sábado, 23 de febrero de 2019

Al dejar la prisión que las encierra, ¿qué encontrarán las almas?

Estos dos versos finales del poema "Crisálidas", de José Asunción Silva,  dan continuidad a mis dos últimos artículos.(Vid. https://www.poemas-del-alma.com/jose-asuncion-silva-crisalidas.htm).

En "Dos mundos", al referirme al tránsito que hacemos de esta vida mortal a la eterna, pregunto:"¿Cómo sucede ese tránsito? ¿Qué se lleva en él? ¿Qué encuentra en ese después? ¿Cómo transcurre ahí su nueva existencia?"

Como lo observa Georges Barbarin en "L'Après-mort", casi todos los seres humanos, que sabemos que vamos a morir, nos hacemos estas preguntas. Solo los materialistas recalcitrantes se niegan a plantearlas. Pero es frecuente que quienes se las formulan a sí mismos las evadan, sea por el miedo que les producen, ya por considerar que carecen de respuestas pertinentes, ora por indiferencia.

Pero si es un hecho que con la muerte no termina todo para nosotros, sino que comienza una nueva etapa cuya continuidad dependerá de lo que hayamos hecho con nuestra vida terrenal, estas preguntas son probablemente las más importantes que cada persona puede hacerse a sí misma.

Hay un miedo natural a la muerte, que procede del  instinto de supervivencia. Por lo común, tratamos de aferrarnos a esta vida, a menudo por la infundada creencia de que no hay otra. Pero muchas manifestaciones enseñan que ese tránsito en sí mismo no es doloroso, a duras penas si se siente al desprenderse el alma del cuerpo que la encierra. La copiosa literatura sobre Experiencias de Muerte Cercana (EMC o NDE en inglés) es bastante ilustrativa al respecto.

Cuando decimos que es el alma la que abandona el cuerpo empleamos un término bastante impreciso. Evidentemente quien hace el tránsito es, a primera vista, la conciencia del que muere, que mantiene su identidad. Es conciencia de sí. Pero hay que preguntarse en qué consiste ella misma y si de algún modo se aloja en otro cuerpo, que la sabiduría oriental considera como cuerpo astral o etéreo.

En otro escrito recordé que la antropología de San Pablo distingue, por así decirlo, tres niveles en el ser humano: el soma o cuerpo biológico; la psique o sistema mental; y el pneuma o espíritu. Este último puede equivaler a lo que algunos filósofos denominan el Yo profundo e incluso al inconsciente freudiano.

En una manifestación de alguien que pasó sus últimos años con la mente perdida, expuso lo siguiente: "Yo sufrí una amnesia, pero mi espíritu padecía". Otro, más explícito, dijo: "Mira el hoyo en que estoy metido". Se pierde la conciencia mental, pero permanece la espiritual y esos estados son de verdadero purgatorio.

Un amigo cuenta que cierta tarde, a las seis, se encontró de repente en la antigua carrera Unión de Medellín con un primo suyo que lo saludó y se despidió de inmediato diciéndole que iba de afán. Cuando llegó a la casa, le dijo su madre que se organizara para ir al velorio del primo, que se había colgado al  medio día.

Las manifestaciones visibles de agonizantes y difuntos están muy documentadas en la literatura. Los libros de Camille Flammarion y Jean Prieur, por ejemplo, suministran muchísimos detalles al respecto.

Frecuentemente se habla del tránsito a través de un túnel en el que van apareciendo sombras y  figuras muchas veces de parientes y amigos fallecidos, hasta que se divisa una luz blanca y esplendorosa. En una manifestación de mi finada esposa, que era un ser angelical, me dijo que al llegar a esa luz quiso contarme que estaba viendo a Dios.

No estaba consciente de que había muerto y pensaba que todavía podía comunicarse conmigo. 

Es un fenómeno también muy documentado. Sobre todo, muchos de quienes mueren repentinamente o de modo accidental tardan en darse cuenta de su nuevo estado. El psiquiatra norteamericano Carl Wickland ofrece abundantes eventos ilustrativos en su libro "Treinta años entre los muertos"(Vid. http://www.luzespiritual.org/Libro/30AnEntreLosMuertos.pdf).

Es frecuente que los ateos, los que le dan la espalda a toda espiritualidad o los que tengan apegos fuertemente enraizados al dinero, sus posesiones, el poder o el sexo padezcan esta experiencia. Uno de los peligros del juego de la Ouija es la atracción de entidades que tratan de quedarse en quienes participan en el mismo. Muchos casos de sugestión, vejación y hasta de posesión se explican por esta causa.

Hay evidentemente un libre desarrollo de la personalidad. Cada ser humano se hace a sí mismo, para bien o para mal. Y esa edificación interior  es lo que lleva consigo en el tránsito hacia la eternidad.

Un amigo, que era en verdad un dechado de virtudes, me dijo en una manifestación: "Estoy en el cielo". A otro que le pregunté cómo era su situación en el más allá me respondió: "Sufro mucho. Yo fui malo". Uno más fue bastante explícito: "Yo gozo ahora de una paz que ustedes no pueden entender, pero no estoy tan elevado como para ver a Dios. Lo aprecio como un resplandor. Al principio todo fue muy difícil, porque tuve que reconocer todo lo malo que hice y arrepentirme de ello".

El espíritu se confronta consigo mismo haciendo el repaso de la vida terrenal y es llevado a la ubicación que le corresponde según sus méritos o sus deméritos.

Un taxista que sufrió un grave accidente en una motocicleta me hizo el relato de una terrible EMC. Según su testimonio, viajó por el túnel y se encontró solo en un inmenso teatro haciendo inventario de su vida. Se sintió aterrorizado en medio de la oscuridad, pero de pronto algo lo devolvió a su cuerpo que había sufrido severas lesiones.

La teología católica distingue hoy tres postrimerías que le siguen al juicio post-mórtem: cielo, purgatorio e infierno. 

Hoy se insiste mucho en la esperanza que suscita la primera. Varios libros muy difundidos versan sobre la realidad del cielo. V. gr.  el libro del Dr. Eben Alexander, "La Prueba del Cielo" (Vid. https://www.terapeutasdechile.cl/uploads/libros/EbenAlexanderLapruebadelcielo.pdf). 

Sobre el purgatorio tratan las revelaciones de la mística austríaca María Simma: https://drive.google.com/file/d/0B7wQLOaQpm1IZWVLTldmSGtJaWlmSjRkT3BzdGY2MUloS3Jj/view. Es un estado del alma que debe evolucionar hacia la gloria a través del arrepentimiento de los pecados cometidos en la vida terrenal. Puede haber purgatorios leves, pero otros pueden ser drásticos, vecinos de los estados anímicos infernales.

El asunto del infierno suscita polémicas interminables, porque muchos creen que es un invento de la Iglesia para atemorizar a la gente y no es compatible con la misericordia de Dios. Pero en la Biblia hay  por lo menos 36 versículos que hacen referencia al castigo eterno (Vid. https://bible.knowing-jesus.com/Espa%C3%B1al/to pics/El-Infierno,-Como-Incentivo-A-La-Acci%C3%B3n). Y el Diario de Santa Faustina Kowalska, la célebre vidente polaca, revela una espantosa visión del infierno, que, además,es tema de las revelaciones de Fátima (Vid. https://drive.google.com/file/d/0B7wQLOaQpm1ISEdyNGJNYUY1RUU/view; https://www.abc.es/sociedad/abci-tres-secretos-fatima-201705092155_noticia.html).

Esta es la visión de Sta. Faustina.
"En Cracovia el 20 de octubre de 1936: Hoy, un Angel me llevó a los precipicios del Infierno. Es un lugar de grandes torturas. ¡Es impresionante el tamaño y la extensión del sitio!.

He aquí los tipos de torturas que vi:
1.- La primera tortura en que consiste el Infierno es la pérdida de Dios.
2.- La segunda es el remordimiento de conciencia perpetuo.
3.- La tercera es saber que esa condición nunca va a cambiar.
4.- La cuarta es el fuego que penetrará el alma sin destruirla, un sufrimiento terrible, ya que es un fuego puramente espiritual, encendido por la ira de Dios.
5.- La quinta tortura es la permanente oscuridad y un terrible hedor que sofoca, y que, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven y ven toda la malignidad, tanto propia como de los demás.
6.- La sexta tortura es la compañía constante de satanás.
7.- La séptima tortura es la horrible desesperación, el odio a Dios, las palabras horrendas, las maldiciones y las blasfemias".(Vid. 
https://www.pildorasdefe.net/aprender/fe/Sabes-que-torturas-aguardan-en-el-infierno-Santa-Faustina-lo-describe).









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