domingo, 22 de noviembre de 2020

Las Saturnales de Pinturita

Sólo en la mente de un sujeto de la deplorable contextura moral del alcalde petro-comunista de Medellín cabe la repugnante idea de asociar los festejos navideños con un carnaval presidido por una figura demoníaca, la de Moloch, dios cananeo al que se adoraba arrojando recién nacidos al fuego y que hoy por hoy representa el culto abortista (vid. https://www.accionfamilia.org/temas-polemicos/aborto/estamos-ante-la-resurreccion-de-moloch-en-pleno-siglo-xxi/).

Nada más contrario al espíritu de la Navidad que vincularla con un demonio y una exhibición de símbolos míticos, así estos gocen de cierto arraigo en el imaginario popular.

Esta torpe iniciativa del burgomaestre mencionado invita a reflexionar sobre qué es lo que los creyentes y muchos que no lo son conmemoramos en Navidad y de qué modo ello se contrapone a las entidades infernales que aquél pretende entronizar en nuestro medio.

El 25 de diciembre de cada año se celebra la fiesta del nacimiento de Jesucristo. La fecha tiene que ver probablemente con la decisión de la Iglesia, una vez instaurado el cristianismo en Roma, de contrarrestar la vieja costumbre de las saturnales que, en homenaje al dios Saturno, se llevaban a cabo antes de esa fecha y daban lugar al desenfreno colectivo. El origen de la Navidad tiene que ver entonces con la superación de un abominable ritual pagano. Su propósito era eminentemente espiritual. Había que poner freno al desorden orgiástico encomiando valores trascendentes que invitaran al pueblo a elevar su mirada hacia el mundo celestial.

Nada más apropiado para ese cometido que exaltar el nacimiento del Hijo de Dios, que vino a rescatarnos de la esclavitud del pecado y enseñarnos amorosamente cuál es el camino de la bienaventuranza eterna, contrario por supuesto al de la condenación a que pretenden llevarnos los demonios.

La piedad popular ha exaltado la imagen tierna y candorosa del Niño Dios con representaciones de bondad, alegría, solidaridad y otras virtudes que apuntan hacia lo mejor del ser humano. Al fin y al cabo, como lo dice el Evangelio, si no somos como niños, no  podremos aspirar al Reino de los Cielos.

La Navidad es en principio una fiesta de la infancia. Pero lo es también de la familia. La imagen de la Sagrada Familia, unida en el pesebre de Belén, se proyecta en las celebraciones decembrinas, convocando a padres e hijos para que manifiesten los sentimientos que los ligan y dándoles la fuerza para convivir armónicamente.

Nada más contrario al ánimo de división y destrucción, o como hoy se dice, de "deconstrucción", que mueve a las potencias demoníacas a las que parece servir el tristemente célebre Pinturita.

Charles Dickens no era un escritor que se destacara por su espiritualidad. Estaba lejos de ser un místico, si bien su amable consideración de la interioridad humana y las vicisitudes de la existencia estimula nuestra simpatía por la especie a que pertenecemos. Su "Cuento de Navidad" es obra maestra que año por año  por esta época se recuerda como un expresivo manifiesto del profundo impacto que en nuestro espíritu suscita el recuerdo del advenimiento de nuestro Redentor. Trata de la historia de la conversión del avaro y amargado Scrooge en el día de Navidad.

Quien desee leerlo puede descargar su contenido en el siguiente enlace: http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Charles%20Dickens/Cuento%20de%20navidad.pdf

Los pensadores clásicos observan que los gobernantes son algo así como padres de familia de sus comunidades, a las que deben guiar por buenos caminos y nutrirlas con ejemplos edificantes. Yo me pregunto si promover un carnaval demoníaco en momentos en que la tradición invita a la unión familiar y la armonía colectiva bajo la divisa de "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad", es algo acorde con las responsabilidades espirituales de quien, como decía Santo Tomás de Aquino, tiene a su cargo el cuidado de la comunidad.

No me explico cómo "El Colombiano", que era un periódico conservador, exhibe ahora cierta complacencia  con las saturnales de Pinturita, queriendo mostrar que es algo meramente lúdico e ignorando los efectos deletéreos que podrían producir en la cultura popular. Muchos dirán probablemente que ahora esta no es época de ponernos en paz con Dios, sino de dar rienda suelta a nuestros apetitos, incluso los más bajos. ¿No es eso a lo que nos induce la figura demoníaca que Pinturita pretende situar en el centro de su celebración?

Más inquietante me parece que un individuo de esas condiciones morales dizque tenga un abultado respaldo popular. Si la democracia no exalta a los mejores, está condenada a muerte.



miércoles, 18 de noviembre de 2020

Vade Retro, Satanás

"Pinturita", el grotesco e irreverente alcalde de Medellín, no contento con promover aquí la revolución sexual e incorporar a su equipo a un "ingeniero de lo invisible", resolvió dedicar, a expensas del erario municipal, la decoración navideña que desde hace tiempos engalana a la ciudad a la figura del Demonio, en lugar de la de la Sagrada Familia, que es el centro del festejo con que los cristianos de diversas confesiones conmemoramos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Afortunadamente, la indignación ciudadana hizo que al parecer desistiera de esa perversa idea que ya había puesto por obra (vid.https://www.youtube.com/watch?v=fPE0-q1cXNc).

Este es un episodio más de la banalización del mal, de que habló Hannah Arendt dentro de otro contexto. En esta oportunidad, se pretende exhibir al Maligno como una figura simpática que contrasta con el candor del Niño Jesús. 

Hace poco escribí sobre un caso de posesión diabólica relatado desde la perspectiva de la propia víctima. Me referiré ahora a una contundente experiencia psiquiátrica, la del Dr. Richard Gallagher, que en su libro "Demonic Foes" trata sobre sus 25 años de investigación sobre los ataques demoníacos (vid. https://www.amazon.com/-/es/Richard-Gallagher-M-D/dp/0062876473).

El Dr. Gallagher no es un aparecido. Se graduó Summa Cum Laude en Princeton y ha ejercido su profesión en Nueva York con gran crédito. Es profesor en la Universidad de Columbia. Como los exorcistas son prudentes para tratar posibles casos de posesión u obsesiones demoníacas, suelen pedir la colaboración de psiquiatras para establecer si están en presencia de anomalías mentales o de fenómenos que sólo son explicables por la acción de fuerzas espirituales malignas. Sabedor de su fe católica, el padre Jacques. un destacado exorcista norteamericano, pidió que le colaborara con personas que mostraban indicios de presencias demoníacas en sus padecimientos. Fue de ese modo como llegó a participar en por lo menos cien exorcismos. En CNN lo presentan como el hombre a quien los exorcistas llaman para atender  casos extremos (https://cnnespanol.cnn.com/2017/08/05/exorcismos-expertos-richard-gallagher-psiquiatra-salud-mental-emily-rose/).

En el capítulo tercero de su libro se ocupa de un caso paradigmático, el de una mujer a la que llama Julia, la "Reina Satánica". Nacida en una familia católica, en su adolescencia sufrió el asedio de un cura que la inició en la sexualidad. A partir de ahí, cayó en las redes de Daniel, un satanista que colmaba sus apetitos y la vinculó a un grupo de adoradores de Satanás, al que ella se entregó a cambio de los poderes mentales que le otorgó. Julia quería salir de la posesión, pero no de la pertenencia al grupo, ni de su relación con Daniel, ni de los rituales de adoración al Demonio. Los exorcismos fracasaron y ella murió tempranamente de cáncer, probablemente subyugada por esa entidad infernal. Pero a raíz de aquéllos, el Dr. Gallagher pudo observar directamente las manifestaciones más protuberantes de la posesión y la índoles de los poderes extraordinarios de que se jactaba Julia. Ese capítulo es, para decir lo menos, espeluznante.

Julia se presentaba como una gran bruja. Al dicho de que "las hay, las hay, pero no hay qué creer en ellas", responde certeramente el padre Juan Gonzalo Callejas en su libro "Contra la brujería", que puede descargarse gratuitamente a través del siguiente enlace:  https://kupdf.net/queue/contra-la-brujeria_58c880d7dc0d60df6e339029_pdf?queue_id=-1&x=1605725115&z=MTgxLjU4LjM4LjEw

El testimonio personal del padre Callejas es impresionante, pues da cuenta de cómo pasó de integrar en su adolescencia un grupo satanista en Medellín a hacerse sacerdote con la misión de combatir la brujería que está demasiado extendida en distintos estratos de nuestra sociedad y, en general, del mundo contemporáneo (vid. https://www.youtube.com/watch?v=HdcK14-ZBqo).

Como lo pone de presente un grupo de seguidores de San Pío de Pietrelcina en Medellín, lo que ha hecho "Pinturita" no es más que llevar a su término el cometido de descristianización de las festividades navideñas que desde hace varios años se ha llevado a cabo en Medellín bajo el auspicio de las autoridades municipales y EPM (vid. https://www.youtube.com/watch?v=z3d9xdg1qwA). Se ha comenzado ignorando a la Sagrada Familia y el pesebre de Belén, para terminar entronizando a Satanás.

No nos digamos mentiras: la crisis de la sociedad colombiana es ante todo espiritual. Somos un país necesitado de un gran exorcismo colectivo.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Incertidumbre

Al momento de escribir estas notas aún no se ha decidido la suerte de la elección presidencial en los Estados Unidos. Trump no ha reconocido el triunfo de Biden y está alegando en los estrados judiciales que el triunfo de éste, proclamado por la prensa y reconocido por varios gobiernos extranjeros, se ha basado en un fraude descomunal. Los críticos de Trump lo acusan de ser un mal perdedor que pone en riesgo la institucionalidad democrática de su país. Pero, ¿qué tal si tuviera razón en sus reclamos? Amanecerá y veremos.

Por lo pronto, conviene hacer algunas acotaciones al respecto.

Hace varias semanas mencioné acá el libro "Cómo mueren las democracias", de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, que puede descargarse a través del siguiente enlace: https://docer.com.ar/doc/xnnc80.

Los autores son enemigos acérrimos de Trump y precisamente lo acusan de erosionar el régimen constitucional de los Estados Unidos. Hacen, además, observaciones que ahora resultan muy pertinentes sobre su sistema electoral y la aguda polarización que enfrenta a demócratas y republicanos.

A mis alumnos de Teoría Constitucional solía decirles que el primer capítulo de un ordenamiento básico del Estado toca con las reglas fundamentales para la adjudicación del poder público, que de acuerdo con la idea democrática que hoy rige en casi todo el mundo, así sea de labios para afuera, se condensan en el régimen electoral.

Pues bien, dicho régimen en los Estados Unidos adolece de defectos notables, puesto que cada estado dicta sus propias reglas y no hay dispositivos adecuados para identificar a los votantes, lo cual se agrava con el voto anticipado y por correspondencia, que al parecer está en el centro de los reclamos de Trump. Se habla en efecto, de muchos muertos y extranjeros que han votado, así como de personas que lo han hecho varias veces. 

La situación actual cuenta con antecedentes que conviene recordar. Hace 20 años, cuando se enfrentaron Bush y Gore, la cuestión se definió, como sucederá ahora, por la administración de justicia. Y todo parece indicar que la apretada victoria  de Kennedy sobre Nixon en 1960 se debió a maniobras fraudulentas del alcalde de Chicago, que estaba aliado con la mafia. Pero Nixon no reclamó y esperó que le llegara más adelante su oportunidad, como en efecto sucedió.

La fractura moral que padece la sociedad norteamericana agrava un conflicto que va más allá de la confrontación de las personalidades de Trump y Biden.

Aunque el régimen constitucional es por definición neutro frente a las diferentes confesiones religiosas, desde su fundación y hasta no hace muchos años la norteamericana fue una sociedad que podía considerarse cristiana. En el siglo XIX la influencia protestante era muy significativa: el pueblo se nutría de la Biblia, así la interpretase de distintas maneras. Con la gran inmigración europea de la segunda de dicho siglo y principios del XX, el catolicismo y el judaísmo ganaron significativa importancia en su cultura. E. Michael Jones afirma que, por ejemplo, la autocensura cinematográfica que se mantuvo vigente hasta la década de 1960 estuve fuertemente influenciada por los medios católicos. Pero a lo largo del último medio siglo el ambiente espiritual ha sufrido cambios profundos, hasta el punto de que el presidente Obama llegó a sostener que los Estados Unidos habían dejado de ser un país cristiano.

Precisamente, Obama se distinguió por promover la revolución cultural tendiente a la homosexualización de la sociedad, la banalización del aborto, la persecución solapada contra las religiones, etc. Esto último viene, en verdad, de tiempo atrás y está registrado en el libro de Janet Folger, "The Criminalization of Christianity", que aquí he comentado en otras oportunidades. Los interesados pueden descargarlo a través del siguiente enlace:  https://epdf.pub/queue/the-criminalization-of-christianity.html.

Si la dupla Biden-Harris lega a la Casa Blanca, se reactivará el horroroso holocausto de vidas inocentes e indefensas que ha hecho que el sitio más peligroso para el no nacido sea el vientre materno. Un impresionante testimonio vívido de este flagelo que so capa de libertad de elegir de la mujer ("Pro-Choice") ha costado desde 1973 más de 60.000.000 de vidas puede verse en "El Grito Silencioso": https://www.youtube.com/watch?v=fbk8x8gHxYU

La resistencia de Trump, todo lo antipática que a muchos pueda parecerles, es un esfuerzo denodado para impedir que vuelva gobernar a los Estados Unidos esa feroz tendencia asesina que se ceba en los no nacidos.