miércoles, 9 de abril de 2025

Lecturas cuaresmales

Para estar a tono con estos días de meditación me he sumergido en la lectura de dos libros verdaderamente fascinantes: "Christ, Science and Reason", del padre Robert Spitzer S.J., y "Jésus au fil de l'histoire", de Jaroslav Pelikan.

El libro del padre Spitzer afronta con rigor las graves cuestiones que se plantean acerca de la vida y la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, la credibilidad del Nuevo Testamento. los milagros que se detallan en los Evangelios y los eucarísticos, la Sábana Santa de Turín, las apariciones de la Sma. Virgen en México y Lourdes, los milagros relacionados con las mismas, las relaciones de la Iglesia con la ciencia y el impacto del catolicismo en todos los órdenes de la civilización. 

La lectura de este libro refuerza a no dudarlo la fe del creyente y arroja desafiantes retos para los escépticos. Si bien la fe es difícil, a punto tal que se afirma que es una gracia que nos viene de Dios, conviene recomendarles a quienes no la poseen e incluso la rechazan que abran sus mentes en procura de la luz llamada a disipar las sombras que rodean nuestra percepción de la realidad en que vivimos.

Hace poco leí unas declaraciones de Stephen Hawkin en las que afirmaba que los límites de nuestro conocimiento los fija la teoría general de la ciencia. Ésta, desde luego, nos suministra valiosas informaciones sobre el universo que habitamos, pero es discutible que el techo del vuelo de nuestra mente pueda fijarse a partir del inmanentismo materialista que niega toda trascendencia. Los razonamientos de Claude Tresmontant en "Cómo se plantea hoy el problema de la existencia de Dios" son pertinentes para sostener que el universo físico no es el ser necesario subsistente por sí mismo, dado que la ciencia ha establecido que tuvo cierto origen y probablemente esté condenado a su disolución. El ser necesario está en otra parte y es Dios. Es un concepto del que no podemos prescindir si aspiramos a un mínimo de comprensión de la realidad. Si lo negamos, no queda otro remedio que asumir el absurdo como última ratio de lo que existe y de nuestras vidas.

Los devotos del cientificismo dejan de lado la grave cuestión de los presupuestos metafísicos y hasta teológicos del saber que veneran. Este es un tema que aborda con exquisita lucidez Pelikan a partir de una decisiva observación de Alfred North Whitehead en "La Science et le monde moderne". Según este eminentísimo pensador británico, todo el trabajo científico parte de la idea de un orden cósmico racional que podemos aprehender mediante nuestro uso de razón. Porque hay una coincidencia de nuestra racionalidad con la del mundo podemos leer en su interior y captar sus estructuras y funcionalidades. 

Recuerdo que en su Historia del Pensamiento Jacques Chevalier insistía en que la gran metafísica griega partía de la base de que lo semejante conoce a su semejante. De ahí el paralelismo de las categorías lógicas y ontológicas que preside el pensamiento aristotélico. Y esa gran metafísica se hermanó con la teología cristiana para plantear, repito, la idea de un orden cósmico racional fundado en el Logos Divino.

En síntesis, sin la metafísica cristiana no se habría podido desarrollar la ciencia occidental.

Volviendo al libro del padre Spitzer, destaco lo que expone acerca del Santo Sudario de Turín, los milagros eucarísticos en México, Polonia y Buenos Aires, las manifestaciones de la Sma. Virgen en Fátima y las desconcertantes sanaciones en Lourdes, de las que hay reconocidas como milagrosas por la Iglesia unas 7.000, pero probablemente ascienden a 70.000.

El catolicismo no se funda en supersticiones ni en ideas ingenuas, sino en hechos y razones que están a la vista de todos y han sido sometidos a riguroso escrutinio a lo largo de sus 2.000 años de existencia.

Bien lo observa Pelikan en su precioso libro, a partir del examen de las distintas concepciones  que ha suscitado a lo largo de siglos: Nuestro Señor Jesucristo es la figura dominante de la historia de la cultura occidental, independientemente de lo que cada uno pueda pensar o creer al respecto.




domingo, 6 de abril de 2025

Las cuentas claras

Admitamos en gracia de discusión que en su lucha contra los subversivos las autoridades civiles y militares han podido incurrir en excesos censurables que deben ser investigados y juzgados por quienes sean competentes para ello. Pero esos excesos criminales no se comparan con los de la subversión comunista ni muchísimo menos los justifican.

Así como en Francia se publicó hace años un libro negro del comunismo, que denunció la friolera de más de cien millones de víctimas de esa ideología asesina (vid. El Libro Negro del Comunismo; Crímenes, Terror y Represión : Andrzej Paczkowski, Jean-Louis Panne, Karel Bartosek, Nicolas Werth y Stéphane Courtois : Free Download, Borrow, and Streaming : Internet Archive), bien podría hacerse una investigación semejante para detallar las atrocidades que los comunistas han cometido en nuestro país. Para ello sería un buen abrebocas el libro de Eduardo Mackenzie titulado "Las Farc-El Fracaso se un Terrorismo" (vid. Las-Farc-el-Fracaso-de-un-Terrorismo.pdf).

El que hoy nos desgobierna ha justificado su actuación en el M-19 diciendo que hacía parte de un grupo de jóvenes que se alzaron en armas contra un régimen tiránico. Ese régimen, bueno es recordarlo, estaba sometido a una Constitución centenaria que consagraba el carácter electivo de los gobernantes. Era un estatuto no exento de disposiciones discutibles que podían reformarse por vías regulares. Pero lo que esos supuestos jóvenes querían era imponernos un ordenamiento totalitario y liberticida, como el que reina en la Cuba de los Castro.

La ideología de los distintos grupos subversivos no sólo justificaba la violencia contra las autoridades legítimamente constituidas, sino contra la población civil. Su propósito era amedrentarla para forzarla a contribuir al logro de sus propósitos o, al menos, a no perturbarlos.

El listado de atropellos contra las comunidades es escabroso. Masacres, homicidios selectivos, asaltos a poblaciones, incendio de fincas, sacrificio de ganados, secuestros, extorsiones, reclutamiento forzado de niños y jóvenes, crímenes sexuales, torturas, fusilamiento de quienes trataban de escapar y, en fin, atrocidades sin cuento. Como dijo Enrique Santos Discépolo en su "Cambalache", todo un "despliegue de maldad".  

Hay que ser muy pervertidos para disculpar tanta atrocidad dizque con el propósito de mejorar las condiciones de vida de los menos favorecidos dentro de la sociedad. Como dijo alguien de muy ingrata recordación: "Matar para que otros vivan mejor".

De todo esto hay que seguir hablando, ahora que a quien nos desgobierna le ha dado para reivindicar las pavorosas hazañas del M-19, alzando sus banderas precisamente a la vista del palacio de justicia, que fue escenario de la masacre de cerca de un centenar de personas a que dio lugar el demencial asalto que los suyos protagonizaron dizque para someter a juicio público al presidente Belisario Betancur.

El que nos desgobierna no participó en ello porque estaba purgando una pena, pero en el sitio de reclusión promovió una revuelta para tratar de escaparse y acompañar a sus conmilitones en su funesta empresa. 

Se habla mucho de sus actuaciones criminales como integrante del M-19. Un testigo presencial relata que recibió, junto con otros, el pago por la liberación de un secuestrado cuya vida se arruinó por los tormentos que le infligieron. En lo que antes se llamaba Tweeter leí la acusación que alguien le hizo por haber agredido a su padre, escupiéndolo en la cara, por no haber pagado una extorsión a la que estaba sometido por ser comerciante en Corabastos. Y un pastor cartagenero lo vincula con el homicidio de José Raquel Mercado.

A propósito de ello, se dice que el M-19 decretó la muerte de tan destacado líder sindical con el fin de atemorizar a sus colegas. 

Ahora que se habla de verdad, justicia, reparación y no repetición como requisitos sine qua non de la paz, bueno sería que los que hicieron parte de esa tenebrosa agrupación se sinceraran acerca de quienes cometieron tan atroz crimen y otros no menos horripilantes, como el de la infortunada Gloria Lara de Echeverri. No sobraría, además, que se hiciera claridad sobre el trato que se daba a los secuestrados que quien nos desgobierna tenía el encargo de vigilar. Alguno de sus conmilitones en Tolima ha hablado de su prepotencia y la obsesión por secuestrar gente.

François Cavard ha denunciado en instancias internacionales más de 5.900 crímenes del M-19, de los que es autor o por lo menos copartícipe el que hoy nos desgobierna entonando cantos hipócritas a la vida (vid. François Cavard: 'Hay reportados más de 5.900 crímenes del M19, el grupo terrorista de Petro').

Reitero que, en mi opinión, estamos bajo el mando de un poseído como los que describe Dostoiewsky en su famosa novela "Los Demonios". Como reza por ahí alguna letrilla, acá se han destacado las furias del Averno. Los servidores del Maligno se pasean a todo lo largo y ancho del país sin que se los incomode. Hoy ejercen el gobierno.


                                                                                                     












a parte de un grupo de jóvenes que se alzaron contra un régimen tiránico. Ese régimen, bueno es recordarlo,