sábado, 19 de julio de 2025

Una Historia Tenebrosa

Así titula el excelente libro que publicó hace años Adelina Covo acerca de los pormenores del asesinato del general Rafael Uribe Uribe. 

El libro se lee como una fascinante novela, que desde cierto punto de vista lo es, dado que formula hipótesis que ameritan mejor sustento probatorio y ofrece diálogos que sin duda son imaginarios, aunque verosímiles.

El respaldo documental sobre la conjura que acabó con la vida del caudillo liberal aparece principalmente en el libro de Marco Tulio Anzola Samper que lleva por título "Asesinato de Rafael Uribe Uribe ¿Quiénes son?", que la Academia Antioqueña de historia dará a conocer el próximo jueves en evento que tendrá lugar en el Palacio de la Cultura que en Medellín lleva el nombre del malogrado General.

Las versiones que la historia oficial dio a conocer a partir de la investigación que se llevó a cabo indicaron que el crimen había sido cometido por iniciativa propia de Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, dos artesanos que alegaron sentirse perjudicados por la acción política del líder liberal que había apoyado la elección del conservador José Vicente Concha para el período presidencial de 1914 a 1918 y probablemente habría ganado las elecciones que se celebrarían en este último año.

El libro de Anzola demuestra a las claras que la investigación del caso se efectuó de modo torticero para centrar la responsabilidad exclusiva del crimen en los dos citados y excluir la participación de terceros, tanto en la autoría material como en la intelectual. 

Habida consideración de los sesgos que desde un principio se notaron, la familia del occiso le pidió a Anzola que adelantara su propia investigación, cuyos resultados obran el libro en mención. La suerte que corrió el esfuerzo es escandalosa, pues el libro no llegó al público, dado que los interesados en ocultar sus revelaciones lo recogieron. Pero como un ejemplar llegó a la biblioteca de una universidad en Illinois, los descendientes del General lograron rescatarlo hace poco y organizar la publicación a la que me estoy refiriendo. Anzola tuvo que irse del país por el peligro que lo acechaba.

El investigador oficial del crimen desechó de entrada los testimonios que daban cuenta de un tercer copartícipe que golpeó a la víctima con una manopla para debilitarlo y facilitar así los hachazos que le ocasionaron heridas letales. De ahí en adelante, todo se centró en las acciones de Galarza y Carvajal, con prescindencia de lo que pudiera incriminar a terceros. Aunque fueron condenados por la justicia, el trato que recibieron en la cárcel produciría hoy la envidia de los que gozan de los privilegios del estrato seis en La Picota.

Los autores intelectuales eran nada menos que altos funcionarios de la Policía: Salomón Correal y Pedro León Acosta. Violando claras disposiciones legales, Correal asumió fraudulentamente la instrucción del caso, dizque autorizado por el presidente Concha. Toda la actuación procesal resultó entonces, como lo acusa el libro de Adelina Covo, aterradora.

Quiénes estaban detrás de Correal y Acosta, dos tenebrosos sujetos que contaban con pésimos antecedentes, es asunto que amerita un análisis más profundo. El libro de Adelina Covo apunta hacia los jesuítas y, en últimas, al Arzobispo Herrera Restrepo. No faltan los que sindican a dirigentes conservadores, republicanos e incluso liberales de haber participado en la conjura. Hace tiempos leí que Julián Uribe Uribe, hermano del General, involucraba en ella a importantes periodistas.

Yo tenía un concepto favorable acerca de Concha y Abadía Méndez, pero lo que cuenta Adelina Covo acerca de sus actuaciones lo debilita sensiblemente. Crece, en cambio, mi opinión acerca de don Marco Fidel Suárez, que no se prestó a las componendas que torcieron las conclusiones del caso.

Aunque el asesinato del General ocurrió en 1914, el hecho cobra actualidad en torno del vil atentado que tiene entre la vida y la muerte a Miguel Uribe Turbay, cuya promisoria carrera política le auguraba el mejor de los sucesos en las elecciones del año venidero.

Ya se sabe que tras el atentado puede establecerse la acción de una muy peligrosa banda criminal, quizás con entronques en el exterior del país. ¿Hubo políticos coludidos con ella?


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