domingo, 14 de febrero de 2016

El Corazón de las Tinieblas

Cualquiera sea la pregunta que se haga en el plebiscito que plantea convocar Santos en procura de una refrendación popular de los acuerdos que suscriba con las Farc, su trasfondo es tenebroso a más no poder.

De hecho, esa pregunta dirá lo siguiente: "¿Aprueba, sí o no, la dictadura de Juan Manuel Santos?

El proyecto de Acto Legislativo que está a consideración del Congreso y comenté en mi último artículo, va precisamente en ese sentido: hacer de Santos un dictador. 

Él, en efecto, dispondrá sobre las reformas constitucionales que se someterán a la "improbación" del Congreso, a sabiendas de que difícilmente sus opositores podrían reunir los votos suficientes para negarlos por mayoría, y gozará de amplísimas facultades extraordinarias para expedir hasta por el término de 180 días toda la legislación que se considere pertinente para el cabal desarrollo de los acuerdos con las Farc.

Todo eso sucederá si el Congreso aprueba ese proyecto de Acto legislativo y la Corte Constitucional no lo declara inexequible. El plebiscito solo servirá para darle un lustre de legitimidad popular a la dictadura.

Llamo la atención sobre lo siguiente:

-Implícitamente el proyecto de marras estipula que las reformas constitucionales y legales que promueva el Gobierno para dar cumplido efecto a los acuerdos con las Farc deberán ceñirse a estos últimos. Ello se propone de modo explícito para las modificaciones que a las iniciativas gubernamentales proponga el Congreso, según reza el literal h) del artículo transitorio sobre Procedimiento Legislativo Especial para la Paz, pero se supone que también lo que proponga el Gobierno deberá ajustarse a lo acordado en La Habana.

Así las cosas, a las Farc se les dará gusto en dos temas sustanciales:

- Su aspiración a que lo que se firme en La Habana se considere como acuerdos especiales que según ciertas interpretaciones de los Protocolos de Ginebra sobre Derecho Internacional Humanitario se incorporarían ipso facto al derecho interno. En tal virtud, esos acuerdos entrarían a hacer parte del llamado Bloque de Constitucionalidad de nuestro ordenamiento jurídico, sin necesidad de que se surtan formalidades o procedimientos adicionales.

- Su aspiración, además, a que el contenido de los acuerdos de La Habana tenga la calidad de "cláusulas pétreas", es decir, inmodificables incluso por el Constituyente.

De hecho, entonces, los negociadores del Gobierno y las Farc en La Habana configuran un poder constituyente, todo lo estrambótico que pueda parecernos, que está sentando las bases de un nuevo ordenamiento político, económico y social, sin que los colombianos nos percatemos de ello ni, desde luego, podamos participar en su concepción y decisión. Ese poder constituyente tiene un solo freno. la voluntad de Juan Manuel Santos, que según su arbitrio puede avalar o frenar ese proceso.

Llama la atención que las Farc, que son una agrupación narcoterrorista sin Dios ni Ley y han despreciado hasta el cansancio toda juridicidad, se muestren ahora tan sutiles en estos achaques. Pero hay que entender que la soga con que amarran a Santos y su cohorte no los liga a ellos. El día de mañana podrán decir que el Estado no les cumplió y, por consiguiente, volverán a sus andadas. Para curarse en salud, los llamados a verificar la ejecución de los acuerdos son sus patrocinadores de la izquierda regional.

No cabe duda de que todas las reformas constitucionales y legales que va a impulsar Santos tendrán el aval de las Farc. En realidad, él será solo un dictador nominal, pues el hombre fuerte, el poder tras el trono, será el tristemente célebre "Timochenko".

Como reza el título de una famosa novela de Balzac, aquí nos hallamos frente a "Un Asunto Tenebroso". O, como en la otra no menos famosa de Joseph Conrad, estamos llegando en nuestra travesía a "El Corazón de las Tinieblas".

En conclusión, votar No en el plebiscito es rechazar la dictadura de Santos y su sumisión a las Farc.

¡COLOMBIA, DESPIERTA ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE!


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