domingo, 1 de septiembre de 2024

En memoria del padre Lebret

A mediados del siglo XX el gobierno de Rojas Pinilla le pidió al padre Louis-Joseph Lebret que elaborara un informe sobre la situación social de Colombia. El padre Lebret ya era famoso por sus estudios sobre la economía humana, que tuvieron notable influencia en otros países de nuestra región, como Uruguay y Chile. Años después, el papa Pablo VI, que lo apreciaba mucho, lo tuvo como asesor del Concilio Vaticano II y de su encíclica Populorum Progressio (vid.hf_p-vi_enc_26031967_populorum.pdf (vatican.va)

El padre Lebret insistía en que el crecimiento económico estuviera acompañado del desarrollo social y, por consiguiente, mejorara las condiciones de vida de las comunidades, en especial de los sectores más desvalidos.

Decía: “Si yo amo a Dios, no puedo permanecer tranquilo en mi confort. A la civilización ficticia del confort levantada por el capitalismo, oponemos el ideal de una civilización del servicio”. (vid. Descubrir a Lebret hoy. Reflexiones desde el Sur . Andrés Lalanne (2020) – RIEH).

Según su concepto, “El “problema” de conseguir la economía humana, “es técnico y es espiritual. Quién rechaza considerarlo bajo estos dos aspectos se asegurará de no solucionarlo.” (id.).

El informe Lebret se presentó al presidente Lleras Camargo, quien lo atendió en temas sustanciales, como la reforma agraria, a la que puso especial énfasis tiempo después Carlos Lleras Restrepo, mas se la frenó bajo el gobierno de Misael Pastrana Borrero con el llamado Acuerdo de Chicoral.

El diagnóstico del Informe Lebret era calamitoso. Colombia exhibía en ese momento las peores lacras del subdesarrollo.

Convendría examinar lo que ha cambiado para bien y para mal en nuestra situación social a lo largo de los últimos 70 años.

No podemos ignorar que la Colombia de hoy difiere en muchos aspectos de la que estudió en los años 50 del siglo pasado el padre Lebret. Empero, las circunstancias actuales dejan muchísimo que desear. Hay quienes consideran que si se hubiesen atendido las recomendaciones del famoso informe nos habríamos ahorrado medio siglo de violencia subversiva. Es asunto que queda abierto a la discusión. 

Es lo cierto, sin embargo, que abundan los motivos de insatisfacción en los sectores populares, que demandan más eficaz acción de las autoridades para resolver sus apremios. Son esos motivos los que llevaron a la presidencia al que hoy nos desgobierna, quien sedujo sobre todo a los votantes jóvenes con sus consignas de cambio para mejorar y hoy los tiene decepcionados por el rotundo fracaso de su gestión.

Ya lo había advertido el padre Lebret: la economía humana requiere rigor técnico, No basta con proclamarla en el discurso, pues debe fundarse en las realidades y afrontar los problemas con soluciones racionales y no con iniciativas delirantes. 

¿Qué podemos esperar de un gobierno que le confía la planeación a un activista que confiesa ignorar las matemáticas?

Basta con leer la prensa diaria para darse cuenta de lo calamitosa que está nuestra situación social en asuntos de la importancia del empleo, la informalidad, la alimentación, la vivienda, la salud, la educación, la seguridad ciudadana, el orden público, las condiciones de vida en los suburbios, las poblaciones y los campos, la inaceptable desigualdad, la corrupción reinante, etc.

El fracaso de la actual administración ha despertado las ambiciones de muchos que aspiran a ganar las elecciones en 2026. Pero, como reza el Evangelio, "muchos son los llamados y pocos los escogidos" (Mt. 22:14). Los que pretendan tomar las riendas del país en los años venideros tienen que ser conscientes de lo difícil que es gobernarlo y de la magnitud inconmensurable de los problemas que van a encontrar, comenzando por los acuciantes reclamos de las comunidades que luchan por sobrevivir en medio del caos en que estamos sumidos.

El asunto no es de derechas, izquierdas o centro, sino de buen sentido, que es lo que falta en los que hoy nos desgobiernan.

Una buena cartilla para ellos podría ser la actualización del informe Lebret. Así sabrían del agua que lo moja.

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