Ciñéndonos a las reglas, bien podríamos afirmar que la sentencia condenatoria de la juez en contra del expresidente Uribe, así fuere susceptible de glosas de diversa índole, resultó de su ponderado y reflexivo examen acerca de los hechos probados en el expediente y las consecuencias jurídicas de los mismos.
Pero ¿qué tal si los dos severos golpes que ha sufrido últimamente el Centro Democrático, el atentado contra el senador Uribe y el fallo contra el expresidente Uribe, fueron producto de una oscura conspiración urdida para debilitar a la principal fuerza de oposición contra el desgobierno comunista que hoy nos controla a los colombianos?
A partir de denuncias creíbles, se piensa que hay una superestructura denominada como el Partido Comunista Clandestino o PC3, que de hecho incide decisivamente en sectores influyentes de la vida nacional, incluso en los que podría pensarse que el dominio extremista no podría tener cabida. Al asunto se refiere un texto del libro "Me niego a arrodillarme", del coronel Hernán Mejía Gutiérrez, que nadie se ha atrevido a desmentir.
Que quien ocupa hoy el cargo de presidente de Colombia es un comunista recalcitrante, es asunto que está por fuera de debate, pues ha dado muestras fehacientes de ello. Y ya se sabe que el más conspicuo de sus adláteres es el senador Cepeda, hijo de comunistas, formado detrás de la Cortina de Hierro y quizás estalinista él mismo.
Cepeda exhibe como trofeo la condena del expresidente y ha dicho que está pensando en una posible candidatura presidencial del Pacto Histórico, que los extremistas ven viable habida consideración de que ninguno de los que aspiran a ella parece suscitar entusiasmo entre los votantes.
No hay que olvidar que los comunistas controlan a Asonal Judicial y Fecode, amén de otras centrales sindicales, y son duchos en toda clase de maquinaciones oscuras, como las que ejercieron para afianzar el poder soviético en Europa oriental.
Cuando se los acusa, se defienden invocando el macartismo de sus opositores. Con todo, la experiencia demuestra que no cabe fiarse de los comunistas, porque su moral les indica que es admisible todo aquello que favorezca los propósitos de la revolución contra los órdenes establecidos.
Quizás nunca sepamos, como reza un verso de Cadícamo, qué mano huesuda fue hilando nuestros males, pero no sobra preguntarse sobre ello y emprender las investigaciones acerca de si hubo o no intereses políticos detrás del fallo condenatorio contra el expresidente Uribe.
Que dicho fallo ha suscitado consecuencias políticas, no cabe duda alguna. Ha excitado a los comunistas que ahora promueven la candidatura presidencial del senador Cepeda, pero atemoriza a los sectores de opinión que piensan que es un hito más en el curso que nos conduce hacia la consolidación del poder comunista que se disfraza de progresista y justiciero.
No cabe duda: el futuro de nuestro país es lóbrego,
No hay comentarios:
Publicar un comentario