lunes, 13 de junio de 2022

Petro: sombras, nada más

Todo lo que rodea a Gustavo Petro es sombrío. Nada diáfano se observa en torno suyo. Es un personaje brumoso que se esfuerza en ocultar su verdadera identidad. Cuando algo aflora de ella, corre a tender algún velo que impida apreciarla en sus exactas dimensiones.

¿Nació el 19 de abril de 1960 en Ciénaga de Oro o en la misma fecha, pero en Zipaquirá? Hay un registro civil que acredita lo último, y así consta en su cédula de ciudadanía. Su padre dice que el nacimiento ocurrió en Ciénaga de Oro, donde lo bautizaron, pero como carecía de registro civil o era muy dispendioso obtener el certificado en dicha localidad, cuando hubo que matricularlo en la escuela su madre lo registró en Zipaquirá como nacido ahí mismo. Siendo ello así, incurrió en el delito de falsedad en documento público.

En alguna publicación se afirma que fue el propio Petro quien diligenció ese registro civil falso con el propósito de quitarse dos años y eludir sindicaciones relacionadas con el asesinato de José Raquel Mercado, de las que se ha defendido alegando que en ese entonces sólo contaba con 15 años de edad y no había ingresado aún al M-19, lo que hizo a sus 17 años. No obstante ello, el pastor Miguel Arrázola lo sindica públicamente de haber amenazado, torturado y dado muerte al líder sindical. Es un asunto tenebroso que podría dilucidarse con la fe de bautismo, que no es fácil de falsificar.

Sobre su estancia en el M-19 el propio Petro dice que no utilizó armas ni mató a nadie. Lo presentan como un simple gestor político que no hizo parte de sus cuadros dirigentes. Pero hay testimonios que lo presentan como recaudador de extorsiones, receptor del pago de secuestros, carcelero y responsable de la actividad del grupo subversivo en Cundinamarca, Santander y Tolima. Un periodista tolimense lo acusa de haberlo amenazado de muerte apuntándole con un arma de fuego en su garganta si declaraba en contra de su entonces compañera sentimental. El periodista reconoce que cedió ante ello e incurrió en perjurio para salvar su vida.

Petro no participó en la toma del Palacio de Justicia dado que estaba preso porque lo hallaron custodiando un arsenal del M-19 que escondía en Zipaquirá. Fue condenado por la justicia penal militar por el delito de posesión de armas de uso privativo de la fuerza pública. Él reconoce que purgó la pena y cuando salió de la cárcel volvió a la clandestinidad. Como responsable del M-19 en Santander adoptó el remoquete de Andrés, en homenaje a Andrés Amarales, quien comandó la toma del Palacio de Justicia. En honor suyo les puso los nombres de Andrés y Andrea a dos hijos que tuvo con su pareja que también era guerrillera del M-19.

Que la posición de Petro no era secundaria dentro de esa organización subversiva lo prueba la actuación judicial que involucró a sus dirigentes, incluyéndolo a él, como responsables del Holocausto, lo que dio lugar a que a las volandas se aprobara una ley que autorizaba el indulto y una singular modalidad de amnistía en favor de los mismos. Media, sin embargo, un certificado del Ministerio de Justicia que dice que Petro no figura como amnistiado ni como indultado.

Cuando alguien intentó impedir que fuera elegido popularmente por pesar sobre él la circunstancia de haber sido condenado judicialmente por un delito, lo  salvaron unas argucias jurídicas, pero sobre todo 
el hecho de que el expediente de la condena había desaparecido misteriosamente. Ello pudo configurar otro delito de falsedad en documento público, pero a nadie se le ocurrió investigarlo.

Petro se molesta cuando le preguntan sobre sus antecedentes como guerrillero del M-19. Se defiende diciendo que hacía parte de un grupo de jóvenes que incurrieron el delito de rebelión contra un régimen injusto y opresivo. Cree que la conexidad con ese delito ampara todos los crímenes que se cometieron por ese movimiento. Es asunto que ahora está bajo el conocimiento de jueces de otros países, según denuncias que se han dado a conocer recientemente. Según su criterio, la rebelión justifica los crímenes más atroces. Nunca ha mostrado arrepentimiento por ello.

Su gestión como alcalde de Bogotá ha suscitado mil cuestionamientos. Salió con alto índice de desfavorabilidad por los múltiples errores que dieron cuenta de sus pésimas condiciones como administrador público, así como su tendencia al despotismo y la arbitrariedad. Nicolás Gómez Arenas y Felipe Rodríguez Marroquín publicaron un detallado estudio sobre la corrupción de la "Bogotá Humana" al que no se ha dado respuesta que lo desvirtúe. Puede descargárselo en el siguiente enlace: Petro_16,5x23,0.indd (salvacionnacional.co). Samuel Hoyos acusa a Petro de haber otorgado como alcalde más de 500.000 contratos a dedo. Dijo haber adjuntado a un proceso judicial más de 70 folios con pruebas sobre corrupción acreditadas con sanciones por parte de la Contraloría y la justicia penal a funcionarios suyos (vid. Corrupción en alcaldía Petro: hay pruebas | El Nuevo Siglo). Un caso particularmente oscuro es el que registra el video en que aparece Petro guardando unos fajos de billetes en unas bolsas, asunto sobre el que dio explicaciones nada satisfactorias y que la justicia de modo extraño se negó a investigar a fondo. Después se ha sabido que el video lo filmó Juan Carlos Montes, colaborador de Petro en la Alcaldía que anda prófugo en Suiza . Vid. Petrovideo: habla Juan Carlos Montes y explica por qué grabó a escondidas a Petro (msn.com).

Petro y su pareja de ese entonces atendieron a Hugo Chávez cuando en los años noventa del siglo pasado vino a Colombia después de haber sido indultado por el presidente Caldera. Bajo el gobierno de Chávez figuró como asesor económico. Hay un video en el que afirma que Chávez estaba poniendo en práctica con su movimiento bolivariano la concepción democrática del M-19. Su identificación con el régimen venezolano ha sido un hecho notorio, pero en los últimos tiempos la ha sesgado porque sabe que con ella pierde votos. Eso le ha valido una severa reprimenda de parte de Diosdado Cabello, quien lo acusa de haberles mendigado ayuda económica. Es asunto que está pendiente de dilucidarse por medio de las declaraciones que se esperan de Alex Saab. Qué duda cabe de que la integración de Piedad Córdoba a su lista de senado representa un guiño al gobierno de Maduro, del que ella es cabal exponente.

Petro anuncia que hará cambios sustanciales en todos los escenarios de la vida colombiana y que esa empresa le llevaría muchos años. Pero cuando le advierten que ello quiere decir que pretenderá atornillarse en el poder lo niega, como niega que su proyecto económico involucre expropiaciones, las que disimula bajo el concepto equívoco de democratización de la propiedad y su idea de establecer impuestos opresivos sobre los detentadores de riquezas.

Se indispuso con Patricia Janiot cuando ésta le recordó su pasado guerrillero. Como ciertas damas ofendidas, manifestó que es un senador respetuoso de la institucionalidad, esto es, que salió a "vivir juicioso". Pero sus actuaciones bajo el gobierno actual muestran lo contrario. En vez de aceptar que Duque le ganó en franca lid la elección presidencial, se negó a reconocer su triunfo y se ha dedicado a entorpecer su gobierno. Parecido a Hitler, es un "putschista" que cuenta con la tal "Minga" y la "Primera Línea" para subvertir el orden  público. En algún trino manifestó que los bloqueos, que son claramente delictuosos, debían mantenerse.

Sus ansias de poder son desaforadas. El desarrollo de la actual campaña presidencial lo  muestra como un personaje que desafía todos los límites legales y éticos que razonablemente pesan sobre la actividad política. Como ha dicho su rival Rodolfo Hernández, se ha rodeado de "lo peor de lo peor". Lo que lo acompaña es peor que una sentina, nada menos que una  banda criminal. 

Vicky Dávila lo llamó hampón en su cara. No le faltaban razones para ello. Ahora la pregunta es: ¿Se halla Ud. dispuesto, apreciado lector, a contribuir con su voto, así fuere en blanco, o con su abstención, a que un personaje tan siniestro gobierne a Colombia?

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