacen desconfiar de los beneficios de la paz que ofrece Santos.

Este es un proceso que se ha adelantado en medio de engaños, disimulos, intrigas, manipulaciones y traiciones. Es una negociación entre dos partes que desconfían recíprocamente la una de la otra y a las que nadie que esté en sus cabales puede prestarles fe. El pueblo no les cree ni abriga esperanza alguna de que de ahí pueda lograrse un estado aceptable de paz. Ya hay muchos indicios de nuevos conflictos que se están gestando.

Piénsese tan solo en lo que Alberto Lleras habría denominado la "cuestión caballona" en este delicadísimo asunto: ¿Cómo se integrará la Jurisdicción Especial de Paz?

Hay dos opciones: a) las partes ya lo acordaron y no quieren divulgarlo; b) todavía no se han puesto de acuerdo al respecto, y entonces el convenio está en el aire.

En la segunda hipótesis, todo lo que están hablando los voceros gubernamentales sobre el acuerdo es pura paja, hierba seca  parecida a la que fuman mis vecinos haciendo sahumerios en memoria del celebérrimo jurista que contribuyó decisivamente a darle rango de derecho fundamental al consumo de la marihuana y otras yerbas.

Cómo van las cosas, no tendremos justicia ni, muchísimo menos, paz.



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